“Hola Luis, como estas, oye necesito pedirte algo”, ese fue el mensaje que recibí muy temprano al llegar al trabajo, lo cual me pareció muy extraño ya que ella tenía su escritorio del lado de la ventana y yo en la puerta, cualquier cosa me la podría haber dicho en persona, pero bueno al creer que era algún tipo de broma le conteste el mensaje “hola Hillary, que necesitas”, me dejo en visto y ambos continuamos con nuestras actividades, estaba a punto de ser la hora de comida cuando recibí otro mensaje.
H: ¡Hola, oye es que se me antoja!
L: ¿Que se te antoja?
H: ¡Es que me da pena decírtelo!
L: ¡Sabes que puedes decirme lo que sea, si puedo te llevo a comer a donde gustes!
H: ¡Es que no se trata de comida!
L: ¿Entonces?
H: ¡Es que tengo ganitas de hacerlo contigo!
Al leer ese mensaje me encendí inmediatamente, mi jefa me estaba pidiendo que me la cogiera, en vez de ir a comer, su marido no estaba ya que fue con unos clientes, ese día su vestimenta me la puso durísima, una licra negra que dejaba ver su tanga y su escote de espalda y pecho en color rojo, inmediatamente le conteste.
L: Claro, ¡vamos a tu departamento para regresar a tiempo!
H: ¿En mi departamento? ¡Pero si llega el, que hacemos!
L: ¡No llegara, sé que tardara un poco!
En cuanto dieron las dos de la tarde le hice una señal con mi cabeza y ambos salimos a su departamento, aunque éramos súper amigos, no hablamos de nada en el camino, ella solo me miraba y se sonrojaba, yo la verdad apenas si podía caminar con la erección que ya tenía.
Entramos y justo apenas ella cerro la perta, ¡nos comenzamos a besar! ¡El beso era tan pasional y sensual, los labios eran mordidos, nuestras lenguas entraban en la boca del otro, mis manos acariciaban su espalda, cintura y nalgas durísimas, ella me apretaba con fuerza mientras caminando nos tiramos en el sofá!
Comencé a quitarme mi camisa, sus manos me acariciaban muy delicadamente, yo besaba su cuello y le apretaba sus tremendos muslos, le quité la blusa y la licra dejándola en ropa interior, le tomé unas cuantas fotos mientras ella posaba muy caliente, se acomodó en el sofá y levanto sus piernas, le quite la tanga y le pegue unas ricas mamadas, su vagina depilada era devorada por mi hambre voraz, estaba súper húmeda, mis dedos comenzaron a entrar y salir con facilidad jugando su clítoris, mi lengua enredaba sus pezones que se ponían duros con forme pasaba la acción!
H: ¡Luis, ya quería tenerte aquí!
L: ¡Me halagas jefa, no me canso de tu escultural cuerpo!
H: ¡Te confieso que me masturbo pensando en cómo me coges y cuando recuerdo las veces anteriores me mojo todita!
L: Es que soy bueno en esto bebe, ¿y te fascino mi verga o no?
H: ¡Es un manjar lo que tienes ahí!
Me quito el pantalón y fue directo a devorarla, a diferencia de las primeras veces ya lo hacía sin pena, la tomaba con sus pequeñas manos y la llevaba a su boca, su lengua les daba caricias a mis bolas, la tragaba enterita y le escupía, ¡la sobaba con sus manitas y la metía de golpe en su boca!
H: ¿Te gusta?
L: ¡Me encanta, no pares!
H: ¡Que rica verga tienes, la más rica que me eh comido!
L: ¡Que mandadita saliste jefa, todo una chupadora uf!
¡Seguía dándome rico oral, mis manos acariciaban sus ricas nalgas y le tomaba algunas fotos más!
Fue entonces que me decidí a penetrarla, ella se puso en cuatro dejándome su enromé trasero a mi merced, ¡lo acariciaba y mi verga jugaba en la entrada de su vagina!
L: ¡Pídemela!
H: ¡Luis, dámela!
L: ¡Que te doy Hillary!
H: ¡Dame tu verga, la quiero adentro!
Se la empuje con fuerza para que le entrara toda, ella lanzo un fuerte gemido, me comencé a mover suave, pero dejándosela toda a dentro, ella también movía su cuerpo, me encantaba ver el movimiento de sus nalgas en mi pelvis, tomándola de sus piernas acelere mis penetraciones, el ruido que generaba me ponía a mil, ¡su perro devoraba mi verga enterita!
H: Cógeme Luis, ¡cógeme antes que él llegue!
L. Si jefa, tómala, uf que rica estas, uf!
Me senté el sofá y sin sacársela la puse a que se diera sentones, ver como su enorme trasero se movía me la puso más dura aun, ¡tomándola de la cintura la empujaba para que se ensartara todita!
H: ¡Ah, Luis, me empalas, me empalas bebe!
L: ¡Que culazo eres, muévete nena, muévete!
Miraba la hora cada que podía, yo sabía que, si nos tardábamos un poco más de la cuenta, él o su hermano nos descubrirían, ¡así que empecé a darle lo mejor de mí!
La acosté y levante sus piernas, puse sus pies en mi boca e inclinándola un poco se la deje ir suave, empecé suave para que la sintiera toda, apoyándome en sus nalgas aumente mis movimientos, sus gemidos se escuchaban en todo su departamento, le besaba sus pies que me encantaba como los cuidaba y arreglaba, ¡le besaba sus piernas y el apretaba sus muslos!
L: Dios, Hillary que rico me aprietas, ¡uf!
H: ¡Ah, ah, Luis, que duro, te siento como te pones, uf, que rico!
¡Se acostó en el sofá abriendo sus piernas, entre en la pose de misionero, los beso y caricias acompañaban muy bien el acto, mis movimientos aumentaban de velocidad, ella también se movía, que combinación!
Le mordía las tetas, ella también me mordía, que rico se movía, y mi verga le daba todo el placer que su marido no, se comenzó a chorrear debido a lo rico que me la estaba cogiendo, ¡yo también estaba a punto de llegar!
L: ¡Hillary me vengo, me voy a venir adentro de ti!
H: ¡Si, lléname de ti, termina en mí!
L: ¡Terminemos juntos hermosa!
Ambos nos movimos como terremoto hasta terminar, mi leche inundo su vagina, nos besamos pasionalmente mientras el orgasmo pasaba, nos vestimos un poco apresurado, apenas nos limpiamos nuestros fluidos, ya que era hora de regresar a trabajar, llegamos y con una sonrisa ambos regresamos a nuestras labores como si nada hubiera pasado.