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Elena, mi profesora del colegio (III)
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Sentados en el sofá, se habían pasado las horas. No pensaba quedarme mucho tiempo más en el departamento de Elena. La estaba pasando muy bien con ella, pero, siendo sincero, solo quería saciar mi calentura, pero tampoco podía ser escaso en consideración, cualquier movimiento en falso podría hacerme perder esta tremenda experiencia que estaba viviendo con ella. Disimulando, miré mi reloj, haciéndole saber que no pasaría mucho más tiempo para que me fuera.

Jugueteando un poco conmigo, hizo el típico juego que hacen los amantes cuando no quieren despegarse. Ver que se hacía la “nena” dándome besos y acariciándome de la manera más caliente que se puedan imaginar, hizo que me ponga a mil en un instante. En su jugueteo quería que me quedara con ella, pero en verdad, ambos sabíamos que su única intención era que me caliente hasta perder la razón.

No pasó más tiempo, que empecé a sentir que mi pene se ponía cada vez más duro. Bajó mi bermuda podía notarse perfectamente el efecto de ese jueguito que Elena me estaba haciendo sufrir. Poco a poco bajaba su mano para detenerse sobre la parte baja de mi abdomen y volver a subir. Una y otra vez. Imagínenselo, yo solo quería que esa mano constate lo duro que estaba.

Por fin, posó su mano sobre mi bulto. Al hacerlo sonrió. No podía creer que pudiera estar así. Se entretuvo un buen rato acariciando la extensión de mi miembro por encima de mi bermuda. Metió su mano en mi bragueta buscando el cierre, me lo bajó lentamente. Ahora podía meter su mano por la abertura de la bragueta. Ahora, solo el bóxer separaba su mano de mi miembro a punto de estallar.

Metió la mano por debajo y liberó mi pene sacándolo por el agujero de la bragueta. Repitió la operación para esta vez sacar los testículos por el mismo orificio. Ella estaba completamente extasiada, se veía hipnotizada por lo que tenía en su mano. Me lo acariciaba por todo el tronco, luego, los testículos, los masajeaba como si fuera la última vez que los tendría bajo su poder.

Yo no aguantaba más. De vez en cuando se mordía los labios, haciéndome desear que se metiera mi miembro completo en la boca. Su mano, por el tronco de mi pene se movía lentamente, hacia arriba y hacia abajo. El juego de hacerse la nena no cesaba. A pesar de ello, no forcé nada, si bien era una tortura para mí, me entregaba a solo disfrutar del momento, mientras Elena empezaba a sacarme las primeras cantidades de pre- semen.

Su mano se lubricaba cada vez que mi pre- semen caía por el tronco de mi pene, haciendo con su trabajo sea más sencillo. La intensidad de su movimiento no aumentaba, lo que hacía que más liquido fluyera, empezando a humedecer la zona de la bragueta de mi bermuda. Debía volver a mi casa así, en verdad, no me importaba demasiado en ese momento.

-¡Que pija tenía mi alumno había sido! -Me dijo.- No me había percatado de lo que me perdía -Siguió- ¡Tengo una duda! -Continuó.

-¿Qué duda profe? -Le dije. Siguiendo el juego.

-¿Me la meto en la boquita hoy? ¿O no? -Preguntó Elena. Con la mejor voz de zorra.- ¿Me la saboreo ahora? ¿U otro día? ¡Se ve rica esa pija! -Agregó.

-¡Lo que más quieras ahora, pero, terminá con esta tortura! -Le respondí. Casi sin control ya.

Sus palabras me hicieron perder el control que tenía hasta ese momento. Sumado a que la velocidad e intensidad de sus movimientos se había acelerado. El glande lo tenía rojo, a punto de estallar, a pesar de que en ningún momento su mano había ni siquiera rozado la cabeza de mi pene. Su mano golpeaba ahora más fuerte mis testículos cada vez que su mano bajaba hacia la base del tronco de mi miembro.

-¡Creo que hoy no me lo voy a comer! -Dijo ella.- ¡Quizás la próxima tengas suerte! -Continuó.- ¡Pero quiero ver salir todo eso que tenés acumulado acá! -Agregó. Mientras masajeaba mis testículos.

Sin dejarme decir alguna palabra, Elena apretó más mi miembro. Mientras subía y bajaba gemía como si estuviese dentro de ella. El cosquilleo en todo el miembro no tardó en aparecer. Dos chorros de semen salieron despedidos bruscamente, mientras apretaba mi abdomen para intentar no retorcerme tanto. Los espasmos eran intensos que me hacían apretar los dientes.

Mas borbotones seguían saliendo, cayendo por su mano aferrada al tronco de mi pene. Mi bermuda estaba pintada con semen en la zona de la bragueta. Lugar donde se depositaba cuando terminaba de caer por mis testículos. Hasta que la última gota termino de caer, Elena no cesaba sus intensos movimientos. Con cara de asombro, ella no podía creer cuanto semen podía salir de mi miembro.

-¡No te muevas! -Me dijo. Dándome un beso intenso mientras sonreía.

Verdaderamente, Elena estaba feliz de lo que había logrado. Finalmente apartó su mano de mi pene. Rápidamente fue hacia el baño. Regresó con una toalla humedecida para que pudiera limpiarme algo de todo el enchastre. Ella volvió nuevamente al baño, a lavarse la mano empapada con mi semen. Hice lo que pude con la toalla, pero mi bermuda quedaría así, mojada.

Cuando ella volvió fue mi turno de pasar al baño, me lavé bien el pene y lo que pude de la zona de la bragueta. Me empecé a plantear como volvería a mi casa con eso. No me molestaba, pero era absolutamente incriminador. Por suerte ya era de noche y el color de la bermuda bastante oscura. No se notaba si no te acercabas bastante. Yo aún seguía extasiado del placer que me había provocado Elena.

Cuando regresé donde estaba ella nos miramos, y no nos quedó otra que reírnos de la situación. Ella ofreció lavarme la ropa, pero me negué. No quería estar mucho tiempo más allí. Quería mantener el control sobre ella, aunque por dentro quería cogérmela una y otra vez.

-¡Quiero que mires esto en el camino y te acuerdes de mi todo el camino! -Me dijo. Mientras me apretó el bulto húmedo de mi bermuda.

-La próxima vez no quiero ver ni una mancha -Le dije. Mientras le estiraba el pelo.

-¡No sé cómo hice para aguantar el no comerte toda esa pija! -Me respondió.- ¡No sé si estoy preparada para todo eso! -Continuó. Siguiendo con el juego.

-¿Te voy a tener que enseñar cómo se hace profe? -Le pregunté.

-¡Ahora te toca enseñarme a vos! -Respondió Elena.

-¿Si? ¿Ahora voy a ser yo el profe? -Continué. Mientras la tomaba más fuerte del pelo.

-Ahora yo seré la alumna -Respondió. Entregada a mi sumisión.

-¡Bueno andáte! ¡Antes que me pongas a hervir! -Exclamó.

Nos besamos intensamente una vez más. Tomé mi casco y bajamos del departamento. Mirando que no hubiera nadie en el complejo. Le quité las llaves a la moto mientras ella me abría el portón principal. Me subí a la moto y nos despedimos. Todo el camino miraba mi bermuda hecha un asco. Pero a la vez era todo muy caliente. Por suerte, al llegar a casa no me vio nadie.

Puse enseguida la ropa en la lavadora. Mientras, fui a darme un buen baño para quitarme el calor. Seguimos intercambiando algunos whatsapp con Elena. Charlando de lo increíble que estaba siendo toda esta experiencia. Antes de despedirnos, me mandó dos selfies que se había sacado en el baño, lamiendo mi semen que le había quedado en su mano. Nos despedimos así. Yo no podía creerlo.

Esa noche tuve que masturbarme, antes de dormir, mirando esas fotos para poder quitarme la calentura que me habían provocado. No veía el día de poder cogérmela de vuelta.

Continuará…

-Alexander0022-

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