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Un grato encuentro durante un viaje (Parte 3)
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Tiempo de lectura: 7 minutos

Mis actividades del día siguiente me absorbieron un poco y me sirvieron de distracción, pero cada vez que había un espacio recordaba las tremendas sesiones de sexo con Esteban, de pronto mi mente no podía dejar de fantasear con el siguiente encuentro y revisaba mi móvil con más frecuencia de lo normal esperando ver mensaje suyo.  Esa mañana solo nos habíamos escrito brevemente para saludarnos y desearnos un buen día. Finalmente estaba casi a punto de salir cuando recibí un mensaje suyo en el que preguntaba si iría a nadar, le respondí que no, le dije que prefería hacer un poco de cardio con él en una loca sesión de sexo. Envió risas y después agregó que estaba de acuerdo en darme otra buena cogida, pero ahora me invitaba a conocer el departamento que a él le rentaban. Me propuso cambiar de plan y en lugar de que él se fuera al hotel, yo sería la que me quedaría con él todo el fin de semana, así que no dudé ni un segundo en aceptar la invitación. Una vez en el estacionamiento y ya montada en el auto me dirigí hacia el hotel para hacer una maletita.

Mientras estaba en el hotel, recibí la ubicación del departamento, el navegador indicaba 20 minutos aproximadamente. Así que así sin más inicié el viaje en busca de mi macho, ya estaba cerca y se notaba que el barrio si no lujoso, no se veía mal, al final la dirección era en una parte alta de la ciudad y era un edificio alto que en los primeros pisos tenía ventanas simples, pero conforme se alzaba, las ventanas de los apartamentos eran de piso a techo e iban formando una “V”, pronto vi los señalamientos del estacionamiento, conducir hasta encontrar un lugar, dejé el auto y entonces me dirigí a los elevadores, fue ya estando ahí cuando noté que la dirección marcaba el número de apartamento 1001, me causo cierto temor por la altura pero aun así pulsé el botón porque eran más grandes mis ganas que tenía de verga que mi temor a las alturas.

Fue muy atento al recibirme, me invitó a pasar y de inmediato tomó la maleta y me guio hasta la recamara, dejó sobre la cama mis cosas y me dio un breve recorrido por el apartamento, me mostró la bella vista que se tenía desde ahí y que en verdad era todo un espectáculo con esas ventanas, después regresamos a la recámara para desempacar, mientras lo hacía el comenzó a preguntarme acerca de mi día y platicar cosas sin importancia, una vez terminada la desempacada me invitó a la salita de estar y llevó una botella de vino tinto con un plato de carnes frías que ya había preparado, fue muy lindo ver con cuanta caballerosidad y detalle me estaba recibiendo, decidimos ver una película para aprovechar la botanita y el vino, la vimos recostados en el sofá, bueno yo estaba recostada sobre él mientras me abrazaba por la espalda, me acercaba botana con los palillos, una vez terminada la película, me quedé admirando la hermosa vista desde el la recámara del departamento que tenía una de esas grandes ventanas, él se acercó a mí con un par de copas de vino y ahí después de unos minutos y un par de copas más me tomó por la cintura comenzó a besarme el cuello, la noche caía ya por la ciudad cuando entre besos me dijo:

-Te quiero coger aquí mismo contra la ventana

La idea de la escena de estar empinada mientras él me daba una buena cogida me pareció muy caliente, se me erizó la piel y me puso a mil los latidos, simplemente no me podía negar a entregarme a él, era lo que más deseaba, darle mis nalgas, darle placer, en fin, ser completamente suya y someterme a sus deseos.

-Me agrada esa idea, suena genial –finalmente le respondí.

Así que comenzó a desvestirme con todo lujo de destreza y lujuria que me puso aún más deseosa de tenerlo nuevamente dentro de mí, no pude más que empezar a jadear y gemir para mostrarle mis deseos de ser suya una vez más, no tardó mucho en descubrir que ese día llevaba puesto algo de lencería para él, un modelito muy coqueto que me cubría solo la parte de frente dejando mi culito completamente descubierto, solo hacía falta que mi macho usara ese bello separador de nalgas que tenía entre sus piernas y lo usara para deslizarlo hacia al fondo de mi culito. Cuando notó el modelito que traía puesto separó de mí, a través del reflejo de la ventana pude notar como me recorrió con la mirada, yo solté un gemido de excitación, al mismo tiempo moví mis caderas y paré mi culito para dárselo a desear, alcancé a percibir cómo sus bellos ojos se llenaron de lujuria, apresurado terminó de desvestirse para liberar esa linda verga que tomó con su mano derecha mientras con la izquierda me empujaba por la espalda contra la ventana y me decía:

-¡Que linda te ves con ese modelito! ¡Me encantó ese detalle cariño!

-¡uhm!, me encanta estar bella para ti cariño –le respondí.

De inmediato sentí su glande duro, hinchado y ya todo húmedo entre mis nalgas, sus líquidos de inmediato lubricaron la zona y empecé a gozar de nuevo esa deliciosa verga que me ponía loca y hacía me que me olvidara de mí misma…

-¡ah!, ¡Uhm! –gemía y jadeaba ya deseosa de que me la metiera completita.

-¿Te la meto ya de una vez cariño? –me preguntó.

-¡Sí, ya de una vez papi!, ¡Hazme tuya! –le respondí sin ninguna duda.

El me jaló un poco de las caderas para empinarme bien sin que yo opusiera ninguna resistencia -ni de loca me negaría- dejé que acomodara mi cuerpo a su entero antojo, apuntó su miembro y empezó a restregármela…

-¡Ayyy, que rico papi! –alcancé a decir

Solo sentí como usó la cabecita de su verga para terminar de lubricar mi culito mientras con ambas manos abrió mis nalgas y empezó a empujármelo, mi culito estaba más que listo y recibió su pene con mucho placer, yo mantenía mis caderas firmes y paraba el culito para entregarlo a mi macho quien con el último tramo de verga que le quedaba afuera lo terminó por empujar con todas sus fuerzas, se me voltearon los ojos del inmenso placer que me provocó esa ensartada al mismo tiempo que soltaba un grito de placer.

-¡Ay, que rico me la metiste! ¡Hoy no me tengas piedad, métemela duro papi!

-¡Lo que tú digas cariño! –me contestó.

Enseguida sentí como el vaivén de sus caderas se hacía más intenso, disfrutaba todas y cada una de sus embestidas, ahí con mis manos apoyadas en la ventana hacía todo lo posible para mantenerme enchufada mientras meneaba mis caderas, estaba excitada a más no poder, movía mis caderas como toda una hembra en celo, sentía un inmenso placer sentir a mi macho dentro de mi dándome con todo, me encantaba su vigor masculino, sus embestidas simplemente eran deliciosas, en las regaderas de la alberca y en hotel me había sentido reprimida, pero esta ocasión no dude en gemir y gritar sin ningún pudor, quería que se diera cuenta de que me volvía loca y que me gustaba como me cogía. Ambos alcanzamos un nivel de excitación extremo, entonces le empecé a exigir más:

-¡Así papito, así! -le decía- ¡Dame duro, dame más duro papi!

En medio de su excitación y con voz agitada alcanzó a decir.

-¿Quieres más duro? ¡Lo que tú digas cariño!

-¡Si papi, quiero más duro!

Ya no dijo nada más y se concentró en darme con todas sus fuerzas, pero no me sentía del todo satisfecha, quería más, así que le dije:

-¡Dame mis nalgadas, papi!

El respondió inmediatamente con unas buenas nalgadas con su mano derecha, su mano izquierda me sujetaba con fuerza de la cadera y yo estaba en la gloria enloquecida de tanto placer, no tardó en cambiar de lado para ahora darme mis nalgadas del lado izquierdo, regresó a tomarme por las caderas y poco a poco fue bajando el ritmo de sus embestidas mientras yo paraba y apretaba mi culito al mismo tiempo que meneaba las caderas para acariciarle la verga, se lo hacía suave, aproveché para disfrutar su verga con plenitud, mientras él tomaba un segundo aire, me di cuenta cuando su respiración dejó de ser agitada y sus caderas empezaron a tomar ritmo pero no tardó mucho en decirme:

-Ven, vamos a la cama, cariño

-Si, papi. Lo que tú digas. –le contesté.

Se salió por un momento y me recostó boca abajo en la cama, me hizo cerrar las piernas y se colocó en posición de penetrarme de nuevo, tan pronto sentí cerca su pene paré mi culito para recibir su pene una vez más. No quise decir nada, solo esperaba sentir y disfrutar su penetración que al final me la dejó ir suavecito, muy lento. Mi respuesta fue un largo gemido de placer, el se me acercó por la espalda y con sus manos me giró la cabeza para besarme, yo estaba muy excitada por ese hombre que sabía exactamente como ponerme loca, ni como resistirse a él, simplemente era maravilloso, dejó de besar mis labios para continuar con mi cuello y mi espalda sin parar de embestir mis nalguitas, en ocasiones solo se concentraba en abrazarme pero eso sí, sin dejar de mover sus caderas, fue muy romántica esa parte en la que me cogía y me cogía mientras yo gemía y gemía. Hizo una pausa, dejó de abrazarme para enderezar el cuerpo, sentí como avanzó sus rodillas hacia el frente y como sus nalgas rozaban la parte posterior de mis piernas, me tomó entonces por las nalgas para empezar a embestirme rápido y con fuerza. ¡Que rico me cogía!, no pude más que gemir con más fuerza para darle a entender que era suya y que me gustaba estar bien ensartada por él. No quise dejar duda, tan pronto pude hice pausa en mis gemidos y le dije:

-¡Así papi! ¡asiii, más duro papito! -le rogué- ¡Me encantas papi!

-¡A mi también me encanta como tu culito se la come toda! –me respondió.

-¡No pares papi! ¡sigue así papito, con fuerza!

-¡Pídeme más! -me pidió que le ordenara.

-¡Dame más papi! ¡Dame más papi!… ¡Dame duro que siento rico!

-¡Ahhh, si cariño! ¡Ahí te va! ¡goza cariño, goza!

-¡Papi, me vuelves loca! ¡Asiii, papi así!! –le decía mientras movía mis caderas.

-¡Ahhhh, me encanta como te mueves cariño!

-¡Quiero que goces papi, soy toda tuya! ¡Dame duro papi! –le ordené

-¡Uhmmm, si cariño!

Sus embestidas eran intensas y placenteras, se inclinó un poco hacía mi para darme con todas las fuerzas que le quedaban.

-¡Ya no pares papi, vente mi vida! -le dije, mientras apretaba mis nalguitas.

-¡Así papi, así! ¡Lléname de ti! ¡Papito, soy tuya! -continué diciendo para motivarlo.

Ya no pudo contestar, solo se limitó a embestirme duro, su respiración se fue haciendo más agitada y sus embestidas cada vez más rápidas por lo que intuí que estaba a punto de venirse.

-¡Vente papi, vente! -le pedía una y otra vez.

Finalmente, sentí como se venía dentro de mi y me daba los últimos empujones mientras yo paraba mi culito y lo meneaba para exprimirle hasta la última gota. El apretó mis nalgas intentando mantenerme quieta, entonces moví mis caderas hacia la cama para regresarlas violentamente y con fuerza para ensartarme en su verga cosa que lo volvió loco y gritó de placer…

Nos quedamos quietos, exhaustos. Sentí como algunas gotas de sudor caían sobre mi espalda mientras ambos recuperábamos el aire.

-¡Uhmmm! ¡Que rico papi! -alcancé a decirle y añadí- ¡Gracias por tanto placer! ¡Me encanta tu pene papi! Está delicioso ¡me vuele loca!

Su pene aún continuaba duro, así que aproveché para apretar y mover mi culito suavemente para exprimir una vez más su grueso y delicioso pene, para que mi culito le diera las últimas caricias. Poco a poco nuestras respiraciones volvieron a un ritmo normal, él se había quedado quieto después de explotar dentro de mí, cuando sintió el movimiento de mis caderas gimió y me empezó a dar unos aislados empujones fuertes que yo disfrute con mucho gusto, finalmente se volvió a quedar quieto unos segundos para después acariciarme la espalda y mis nalgas. Solté un suspiro de placer y le dije:

-¡Me encantó la cogida que me diste papi! ¡Me volviste loca!

-¡Uhm, tú también estuviste maravillosa! -me respondió.

Unos momentos después inició la retirada, me la sacó muy lentamente lo que me hizo gozar una vez más de un gran placer, sentí de nuevo cada milímetro de su rico pene recorrer mi culito… ¡uhm! ¡Fue divino!

-¡Ay, cariño que rico se sintió tu salida!

El ya no alcanzó a responder, el orgasmo lo había dejado rendido, solo se giró para dejarse caer de espaldas sobre la cama. Busqué un poco de papel para mi culito y un poco más para ayudarlo a él a limpiarle los restos de leche, aproveché para acariciar a mi macho y llenarlo de besos por completo para agradecerle esa rica y deliciosa cogida, mientras lo hacía mi mente no podía de dejar de imaginar el siguiente día…

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