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Orgía en los aseos públicos de la plaza de Pontevedra
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Tiempo de lectura: 13 minutos

Caliente y excitado como me encontraba aquel día, después de vencer el miedo y vergüenza que me daba a causa de mi timidez, me atrevo a bajar a los aseos públicos de la plaza de Pontevedra, buscando sexo, me encuentro de repente en medio de una orgía.

Uno de los lugares donde me gustaba y me sigue gustando ir en busca de sexo, es a los aseos públicos. No solía ir siempre al mismo, ni tampoco a la misma hora, procuraba cambiar. Pero uno de mis lugares favoritos, eran los aseos públicos de la plaza de Pontevedra, en mi ciudad, La Coruña. Principalmente era porque estos solían estar abiertos todo el día y toda la noche, y a mí, que era muy tímido y bastante vergonzoso, cuando más me atrevía era cuando se hacía de noche.

Solía ser más peligroso, ya que, al no haber vigilantes a esas horas, te podías encontrar con ladrones o gente poco deseada. Cosa que me tiene pasado, pero sin embargo era cuando yo más valor tenía y cuando vencía la timidez de acudir a estos sitios. Por eso estos aseos que había en la plaza de Pontevedra, eran mis favoritos, y a los que acudía con mayor frecuencia.

Aquella tarde de verano, en un arrebato de valor me atreví, y bajé a los aseos de dicha plaza, a eso de las 20:30, una hora a la que no solía acudir. Iba caliente y excitado a más no poder. Había bajado las escaleras a toda prisa con cierto nerviosismo, pero ya estaba allí.

Entré en los aseos de caballeros, nada más entrar, había que girar a la derecha. Allí pegados a la entrada a mano derecha estaban los 3 urinarios, siguiendo el pasillo, a esa mano derecha había 3 retretes, quedando de frente una puerta donde guardaban los utensilios de limpieza. A la entrada y pegada a la pared de la izquierda, mirando justo a la puerta donde guardaban los utensilios, había un lavamanos, y luego seguía toda la pared de la izquierda, recubierta de azulejos, donde no había nada.

Al entrar ya me encontré con que los urinarios estaban los 3 ocupados, eran 3 hombres maduros los que allí se encontraban meando, o al menos eso parecía. Quedé algo sorprendido al ver que había tanta gente, por lo que después de quedarme unos segundos parado y viendo que eran 3 hombres mayores, seguí por el pasillo, dispuesto a meterme en uno de los retretes. Pero ¡oh sorpresa! Si los urinarios estaban todos ocupados, en el pasillo había 3 hombres. Todos estaban mirando para el retrete del medio, y al verme entrar a mí, uno se metió en el primer aseo, otro dio media vuelta pasando por mi lado hacia los urinarios, y el tercero, que fue el que más feo y bajito me pareció de todos, se quedó mirando para mí.

Con una sonrisa en la cara, me escudriñó de arriba abajo, volviendo la vista a lo que estaba ocurriendo en ese segundo aseo, el cual se encontraba con la puerta abierta y de donde salían jadeos y voces.

No me quedó otra opción que pararme, pudiendo ver lo que estaba ocurriendo en dicho aseo.

¡Joded! Había otro hombre con un joven menor que yo, al que tenía con los pantalones bajados hasta los tobillos, al que le estaba dando por el culo.

Los retretes eran de los que hay que ponerse de cuclillas para defecar, y lo tenía con las manos apoyadas en la pared lateral, donde se podía ver cómo le entraba y salía la verga por el culo a aquel jovencito, el cual no dejaba de jadear mientras lo estaban cogiendo.

Dios que morbo me dio ver aquello. Si ya iba caliente y excitado, el ver como le entraba la verga por el culo al chaval aquel, hizo que mi polla se pusiera tiesa al momento, recorriéndome por todo el cuerpo una sensación extraña de placer, excitándome aun más de lo que ya estaba.

En esos momentos quedé paralizado sin saber que hacer, no sabía si dar media vuelta y salir de allí escopeteado, o esperar a que quedara algún urinario libre, y dejar que me dieran por el culo como le estaban dando al chaval aquel.

Al momento el nerviosismo y vergüenza que me entró me hizo temer por que pudiera venir alguien y reconocerme. Me di cuenta de que era una hora en la que podía venir por dichos aseos un hombre que había sido pareja de un tío mío, el cual yo había descubierto que eran gays, y aunque mi tío había fallecido hacía poco, seguíamos teniendo trato con su pareja, al cual mi familia siempre había pensado que simplemente eran amigos y compañeros de trabajo. Yo que hacía unos 4 años que lo había descubierto, nunca les dije nada, cuando empezaba a descubrir mi homosexualidad. Pero no hacía ni un año que un día estando con dicha persona, después de haberme cabreado por una tontería, le insulté llamando maricón, que era un puto maricón de mierda. Eran los años en que yo no aceptaba mi homosexualidad, y ese día estallé faltándole al respecto e insultándolo gravemente. Luego me arrepentí, y aunque le había pedido perdón, sentía vergüenza confesarle de mi condición sexual. Nunca me atreví a decírselo, y me daba mucha vergüenza que pudiera descubrir mi homosexualidad. Hacía 2 meses que estuvo a punto de descubrirme, y aunque realmente no se si lo llegó a descubrir, él nunca me dijo nada, y nada me reprochó si llegó a saberlo. Fue no hacía mucho, un día en que andaba yo paseando por los jardines de Méndez Núñez en busca de una polla que me follara, que casi tropezamos. Cuando lo vi, di media vuelta saliendo como alma que lleva el diablo. Al ser él una persona ya mayor, supuse que, al ser de noche, y no tener ya buena vista, no llegó a reconocerme. Yo sí pude verlo perfectamente, al igual que el pudo verme y reconocerme a mí. Sin embargo, él nunca me dijo o insinuó nada de nada. Hoy me arrepiento de no haberle confesado mi homosexualidad, porque realmente con nosotros siempre fue una buena y gran persona. Pero por aquel entonces, yo estaba aterrado de que pudiera descubrirme, y sabía que a esas horas pudiera ser que frecuentase aquellos aseos.

Y en eso estaba pensando, viendo cómo le daban por el culo a aquel chaval. Cuando de repente el hombre maduro que estaba en el pasillo delante de mí mirando como le daban por el culo a aquel joven, sujetándome por la muñeca, tira por mí mandándome que pasara para el último aseo, apartándose él y así aprovechaba a taparme la salida. Estoy seguro de que el muy cabrón vio mis dudas, y antes de que saliera de aquellos aseos, me hizo pasar para el final del pasillo, dejándome libre el último aseo y de esa manera poder aprovecharse de mí antes que cualquiera de los que allí estaban.

Sin soltarme la muñeca, va y me dice: mira mira, mira como se cogen al chaval, no quieres que te cojamos a ti también. Mira como le gusta y como está disfrutando, me decía dejando que viera como le daban por el culo al joven.

Llevó mi mano a su entrepierna, frotándola por su paquete, mientras decía, mira lo que tengo para darte, te gusta ¿eh?

Anda que, seguro que lo estás deseando, me dijo llevando su otra mano a mi culo empezando a meterme mano.

Como veía que no le protestaba y decía nada, quedándome paralizado mirando como le daban por el culo al adolescente aquel, soltándome la muñeca por la que me sujetaba frotando mi mano por su paquete, con esa mano empezó a sacarse la verga, mientras con la otra seguía manoseándome el culo.

Cuando me di cuenta, el hombre aquel ya tenía su verga de fuera, y mi mano estaba agarrándosela.

Medio hipnotizado le mire a la cara, pudiendo ver como se relamía los labios con la lengua, sin dejar de sonreír, mirándome a los ojos.

Anda, tócala y acaríciala, que lo estás deseando, me decía pegándose a mí, mientras empezaba a aflojarme el cinturón, a la vez que me iba arrinconando contra la puerta de donde se guardaban los utensilios de limpieza.

Dios, todos estaban mirando como me empezaba a desabrochar el pantalón teniéndome allí arrinconado y como le daban por el culo al chaval en el aseo del medio. Nadie decía nada, todos miraban teniendo la polla de fuera, acariciándosela.

Yo que con la calentura y excitación que llevaba, ya no pensaba en nada, solo tocaba la polla del hombre aquel que me estaba bajando los pantalones. El cabronazo tenía una polla bastante gorda, y unos testículos grandes y bien calientes. No era el más guapo, más bien parecía el más feo y bajo, además de casi calvo y algo panzudo.

Mientras el que me tenía arrinconado me iba bajando poco a poco el pantalón y slip, a la vez que me iba manoseando y diciendo: Ufff maricón que bueno estás, ya verás cómo vas a disfrutar con mi polla en tu culo, te voy a dejar bien preñado, te voy a hacer gemir como a toda una zorrita. Pude ver como uno de los mirones, iba hacia la puerta de salida y cerraba la misma. Se ve que aquellos no era la primera vez que frecuentaban aquellos aseos, y al ver como se estaba poniendo aquello, no querían que pudiera bajar nadie más y pudiese terminar aquella orgía que parecía estaba a punto de comenzar.

Yo que ya estaba pegado a la puerta del cuarto donde se guardaban los utensilios de limpieza, con los pantalones y slip resbalando por mis piernas, cayendo sobre mis tobillos, siendo manoseado por el hombre aquel, que ya empezaba a subirme la camiseta que llevaba puesta, dejando mi torso al aire y llevaba su boca a mis pezones que estaban erectos y duros por la excitación que tenía, empezando a morderlos y chuparlos.

Solté un gemido estremeciéndome, ¡ohhh! ¡ooohhh ohhh! Exclamé suspirando al notar la boca de aquel hombre mordiéndome los pezones y sus manos subiendo mi camiseta, mientras me iba manoseando todo el cuerpo.

Podía ver como le seguían dando por el culo al chaval, y como todos se amontonaban en el pasillo, viendo cómo se follaban al chaval, y como me iba desnudando a mí, aquel hombre, haciéndome suspirar soltando gemidos.

Así maricón, así, deja que te desnude y de por el culo que lo estás deseando.

Mira como le dan por el culo al maricon, mira. ¿Tienes envidia verdad? Pues no te preocupes, que yo te voy a complacer. Ya verás como vas a disfrutar y gozar con mi polla en tu culo. Me iba diciendo aquel hombre mientras iba tallando todo mi cuerpo con sus manos, a la vez que chupaba y mordía mis erectos y excitados pezones.

Yo que ya no podía pensar nada más que en lo excitado y caliente que estaba, me dejaba hacer. Con mis manos tocaba y acariciaba la polla y cojones de aquel hombre, acariciándola y dejando que me fuese desnudando y metiendo mano.

No me importaba la gente que había, ni si me estaban viendo, en aquellos momentos estaba tan pero que tan caliente, que nada me importaba, solo me dejaba hacer y llevar por aquella excitación que sentía.

Cogiéndome por la cintura, me hizo girar, poniéndome de cara a la puerta donde estaba pegado, quedando mi culo delante de aquel hombre.

Pasó su mano por la raja de mi culo, volviéndola a pasar de nuevo, haciendo que me abriera de piernas, mientras él, metía su mano entre mis piernas, tocaba mis pelotas y me decía: ¡Uy que culo mas rico tenemos!

Con sus dedos buscaba la entrada a mi ano, a la vez que con la otra acariciaba mi polla meneándola. Así maricón, así, mira que empalmado estás. Anda ábrete de piernas y déjame ver tu lindo culo, decía presionando con su dedo mi ojete.

¡Oh maricón! Mira que culo, mira que calentito estás, decía introduciéndome un dedo en él.

¡Ohhh! Gemí al notar entrar su dedo, ¡ooohhh! Volví a gemir notando como lo removía en mi interior, haciendo que mi esfínter se fuese dilatando.

Mira que bien se abre, maricón. Decía introduciéndome un segundo dedo en el culo, mientras seguía meneándome la polla con la otra mano.

¿te gusta eh? Te gusta, maricón.

Venías con ganas, ¿eh? Claro que sí, maricón, si hasta nos vienes lubricado y preparado para ser follado.

Sacó los dedos de mi ano, empezando a aflojarse el cinturón y desabrocharse el pantalón, bajándose un poco este junto al calzoncillo, pudiéndosele ver el pubis y la polla tiesa y lista para introducírmela hasta los mismísimos cojones.

Giré la cabeza para ver lo que hacía, pudiendo ver como se bajaba un poco el pantalón, y como su verga tiesa y dura como un fierro, brillaba apuntando a mi culo.

Me puso una mano en la espalda, dejándome pegado contra la puerta, a la vez que me decía: Quédate así no te muevas, maricón, que vamos a meterte la polla que estás deseando, en este culo caliente y vicioso que tienes.

Sujetó mis caderas con sus manos tirando por ellas, haciendo que me curvara dejando pegado mi pecho y manos sobre aquella puerta, y colocando su verga en la entrada a mi ano, empezó a tallarme el ojete, hasta que este fue cediendo, dejando que su verga fuera entrando en mí.

Así maricón, así, relájate y deja que se abra tu culo, me decía, introduciéndome la verga en él. ¡Ohhh! Exclamó dando un bufido a la vez que movía su pelvis y tiraba de mis caderas hacia él, enterrándome toda la verga en el culo de una estocada.

¡Ohhh! ¡ooohhh ohhh! Grité a la vez que me estremecía poniéndome de puntillas.

Calla maricón, calla que ya la tienes toda dentro, me decía pegándose todo lo que podía a mí.

Bombeó varias veces su pelvis introduciéndome su verga, a la vez que se colocaba mejor dejándome ensartado en su polla, manteniéndome sujeto con sus manos por mis caderas.

Así maricón, así, relájate y deja que se abra tu culo, ya verás que rico sabe y como disfrutas con mi polla dentro tuya.

Volvió a darme varias culeadas introduciéndome más su verga en mi culo, y sujetándome por las caderas mientras me tenía enterrada su polla hasta los mismísimos cojones, tiró por mí, diciéndome: Ven maricón, ven para aquí, así, así, decía apoyándose sobre la pared de azulejos, quedando yo mirando para el aseo que estaba delante mía.

Aaaaasí maricón aaaasí, decía exhibiéndome y dejando que los demás vieran como me daba por el culo. Déjalos que te vean y puedan mirar cómo te doy por el culo, que vean como disfrutas, maricón, decía metiéndome la polla por el culo.

Yo me mantenía inclinado con el culo pegado a su pelvis, las manos estiradas alcanzando apenas el marco de la puerta del último aseo, sujetado por las caderas con sus manos. Podía ver cómo seguían dándole por el culo al adolescente, y como este miraba junto al resto, como empezaban a darme por el culo a mí.

¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Gritaba el hombre que me estaba dando por el culo, ensartándome una y otra vez su polla en mis entrañas.

Mira como disfrutan viendo como te cojo, mira maricón, mira cómo tienen las vergas, decía clavándome hasta los cojones su polla.

Yo apoyándome ligeramente en el marco de la puerta, mordía mi labio inferior, gimiendo y jadeando, viendo como aquellos hombres miraban como me follaban en el pasillo del aseo público, ¡ohhh! ¡ohhh! ¡ooohhh! Gemía derritiéndome de gusto, mientras la verga de aquel tío me taladraba una y otra vez el culo.

Poco a poco iban acercándose más, hasta que uno de ellos, poniéndose delante mía, tiró de mi camiseta, sacándomela por la cabeza. La tiró al suelo, y dejando que me apoyara en sus hombros, empezó a morderme el cuello mientras me acariciaba con sus manos mientras el otro seguía dándome por el culo.

¡Ohhh! ¡ooohhh ohhh! Gemí al notar como me mordían el cuello mientras me daban por el culo. Dios, mi cuerpo se estremecía, empezando a temblarme las piernas.

Me abracé al que me mordía el cuello, mientras el otro seguía dándome por el culo. Al ver como me retorcía de gusto y me abrazaba a él, siguió con sus mordiscos por el cuello, mientras buscaba mi mano para llevarla a su polla.

Dios, la agarré con todas mis ganas, empezando a descapullársela mientras se la meneaba, dejando que fuese mordisqueando mi cuello, hasta que este llegó a mi boca, empezando a morderme el labio inferior. Ahí ya no pude más, abrí la boca, dejando que metiera su lengua en ella, empezando yo a succionarla y morderle los labios.

Dios que placer estaba sintiendo, uno que me estaba dando por el culo manteniéndome inclinado, haciéndome gemir cada vez que su polla tocaba mi próstata, y otro viejo mordiéndome el cuello y comiéndome la boca, mientras yo le agarraba la polla meneándosela.

Con el bombeo que me daba cada vez que me enculaba el que me estaba dando por el culo, no pude más que apoyar la cabeza sobre el hombro del viejo que tenía delante mía. Dejando que mordiese mi cuello mientras yo agarraba su polla meneándosela, sin poder dejar de gemir.

Así maricón, así, chilla y disfruta, me decía el viejo que iba mordisqueando el cuello.

Te gusta, ¿eh maricón? Me decía acariciándome con sus manos y apretando mis erectos pezones. Anda se bueno, y chúpame la polla que estoy a punto de correrme.

Justo en el momento que me inclinaba un poco más para meterme aquella verga en la boca a la que no dejaba de menear, el que me estaba dando por el culo, empezó a bombearme más fuerte y profundo, escuchándose el golpeteo de su pelvis y pelotas golpeando mi culo, plof, plof plof, a la vez que soltaba unos bufidos, gritando que se corría.

Me corro, me corro, gritaba empezando a eyacular dentro de mi culo.

¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Decía preñándome el culo con su leche.

Cuando terminó de eyacular, sin sacarme la polla y mientras recuperaba el aliento, iba acariciándome con sus manos el culo, y diciendo: Ufff que bueno, maricón, que culo tienes cabrón.

Ahora que ya había parado de embestirme el que me estaba dando por el culo, pude llevar la polla del otro viejo a la boca, la cual empecé a chupar como un loco. El cual, sujetándome la cabeza, impulsaba su pelvis introduciéndome todo lo que podía aquella verga en lo más profundo de mi garganta.

¡Ohhh siiií maricón! ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Gritaba metiéndome la polla en la boca mientras yo me sujetaba con una mano a él, y con la otra le acariciaba las pelotas.

El que terminaba de darme por el culo, después de salirle la polla de mi culito, dándome unas palmadas en él, se apartó yendo al lavabo, donde se puso a lavar las manos, a la vez que se vestía.

No tardó nada otro de aquellos viejos que nos miraban, en ocupar el puesto del que terminara de darme por el culo.

Sin decir ni preguntar nada, se colocó detrás de mí y después de abrirse el pantalón y bajarlo un poco dejando al aire su pelvis y genitales, llevó la punta de su polla a la entrada a mi culo, y mientras me sujetaba por las caderas, empezó a introducirme su chorizo por el culo.

Yo que estaba chupando la verga del otro viejo, abrí exageradamente los ojos y la boca, sin poder soltar más que unos murmullos, mmm, al tener en mi boca la polla del otro viejo, notando como me abrían el culo, introduciéndome una verga descomunal.

Dios, tenía el culo dilatado y lubricado a más no poder, y aquella polla que me estaban introduciendo por el culo, me estaba abriendo en canal. Joder aquello me llenaba por completo, menos mal que terminaban de darme por el culo, dejándome bien abierto y dilatado, si no aquel pedazo de verga me hubiera destrozado el culo.

Cuando noté que aquella polla llegaba al tope de mi culito, sintiéndole los cojones y pelvis pegados a mi ojete, respiré profundamente varias veces.

Justo en ese momento, la polla del que se la estaba chupando, empezó a escupir semen, llenándome la cara y boca con su esperma.

¡Ohhh! ¡ohhh! ¡ooohhh! Me corro, me corro, gritaba el viejo al que le chupaba la polla.

Después de recibir varios trallazos en la cara y boca, metiéndome la verga en la boca, empecé a chupar y tragar todo el semen que iba soltando.

No dejaba de chuparle la polla, cuando el que me había introducido el pedazo de vergón por el culo, empezaba a bombearme.

Dios, tuve que volver a abrir la boca, suspirando profundamente mientras jadeaba, teniendo que sujetarme al marco de la puerta del aseo, ya que el viejo que se había corrido en mi cara y boca marchaba hacia el lavabo.

En esos momentos pude fijarme de nuevo en el adolescente al que le estaban dando por el culo cuando había entrado en los aseos, viendo que ahora lo estaban follando otros 2. Uno que no parecía tan viejo le daba por el culo, y otro le follaba la boca. Solo quedaba uno de los mirones, que se estaba pajeando como un poseso, viendo como nos follaban al adolescente y a mí.

Menos mal que el que se limpiaba en el lavabo, había vuelto a cerrar la puerta de los aseos públicos al marcharse los 2 primeros que nos dieron por el culo al adolescente y a mí, si no, podía haber entrado alguien y descubrir aquella orgía que había en los aseos públicos, y a saber que hubiese pasado.

Tanto el adolescente como yo, gemíamos y jadeábamos sin cesar. Se escuchaban nuestros jadeos y gemidos, y a los demás que nos estaban follando, sus insultos, y el golpeteo de sus pelvis y cojones, golpeando nuestros glúteos mientras nos daban por el culo.

Plof, plof plof, se escuchaba repetidamente.

¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Gritaba el que me daba a mí por el culo, bombeándome rápido, ensartándome la polla profundamente.

Yo sujetándome al marco de la puerta de aquel aseo público, sudaba por todos mis poros, con la cara manchada de esperma, mi polla bamboleando mientras me daban por el culo, salpicando gotas de semen sin parar. Tenía mi polla toda pringada y escurriendo gotas de semen, viendo como se follaban al joven, y como el mirón que quedaba, se pajeaba como un poseso mirando ahora para mí, viendo cómo me enculaban.

Yo que no podía apartar la vista de la polla de aquel mirón veía como se pajeaba, deseando llevármela a la boca, y que se corriera en ella, haciéndome tragar su corrida.

Pero aquel hombre no se acercaba, seguía pajeándose, mirando como me daban por el culo.

Yo seguía allí inclinado sujetándome como podía al marco de la puerta, siendo follado por aquel viejo que no paraba de gritar, ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Ensartándome una y otra vez la polla en el culo, mientras el mirón allí seguía pajeándose como un poseso, sin dejar de mirar como me daban por el culo.

Ya los que se estaban beneficiando al adolescente, habían terminado de follarlo, y al salir estos del aseo, hicieron que el que se estaba pajeando, se acercara más a donde me estaban dando por el culo, pudiendo yo echar la mano y tocarle el rabo mientras se pajeaba.

Dios, ardía en deseos por agarrarle la polla y llevármela a la boca, y cuando estaba a punto de conseguirlo, este empezó a eyacular. Soltó varios trallazos de semen que fueron a pegar en mi pecho, cuando me inclinaba para meterme la polla en la boca. El hombre aquel que parecía el más joven de los que allí había, salvo el chaval y yo, dando unos fuertes gruñidos mientras se pajeaba mirando como me daban por el culo, empezó a escupir semen por la polla, cayendo la mayor parte de la corrida por mi pecho.

Llevé mi mano a sus genitales, y aun terminando de soltar las últimas gotas de esperma, introduje aquella verga en mi boca, empezando a succionarla, dejando que se derramaran las últimas gotas en ella.

El hombre aquel dejando que le succionara la polla derramándose en mi boca sus últimas gotas de esperma, puso sus manos sobre mi espalda, y mientras se retorcía de gusto, impulsaba su pelvis mientras frotaba mi espalda con sus manos, dejando que yo terminara de succionar su polla extrayendo los últimos restos de semen.

En ese mismo momento, el viejo que me daba por el culo empezaba a darme unas fuertes y profundas envestidas, gritando que se corría.

Ya, ya me vengo, ya me vengo, gritaba aferrándose fuertemente con sus manos a mis caderas, haciéndome gritar a mí, por la profundidad de las envestidas que me estaba dando, ¡ohhh ooohhh ohhh! Notaba como su pelvis y genitales golpeaban mi culito, y aquella verga que me estaba dando por el culo, dejándome abierto en canal, empezaba a hincharse en mi interior derramando su semen en lo más profundo de mis entrañas, dejándome bien preñado.

¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Gritaba el viejo preñándome con su leche. Una vez terminó de eyacular, sin sacarme la polla del culo, llevó su mano a mi polla, empezando a meneármela, haciendo que me estremeciera, empezando a correrme sobre el suelo de aquellos aseos públicos, mientras seguía empitonado por su verga, y las manos del otro hombre, acariciándome la espalda.

¡Ohhh! ¡ohhh! ¡ooohhh! Me corro, me corro, gritaba temblándome las piernas mientras mi polla soltaba varios trallazos de leche.

Una vez terminé de eyacular, fuimos recuperando el aliento, y después de salir su polla de mi culo, levantando el slip y pantalón, recogí mi camiseta del suelo, fuimos al lavabo nos aseamos un poco, y después de vestirnos, abrimos la puerta de aquellos aseos, empezando a salir todos poco a poco. Tanto yo como el adolescente y el último que me dio por el culo, fuimos los últimos en salir de allí.

El viejo aún se aprovechó y mientras estuvimos allí, no dejó de meterme mano toda la que quiso. Cuando por fin subía las escaleras, marchando de aquellos aseos públicos, llevaba el culo bien abierto, repleto de leche, el cuerpo con olor a semen, y la calentura aplacada.

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