Cuando pisaba el acelerador se notaban esos 700CV bajo sus pies, engranó la 12ª velocidad hasta alcanzar los 100km por hora. Se sentía seguro, las sensaciones del volante eran buenas, había feeling entre conductor y camión, nada menos que un Volvo FH16 750 Globetrotter XL. La carretera estaba concurrida lo que le daba más sensación de superioridad desde su cabina. Israel hacía sonar la potente bocina de su Volvo al mismo tiempo que miraba con el Marlboro en la boca altivo a través de sus rayban verdes a los coches que iba adelantando.
Dotado de una cabellera blanca abundante la cual se hacía una coleta que le llegaba encima de los hombros. De hecho era apodado Israel el leonino. Lleva combustible en sus venas y su seguridad al volante era arrolladora. Justo arriba de su cabeza en la parte alta frontal tenía fotos de su mujer, hijos y nietos. Viendo la foto de la izquierda, aún se acuerda de esa fiesta sorpresa que le dieron por su 50 cumpleaños, de eso ya hace cuatro años. Llevaba un cargamento de muebles y ya había recorrido mil kilómetros, pero no le preocupaba, si estaba cansado recurría a su pequeño cuarto trasero del remolque, para eso se había comprado un gran camión hacía 5 años.
Entró en una carretera comarcal iba a buscar una carga a una pequeña localidad agrícola, le quedaban 30 km por carretera secundaria. Atisbo una figura humana a lo lejos, el clásico autoestopista, a medida que se iba acercando vio que era una chica, despeinada con una chupa roja y minifalda vaquera, se notaba a la legua que había salido de juerga y volvía a casa. Paro. El Volvo emitió un bufido mecánico. Abrió la puerta y subió una joven ojerosa y preguntó:
—¿Va a Satisto?
—No soy de la zona nena pero voy hasta Patambo.
—Viene de paso, si —exclamo la chica.
—¿Te levantas muy temprano o no te has acostado? Son las 8.
—Estuve en la discoteca, se me ha hecho algo tarde…
Puso primera y arranco, miró a la chica de reojo con su rostro ajado, ya dormitaba. Continuó el trayecto y ya notaba su polla erecta, no lo podía evitar. Entonces toco a la chica y pregunto:
—¿Qué tal la noche?
—Bien, algo aburrida, me pasé con las copas… —dijo quedando adormilada otra vez.
Israel pensó para sus adentros que era una juventud perdida, menos mal que sus hijos eran responsables, en ese aspecto había tenido suerte. Le daba lástima que una chica joven, en un lunes de día laborable y sola anduviera por esos lugares a la suerte de cualquier desaprensivo. Con esa minifalda que se le veían todos los delgados muslos. Estaba esquelética. Pasó el letrero de entrada de la población de Patambo, quedaban unos 300 metros para entrar en la población, tenía ganas de orinar, giró en un pequeño camino a la derecha y paró en un descampado tras unos grandes arbustos. Puso música a toda pastilla de los AC/DC, sonaba la canción Thunderstruck y bajo del camión dejando las puertas cerradas con el bloqueo interior.
Frente a la cabina de su camión saco su polla y empezó una copiosa meada (Israel estaba dotado de una gran polla de 21 cm de largo) mientras la chica iba despertándose de su modorra pudiendo observar tras el cristal de la cabina como Israel se sacudía las últimas gotas de la meada y mirándola a ella con el dedo índice y corazón se hizo la pinza a su polla y empezó a rotarla de forma enérgica cogiendo una velocidad que el pene pareciera un ventilador. Aquello fui un disparo para los ojos de la chica, quedó estupefacta, el semblante de la chica cambio.
Es imposible analizarlo todo y profundizar en todo si queremos avanzar en nuestro relato. En cualquier caso, aquello era demasiado para la chica, fuese cual fuese la índole de las intenciones que Israel tuviera con la joven. En esas estaban cuando la chica intento abrir la puerta siendo vano el intento al mismo tiempo que Israel se dirigía otra vez a la cabina con la polla fuera y medio enrabada. La chica, con los ojos como platos sintió como la sangre se retiraba del rostro y la mandíbula inferior se aflojaba de tal modo hasta quedar con la boca abierta. La entrada de Israel fue repentina… de pronto la chica se encontró compartiendo ese espacio con un hombre harto maduro con una enorme fierro. Israel con determinación dijo:
—¡Vas a pagar peaje nena! —dijo al mismo tiempo que se bajaba los pantalones hasta los tobillos y dejaba a la vista una polla en toda su potencia de erección.
—Yo no sabía… Oiga…, bueno está bien…, pero no se… no se ponga nervioso… —contesto ella cogiendo al mismo tiempo el tronco del pene por la base.
Al mismo tiempo que empezaba el pajeo empezó a sonar la canción Black in Black. El movimiento de la mano de la chica era lento, el prepucio de la piel debido a la erección estaba retraído y asomaba un glande en todas sus dimensiones en cada sube y baja de que le aplicaba. La chica desde su vista cenital podía ver una mata blanca de vello alrededor del pene, así como el escroto colgante también velludo con unos testículos grandes que colgaban en su parte baja. Dio más energía a sus subes y bajas, en ese momento Israel apretó la mandíbula y frunció el ceño, su respiración era rápida. El prepucio se atascó algo, Israel emitió una leve quejido, la chica de forma resuelta escupió sobre el glande y eso propició que el engrase de la saliva hiciera más agradable la fricción de las susodichas partes. Eso propició que el pajeo se volviera rápido. Las venas del tronco de la polla estaban hinchadas. Israel balbuceaba:
—Qui-qui-qui-quiero… que-que-que… m-m-me l-l-la que-que-que…
—¿Qué te pasa papito? ¿qué quieres? Si gozas como un perraco… —dijo ella mirándolo a los ojos.
Israel con sus manos agarraba y arañaba la tapicería de su asiento, estiro sus largas piernas y las tensó, le venía el subidón de lefa, la notaba justo en la base de su polla, solo faltaba el ascenso hasta el glande, apenas podía hablar, la chica había tomado posesión de su polla y casi suplicando dijo:
—¡¡M-m-m-ma-ma-mamada…!! ¡¡Oh,oh,oh…!!! ¡¡Ahhh!! ¡¡Ssssí!! ¡¡M-m-m-me…!!
—¿Ya la quieres soltar papito? ¿Te viene? —dijo ella mirándolo a los ojos y mordiéndose el labio inferior.
—¡¡Sssssí!! ¡¡Ssssí!! ¡¡Ooooh!! Ooooh!! ¡¡M-m-m-me co-co-co- corro!!
Y así llego el momento que tenía que llegar: arranco en un primer chorro sin presión que se escurrió en el dorso de la mano de ella y parte del vello de Israel. Asaz habilidosa la chica desvió la polla con su mano quedando en orientación hacia el salpicadero de la cabina al mismo tiempo le aplicaba meneos en sube y baja enérgicos lo que dio pie a que Israel tuviera una segunda corrida mucho más potente salpicando el pomo del cambio de marchas para después explosionar en una gran deslechada que llego hasta el frontal del salpicadero acompañado de rugidos guturales, berreos y gritos de gozada quedando inmóvil tras la copiosa y abundante corrida.
Pasó un lapso breve de tiempo que los dos permanecían en silencio en la cabina, ya no sonaban los AC/DC, los churretones de lefada brillaban y perfumaban el ambiente junto al olor de sudor, tabaco y polla.
—Te has corrido la puta hostia joder, estás hecho un puto crack, papito. Has flipado bien la puta paja que te he hecho y tienes un puto cipote que es la puta hostia.
—Siempre lo he dado todo —dijo Israel entre respiración entrecortada y con un tono engolado— y también para ser tan joven le das bien al manubrio.
—Tus buenas batallas habrás tenido de joven con ese rabo —dijo ella mientras se sacaba el móvil.
—No lo dudes, desvirgué a mucha chavalas —dijo Israel con un deje de soberbia.
El pene de Israel estaba semiflacido, ladeado al lado del escroto, la chica tomo un primer plano por lo que Israel se sacó el glande para que luciera más, después le tomo otra foto desde abajo, una toma cenital que destacaba los testículos colgantes.
Israel volvió a insertar el cd, sonaba TNT de los AC/DC y puso en marcha el volvo girando el volante a una mano con soltura y plasticidad profesional en un giro de 90 grados al mismo tiempo que con la otra mano sacaba un Marlboro con la boca para después con su zippo que le habían regalado en sus bodas de plata encenderlo. El sol empezaba a pegarle de frente y se colocó las Rayban, volvió a entrar en la pequeña recta del desvio mirando si venía nadie en un ladeo de cabeza que hizo ondear su blanca coleta. La chica se lo quedó mirando para decirle “¿ni siguiera me invitas a un piti?“. Israel la miró ladeado a través de sus gafas, cogió el paquete y se lo tiró en las piernas musitando por lo bajo “desperdició de juventud”.
La dejo en la entrada del pueblo, se caló la gorra roja con el logotipo de aceites de motor Shell y al mismo tiempo que aceleraba miró a la chica y puso su mano derecha con los dedos juntos a la visera en clara alusión al saludo marcial y militar que por algo había servido en las fuerzas armadas y era uno de sus ademanes que estaba más orgulloso.
Cada par de años Israel solía hacer esa misma ruta para ir a buscar la mercancía de frutas, la carretera era algo estrecha para su poderoso Volvo, aun así se permitió el lujo de usar el manos el manos libres que iba integrado a los altavoces de la cabina y hablar con su mujer la cual en esos momentos tenía a la nieta y también le habían dejado el bebe a su cargo. También aprovecho para hablar con su hijo, el cual tuvo una pequeña discusión en cuanto al coche que se quería comprar, un Audi A8 de 286 cv diesel, le daban facilidad de pago en cómodos plazos a 20 años vista.
Israel manifestó acalorado que el era partidario, por experiencia, de comprar el VOLVO S60 2.0 T5 Business Plus Auto de 250 cv y las facilidades de pago incluso eran mejores, ya que daban 14 años en cómodos plazos. En esa estaba cuando llegaba al desvió, tras el llevaba un coche que al pasar a su lado le dio bocinazos, Israel bajo su ventanilla y exclamo “ ¡ven aquí hijoputa cabrón si tienes cojones que te voy a meter esa bocina en tu asqueroso culo!” y acto seguido hizo sonar el potente claxon del Volvo gritando “¡estos hijoputas no tienen ni puta idea de conducir, hijos de la gran puta!
Ya algo más calmado se adentró en el camino de la finca, llego a la hacienda, allí ya le esperaba la Nati, una emprendedora que se había hecho a si misma ante la muerte de sus padres. Hubo saludos recíprocos y le enseño la nueva maquinaría adquirida para la plantación, y recogida de la campiña, le dijo que se estaban recuperando económicamente junto con su marido y que sus dos hijos pequeños eran la felicidad de la casa. Añadió que habían pasado tiempos malos, la muerte de sus padres, su hermano el cual ese día había ido a echarles una mano no estaba en el negocio y en esos momentos ya se iba a la ciudad junto con su chico, ya que vivían juntos y con una mirada de complicidad la Nati expreso “los tiempos han cambiado”. La Nati lo invito a almorzar, Israel fue a aparcar mejor su camión y en el trayecto se cruzó con el hermano de la Nati el cual ya se iba, por parte del hermano recibió un pequeño saludo al cual Israel bajo la cabeza y escupió sonoramente en el suelo.
Nada más entrar se oyeron correteos y risas de niños, Israel le mostró su alegría al ver semejante unidad familiar ya que “lo es todo”. El marido de Nati lo invito a sentarse, era gordo, ella también a sus 32 años había engordado en cantidades industriales. Comieron copiosamente en especial el matrimonio para después recordar a los padres de Nati, gente trabajadora, pero tenían que atenderse a la realidad y estaban allí “para dar el puto callo” como bien dijo la Nati. Ya tenían preparada la fruta y hortaliza en cajas, solo faltaba que los temporeros colocaran el género en el remolque del camión. Nati recalco que eran buenos trabajadores, quitando “algunos jóvenes que tenían la edad del pavo”. Israel le dio la razón, diciendo que “había mucho vago hijoputa”.
Israel recalco su capacidad de organización de la campiña y que habiendo conocido a sus padres estarían orgullosos de ella. Ante tal alarde de cordialidad de parte de Israel Nati derramó unas cuantas lágrimas, su marido le acarició la cabellera como un cazador acaricia su pointer después de que haya capturado la pieza que ha abatido. Israel, tras esa mirada vidriosa de Nati recordó las desventuras que hizo pasar a sus padres. Nati, cinco años antes había sido un quebradero de cabeza, aún se acuerda de esa chica con 30 kg menos, aun así era robusta y con curvas. La primera vez que la vio fue en una fiesta en la misma campiña de final de temporada de recogida veraniega. Iba desmelenada, sus pupilas estaban dilatadas, su aliento apestaba a tabaco, alcohol y a polla; en su camiseta negra llevaba chorretones blancos, le acompañaba un individuo con peinado de pelo en punta, el cual después de invitarlo a una pinta de cerveza le dijo que la había conocido esa misma noche y esa misma noche, dos horas después venía de tirársela.
Conociendo a sus padres le dio pena y sintió asco por el elemento que se pavoneaba de su gesta con la Nati. Tras la conversación escupió en el suelo y le dijo que no se preocupara que el la acompañaría a su hacienda ya que quedaba a varios kilómetros y a él le venía de paso. No era la primera vez que en esos tiempos había oído comentarios de esta índole, ya que tenía fama entre el colectivo de la zona de ser una brava hembra, provocadora, facilona y fornicadora nata. En palabras textuales del encargado que tenía la familia en esos tiempos era “un coño caliente” que, como el mismo había tenido el gusto de habérsela follado y podía hablar con propiedad de causa. Esa misma noche la llevó al camión, la acomodó en su pequeño dormitorio acoplado a su carrocería y allí, sin siquiera volver a la cabina del camión, después de quitarle la camiseta y ver las poderosas protuberancias mamarias sueltas, sin sujetador de la Nati el instinto varonil hizo contrapeso con las emociones que sentía hacía los padres de Nati decantándose la balanza hacia el lado contrario de sus emociones sentidas dando paso a un brutal enrabe de la ya mencionada 21 cm al principio del relato.
Le levantó la falda y vio que su tanga estaba ladeado dejando ver un coño lechado llevando a la conclusión de que había sido usada y, en apariencia evidente por no solo una polla. Ella estaba amodorrada y balbuceaba incongruencias verborreicas. Israel en un ataque de rabia se bajó los pantalones y salió rebotada su polla, la Nati al ver el falo envarado de Israel se reincorporo. En ese mismo instante Israel dio honor a ese apodo de “el leonino” y en una maniobra de avance y un golpe de pelvis al mismo tiempo que agarraba la nuca de Nati, al mismo tiempo valga la redundancia que la Nati intento hablar, aprovechando esa boca semiabierta le fue ensamblado el cipote en la cavidad bucal. Al asimilar lo que tenía en la boca intentó abarcarlo todo como una rutina.
En ese primer intento se atragantó, sacó la boca y exclamó que el alcohol consumido esa noche le daba náuseas y con el cipote en la boca le entraban arcadas. Israel mostró su talante comprensivo y perdono la mamada. La reincorporo he hizo que se pusiera en posición de perrito, inspeccionó visualmente el conducto vaginal lechado y abrió el otro conducto, el anal. Lo abrió con ambas manos y lo examinó, no daba lugar a dudas, el canalón estaba profanado, la Nati tenía el culo hecho. Lo abrió tensando las nalgas hacía el exterior y propinó un escupitajo sonoro. Se reincorporo, alineo su polla con el agujero anal y al estar a la altura embistió con una tacada profunda sonora por lo cual desestabilizó a la Nati ladeándose y de su boca salió un estridente alarido acompañado de una respiración jadeante acompañado de un “dios, dios, dios… si das tan fuerte con esa polla me voy a cagar viva”. Israel paró y dejo la polla empotrada dentro del coño, volvió a reincorporarla colocándole las piernas y tras asentarla bien la bombeó con energía y profundidad, asegurándose en cada embestida que su polla entrará lo más profunda posible, así de esta manera y en con el mismo estilo de enculada una y otra vez. En cada acometida la cara de la Nati chocaba con la pared medianera del compartimento; aullaba, mordía la almohada, la estrujaba con las manos hasta que en tres grandes sablazos acompañados de gritos de PUTA y ASQUEROSA PUTA y sonidos guturales y ronquidos leoninos vaciaba toda la lechada dentro de carril anal, inclusive cuando Israel desenchufó su polla la lefa salía a borbotones.
Israel esa noche acompaño a la Nati a la hacienda de sus padres, los cuales le dieron las gracias por haberla acompañado, ya que como recuerda las palabras de sus padres “bien sabe dios en que manos podía haber caído si no la hubiera acompañado, que habían hecho ellos para merecer eso”. Pero era agua pasada, la Nati no tardo ni un mes en encontrar novio y sentar la cabeza, siete meses después nacía su primer hijo y desgraciadamente poco después sus padres por designios del destino fallecieron, pero lo importante es que ella había asentado la cabeza.
Eran las tres de la tarde y Israel estaba sentado bajo la sombra de un árbol, hacía calor y se había calado la gorra Shell y las gafas Rayban verdes, daba sorbos a una fresca la lata de cerveza Budweisser intercalada con caladas de su cigarrillo Marlboro, había aparcado su Volvo en la explanada y veía como los jornaleros iban dejando las cajas de fruta y hortalizas al lado para después ser cargadas por un toro mecánico. Justo en ese momento se dio cuenta de que se había caído el género de una carretilla a pocos metros de él, era transportada por un trabajador el cual se le veía algo mayor.
Empezó a recoger las cajas del suelo, sudaba mucho y le costó horrores volver a colocar el género; miró a Israel sentado casi con señal de remordimiento, Israel lo miró al mismo tiempo tras sus gafas y se colocó la visera de la gorra para dar un sorbo a la cerveza. Cuando el trabajador con gran esfuerzo hubo apilado las cajas se cruzó la mirada con Israel el cual abrió la boca y emitió un sonoro y largo eructo. No tardó en llegar una chica la cual le pregunto al hombre adulto a ver si se encontraba bien, le dijo que todo bien, que muchas gracias y se fue. La chica prosiguió la misma operación de descarga, cuando se tensaba el cuerpo para manejar la carretilla se le marcaban las nalgas en los pantalones del chándal, dos nalgas separadas y fuertes en medio de ellas se marcaba un tanga, al reincorporarse y su espalda quedaba recta la camiseta le marcaba dos potentes pechos circulares los cuales estaban retenidos por un sujetador semitransparente que marcaba sus pezones. Israel se reincorporo y se levantó, estiro su cuerpo mostrando su generosa estatura y con pasos en zancada larga se encamino hacía la chica.
—Déjame a mí —dice a la chica y tomando la carretilla carga las cajas para volverlas a colocar en posición cercana a la carrocería del camión en giros corporales donde su blanca coleta ondea en cada movimiento.
—Gracias tío, esto es fastidioso de cojones —dice ella dando un resoplido— menos mal que hoy terminamos.
—Descansa un poco —dice Israel con la mirada ladeada y su coleta reposando en su hombro la canosa coleta— podemos fumarnos un pitillo y también tengo cerveza fresca en la nevera del Volvo.
—Mola tío, gracias, esto es extenuante.
Israel fue en busca de dos Budweisser y aprovecho para desabrocharse los cuatro botones superiores de su camisa quedando al descubierto un pecho con una mata de vello canoso, al volver piso fuerte con toda la planta del pie lo cual hizo que sus hombros se balancearan y al llegar a la chica le abrió la lata a una mano y se la ofreció, de su bolsillo de la camisa saco su paquete de Marlboro y otra vez a una mano abrió la cajetilla y salió estirado un cigarrillo para después sacar su Zippo y darle fuego. La chica llevaba el pelo corto teñido de azul y rojo, en su nariz en el subtabique donde separan sus orificios nasales lucía un piercing circular y otro en su ceja derecha, era de mirada escurridiza pero vivaz de ojos almendrados, su cara era ligeramente angulosa de pómulos marcados.
—¿Llevas tiempo en este curro? —pregunto Israel mientras con el índice y el pulgar se quitaba las gafas mirándola a los ojos.
—¡Qué va! Unas semanas, esto es una puta mierda de curro, parecemos mulas de carga.
—¿No te gusta o qué? ¿Os mandan mucho trabajo?
—Es una puta mierda, tío, encima la vaca esa de la dueña es una puta negrera —dijo ella mientras daba caladas al cigarrillo y apuraba su cerveza—. Oye, tengo que irme, si pasa por aquí la cabrona me monta un pollo de mil cojones, ¡gracias por la birra y el pitillo, tío! Menos mal que está noche está la fiesta de fin de temporada.
—¿Vas a ir? —Preguntó Israel subiéndose la visera de la gorra— suele estar bien.
—Es un puto asco, solo hay peña aburrida, pero al menos se puede una gorronear la bebida.
—¿Entonces tomaremos algo juntos? —dijo Israel con mirada penetrante.
—Ya ves tío… ja, ja, ja… —contesto ella con gesto ambiguo y desconcertante para después marcharse meneando el culo como si estuviera en una pasarela de moda.
El portentoso remolque estaba repleto de mercancía el ambiente exhalaba ese aroma dulzón de la fruta recién cogida. Israel diligente aseguraba la carga mediante correas protectoras. Todo estaba a punto para el transporte hacía los mercados de abastecimiento de la ciudad. Eran las siete de la tarde y repasaban los últimos preparativos con la Nati.
—Supongo que vendrás a la fiesta de fin de temporada —dijo Nati.
—Sí, claro, como siempre, suele ser, como diría…
—No te hagas el inocente, bien lo sabes tú —dijo Nati tras una mirada de complicidad.
—Y tú también, ¿no crees? —contestó con aire sarcástico Israel al mismo tiempo que se agarraba el bulto de los pantalones.
—Sí, tuve el honor de probar esa tranca que gastas por la retaguardia, aún me acuerdo que las pasé canutas durante una semana para poder cagar —contesto Nati con la misma ironía anterior—, por cierto he visto como invitabas a esa niñata presumida a tabaco y cerveza.
—¿Celosa?
—Para nada… es una vaga redomada de apenas veinte años, tenía pensado echarla fuera, pero he dejado que se terminara la recogida, de hecho la acepte por un compromiso, es la hija de un amigo de mi suegro, no sirve ni para esconderse. Solo cuerpo y cursilería de mal gusto, es una friki. No quiere ni estudiar ni trabajar y me la endosan a mi. ¡Ya estoy hasta los ovarios! ¿te gustaría tener una hija así?
—Bueno… yo he tenido más suerte mis hijos tienen la vida hecha, sin ir más lejos mi hija ya es una madre responsable y mi hijo donde lo ves va a comprarse un puto pepino de coche que se ha ganado con el sudor de su frente conduciendo el camión de basura, dentro de poco podrá tener el orgullo de conducir el Volvo —dijo Israel en tono orgulloso al mismo tiempo que acariciaba el remolque del camión como quién acaricia un recién nacido.
—Pero bien que te la mirabas a la petarda esa.
—No te digo que no, tiene revolcón.
—Es una niñata calienta pollas, la semana pasada la acompaño otro niñato, venían de juerga, se la tiró bajo la arboleda, la gilipollas no sabe ni follar, apenas se movía.
—Lo más seguro es que el macho no daba la talla —dijo Israel al mismo tiempo que se agarraba los testículos.
—Pues aprovecha la pardilla hoy, quizás tengas posibilidades de triunfar con ella y te lo deseo, y así podrás irte habiéndote hecho un monumento, como se suele decir en estos casos, el que tuvo, retuvo.
—No te quepa duda Nati, se aprovechar mis posibilidades y la naturaleza me ha dotado de un cipote que sabe gozar y hacer gozar —dijo Israel al mismo tiempo volvía a hacer su gesto favorito que no era otro que cogerse la polla encima de la bragueta de los pantalones.
Tras dar buena cuenta de tres Budweisser y seis Marlboros cogió su neceser del camión y fue a la hacienda a ducharse, fue una sensación de bienestar al caerle el chorro de agua de la ducha. Llevaba barba de tres días, se miró en el espejo, no tenía claro si afeitarse, esa barba a pesar de que a su mujer no le gustaba le habían dicho (una prostituta honesta y respetable que en una de sus salidas nocturnas con amigos había conocido) que lo hacía más varonil, por lo que dejo a un lado la maquinilla de afeitar guardada y paso a su apreciada melena leonina canosa la cual se alisó con un cepillo quedando una pulida melena que sobrepasaba sus hombros.
Tiró del pelo hacía atrás se pasó los dedos por el cabello y sujeto a una mano la coleta; con la otra mano cogió del neceser un preservativo, rompió con los dientes el envoltorio lo cogió por la punta del depósito y lo sacudió hasta que se desplegó en su totalidad para después de un mordisco lo rompió por su parte alta, con el anillo del preservativo en la mano lo agrando y sujeto su apreciada coleta. Se enfundó los vaqueros gastados los cuales realzaban sus largas piernas y se calzo los zapatos de charol de puntera dorada, se puso la camisa con estampados hawaianos se abrocho el cinturón de piel de cocodrilo con la hebilla de una herradura, se desabrochó los botones superiores de la camisa para destacar su vello, después se dio ese toque coqueto perfumándose con la colonia marca Macho man que venía de regalo con la oferta de maquinillas de afeitar y para terminar se quitó el anillo de bodas para colocarse otro con una calavera.
Fue al camión, abrió la puerta lateral del remolque que daba a su compartimento trasero, estaba pegado a la cabina por la parte trasera donde había un pequeño catre; abrió las cortinas y la ventanilla para que se aireara el pequeño habitáculo, era su pequeño apartamento en sus rutas de larga distancia, incluso podía aparcar el camión en algún lugar privilegiado y a través de la ventana veía el paisaje y las estrellas a través del techo solar, incluso los días de lluvia y descansaba le gustaba ver esas gotas aporreando el cristal de la cubierta. Sacó su móvil se acostó y se hizo un selfie con un Marlboro encendido y con la señal de V con los dedos, lo mandó al grupo familia de su Whatsapp con el texto “ke tal estais, yo aka terminado de cargar el volvo mañana estaré en kasita”. Pronto tuvo contestación por parte de su familia, su hija contesto con un “asta mañana papi deskansa, te kiero”; por parte de su hijo “eres un puto krak y para terminar su mujer “ke bien vives, mañana nos vemos, te keremos mucho”, todo con sus correspondientes iconos de corazones rojos y brazo con biceps.
Tras el selfie puso la música de los AC/DC de la pequeña cadena musical a todo trapo. De la nevera sacó otra Budweisser y se la bebió de dos largos tragos. Ya eran las diez y salió para entrar en la cabina y poner el motor del Volvo en marcha, arrancó y se dirigió a esos tres kilómetros de distancia donde se celebraba la pequeña fiesta anual. Llego, hizo sonar el potente claxon al aparcar en señal de poderío, el camión valía esa deferencia. La fiesta se celebraba en un almacén el cual en sus pisos de arriba pernoctaban los temporeros venidos de afuera. En uno de esos pisos se encontraba Nati, la cual supervisaba el cierre para que todo quedará a punto para la próxima temporada, al oír el claxon estridente miró por la ventana y se dijo a si misma “es el mismo de siempre”. Vio como a zancada larga entraba en la nave.
Israel sondeó con su mirada el ambiente de semiaburrimiento, unos charlaban, otros reían, mucha gente de mediana edad, pocos jóvenes. Cogió una cerveza nada convencido ya que era una marca de segunda pero al menos estaba fresca. Su instinto cazador empezó a buscar la presa, tardó un poco en visualizarla, se encontraba en el rincón lateral hablando algo acalorada con algunas personas de temas laborales “no nos pagan lo que toca, nos tenemos que movilizar” sus gestos eran nerviosos, le contestaban “sin formación ni estudios no te queda otra” para ella responder “eso te lo crees tú que eres un conformista”. Israel se acercó al pequeño corrillo, observo que llevaba una falda negra corta vaquera, medias a medio muslo, calzaba botines y una camiseta estrecha que le marcaba los pechos.
—¿Qué pasa aquí? —pregunto Israel a dos curiosos jornaleros adultos.
—La tipa esta siempre va de mal rollo, enciende el ambiente con discusiones —contesto uno.
—Encima se toma unas copas y se deslengua la puta, y por si fuera poco ya escasea el trabajo para venir con esas, no le gusta trabajar y tampoco deja de meter líos —dijo otro acalorado.
—¿Otra vez con lo mismo? Voy a avisarla, me tiene harta… —dijo Nati recién llegada del piso de arriba —ni siquiera puede respetar el día de fiesta.
—Intentaré hablar con ella —dijo Israel dando un paso adelante con aire de ser el gran hombre pacificador.
—Como quieras, pero no la quiero aquí acalorando la gente —respondió Nati.
Israel fue hacía la chica y le cuchicheo en la oreja:
—¡Basta! Vamos afuera a echarnos un pitillo y unas cervezas.
—¡Hostia! El papito redentor, ja, ja, ja, ja…—contesto ella agitada— ¿no es hora que los mayores se vayan a dormir?
—Tengo hierba de la buena —dijo por lo bajo Israel apartándola con una mano del grupillo.
—¡No jodas! ¡puto cabrón! —dijo exaltada.
—No hables tan fuerte, se darán cuenta —dijo por lo bajo— te espero afuera, tengo el volvo aquí al lado.
—¿Te refieres a algún perro? ya que ese nombre de Volvo no lo conozco —dijo en tono sarcástico y hablando alto para que fuera audible a toda la gente de alrededor.
Hubo algunas risas de los asistentes. Israel no se podía sentir más ofendido con estas últimas palabras, primero había sido la autoestopista que lo había dominado ahora la chavala esta. La miró ladeado y salió. La Nati pudo apreciar que el orgullo varonil de Israel había sido ultrajado.
“Algunos dioses y mortales han visitado el mundo de las sombras y encontrado el camino de regreso. Sin embargo, los habitantes de los infiernos saben que quien come el fruto de su reino queda presa de su hechizo para siempre.
(Manual del veterano fornicador del escritor Sanselmo Buenaventura alias el cazacoños).
Israel pensaba en esa cita, era su libro de cabecera preferido en sus desplazamientos. Terminó de liar la hierba, era una noche de luna llena y apoyado en el remolque vio como la chica venía hacía él. Se detuvo a su lado, Israel la miró de arriba abajo con ojos veloces, el rostro de la chica estaba colorado.
—¿Ya has terminado tu mitin? —dijo Israel.
—¿Qué dices tío? Hostia puta ¿Qué tengo que hacer, besar el culo a esa vaca que nos explota? —dijo ella en tono enfurecido.
—Eres algo deslenguada —dijo al mismo tiempo que encendía el canuto y se la quedó mirando a los ojos— será mejor que pruebes esto, es de la buena, te relajará.
A continuación Israel le pasó el canuto, ella le dio una profunda y larga calada reteniendo el humo y cerrando los ojos. Los piercing de la cara le brillaban a la luz de la luna, llevaba el pelo desordenado, el azul y rojo de su cabello le daba ese aspecto de personaje de cómic. Combinaron caladas, el subidón no tardó en hacer efecto, se había calmado, ante el efecto placebo Israel le paso el brazo por encima del hombro y le puso la lengua en la oreja.
Fisgones por naturaleza uno de los jornaleros que Israel había preguntado momentos antes que pasaba salió con la excusa de vaciar la vejiga, fue tras la trasera del remolque y pudo observar como Israel ya le magreaba las tetas debajo de la camiseta. Israel se percató, pero lejos de intimidarse siguió magreándola, incluso le paso la mano por debajo de la falda dejando a la vista del espectador un culo prieto complementado en su raja por un tanga rojo. Mientras iba meando no perdía detalle inclusive la erección que empezaba a presentarse hacía que su meada fuera alta. La mirada de Israel se cruzó con el espectador al mismo tiempo que Israel propuso a la chica ir dentro del remolque. Terminada la meada el presente alzo el brazo y le levantó el pulgar para arriba al mismo tiempo que cerraba el puño.
No tardo en entrar en el local de la fiesta y decir:
—La friki esa es Puta. Puta. Puta.
—¿Pero qué pasa? —exclamó el otro con sorpresa.
—El tío ese, el camionero larguirucho con la cola que parece un indio, ese que nos ha preguntado antes que pasaba la está sobando.
—¡Hostia puta! ¡No jodas! ¡La puta madre que lo parió! —dijo asombrado el otro.
—Como lo oyes, se está preparando para tirársela, incluso a visto que yo los observaba y no se ha cortado un puto pelo el cabrón; van dentro del puto camión, voy arriba ahora que mi mujer está con las otras a ver si puedo ver más, quizá haya suerte, el chulango viejote tiene pinta de dejarnos ver algo; será hija puta la niñata, pero me la ha puesto dura.
—Voy contigo.
Nati se dio cuenta de los cuchicheos de los dos personajes, pensó que Israel estaba en aras de obtener otro triunfo y le resultaba gratificante que dejara en evidencia esa niñata follonera. Al ver que los dos jornaleros subían al piso superior ya no tuvo muchas dudas, iban a otear el panorama ya que el camión estaba justo al lado y tendrían una vista más general sin llamar la atención, así de cagones, chismosos y retorcidos eran ese tipo de gente, pensar que los dos rozaban la cincuentena.
Aun juzgándolos la Nati también subió, también le agobiaban un poco esas fiestas de fin de temporada y la gente ya estaba servida, tampoco tenía que preocuparse de los niños, su marido como dios manda guardaba los niños en la hacienda. Subió las escaleras hasta el segundo piso y entró en la habitación destinada a modo de oficina. Sin abrir la luz miró por la ventana, pudo ver como Israel abría una puerta lateral y la chica subía los escalones. Israel subió los escalones y levantó la cabeza dirigiendo la mirada a los pisos al mismo tiempo que de sus narices salían sendos chorros de humo, cabeceo en señal de aprobación y tiró el canuto al suelo, escupió y entró. Nati escuchó ruidos al otro lado del tabique, y voces, las podía oír de forma clara:
—¡Apaga la puta luz coño ! Se ha dado cuenta que estamos aquí…
—Puede ser una lianta la hijaputa pero yo me la tiraba —dijo exaltado.
—¡Calla la puta boca ! No hables tan fuerte —advirtió el otro.
—¿Qué? No me digas que tú no te la tirarías —dijo por lo bajo—. Está buena, joder, no me digas que no. Este tío tiene un puto picadero en su camión hasta techo solar en ese pequeño espacio del remolque… ¡Mira, mira…! Se ve luz incluso, ¡hostia puta! Lástima que sea de cristal ahumado.
La noche era de luna llena, destacaban las formas del prominente camión y las letras del Volvo brillaban, en ese momento el pequeño techo solar del remolque se abrió quedando a la vista un habitáculo que constaba de una cama y una mesilla con un reproductor de cds de música y dos personajes, la chica e Israel.
—Así no tendremos calor y se pueden ver las estrellas —dijo cuando termino de correr el cristal del techo.
—Vaya choza es este puto camón —dijo ella mirando arriba.
—Como si estuvieras en tu casa nena, ponte cómoda la noche es calurosa —mientras daba vueltas en círculo alrededor de ella en el pequeño espacio lo que equivalía a restregarse en cada giro.
—Me estás mareando, llevo el subidón, sabes, está hierba era condenadamente buena —dijo ella algo confusa.
La noche era estrellada, solo se oían los grillos macho, el canto que realizaban era constante y sequía un compás muy rítmico, de forma que atraían a las hembras, que escuchan dichos sonidos ensimismadas. Desde la nave se oían risas y un pequeño bullicio de la fiesta, en el piso superior acechaban seis ojos como si de búhos se tratara.
—¡Hostia puta consagrada! ¡no me lo puedo creer! —dijo por lo bajo uno de los mirones.
—¡Le está vacilando! Hay que reconocer que tiene dos pares de cojones el hijoputa del viejo —dijo el otro sobreexcitado.
La Nati tampoco era ajena a la escena y era consciente de que Israel enseñaba descarado su gloria ante su público, arrogante y soberbio se enfrentaba a un nuevo triunfo, pensó Nati.
En esos momentos Israel ya la estaba morreando, una estela de saliva bordeaba los labios de la chica. Sin más demora que la que requería el primer tanteo bucal tiró de la camiseta de ella en un rápido movimiento quedando unos pechos aprisionados en un sujetador rojo el cual fue desabrochado por Israel sin más demora. Dos grandes pechos circulares con dos puntas rebotaron al ser liberados, parecían dos dianas. En su pecho izquierdo llevaba tatuado un escorpión justo encima del pezón. Abarcó con ambas manos los pechos por la parte baja, los levantó, los sospesó y los zarandeó para que bambolearan. Cogió las aureolas punzantes y las estiró para soltarlas, para palmearlas en los laterales con ambas manos. Iban en vaivén de derecha a izquierda.
—Son ideales para hacer una rusa —dijo Israel.
—¡jo, tío! ¿Eso que c-c-coño es? —preguntó confusa y al mismo tiempo excitada.
—Es hora que empieces a aprender, estos melones lo valen —contestó mientras se desnudaba.
Israel estaba en pelota picada, al bajarse los calzoncillos la polla tensada rebotó de abajo a arriba quedando en perpendicular a su velluda barriga.
—¡Pedazo tranca tienes! ¡la puta hostia!
—Siéntate en la cama —dijo Israel mientras se pegaba al cuerpo de ella hasta el punto de que la cara de la chica quedó a la altura de su pecho, solo pudiendo notar las cosquilleo que le daba la mata de vellosidad blanca.
Una vez sentada en la cama Israel estabilizó y alienó los pechos. Inclinó un poco su posición para poder apoyar su polla en medio de los senos.
—Estrújate esas tetas, nena.
Una vez que la polla estuvo oprimida entre los senos empezó un tanteo de sube y baja, el glande asomaba por lo alto y volvía a bajar. Volvió a recolocarse y lo hizo con más ímpetu hasta el punto que el glande daba en el cuello de la chica.
—¡Dios, dios, dios, dios…! ¡¡Le está follando las tetas!! —dijo alterado desde la ventanavol uno de los mirones.
—Sí, le hace un cubanote —exclamo el otro mirón.
Nati, veía como Israel dominaba la situación y si, como había podido oír tras el tabique le estaba aplicando una paja cubana.
En uno de los vaivenes la polla de Israel quedo obstruida, la chica libero sus pechos al mismo instante que su nuca era atenazada y empujada a engullirse el cipote. Lo hizo algo atemorizada por las dimensiones, en un primer tanteo abarcó el glande para después introducirse medio tronco, el cual le llegaba casi a la campanilla. Ante la indecisión de la chica Israel en un enérgico golpe de cadera la remachó hasta el fondo y la dejo adentro. La chica empezó a soltar aire sonoro por la nariz, después empezó a moquear de forma abundante, la polla le había llegado hasta la tráquea. Las mejillas parecían globos hinchados, Israel aguantó esa posición dándole pequeños bofetones en ambas mejillas mientras le decía:
—¿Habías probado nunca una tranca como esta? No, seguro que no, pero no te pongas nerviosa ahora iremos a tu parte baja a ver ese coñito, ¿quieres, no?
Una vez desbloqueada su boca intentaba coger aire con respiraciones profundas y resoplidos largos. Israel no bajo la guardia y agarrando sus generosos testículos peludos los restregó en la cara de ella.
—Ahora comerás huevos y ya pasamos al tema.
Tragó los testículos ofrecidos uno por uno, al acabar tenía pelos en la boca que la incomodaban dando esa sensación de cosquilleo en su paladar. Sin darle tregua la despojó de la falda, la tumbó en la cama le abrió las piernas y le aparto la parte frontal de un estridente tanga de hilo quedando un coño rosado y depilado. La chica no conseguía hilvanar palabras, balbuceaba:
—¡C-c-con c-c-c- condón!
El pulgar de Israel entró en la vagina y el índice en la cavidad anal, los movimientos eran acompasados, coño-culo culo-coño y así de forma sucesiva.
—¡Bestial! No tengo palabras… mira como la está… —dijo uno de los mirones.
—La está pajeando, incluso mete dedo en su puto culo… —contesto el otro.
Nati presenciaba el dominio de Israel, como le aplicaba ese pajeo y dedo en culo que decían los vecinos no era más que la llave del loro, por norma general una exploración vaginal y anal para ver el volumen de los conductos para ver las posibilidades y la manera de actuar a la hora de la contienda fornicadora.
Retornando a Israel decir que ya la montaba en misionero a galope desbocado, los golpes de pelvis evidenciaban que era una follada profunda, en cada embate las peludas nalgas de Israel se contraían y aguantaban un pequeño lapso de tiempo en cada tacada. La chica ronroneaba, berreaba, jadeaba. Los plof, plof, plof de las embestidas y los chof, chof, chof vaginales retumbaban en el pequeño receptáculo. Israel puso más intensidad, la aceleración aumentó, la espalda de Israel era arañada, ella empezó a pedorrear vaginalmente, Israel emitía rugidos, ella ya casi chillaba, se venía a chorros y aun así dijo:
—¡¡D-d-dentro n-n-no!! —al mismo tiempo que destensaba su cuerpo y en la sabana se apreciaba una gran mancha.
Israel ya tenía la lefa a punto de salir, jadeaba y resoplaba con continuidad acelerada, calculo que le quedaban unas cuantas embestidas aunque las sacrificó en pro de una marcha atrás y unas sacudidas en la cara dejando un reguero de semen desde el ombligo hasta los ojos de ella. Quedaron los dos tendidos encima de la cama.
—¡¡Brutal, brutal y brutal!! No tengo palabras —dijo uno de los mirones.
—Voy a pajearme, monta guardia, igual este animal le entran más ganas —respondió el otro.
Nati era consciente que había presenciado un polvo salvaje, el dominio mental de Israel era una de sus mejores bazas. El cabrón sabía manejar una mujer, pensó Nati.
A pesar de ser luna llena el cielo oscuro se parecía a un enorme lienzo en el que brillaba intensamente una cantidad infinita de estrellas. Tumbados desnudos en la cama ninguno de los dos había roto el silencio, bebiendo cerveza y dando caladas a otro canuto miraban por la abertura del techo solar abierto. En el compartimento hacía algo de calor y el aire iba cargándose oliendo a sexo y hierba. Ella se estaba adormilando, a pesar de haberse limpiado con el rollo de papel higiénico de encima de la pequeña mesilla aún llevaba algunos restos de semen en la cara. Transcurrió una hora en la que ella se durmió; por su parte Israel pensativo fumaba un Marlboro y había abierto otra Budweiser, su polla que antes había estado semiflacida volvía a recuperar una erección.
Por lo que respectaba a la parte de los pisos los mirones habían ido por turnos a pajearse, uno de ellos había bajado a por bebida y con la luz apagada fumaban unos cigarrillos.
—¡Vaya follada que le ha arreado el hijoputa a la tonta del culo! —dijo uno de ellos— ¿tu crees que volverá a tirársela?
—No lo descartes, el cabrón creo que sabe que estamos observándolo y guerra impresionar —contesto el otro en tono experimentado.
Nati tras haber contemplado la gesta aprovecho para echar una cabezada en la silla, estaba exhausta, los preparativos del cierre de temporada la habían dejado agotada. Salió para ir al lavabo del pasillo. La taza del váter en sus bordes tenía restos evidentes de semen, los cabrones se habían hecho unas pajas, pensó. Volvió para cerrar y bajar a la fiesta, pero en el otro lado del tabique volvió a percibir cuchicheos y ajetreo de sillas y ventanas.
Saliendo de su ensoñación con un sobresalto Israel se reincorporo, aplasto su cigarrillo en el suelo y se quedó de pie con el pene erecto junto a ella un par de minutos, respirando por la boca y sintiendo que se le retiraba la sangre. Con la vista clavada en la chica y jadeante la zarandeo para que se despertara, ella se despertó confusa con esa especie de neblina que se tiene después de consumir alcohol y sustancias alucinógenas. Aturdida Israel la reincorporo posicionándola en cuatro patas. Nada más haberla ubicado le abrió las nalgas escupió en la zona anal y entro un dedo hasta la mitad.
—¡Oh, oh, oh! ¿Qué… qué haces? ¡C-c-c-cuidado! —susurro ella en un ligero quejido.
—Tranquila, relájate, déjate llevar —dijo Israel mientras levantaba más sus nalgas y las estiraba para quedar el agujero aumentado al mismo tiempo que lo lamió, chupó y al final le introdujo toda la lengua dentro de la canaleta anal.
Volvió a escupir y introdujo una vez más el dedo, el ano se agrandaba y encogía, se asemejaba al bombeo de un corazón. Israel con una mano abrió el cajón de la mesilla y saco un tubo de vaselina, el cual apretando untó el ano, ella sintió un frescor, con el pulgar e índice de una mano Israel abrió la cavidad y le introdujo el dedo de la otra mano. La accesibilidad era mejor, había dilatado por lo que añadió el dedo índice, ya tenía dos incrustados.
—¡Ufff, uffff, ufff! ¡despacio! —dijo ella en un ronroneo.
—Así me gusta, ya estás más relajada, buena chica —dijo Israel mientras se incorporaba para alinear el cipote a la misma altura del culo.
Las cortinas de dos de los pisos superiores estaban abiertas, seis ojos acechaban en la noche.
—¡No me jodas, la hostia puta es… no me lo pue…! ¡¡Increíble!! —dijo uno de los mirones.
—Tiene toda la pinta de que el hijoputa le va a dar por detrás… —contesto el otro.
A la Nati le vinieron recuerdos pretéritos, estaba claro que Israel iba a encularla quería sacar todo el partido a la chica, pensó
Israel se untó su cipote de vaselina, asió los pechos de ella, bajó un poco su posición aun así no quedaba a la altura por lo que tuvo que arquear las piernas para colocar su glande sobre el ano. Aguantó está posición unos segundos sin moverse asegurándose de que se encontraba bien colocado. La chica tenía apoyadas las manos sobre la almohada, podía ver como la mano en cuyo dedo llevaba el anillo de la calavera asiaba su pecho tatuado con un escorpión, el movimiento de su pecho al ser apretado hacía que asemejara a un arácnido que caminara en un desierto. La primera acometida hizo que la chica se tambaleara y echara un chillido, había sido una embestida que se había quedado a medio camino, la polla de Israel estaba clavada hasta la mitad de su tronco.
—¡Au! ¡ay! ¡jodido cabrón! —exclamó ella.
—Relájate y déjate llevar todo ira mejor, lo tienes muy cerrado —dijo Israel aún con su polla incrustada sin hacer movimientos debido a su postura adelantada no teniendo base para apoyar los pies.
Sacó su polla y cogiéndole los muslos la hizo retroceder hasta el borde de la cama. Rectificó su posición tensando las piernas y asentándose bien en el suelo, abrió las nalgas de par en par volvió a untarla de vaselina, coloco su glande otra vez en el emplazamiento anal. La chica ladeó la cabeza para atrás intentando ver qué pasaba. Israel volvió a agarrar sus pechos hasta estrujarlos. Las gotas de sudor de Israel le caían sobre la mata de vello de su pecho. Tenía los ojos inyectados en sangre. Atacó otra vez con un golpe de cadera hacía adelante, esta vez entró más de media, la retiró unos centímetros atrás y empujó con potencia tirando todo el cuerpo adelante. Está vez si quedo toda su polla empotrada. Los brazos de la chica flaquearon y quedó apoyada sobre sus codos.
—¡¡Ay, ay, ay, ay!! ¡¡Hijoputa, cabrón!! —dijo ella entre alaridos.
Arriba, en los pisos los seis ojos seguían mirando atónitos.
—¡Se la está tirando por todos los agujeros el cabrón! —dijo uno de los mirones.
—Sí, la va a encular viva, ha abierto boquete —dijo el otro en tono perverso.
Nati al otro lado del tabique y en la otra ventana y oyendo los dos mirones estuvo de acuerdo en sus pensamientos con el segundo, había abierto boquete y ya era evidente que empezaba la sodomización, observo que ya empezaba los mete-sacas, la coleta iba de un lado a otro, la espalda peluda se tensaba y destensaba con cada movimiento, la raja del culo peludo en cada adentramiento se contraía.
Los mete sacas de la enculada empezaban a hacerse frenéticos, la cabeza de ella chocaba con el tabique mientras ella aullaba con un estruendo atronador. Israel empezaba a subirle la adrenalina, su peludo cuerpo estaba electrizado.
—¡¡Aguanta puta!! ¡¡Toma!! ¡¡Flípala!! ¡¡Seguro que la notas bien adentro!! —gritaba mientras quitó sus manos de sus pechos y empezó a zurrar sus nalgas ¡paf! ¡paf! ¡paf! tornándose rojas.
Las nalgas parecían dos montañas en las cuales un gran tren las atravesara haciendo que se abrieran. Israel empezó a expulsar sonidos guturales roncos de goce. En unas últimas embestidas bramaba como un toro. En tres vigorosas penetraciones hasta el fondo llego hasta el clímax con un largo y sonoro Ohhhhh. Las piernas de la chica flaquearon y quedó tumbada boca abajo con Israel encima al mismo tiempo que Israel con su boca pegada a la oreja le dijo:
—Lo tenías cerrado de cojones, pero ya puedes decir que has debutado con Israel el leonino, no olvides el nombre.
—¡¡Hijoputa cabrón!! ¡¡Quítate de encima!! ¡¡Encima te has corrido dentro!!
—Por el culo que yo sepa aún no se preña, puta —dijo Israel mientras se reincorporaba y su polla goteaba y el orificio anal de ella manaba esperma en ligeros borbotones.
Israel sudoroso con una cerveza en la mano y el pitillo en la boca estaba de pie delante de ella que iba incorporándose y buscaba su ropa.
—¡Puto viejo vicioso, aprovecharse de esa manera, eres un hijoputa! —gritó ella mientras Israel en posición erguida con su pene semiflacido se secaba el sudor de su frente con la camiseta de ella y después se limpió el glande—. ¡Mal nacido, cabrón guarro! ¡viejo! ¡No eres más que un puto viejo! —volvió a gritar cuando vio que se comportaba con tanta soberbia.
En un arrebato de rabia mientras ella se ponía el sujetador Israel cogió su falda, zapatos y la camiseta que tenía, abrió la puerta, la tiró afuera y la empujo a ella al exterior. La chica quedo de pie descompuesta ya que había gente afuera de la fiesta siendo la estupefacción y el murmullo de los espectadores. Se tapó como pudo y se largó corriendo.
Israel pensaba que la juventud de hoy en día no tenía modales ni educación. Apuró su Budweiser y encendió otro cigarrillo el cual se colocó en la boca para salir afuera. Aún duraban las habladurías “Que vergüenza“ “Abrase visto” “A su edad”. Israel les dedicó una mirada retadora y despectiva y se fue a la trasera del remolque fuera de la vista de los murmullos, pero si visible para los seis ojos apostados en esa ventana. Sabedor que era observado desde esos pisos se abrió la bragueta aún con su pene semiflacido y obsequió con una copiosa meada, tras sacudirse las últimas gotas miró arriba y con dos dedos hizo la pinza a su pene para hacerla girar como si de una aspa se tratara.
Tocaban las despedidas, ya lo había hecho con el marido y los hijos estridentes de Nati. Ella lo acompaño hasta el camión obsequiándolo con una caja de fruta para la familia.
—Has dado una gran exhibición, has pontificado en toda la niñata esa. Creo que se va a acordar.
—Bueno, era un culo Kilómetro cero con lo que eso conlleva —contesto Israel con tono orgulloso.
—Si, siempre cuesta —dijo con tono de complicidad Nati— aunque pensaba que la harías tragar la lefada y no dejar la lechada dentro de su culo.
—En las enculadas de desvirgamiento me gusta dejar la simiente dentro, es más enculada si cabe —dijo en tono aleccionador—, por cierto tengo un regalo para ti, lo he guardado cinco años —al mismo tiempo que le entregaba un paquete se calaba la gorra y se colocaba las Rayban.
Mientras Israel subía a la cabina y ponía el contacto del camión Nati abrió el paquete; al ver el tanga negro con chorretones de lechada le vinieron viejos recuerdos. Al levantar la vista vio la estela de polvo que dejaba el camión mientras sonaba el potente y atronador claxon ¡piiii!, ¡piiii!, ¡piiii!, ¡piiii!, ¡piiii!, ¡piiii! junto con la canción High voltage de los AC/DC a todo trapo.