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Historia caliente con mi deseada cuñada
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Mi cuñada tiene unos 25 años, es rubia, con un buen cuerpo, pero si había algo que realmente me llamaba la atención era que sabía que ella era una mujer muy experimentada y soñaba con que todo lo que mi novia no se atrevía a darme ella si lo haría, pero solo era un sueño. Cuando venía de visita a casa, yo no paraba de observarla, le miraba la cola, sus pechos, se podía distinguir si llevaba tanga o calzón común, y después que se iba no aguantaba las ganas de masturbarme en honor a ella y de hecho lo hacía. Para mí todo esto era raro pero excitante, hasta que un día mi novia se fue con sus amigas y yo con mis amigos como era costumbre en nosotros, pero esta no iba a ser una salida más, esa noche iba a ocurrir lo que tanto soñaba.

Con mis amigos decidimos ir a bailar a un lugar que queda en las afueras de la ciudad como lo hacíamos siempre y ahí nos dirigimos, entramos y empezamos a beber como locos, era normal en nosotros y en la mitad de la noche ya estábamos todos borrachos y bailando en la pista como locos, hasta que en un momento decidí ir hasta el baño para mojarme el pelo y lo hice cuando estaba regresando del baño me dirigí a pedir un trago y allí la encontré, era ella, con su cabellera rubia platinada y sus ojos celestes, cuando la vi actué indiferente, la saludé y me invitó a sentarme junto a ella y yo después de hacerme el que lo pensaba accedí.

Ella tenía puesta una minifalda negra sin medias me di cuenta porque rocé su pierna con mi mano sin quererlo, tenía unas piernas geniales dignas de ser mostradas sin medias, arriba llevaba una camisa blanca semi transparente por la cual se observaba el corpiño que era más chico de lo que debería usar, lo usaba a propósito para provocar, así lograba que casi medio seno quedase a la vista de todos y mis ojos no podían dejar de mirarla.

Empezamos a charlar de cosas sin importancia, mientras tanto champagne va, champagne viene, yo quedé muy borracho y ella que estaba bien quedó casi como yo, cada vez que le decía algo tenía que acercarme a su oído por la música que era realmente fuerte y cada vez que lo hacía me acercaba a su cuello y sentía su perfume, su piel, su aroma y cada vez que ella se acercaba a mi sentía escalofríos por todo el cuerpo.

Pasaron las horas y la charla cada vez fue más caliente, ella me contaba cosas que había hecho y cosas que le gustaban, hablando de sexo por supuesto, y todo se tornó más caliente todavía porque me acerqué a ella como para decirle algo y no pude resistir la tentación y le di un beso en el cuello y me alejé. No sabía cómo podía reaccionar, pero ella me miró con cara seria, como enojada, pero no pudo aguantar y se le escapó una sonrisa de sus labios y fue como rendirse…

Volví a acercarme y empecé a besar su cuello y a pasar mi lengua por allí, ella automáticamente me abrazó, como entregándose a mi y de su cuello mis besos se fueron aproximando a su cara, sus pómulos hasta que comencé a rozar sus labios, me temblaban las piernas, la erección que tenía era indisimulable, nos besamos en la boca apasionadamente, y le propuse que nos corriéramos a un lugar más oculto, por si alguien nos pudiera ver y ella aceptó.

Nos fuimos a un rincón del lugar muy oscuro y alejado, yo me apoyé en la pared y la traje hacia mi, allí empezamos a besarnos como locos, todo era muy caliente, mis manos estaban en su cintura y la presionaba contra mi cuerpo para que sienta mi pene súper parado y duro, pero mis manos no aguantaron y empezaron a bajar hasta que pude sentir ese culo que tanto había mirado y deseado, lo masajeé un buen rato, pero yo quería mas, estaba muy caliente y ella no oponía resistencia, así que bajé mis manos hasta que pude encontrar el fin de su minifalda y de ahí empecé a levantarla con mis dos manos hasta que llegué a su hermoso culo y pude sentir que llevaba una tanguita tan diminuta que le dije al oído:

—Ay mi amor…

—Qué te pasa? —Respondió ella.

—No podes tener esa tanga —le dije yo.

—Te gusta mi tanga?

—Me apasiona, la tenés toda metida en la cola.

—Si papi, se me metió entera.

Mis manos recorrían ese culo, esa tanga, la corrían para un costado, la metían mas adentro, mi excitación aumentaba y la de ella también, mientras todo esto ocurría seguimos besándonos, nuestras lenguas jugaban entre ellas y parece que mi cuñada no quiso quedarse atrás y sus manos que estaban en mis hombros empezaron a bajar por mi pecho, mi cintura, y como yo tenía un pantalón de vestir, de esos amplios, no demoró mucho en sentir mi pene hinchado y comenzó a tocarlo por encima del pantalón e inmediatamente me dijo:

—Ay papi que pedazo de biberón que tenés.

—Te gusta? está llenito y todo para vos. —Le dije.

—Uy con lo que me gusta tomar la leche, bebé.

Ese momento fue unos de los más calientes, pero esto seguía, sus manos empezaron a bajar el cierre de mi pantalón y metió la mano en mi slip como pudo para poder sacar mi verga afuera, ya estaba toda lubricada por la calentura del momento, la miro y me miró a los ojos y empezó a masturbarme, me preguntó “¿te gusta?” y le dije “me encanta bebé”.

Mientras ella frotaba mi verga con toda su experiencia, lo cual le permitía hacerlo de una manera muy especial yo jugaba con su tanga… con su culo… en fin, con mis manos en su cuerpo, pero ninguno de los dos queríamos que esa noche termine de esa manera, queríamos más, mucho más y esto quedó demostrado al yo proponerle ir a otro lugar, algo más íntimo.

Ella ni lo dudó, aceptó inmediatamente y de hecho nos retiramos del lugar, por separado para no sembrar dudas y nos encontramos en mi coche el cual estaba estacionado a dos cuadras de la disco. Yo llegué antes que ella y me escondí para esperarla, cuando apareció me le abalancé desde atrás de un árbol, pero ni siquiera se asustó, la agarré por la espalda, mis manos fueron directamente a sus tetas y mi cuerpo bien cerquita al suyo, ella gemía tímidamente con cada lengüetazo mío que iba a parar a su cuello, y mi verga muy erecta apoyada en sus nalgas por arriba de la minifalda por supuesto, pero estábamos en la calle, así que le propuse irnos y así lo hicimos.

Ya en el coche todo se "enfrió" un poquito, ya que mucho no podíamos hacer, así que nos pusimos a charlar, hasta que ella me preguntó:

—¿te gusta jugar?…

Yo medio despistado le dije:

—¿Jugar a qué? —Un poco lento lo admito, pero con una mirada de ella bastó para que me dé cuenta de que se trataba y después me explicó que era exactamente lo que le gustaba, me dijo:

—A mi me gusta jugar a muchas cosas, te gustaría vendarme los ojos, amarrarme a la cama y hacerme lo que quieras?

Mi cara lo decía todo, quede atónito…

—Me encantaría —le respondí.

—Ya vas a ver, cuando lo pruebes te va a gustar más mi jueguito.

Bueno esta es la parte más interesante de lo que íbamos hablando en el coche mientras nos dirigíamos a un lujoso hotel en las afueras de la ciudad, quería lo mejor para esa noche, no la iba a desperdiciar.

Cuando llegamos a la habitación quedamos mirándonos… pero eso duró apenas unos segundos y nos hundimos en besos apasionados y enseguida mis manos empezaron a recorrer su cuerpo, su cuello, sus pechos, sus nalgas, empecé a desprender su camisa muy lentamente, con cada botón que desprendía podía empezar a ver un poco más de sus redondos pechos apretados por ese corpiño pequeño que llevaba puesto.

Las manos de ella ya estaban manoseando mi verga la cual había dejado afuera en un segundo, yo empecé a bajar esa diminuta minifalda que llevaba, me ahogue para sacársela y mientras subía lo hice pasando mi lengua por sus piernas, a ella se le escapó un gemido, sabía que eso le gustaba, pero no me dejo seguir, se separó de mí, agarró mi camisa de color negro y la dobló hasta dejarla como una venda gigante y se la ató en los ojos.

Era imposible que pudiera ver algo, se acostó y me pidió que la ate, yo no sabía cómo hacer eso, hasta que observé mis medias en el suelo y las utilicé como una cuerda para atar cada brazo de ella en cada uno de los barrotes de la cama, luego de hacer esto me paré y me terminé de desvestir. Ella solo tenía su corpiño y su tanguita, me quedé observándola, su cara expresaba miedo, pero a su vez placer, inseguridad, pero ansiedad, era hermosa, y tenerla así para mi solito era más hermoso todavía.

Me acerqué a ella y sin meterme en la cama comencé a besar sus pies, mi lengua recorriendo cada uno de sus delicados deditos, sus gemidos no se hicieron esperar, muy lentamente comencé a subir besando sus piernas, sus muslos hasta llegar a entrepierna, recorrí con mi lengua todo el contorno de esa tanga tan pequeña que tenía, pude notar que ya estaba toda mojada, sin dejar de besarla, con mis manos la dejé completamente desnuda, abrí sus piernas y comencé a pasar mi lengua por el borde de su conchita toda húmeda, ella casi gritaba ya, pero eso no me importó y seguí, cuando menos lo imaginó yo ya estaba con mi lengua jugueteando en su clítoris, ayudándome con mis dedos, los cuales entraban y salían sin parar. Era muy rico sentir todos sus jugos en mi boca, estaba saboreando a mi cuñada tan deseada por años y lo estábamos disfrutando…

De pronto me alejé y quedó desconcertada, pero no habló ni preguntó, me fui acercado muy silenciosamente a su cara, con mi verga por supuesto, a medida que me acercaba ella comenzó a sacar la punta de su lengua, como esperándome, ella ya lo sabía, y no la hice esperar mucho. Me paré encima de su cara y me agaché dejando mis huevos en la puerta de su boquita y ella los recibió encantada y empezó a chuparlos suavemente, mi pene ya estaba lubricado, muy lubricado, era demasiado todo esto para un solo día. De golpe saqué mis huevos de mi boca, ella continuaba con su lengua apenas afuera de su boca, sin ver nada, sin saber que podía pasar, acerqué mi verga a su boca y rápidamente sentí su lengua recorriendo la cabeza mojada de mi pene. No aguanté demasiado así, rápidamente ya lo tenía todo en su boca, y realmente sabía lo que hacía, era una experta chupándola, mis manos sujetando su cabeza y mi verga entrando y saliendo, estaba cogiendo su boca, de a ratos sacaba mi verga, la pasaba por toda su cara y finalizaba apoyándola entre medio de sus tetas mojándolas, cogiéndolas hasta que la penetré sin más…

Todo fue muy hermoso, lo gozamos mutuamente.

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