Regresamos cansados al final del día, solo queríamos descansar un poco. No metimos en la cama y nos dimos un masajito de pies y espalda. Nos quedamos dormidos. Al día siguiente, amanecí con cosquillas en mi culito, mi macho me tenía de cucharita y se estaba masturbando con mis nalgas.
Se sentía bien rico como se deslizaba su verga entre mis nalgas, empecé a apretarlas para darle más placer.
-Que hace esa verga traviesa entre mis nalgas –le reclamé, con voz suave.
-Es que sentía frio y buscó en donde refugiarse –me contestó.
-¡Uhm!, Yo la siento aun fría. Tendrá que buscar más adentro para que esté calientita –le dije con voz traviesa
-Tienes razón, vamos a ver en donde se acomoda.
La sensación de su verga entre mis nalgas era deliciosa, me encantaba tenerla ahí. Así estuvo un buen rato hasta finalmente se alineó con mi culito y me penetró.
-¡Ay, que rico!, Ya me tenías muerta de ganas papi –le dije muy coqueta
Me dio verga despacito por un buen rato, a un ritmo lento y yo me concentré en parar mis nalguitas para facilitarle el acceso y hacer que sus embestidas llegaran a lo más íntimo de ser. Me encantó que me diera así despacito y sin prisas, lo sentí ¡tan mío!, ¡tan romántico! que me dediqué en disfrutar el momento y el placer de iniciar el día entregándome a mi macho.
Después de un rato me hizo girar para quedar recostada sobre mi espalda al mismo tiempo que levantaba mis piernas y me hacía que las acomodara sobre él, quedamos como formando una X, el seguía de lado embistiéndome bien rico, levanté ambas piernas para sentir mejor sus penetraciones, ¡uhm! Estaba disfrutando mucho. El hizo que juntara las piernas y las doblara hacia mi pecho, ay mi culito quedó completamente a su disposición y así me dio unas fuertes y deliciosas embestidas que me hicieron gritar de placer, después hizo que bajara las piernas y poco a poco fue colocando el lado izquierdo de su cadera debajo de mis nalgas, quedé un poco arqueada pero su pene se sentía riquísimo, me excitó demasiado esa posición, pude estirar mis piernas y apretar el culito mientras él se dedicaba a mover con fuerza sus caderas, sentía como su verga se deslizaba entre mis nalgas para penetrarme una y otra vez. El placer era inmenso, no dejaba de gemir y de pedirle que me diera más…
-¡Así papito, así!, ¡No pares, dame más papi! –le suplicaba con voz agitada
-¡Si cariño, ahhh! –alcanzó a responder con respiración agitada.
Después hizo que quedáramos entrelazados con las piernas, como haciendo tijera, el colocó su pierna izquierda debajo de mi espalda y se giró un poco de tal forma que quedáramos alineados, entonces tomó uno de mis pies y comenzó a besarlo, sentir sus labios y su lengua recorrer los dedos de mis pies me puso loca de excitación, empecé a gemir más fuerte, mientras el aumentaba el ritmo de las embestidas, ambos estábamos muy excitados, comenzó a chupar mi dedo gordo del pie como si fuera un pene, me volvió loca una vez más, así que respondí de la misma forma, mis manos buscaron su pie y rápidamente comencé a besarlo con pasión, usé mi lengua para lamer cada uno de sus dedos, lo excitó bastante porque me empezó a embestir con más fuerza. Había encontrado un botoncito y no estaba dispuesta a soltarlo así que lamí sus dedos y también me metí su dedito gordo en la boca y me imaginé que era su pene, así que se lo chupé con lujuria, con pasión y el respondió con un gemido largo…
-¡Ahhh!, ¡Que rico! -alcanzó a decir con voz agitada.
-¡Uhmmm! ¿Te gusta papi? –le pregunté
-¡Me encanta cariño, me vuelves loco! –me contestó
Continué mi labor para recibir esa rica verga, me volvían loca sus embestidas, empecé a mordisquear su dedito y no pudo más, me cogió con fuerza, se agitó y aceleró aún más para explotar de placer dentro de mí.
-¡Ah! ¡Ahhhh, que rico! ¡Que rico! –alcanzó a decir mientras golpeaba la cama y se retorcía de placer
Le solté y me dediqué a sentir como su leche me inundaba, me encantó verlo explotar así, creo que después de la mamada del día anterior este había sido el mejor orgasmo que le había provocado. Los espasmos no se hicieron esperar y con cada uno de ellos me dio un empujón más de verga que yo gustosamente recibí.
Tan pronto nos recuperamos nos fuimos a la ducha, le di una mamadita de un par de minutos, pero ya no me penetró. Después desayunamos y decidimos que haríamos el resto de la tarde…