Tengo una hermana mayor, vivimos en ciudades distintas hace bastantes años pero siempre nos visitamos cada vez que podemos. En su última visita no vino sola; trajo consigo a dos amigas, yo no las conocía pero si eran amigas de mi hermana también lo eran mías. En el tiempo que estuvieron en mi casa salimos, paseamos, les mostré los lugares icónico y tomamos… tomamos mucho.
La noche en que yo, especialmente, me embriague como nunca, salimos a una disco muy popular, solo las cuatro. Bailamos con mucha gente y nos invitaron muchos tragos. Ya con el alcohol en la cabeza una de las amigas de mi hermana sugirió, medio en broma medio enserio, que bailáramos entre nosotras solo para provocar a los chicos, esa idea nos pareció fantástica.
Mi hermana empezó a bailar con Paula, una mujer ni muy baja ni muy alta, de buenas tetas, poco culo y con una hermosa cabellera negra. Ambas vestían de negro, mi hermana usaba un short de lentejuelas, una blusa semitransparente con brasier de encaje negro, su amiga tenía un vestido ajustado y un gran escote donde por poco se le veían los pezones.
Yo bailaba con Claudia, ella es considerablemente alta, castaña, rellenita, con unas tetas, culo y piernas de envidia. Llevaba un vestido rojo con el que no se podía agachar sin que se le viera el culo, también con un buen escote, aunque no tan pronunciado como el de Paula. Por mi parte vestía con una minifalda negra y una blusa sin espalda y con escote casi al ombligo.
Con el baile las cosas se calentaron, empezamos con un baile sensual, y de repente Paula le acariciaba el culo a mi hermana y ella le cogia las tetas. Al ver esto Claudia me besó, yo le seguí el juego, teníamos a todos los hombres, y algunas mujeres, embobados. Yo no me quede atrás así que lleve mis manos a ese enorme culo de Claudia, lo estruje y abrí todo lo que la situación me lo permitía, mientras ella metió sus manos entre la blusa y apretaba deliciosamente mis tetas. Estando en esto se acercaron los chicos que nos estaban regalando los tragos, cada uno con notorias erecciones, proponiendo continuar la fiesta en un lugar más privado, a lo que respondimos que si íbamos a seguir la fiesta pero sin ellos.
Entre risas no fuimos a mi casa y seguimos tomando un poco más recordando la situación.
En un momento mi hermana y Paula decidieron que se iban a dormir (no les había contado pero mi casa solo tiene 2 habitaciones, mi hermana compartía una con Paula y yo compartía con Claudia). Casi enseguida Claudia y yo decidimos ir a dormir también.
Estaba tan cansada que solo me quité la ropa y me acosté en panty, le pregunté a mi compañera de habitación si le incomodaba que durmiera así y dijo que no había ningún problema, que ella también dormiría solo en panty.
Luego de unos minutos de habernos acostado, se empezó a escuchar ciertos ruidos y gemidos de la habitación donde estaba mi hermana y su amiga. Escucharlas solo me hacía recordar el baile de hacia un rato y parece que también tuvo el mismo efecto en Claudia, que sentí como se movía su brazo desenfrenado y se le escapaban gemidos.
Todo esto me tenía a mil. Así que haciéndome la dormida, me giré quitándome la cobija de encima y abriendo un poco las piernas, con la esperanza que Claudia al menos me acariciara el culo un poco.
Para mi gusto, al poco tiempo empezó a hacerlo, tímidamente, acariciando de apoco, como tanteando el terreno. Luego, ya con más confianza, apretaba, abría y volvía a apretar mi culo deseoso. Me sorprendió gratamente cuando me quito la tanga, estaba empapada y no me había hecho nada, abrió un poco más mis piernas, paso sus dedos por mi raja, escuché cuando los saboreó. Ahora lo que pasó por mi vagina y culo fue su lengua, casi me vengo con solo ese gesto. Su lengua se apoderó de mi hoyo, me estaba matando del placer, sus dedos entraban y salían de todas partes y no sabía que me gustaba más.
En un momento me dio un par de nalgadas que me dejaron queriendo más, me dijo:
-Ya sé que has estado despierta, puta deliciosa.
Me di la vuelta y le comí la boca, mientras manoseaba ese cuerpo riquísimo.
-Ahora es tu turno- me dijo sentándose en mi cara. Nunca le había hecho un oral a una mujer pero como me gusto hacer, si por mi fuera siempre tendría ese chochito en mi boca.
Quitándose de mi cara se puso entre mis piernas, de tal modo que su clítoris y el mío se rozaban, empezó con ese va y viene que me hizo venir varias veces al son de los gemidos de mi hermana y su amiga.