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Con Valeria en la calle
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Habían pasado meses desde mi primer encuentro con Yolo, sabía que había roto el pacto entre mi esposa y yo, pero es que sus amigas la verdad por alguna razón empezaron a buscarme más.

Seguía viendo con frecuencia a Yolo, Cenia, Paula y a la recién amante Citlalli, ya no iba al parque, simplemente en sus casas a solas, o con la excusa de irlas ayudar en su casa.

Era principios de junio y eran las fiestas de mi ciudad, cuatro días de alcohol y drogas (porros) y por lo menos por mi parte sexo sin desenfreno con mi “madurita”, por lo menos hasta ese crucial día.

Las fiestas duraban, viernes, sábado, domingo y lunes, era el viernes por la noche, ya casi entrada la madrugada y, estábamos, mi esposa, Valeria una amiga de ella y su pareja.

Tengo que contar que Valeria, era una chica de mi edad (26), rubia, ojos azules, buen pecho, algo rellenita, pero una cara angelical, un tremendo par de nalgas y unas piernas que idiotizaban a cualquiera. Dicho esto, proseguimos.

En una charla con Lety, con nuestros cuerpos invitándonos a la lujuria, Velería nos interrumpió:

V: ¿Oye Luis, podemos hablar un momento?

L: Sí, claro, ¡no hay problema!

Yo la había notado distante, no tan fiestera como era, seria, fría con su pareja.

V: ¡Pero es un tema para no hablar aquí!

L: Sin problema, ¡vamos hacia los camiones!

La parte de los camiones era una zona cercana a la feria, donde la gente iba a liarse, porque era una zona oscura, y había intimidad.

Empezamos a andar, ella estaba callada, yo bebía de mi copa. Llegamos al sitio, encontramos un banco y nos sentamos:

V: A ver Leo, es que José (el novio), ¡no quiere que nos veamos!

L: ¡No te preocupes, hay muchos que mueren por ti!

Valeria estaba muy mal, creo que estaba muy clavada con aquel sujeto, por alguna razón todas las amigas de mi mujer tienen ese tipo de problemas.

L: ¡Tranquila, déjalo, pronto regresar!

Noté algo extraño en su mirada, ella me miraba diferente, fue entonces que me abrazó, yo sentí su cuerpo pegarse al mío, la muy condenada, me pegó su vagina a mi miembro, al sentir eso, no pude evitar estremecerme.

V: Hay, ¡no sabes cómo envidio a Lety!

L: ¿Por qué dices eso?

V: ¡Ella tiene alguien tan fiel como tú!

L: ¡Jajá, no todo lo que brilla es oro!

Ese día Vale se veía muy bien, traía una calza negra que transparentaba su tanga, una blusa blanca que marcaba sus grandes tetas, en fin, al verla así, no pude evitar no dejarme querer por ella.

Continuábamos abrazados y mi miembro comenzó a endurecerse, ella al sentirlo me miró y me dijo; Luis, ¡Lety está allá adelante!

L: ¡Lo sé, pero tú te acercas mucho, no soy de piedra!

Inmediatamente después de eso, nos quedamos viendo y empezamos a besarnos, nos besábamos como locos, al parecer Valeria traía ganas, se notaba que su novio no cumplía con su deber.

Nos arrinconamos hacia unos camiones que estaba en la esquina, sin más tapujos le quite su blusa dejando sus grandes y blancas tetas al aire, inmediatamente mis manos masajearon sus carnes, ella hacia muecas de satisfacción, yo llevé mi boca a ese enorme par de toronjas, las cuales reaccionaban al sentir mis labios y mi lengua.

V: ¡Ah, Luis, que rico, no sabes cómo te tengo ganas!

L: ¡No me había dado cuenta de lo buena que estás!

V: ¡Chúpame, uf, que rico, seguro que coges riquísimo!

L: ¡Déjame mostrarte!

V: ¡Pero mi José y Lety, ellos están esperándonos!

L: ¡No importa, ellos confían, no se darán cuenta!

Nos pegamos más al rincón y ahí le bajé su calza, casi me voy de espalda al ver un tremendo par de piernas y sus ricas nalgas las cuales eran duras y enormes. Ella me bajó el pantalón como desesperada y se dio vuelta empinándose un poco apoyada del camión.

L: ¡Dios, que ricas nalgas!

V: ¡Métela, métela!

La tomé de su carnosa cadera y sin condón le empecé a empujarle mis 21 cm.

Ella jadeaba al sentirme, gemía al sentir que estaba dotado y me empezaba mover suave, acariciaba sus piernas y mordiéndole la oreja.

V: ¡Ah, Luis, Luis, ah, que dura!

L: ¡Ah, Valeria, uf, que rico, agh!!

V: ¡Está grande, uhm, ah!

L: ¡Toma, ah, toma, que rico aprietas!

Estaba en la calle cogiéndome a la amiga de mi mujer mientras ella me esperaba cerca de la iglesia, Valeria tenía fama de quita maridos, siempre se portó distante conmigo, pero ese día sus instintos salieron a relucir se olvidó por completo de su novio el cual también la esperaba y en lo que la esperaba, ella empinada recibía mis embestidas.

V: ¡Ah, si, dios, así!

L: ¡Nena, uhm!

Me pegué yo al camión, casi sentándome en su defensa y Valeria empezó a dejarse caer sobre mí, mi verga entraba y salía, ella se movía magnifico, yo le apretaba las tetas, Valeria estaba prácticamente desnuda en la calle y dándose unos ricos entones en mi dura verga.

V: Ah, Luis, que rico, ¡que dureza!!

L: ¡Tienes unas tetas magnificas, te cogería diario!

V: ¡Estoy disponible para ti cuando gustes!!

L: ¡Vale, lo tomaré en cuenta, ah!

Seguía estrujándola con todo, me levanté del camión y la empujé hacia el que estaba enfrente, ahí le levanté una pierna y más duro le daba, ella jadeaba y gritaba, pero la música y el ruido opacaban sus gritos de placer.

Su cara chocaba con la ventana de la puerta, yo seguía moviéndome con todo, no me importaba que nos descubrieran quería seguir cogiéndome a la amiga de mi mujer.

V: ¡Ah, así, Luis, me vas a hacer venir!

L: ¡Sácame la leche, agh, sácala!

V: ¡Si, dámela, dame tu leche!!!

L: ¡Si nena, ahí va, ahí va!

Me moví como loco hasta que le empecé a llenar su coño de semen, ella lo recibía moviendo su cadera, yo gozaba teniendo un muy rico orgasmo.

Valeria se quitó de mí y se bajó a lamerme la verga, la metía entera a su boca, me limpiaba los fluidos y hacia más largo mi placer.

L: ¡Agh, así, uf, que rico mamas!

V: ¡Uhm, la tienes magnifica!

L: ¡Eso, cómete mi leche, agh, aun sale!

V: ¡Si, está caliente, sabe riquísima!

L: ¡Que puta eres!

V: ¡Jajá, si y que!!!

Después de dejármela limpia, ella se vistió rápido y salimos juntos del rincón, justo en ese momento Lety y José venían a nosotros, les contamos que Valeria se desahogó de su problema, Lety medio me creyó, pero el cornudo de José ni pero hizo.

A partir de ese día me di cuenta que no podía mantener esa promesa, las amigas de Lety andaban en celo y necesitaban una verga y yo como buen amigo estaba dispuesto a darles el placer que necesitaban, no importaba si fuera un rapidin o si fuera toda la noche, me convertiría en el palo que les hacía falta y esas historias se las contaré más adelante.

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