Dentro de unas semanas va a hacer dos años ya que no tenemos sexo. Sólo recordar la efeméride hace que se adueñe de mí una tristeza infinita, Alba. Especialmente cuando pienso que no sólo es follar contigo lo que echo de menos, sino sentir esa conexión emocional que sólo da la intimidad. Dos años sin una simple caricia erótica. Sin nada. Dos años sin comernos la boca con apetito de que pase algo más.
Pero lo más duro de todo es estar así viviendo contigo. Como si fuéramos compañeros de piso que se llevan más o menos bien, hacen la compra, cocinan, ven Netflix y el fin de semana hacen planes juntos. Luego nos vamos a dormir en la misma cama y muchas noches quiero morirme porque estás tan cerca que podría tocar tu cuerpo si estilo mi brazo, y al mismo tiempo me doy cuenta de que estás tan lejos… los rechazos de cama se te clavan en el alma y en la autoestima cuando se hacen sistemáticos y la pelota se queda en tu tejado eternamente. Sin hacer el más mínimo ademán por recogerla y lanzármela tú.
¿Por qué seguimos juntos? Supongo que porque aún tengo la esperanza de que esto sea una mala racha y volveremos a estar como antes. Quizás debí follar con mi amiga Cristina cuando se me presentó la ocasión. No soy esa clase de tío, pero empiezo a estar ya muy cansado (y también algo resentido) de que no hagas nada por averiguar cuál es nuestro problema y ponerle solución. Podrías admitir que ya no te gusto o que al menos no sientes lo mismo y dejarme. O si ese no es el problema, yo podría aceptar abrir la relación mientras seguimos juntos. Si es verdad lo que dices de que aún sientes deseo por mí, podrías ser un poquito participativa y prestarte a ¿qué se yo? masturbarnos el uno al otro, aunque sólo fuera.
De comerme la polla ya ni hablamos, pero ¿y dejar que te coma el coño al menos por qué no? Dios mío, cómo añoro sumergirme entre tus piernas. Si me dejases comerte el coño, Alba, creo que hasta podría aguantar otro año más sin follar. Adoro tu coño, joder. Su delicioso olor que ya va a hacer dos años me resigno a recordar únicamente a través de tus bragas usadas al hurgar en el cesto de la ropa sucia si no estás en casa. Cuando corto ajos para cocinar algo siempre me huelo los dedos y me excito porque hay un matiz en ese olor que me recuerda al de tu coño. Adoro exhalar mi aliento sobre tu sexo y contemplar cómo se contrae en tensión. Adoro el sabor de tu vulva cuando se pone a lubricar como loca. Adoro sorberte el clítoris, penetrar tu vagina con mi lengua, frotarme la cara contra tu coño como si fuera un bárbaro en un banquete manchándose hasta las trancas con la grasa de pieza gigantesca de carnaza que sostiene entre sus manos. Joder, si tan siquiera me dejases comerte el coño… O si tan siquiera te masturbases tu sola. Sigues sin usar el satisfyer que te regale. Lo sé porque aún tiene el celofán. Me cago en mi puta vida, Alba, ¿qué te pasa? ¿Te volviste asexual de repente? No lo entiendo.
Dije que siempre te respetaría y lo voy a cumplir. Tan siquiera pienso nunca insistir ni presionarte en ningún momento. Porque yo no quiero que simplemente te abras de piernas para dejar que yo me vacíe los huevos con tu cuerpo pasivo, ausente y tu mente distante en otra cosa como estuviste apunto de hacer aquel día. No quiero de ti un sexo indiferente, consentido únicamente por compasión o peor aún, por culpabilidad. Quiero que tú me desees. Me gustaría que añorases mi polla aunque fuera sólo la mitad de lo que yo extraño tu coño. Quiero que me busques. O que me provoques. Aunque tú decidas todos los cuándos, los dóndes, los cómos y los porqués. Me gustaría que te mordieses el labio inferior y me dijeses “fóllame, joder”.
Dije que siempre te respetaría, Alba, y lo voy a cumplir pero… debo confesar que la abstinencia me está trastornando. A veces (más a menudo de lo que me gustaría admitirme a mí mismo) me descubro teniendo fantasías horribles y violentas contigo. Estas ahí durmiendo a mi lado y yo con una erección de caballo y no puedo evitar pensar ¿Y si me subiese sobre ti y te arrancase el pantalón del pijama de las piernas antes que pudieras ser consciente ni de lo que está pasando? Te revolverías y yo podría inmovilizarte las dos muñecas con una mano mientras con la otra te levanto la parte de arriba y te tapo la boca para que no grites y hago cuña con mis piernas para que separes las tuyas.
Estoy bastante convencido de que podría hacerlo si quisiera. Pero no te la metería. Solo te mantendría así, inmovilizada y reducida y pasaría mi glande por tu vientre, tu pubis y más tarde por entre tus labios abiertos. Deseando que eso te provoque una reacción. Que despierte en ti esa pasión que sé que tienes en alguna parte, aunque lleva casi dos años escondida muy al fondo de ti. Que haga que no pienses, que simplemente te humedezcas, olvidando gracias al shock de la situación lo que mierdas sea que te pasa para que tengamos este bloqueo sexual. Nunca te abusaría, sólo querría que el hecho de asaltarte te rompiera los esquemas e hiciera que te pusieras cachonda hasta ser tú quien me pida que se la meta.
Ay entonces, Alba… si tú me lo pidieras sí que te ibas a enterar. Porque entonces pensaría en vengarme por estos dos años de mierda que nos has tenido a pan y agua. Te haría demostrarme que de verdad la quieres. Te haría pedir en voz alta que te la de. Te haría girarte e hincarte de rodillas en el colchón con el culo bien en alto. Puede que hasta te hiciese decir que eres mi zorra y que tu coño es mío para que lo use como quiera antes de dignarme a embocarla en perpendicular a tu agujero del placer. Y entonces recuperar el tiempo perdido. Follarte por dos años de silencio, frio y ausencia. Follarte con alivio. Con rabia. Con desesperación. Follarte con miedo a que cuando acabe vuelvan a pasar otros dos años. Follarte como si fuéramos a morir mañana. Como si con cada embestida quisiese hacerte traspasar la pared con el impulso. Follarte como me imaginaba follándome a Cris cuando la situación me desbordaba y la idea de ponerte lo cuernos se hacía más y más deseable. Follarte sin condón, como nunca me dejaste hacerlo contigo. Follarte de verdad: piel con piel. Hasta terminar dentro para hacerte sentir mi semen inundando y calentando tu sexo. Y luego de sacarla comerte el coño sin dejar que cambies de postura. Embriagándome con el olor dulzón de tu ano al hacerlo. Llevando a él los chorretones de mi corrida con la lengua y utilizar mi lefa como lubricante para meterte un dedo en el culo al tiempo que te masajeo el clítoris y te penetro al mismo tiempo la vagina, esta vez con mis dedos. Notar como tu contienes los gritos aplicando la boca contra la almohada. Dos años, Alba, joder. Dos jodidos años.
¿Es eso lo que estás deseando en realidad y no te atreves a pedir por vergüenza, tal como me dijo Cris un día hablando del tema por whatapp mientras dormías? “Creo que lo que tu novia está buscando es que la cojas un día por banda y digas, se acabaron las tonterías, te voy a follar lo quieras o no, y luego directamente la empotres mientras le dices guarradas”. No se me olvidará.
Pero no, no lo creo. ¿A qué no? Si fuera así a estas alturas ya lo habrías provocado tú o te habrías buscado a otro. Lo más seguro es que Cris estuviera proyectando porque eso es lo que ella misma deseaba que yo le hiciese a ella. Hubo más señales. Como cuando le dije que me excitaba mucho la idea de tener sexo con una chica pequeñita y manejable para poder cargarla a pulso y hacerlo contra una pared mientras ella me abrazaba con los brazos y rodeaba con las piernas suspendida en el aire. “Como chica pequeñita y manejable que soy siempre me ha gustado la idea desde la otra perspectiva: sentirme dominada por un chico que me alzase con rudeza y se me follase sin contemplaciones de ese mismo modo, haciéndome sentir expuesta, frágil y vulnerable”.
Pero yo no me di por enterado. Pensé si podría tener razón y sería la chispa que hacía falta para volver a poner nuestro motor en marcha. Pero en realidad, los dos sabemos que, si te asaltase una noche, no me pedirías que te la metiese al quedarme así… expectante. Me mirarías con ojos cansados como diciendo, “sabía que esto iba a pasar antes o después, adelante, sírvete” y luego dejarías de oponer resistencia. Porque piensas que esta situación es culpa tuya y sabes que me hace daño. Y nos queremos, Alba, de eso no me cabe ninguna duda. Así que pensarías que como me quieres estas en la responsabilidad de darme placer, de satisfacer mis necesidades. Quizás por miedo a que lo busque con otra. Quizás simplemente porque piensas que una pareja debe hacer, sacrificarse por el otro aun cuando nunca te apetezca.
Por eso no voy a asaltarte. Porque sé que al final sólo va a ser otra forma de rechazo. Y no me siento capaz de soportar otro rechazo más, Alba. Ojalá me dejases comerte el coño.