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Don Gervasio tiene nueva secretaria
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Tiempo de lectura: 7 minutos

Don Gervasio había llegado ilusionado tras su jornada laboral, incluso dos horas antes, porque podía y porque desempeñaba el cargo de subdirector de ventas. Desde su despacho se habían hecho las diligencias para la fiesta, su secretaría se encargó de dichas gestiones; y es que Esmeralda era una eficaz y productiva empleada. Y nada más llegar a su casa celebraron el 54 cumpleaños de su amada esposa doña Inés. Acompañados de todo su séquito familiar -el hijo y la hija y sus tres nietos.

Gervasio hizo un discurso emotivo, donde abogaba por esa unidad familiar que les unía y el amor inmenso hacía su estimada esposa. Hubo regalos, los nietos correteaban por toda la casa, era un auténtico deleite ver tanta felicidad. Hubo risas en cuanto los nietos tocaban la calva de Gervasio y estiraban su bigote señorial. Todo fue afecto y confraternidad. Al terminar la cena — dicha cena había sido encargada por su secretaria a un selecto restaurante — y marcharse la adorable familia dejaron los platos sucios en la misma mesa del banquete, para que a la mañana siguiente la criada — no quisieron que trabajara esa noche — lo dejara todo impoluto y ellos, Gervasio y Inés tuvieran esa noche de amor.

Solían hacerlo una vez cada tres meses, pero esa noche era especial y copularon al mes desde la última vez que lo hicieron. Inés, doña Inés como le gustaba a ella que la llamaran desde la menopausia había entrado en carnes, agrandado sus caderas, sus pechos eran centrífugos, pero no por eso Gervasio, don Gervasio, como también le gustaba que le llamaran había descargado dentro de la vagina de su queridísima esposa una cantidad abundante de semen; le venía por defecto, empalmaba con una facilidad asombrosa a sus 57 años y estaba dotado de una herramienta de 19’ 534 cm con un grosor considerable. Al terminar ella dijo que había disfrutado mucho, por lo que Gervasio, don Gervasio, como le gustaba que le llamaran se sintió orgulloso. Orgulloso, por el hecho de que ese mismo día había enculado a su nueva secretaría Esmeralda. Esa sensación de en una misma jornada haber usado conductos diferentes le hacía sentirse más varonil.

Esmeralda era una mujer de 31 años que habiendo quebrado su anterior empresa se presentó a la entrevista de trabajo como secretaria. Esmeralda era una mujer muy pegada a su cuerpo, de ojos atigrados, media melena, no muy guapa, pero lo parecía por su movilidad facial entonando todo en un mismo rictus elegante y penetrante. De estatura mediana, pero elevada con tacones que le daban poderío debido a sus turgentes pechos y culo respingón; flaca de constitución, aunque debido a sus atributos mamatorios y nalgas salidas tenía esa sensación de corporeidad autoritaria. El día de la entrevista entró vestida con una falda por encima de las rodillas y una blusa que insinuaba sus pechos. Se había pintado los labios de rojo intenso. Gervasio, don Gervasio la hizo entrar.

Entró con poderío y seguridad, se sentó. Esmeralda díjole que venía de una compañía en quiebra, los cuales eran conocidos de Gervasio y estaba al tanto de los pormenores de dicha quiebra. Solicitaba el puesto de secretaria, su conversación y sus respuestas no versaban mucho en temas empresariales pero, la mirada densa de Esmeralda junto con la grandeza de su expresión y, sobre todo, su habilidad para mostrar sus muslos como si de un desliz fuera, enseñando un tanga con transparencias hizo que Gervasio, don Gervasio la colocara en primera fila para el puesto, eso si, siempre con un “ pronto tendrá la respuesta” por no dar la sensación de fascinación y, darse ese toque de persona importante.

Gervasio, don Gervasio como le gustaba que le llamaran llamo a la empresa en quiebra en cuestión y habló con el susodicho señor en cuestión que había tenido a Esmeralda como secretaria. Fue una charla sincera, tocaron cuestiones empresariales de pasada, Gervasio lamentó mucho la quiebra y ante tanto alarde de poderío afable dialéctico — por parte de Gervasio — , también el señor en cuestión, con cargo también en ventas como el suyo tuvo un alarde de sinceridad en cuanto a la secretaria Esmeralda: “en cuanto a formación laboral y empresarial es mediocre, aunque, siempre tiene un punto a su favor, que no es poco, tira como una diosa en las mamadas, monta como una jabata, pone el culo cuando se lo piden, nunca me pidió funda en la fornicación y siempre está dispuesta a ser petada; es más, incluso en sus periodos menstruales no duda en chuparte la polla o ponerse en posición perruna, con el hilo del tampón colgante — eso lo dijo con morbosidad y vicio — para que la encules. A Gervasio, don Gervasio como le gustaba que le llamaran no quiso saber más, no lo dudo, tras la llamada, apenas había pasado un minuto llamo a Esmeralda y la contrató al momento.

Gervasio, don Gervasio como le gustaba que le llamaran entre sus subordinados era un señor educado, serio, que mantenía las distancias con el personal de la empresa, creía en la jerarquía de una empresa, y él, era uno de los superiores, era obvio. A ojos del personal era una persona seria, introvertida y cerrada en si mismo. O lo que es lo mismo, un auténtico hijoputa según opiniones de los empleados. Su última secretaria fue una joven que estaba de prácticas; pequeña, regordeta pero prieta, tenía curvas. Al mes ya se la había tirado sobre la alfombra persa del despacho (a condón). Gervasio pensaba que la chica no ponía pasión, a sus 23 años era una chica sin iniciativa en el aspecto sexual y dotada de una visión empresarial fuera de lo común. Resultado: que quedó embarazada de su novio y, el mismo día que ella se lo comunicó — 15,30 horas — a las 15, 31 horas era despedida. Las palabras de Gervasio, don Gervasio, fueron contundentes, “todas las jóvenes sois unas putas, no sé donde vamos a llegar”.

Esmeralda en su primer día de trabajo ya se mostró altiva y con aire resuelto entre los demás compañeros de trabajo, les pedía informes y solicitudes para don Gervasio. Entraba y salía del despacho para mirar despectivamente a los que estaban detrás de las mesas de trabajo. Vestía una blusa con estampados florales y falda azul por encima de las rodillas, calzaba zapatos de tacón altos. A don Gervasio no le pasó desapercibido:

— Vas muy guapa Esmeralda, me gustaría conocerte mejor — le dijo acariciándole el pelo.

— Gracias don Gervasio, procurare estar a la altura que mi trabajo requiere — dijo al mismo tiempo que dejaba entrever sus muslos.

Don Gervasio como hábil estratega en estos lances vio que tenía el terreno despejado y le subió la falda hasta ver el tanga negro.

— Don Gervasio, tendrá que ganárselo —exclamo Esmeralda levantándose.

Esmeralda se puso tras la mesa y empezó con movimientos provocativos, se desabrocho unos botones de la blusa, se subió algo la falda.

— No me hagas sufrir tanto Esmeralda, ven aquí niña — suplico don Gervasio.

— Hoy como principio de nuestra amistad solo te puedo guiar la paja — dijo en tono sensual Esmeralda.

Don Gervasio pulso el botón del interfono y ordeno a la recepcionista:

— ¡Qué no me moleste nadie, y cuando digo nadie es nadie!

Don Gervasio se desabrocho la correa y se bajó los pantalones hasta los tobillos. Esmeralda pudo ver un cipote en plena erección con unos testículos peludos que reposaban sobre la butaca. En posición de sentada también Esmeralda empezó a desabrocharse la blusa despacio hasta dejar ver su sostén y dijo:

— Escúpete sobre el glande y pajéate lento.

Don Gervasio se propinó un sonoro escupitajo y empezó a pajearse de forma frenética, su mirada hacía Esmeralda era voraz. Esmeralda al ver tanta intensidad dejo sus pechos al aire. El rostro de don Gervasio era fuego puro, con más potencia se pajeo.

— Veo que no se puede aguantar — dijo al mismo tiempo que se abría de piernas y apartaba el tanga para dejar ver su raja.

— ¡Oh,oh! ¡Uf,uf! ¡¡No me puedo aguantar más, voy a lefar!!

Esmeralda se abrió los labios vaginales y don Gervasio en un ronco sonido gutural deslefó a presión, la intensidad del chorro seminal trazo un arco elevado y fue a parar sobre la mesa del despacho. Don Gervasio emitió un suspiro largo y quedo inmóvil con la polla en su mano y restos de semen. Tras el interfono una voz temblorosa dijo:

— Don Gervasio, sé que ha dicho… que; pero el director general le requiere en su despacho ahora mismo.

Don Gervasio se levantó como un cohete, se abrocho como pudo los pantalones y dijo con voz nerviosa:

— Puedes irte a casa, por hoy hemos terminado, había olvidado la reunión, me cago en la puta, la ostia consagrada, me voy cagando leches. Cogió unos papeles de encima de la mesa y se fue corriendo al piso superior.

Esmeralda cogió su bolso y salió, al llegar a la recepción dijo con tono engolado que la chica de la limpieza podía limpiar el despacho, que don Gervasio iría directo a su casa. Una hora después la chica de la limpieza limpiaba la mesa con restos de esperma resecos. Por su parte don Gervasio quedo en evidencia ante la junta directiva al entregar unas actas notariales empapadas de lo que un directivo en tono despectivo dijo “parece que se hubiera sonado la nariz con ellas”.

Tras la pausa del fin de semana, Gervasio ya la paso con su mujer, fueron a un buen restaurante y a la ópera, fue un domingo relajante, donde Gervasio siempre de la mano de su mujer mostraban ese aire de pareja madura perfecta.

El lunes si, ese lunes Esmeralda ya le aplico una gran mamada; fue una fellatio ensalivada y profunda con masaje y succión de testículos. La terminación como debía ser fue en la boca. Esmeralda tras la mamada fue al baño interior del despacho y escupió la corrida en el lavabo para después lavarse los dientes. En la jornada matinal donde no cejaban los informes y otros papeleos Esmeralda notaba molestias en la boca y emitía sonidos y toses.

— ¿Te pasa algo Esmeralda?

— No, nada, son los pelos de sus testículos que algunos me han quedado en la garganta.

— Bueno, son efectos colaterales, si en vez de escupir mi lefada te la hubieras tragado toda te hubiera bajado a tu estomago —dijo don Gervasio.

A la mañana siguiente don Gervasio estuvo ausente, Esmeralda tuvo muchas llamadas, el día fue agotador. El miércoles Esmeralda ya fue tumbada en el sofá y fornicada; con la falda subida y los pechos fuera don Gervasio la bombeó con ganas, bastaron unos cuantas embestidas para que don Gervasio se corriera. Fue una corrida interna, vaginal, sin usar condón. Una vez más tras la pausa Esmeralda fue a limpiarse al bidet y quedo impresionada por la cantidad de semen que salía de su vagina. Al salir Esmeralda lo aduló:

— A su edad está hecho un toro don Gervasio ha estado casi medio minuto viniéndose dentro de mi, y sabe, también me he corrido.

— Si me he corrido dentro ha sido por practicidad y no embadurnarte tu vestido y que cuando salgas me dejes en evidencia — dijo en tono seco.

El día del aniversario de la mujer Esmeralda se encargó de las diligencias como ya se ha dicho al principio; también se ha mencionado un anal, y así fue, Esmeralda apoyada en la mesa del despacho fue enculada con ganas y rabia por parte de don Gervasio. La terminación fue adentro.

Esmeralda ya llevaba dos meses en su puesto de trabajo, se la notaba valorada y creía cumplir su función como debía ser. En esos dos meses don Gervasio la había follado, enculado y ya tragaba en las mamadas. A medida que pasaron los días empatizó con algunos compañeros de trabajo, incluso tras la jornada quedaba con alguno para tomar algo. El resultado fue que: con Ernesto el contable tras unas copas fue llevada al piso y follaron en misionero, a condón; con Francisco el informático fueron de cena, tras la cena alquilaron una habitación en un hotel, ya que él estaba casado y follaron, fue follada en posición perruna, a condón; con Javi, el comercial se encontraron en una discoteca, tras la discoteca follaron en el coche, ella se mató sola arriba montándolo, no llevaba condones y espero a que ella se viniera para después aplicarle mamada y deslefarle en la boca, ella a través de la ventanilla escupió; con Rodolfo el ayudante del almacén se lo montaron tras la jornada laboral en el mismo almacén, fue pistoneada con vigorosidad sobre unas cajas de folios, a pelo sin condón, deslefó al lado de ella, sobre las mismas cajas; con Carlos el jovencito botones follaron en el coche, a condón, como el padre del chico le había enseñado.

Tras esos dos meses y ante las murmuraciones de toda la oficina, don Gervasio despidió a Esmeralda con el argumento “no queremos actitudes negativas y su presencia es caustica en esta empresa”, para añadir “ por puta”.

Un mes después don Gervasio pletórico y ante la atenta mirada de su familia, lo cual le llenaba de orgullo levantaba la distinción del VALOR Y DEL TRABAJO que le era otorgada por el director general y ante la atenta mirada de los trabajadores les fue dicho: “personas como don Gervasio es lo que hacen levantar una empresa, seguid su ejemplo”.

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