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Daniela mi prima, una pasión prohibida (2)
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Ciertamente tenía vergüenza aunque no lo crean, pasaron días y me encontraba pensativo, traté de ignorar a mi conciencia, por esos días Algo surgió con la fotógrafa Karen, casada, con quién trabajaba, empezamos a tener más confidencia debido a sus problemas maritales, y lógicamente nos empezamos a dar de lo lindo. Esto fue una distracción, durante días trataba de pasar "más tiempo dormido", esto por no querer ver a los ojos a mis tíos y a Daniela mi prima menos.

A la hora de las comidas sentía su mirada brillosa penetrante, sonrisa moza; lo extraño era que con su mamá mi tía Gaby era rebelde, en ocasiones a la hora de lavar los trastos, mi tía me contaba y decía no saber qué hacer con ella, por mi parte la justificaba, esa misma tarde, decidí quedarme en casa argumentando querer descansar, escuché discusiones y al final un portazo, minutos después la TV fue encendida.

Salí de la cama en bóxer, y camino al baño me asomé al cuarto de mis tíos, Daniela estaba allí, tendida en cama como una rana de laboratorio, viendo la tv de cabeza. Recuerdo que lo que más me fascinaba era ver sus shorts amarillos de andar en casa, sin panties, estos shorts a su vez estaban tan desgastados de la entre pierna. Y en ese momento tendida piernas abiertas, se le veía la patita de camello semi velludita. Así es un balde de agua fría sentí, mis latidos se aceleraron y me puse tan duro pero tan duro que me dolía la extremidad, cambié el plan de ir a orinar por comprobar que no había nadie en la casa, al último mirar el garaje y no haber nadie, fue otro regalo del destino.

Entré a la habitación y le hablaba de un manera comprensiva y le pedía que entendiera a su mamá, pero ella me ignoraba, cambié de táctica y le pregunté que si también estaba enojada conmigo, tratando de traer a tema aquella mañana; cómo si yo no estuviera allí, guardé silencio y me retiraba de la habitación cuando quise ver una última vez esa entrepierna, sin pensarlo me arrojé a la cama, de una manera juguetona entre sus piernas.

Dije: Mami que lindo se ve esto, no te da pena?

Mi cara de encontraba a escasos centímetros de su vagina, miraba yo embelesado, la contemplaba, yo solo seguía hablando:

-mami, sabes que te quiero mucho? Para mí eres muy especial, eres una joven hermosa.

Con ternura me acerque y coloqué mi mentón sobre su pelvis, y lentamente pase mis brazos por debajo de sus piernas, con mis manos sobre su vientre le seguía diciendo cosas lindas. Pero no oponía resistencia, su silencio era como de hacerse del rogar. De repente un aroma delicioso desprendió de su entre pierna, continué hablando:

-mi amor, está mojadita, huele rico, voy a tener que probarla…

Por entre la tela desgarrada metí mis labios, cómo pez chino me aferré a su parte, creo que no se lo esperaba o mejor dicho nunca había experimentado nada así, reaccionó instintivamente y su gemidos ahogados se hicieron evidentes, entre más escuchaba esa alma en pena, moribunda, yo más duro me ponía. Bruscamente le bajé ese bendito short amarillo (que muchas cosas nos permitió más adelante ) hasta sus tobillos y me coloque en un 69, de inmediato como becerrito se aferró a mi rabo, me encantaba sentir el calor de su boca húmeda, torpe pues nunca la había tenido en la boca, no dejé que se concentrara en lo suyo, poseído me encontraba yo, succionándola, besándole, pincelando en círculos su botoncito con mi lengua, mi rostro bañado en sus flujos, mi nariz luchando por entrar en su rincón.

Al cambio de su respiración, retiré mi virilidad de su boca y metí mis brazos abrazando su cintura, me preparaba para embestir cada oleada de ese jovial vientre, segundos después la contracción de todo su cuerpo, cómo corrientes eléctricas llegaron a mis labios, sus mieles eran exquisitas. Sin perder tiempo la desvestí y me metí entré sus piernas, sintiendo el roce de sus pechos, la abracé de su cuello y desvanecí mi peso sobre ella, surcando los mares que yo mismo había desbordado, hallé mi descanso, refugiado en el abrazo de su calor, confesé:

-mami, te amo.

Sentí sus caricias en mi espalda en respuesta y añadió tiernamente:

-que rico me haces todo.

Apresurando sus manos sobre mis glúteos y apretarlos, me hizo sentir deseado, en agradecimiento contraje mis nalgas, empuñándome todo dentro suyo. Después de verla a los ojos, admirarla, sonreírle, besarla, era hermosa y por largos minutos me tuvo dentro suyo en la quietud, desde ese momento ahí quería pertenecer.

Le pregunté:

-Quieres sentir más rico??

Sus ojos sorprendidos llenos de expectativa, y con un si servido en una sonrisa. Levanté mi cadera, para dejarla caer como un cincelazo hasta sus adentros, bufando como un toro, le embestía, me sentía grande el escucharla, ya no gemir, gritar.

Le decía entré respiración entrecortada:

-Te gusta??

Mientras seguía literalmente cabalgando dentro de ella. Levanté sus piernas, las abrazaba, las sabroseada, magreaba sus delicados montes, la embestía tan fuerte entre clap- clap- clap, mantenía mi respiración, me contenía lo más posible, su gemidos eran inminentes hasta no poder más, en un instante me dijo con urgencia: espera, espera! Pero no deje que se despegara, y comenzó a venirse a chorros, el primer segundo me asusté, pero no deje de embestirla fuerte y certeramente, calmando su vergüenza agregué: es natural está bien… (Claramente pensó se había orinado), y fue mi turno, en una centésima de segundo, todavía estando en la cordura pensé: adentro no, adentro no!… Eso era lo racional.

Pero no fue lo que hice, la sujeté de la cintura, haciendo las certeras y más profundas posibles mis embestidas, sudor resbalaba por mi rostro, sin embargo mi mirada estaba encadenada a la suya, y sí decido estaba a hacerla mi mujer, entre una gran ternura, y excitación forjaba su placer, me hacía un lugar en su vida, pasaría mucho tiempo antes que llegase a sentir lo mismo con alguien más. Entre espasmos, gritos ahogados, se me iba la vida en caudales hacia el fondo de su vientre, fueron interminables, e intensos que se apagaba mi furia, entre destellos se me nublaba la vista, su mirada anonadada sobre mis ojos mi cuerpo sudoroso. Y los dos batidos en amores, la abracé y le dije:

-sé que no está bien esto, pero para mí es lo máximo, te amo mami.

Minutos después más tarde en decirle, vamos a limpiar todo esto, que en lo que saltó de la cama, y entre sonrisas cómplices, cambiamos cama, lavamos sábanas y de paso toda la casa.

A la llegada de mis tíos se sorprendió mi tía, dos días después tía me agradeció el haber hablado con ella, pues su actitud había cambiado. Pero me preocupaba mucho el que dos veces haya yo dejado mi bonche de semillas, y le dije que iba yo comprar unas pastillas, Dany dijo: “mi mamá fue a comprar más pastillas porque yo se las había tirado a la basura durante limpieza".

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