back to top
InicioDominaciónContinúan las aventuras con mi vecina

Continúan las aventuras con mi vecina
C

el

|

visitas

y

comentarios

Apoya a los autores/as con likes y comentarios. No cuestan nada.
Tiempo de lectura: 4 minutos

Era la cuarta vez que venía a verme. Siempre llevaba el mismo guion, venía 3 o 4 días, los cuales pasábamos la mayor parte del tiempo juntos.

Le había dicho a su marido que estaba aprendiendo inglés, que venía a unos cursos, y que además le daban trabajo como limpiadora en eventos puntuales, de ahí la excusa de los viajes.  Yo le escribía algunas cosas en una libreta, y le enseñaba cuatro tonterías para que pudiese parecer que aprendía algo.

Pero no era a aprender inglés a lo que venía…

Así que como siempre la fui a recoger y nos fuimos a mi piso. Yo tenía un dúplex al sur de Londres, en la zona de Fulham. La parte de arriba tenía mi cuarto, y ahí me había montado mi particular cuarto del bdsm.

De hecho lo empecé a utilizar con otras mujeres. Una cruz, un potro, una tarima de madera, jaula, cadenas y argollas. Todo montado para crear un oasis de placer en casa.

En los viajes a Mallorca había aprovechado para hacer un taller de shibari, así que dominaba el uso de las cuerdas. Ahora estaba aprendiendo a utilizar electricidad y aparatos más complejos, y ya empezaba a dominar otras técnicas.

Así que decidí que esta visita sería diferente, más Kinki, más extrema. No quería otros tres días de atarla, azotarla y follarla atada una y otra vez.

-Esta vez será distinto

-Si señor

-Quiero saber si estás preparada para afrontar castigos más duros

-Estoy preparada para lo que usted mande, mi amo

Automáticamente se me puso una erección. Solo pensar en torturarla…

Sin más dilación, fuimos a la parte de arriba una vez llegamos a casa. Le ordené que se desnudase y comencé a atarla.

Empecé por los codos, de ahí a las muñecas. Le hice un arnés con cuerda alrededor del pecho y de los hombros. Le resaltaba aún más las tetas. Termine con las rodillas y finalmente, le puse unas botas de tacón y le ate lo tobillos.

Escogí la mordaza más grande que tenía, de esas que sientes que la mandíbula se desencaja. Se la puse y me fui al baño dejándola ahí.

Comencé a llenar la bañera y me fui a buscarla.

Habíamos acordado que si algo no iba bien, la señal que me daría sería pestañear muy rápido y muy seguido.

La cogí en el aire y me la llevé al baño, la bañera estaba casi llena así que la metí en el agua. Ella me miraba con una mezcla de morbo y miedo.

– Vamos a jugar con el agua vale? Te voy a ir ahogando poco a poco.

-Mmmpfff

Empecé a sumergir la cabeza. Le quitaba el aire entre 10 y 15 segundos. Cada vez le costaba más y se revolvía antes. La mordaza no le ayudaba a coger aire.

Ella se ponía cada vez más nerviosa, pero esto no había hecho más que empezar. La bañera tenía dos argollas a los lados. Así que cogí una cuerda y se la puse en el cuello, a modo de soga. La até a una de las argollas, bien tensa.

Mi vecina se revolvía como queriendo soltarse, pero las cuerdas mojadas cada vez se apretaban más. La soga no la dejaba respirar, e intentaba destensar la cuerda acercándose a la argolla, pero las botas resbalaban dentro de la bañera, así que hacia el efecto contrario. La soga no estaba apretada de todo, pero cada vez que se revolvía le pegaba tirones, y le cortaba el aire. Tenía el justo para no ahogarse pero la situación era muy angustiosa.

Se empezó a revolver cada vez más fuerte, intentaba hablar pero era imposible y empezó a hacerme la señal:

-Mmmpfff mmmpppfff

Pero no le hice caso, me estaba masturbando y no paré la situación. Ella estaba cada vez más nerviosa, se había entregado y estaba completamente superada por la situación. Me corrí sólo del placer de verla en la situación límite, le resbalaban lágrimas por la mejilla, estaba llorando. Eché mi semen encima de ella y desaté la cuerda.

Respiró aliviada, estaba recuperando el aire y me miraba temerosa. Pensó que la situación había terminado, pero acababa de empezar.

Cogí una cadena y se la até a la cuerda de los tobillos, sobre las botas. La pasé a través de la argolla del otro lado y tiraba de ella. Cada vez que tiraba, sus piernas se elevaban y su cabeza se metía en el agua. Aguantó las dos primeras, a la tercera empezó a intentar decir algo a través de la mordaza…

No la quise escuchar y la volví a sumergir. Salió del agua y lloraba mientras trataba de decir algo:

-Cállate!

-(…)

-Me aseguraste lealtad verdad? Me dijiste que estabas dispuesta a todo?

Asintió sin mirarme.

-Yo te he sacado de la vida que odiabas, te he abierto este mundo, y a las primeras te quieres rendir?

-… -dice que no con la cabeza.

-Te voy a tener que enseñar una lección, aquí te vas a quedar un rato.

Cogí la cadena y la subí más que nunca. Todo su cuerpo se introdujo en el agua. Se movía intentando salir, por momentos lograba sacar la cabeza, pero duraba apenas segundos fuera. Yo simulé salir del cuarto, cerrando la puerta y escondiéndome.

Sin encargo esta vez no gritaba. Confiaba en mí, en que no la iba a dejar. Aprendió que su entrega tenía que ser máxima, que no la iba a dejar que le pasara nada. Y eso para mí fue el punto clave para saber que ya podría hacer con ella lo que quisiera.

La solté y saqué de la bañera, tenía todo el maquillaje corrido. La puse de rodillas fuera, aún mojada, le quité la mordaza y le obligué a chupármela. Me corrí por su cara, y entonces la solté:

-Dúchate y vístete, hoy hemos terminado. Si crees que esto es demasiado para ti, puedes marcharte cuando quieras. Puedes dormir abajo y mañana te coges un vuelo. Si quieres seguir y estás dispuesta a dejarte llevar hasta tus límites, métete en mi cama después de ducharte.

Me metí en cama, terminó de ducharse y salió del baño. Bajó las escaleras. Esto se había terminado, pensé.

Pero no, volvió a subir y se metió en mi cama. Por el momento, al finalizar las sesiones me podía tratar normal, sin tratarme por su amo. Así que me agarró por la cintura desde atrás y me dijo:

– Aquí estaré mientras tú quieras. Tú me has enseñado el empiezo y quiero que tú me enseñes hasta donde llega.

Me giré, y la besé. La puse boca abajo y le empecé a follar el culo. Apenas un par de minutos llegaron para correrme, mientras le agarraba la cabeza. Terminamos, me limpié y le dije al oído:

-Prepárate que esto sólo ha empezado.

Compartir relato
Autor

Comparte y síguenos en redes

Populares

Novedades

Comentarios

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Los comentarios que contengan palabras que puedan ofender a otros, serán eliminados automáticamente.
También serán eliminados los comentarios con datos personales: enlaces a páginas o sitios web, correos electrónicos, números de teléfono, WhatsApp, direcciones, etc. Este tipo de datos puede ser utilizado para perjudicar a terceros.