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Primer ligue en un restaurante
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Tiempo de lectura: 9 minutos

El pasado viernes me encontraba en mi casa, haciendo home office, voy poco a la oficina y vivo solo, por lo que sobre todo el fin de semana, veo algo de porno gay e ingreso el portal de contacto gay, para ver si hay suerte y logro conseguir un rico polvo, siempre es difícil, al parecer, todos quieren pero no quieren… ¿Sabes?

Normalmente como cerca de mi casa, pero a veces manejo hasta un centro comercial cercano, en esta ocasión, entre al Sanborns. Me senté en el área de fumadores y la típica mesera vestida de China Poblana del famoso restaurante en México me ofreció el menú, escogí el paquete que incluye sopa, bebida y plato fuerte. En el área en que me encontraba, sólo había otro comensal, un hombre de color, de mediana estatura, cuerpo normal y un rostro agradable. Pensé que era gringo, y le deseé buen provecho en inglés, me contesto con un acento extraño, en español, dándome las gracias y deseándome también buen provecho.

Llegó la comida y le hinqué el diente, tenía bastante hambre. Terminé de comer y en lugar de postre, pedí un café y solicité que me trajeran la cuenta. Durante mi comida, me sentí algo raro, el hombre no volvió a hablarme, pero los sorprendí viéndome de reojo en más de un par de ocasiones (tal vez porque yo lo hice también). Como no soy de ambiente, ni he ligado en lugares públicos, me sentí extraño, sus miradas parecían decir que le gustaba, imaginé cómo sería tener en mi boca una polla negra, pero lo descarté, un par de miradas no te llevan a la cama con un extraño ¿O sí?

Terminé el café, dejé la propina en efectivo sobre la mesa y me disponía a ir a la caja para pagar la cuenta, al levantarme, el hombre me preguntó si tenía tiempo para tomar una cerveza, yo tenía trabajo pendiente, pero no demasiado como para no sentarme y acompañarlo. Acepté platicar con él, no sentí riesgo estando en un lugar público y se veía como gente decente. Me senté en su mesa y ordenamos un par de cervezas. Él me agradeció el gesto, yo hice lo mismo, aclarando que no acostumbraba a recibir invitaciones como esa, pero agradeciendo de regreso.

Comenzamos a platicar, el venía de Venezuela y tenía alrededor de un mes viviendo en la ciudad, el tema se volcó sobre los problemas de su país, que ya son muy mentados y los de México, que no son tan graves, pero si de tomar en cuenta, le hablé también de buenos lugares que podría visitar en la ciudad y de lugares donde podría pasar fines de semana o vacaciones. Me sentí incómodo, me respondió que tal vez le gustaría que yo le mostrara alguno de esos lugares, tarde en contestar, pero le dije que sí, sabiendo que era muy improbable que realmente fuéramos juntos.

Terminamos la cerveza, me disponía a agradecerle y despedirme. Antes de poder hacerlo, me dijo que tenía ganas de tomar otro trago y que él era, además de un ferviente fan, un experto en preparar diferentes combinaciones de Gin & Tonic, -vivo muy cerca y me caíste muy bien- dijo -me gustaría seguir platicando- concluyó, -tengo el auto en el estacionamiento- contesté -¿Hay lugar para estacionar cerca de dónde vives?- Pregunté, -sí, hay lugar para invitados en el condominio donde resido- contestó. Me había gustado su plática, era una persona educada y culta, se notaba que no tenía muchos prejuicios y era interesante, por lo que acepté su segunda invitación. Lo de llevar el coche fue un poco más para poner un pretexto y dejarlo en su casa si veía que el lugar donde vivía no era de mi agrado o no me hacía sentir seguro.

Salimos, pagué el estacionamiento y nos subimos al coche, vivía a dos cuadras en un condominio muy agradable, entramos al estacionamiento, bajamos del coche y nos dirigimos al elevador, seleccionó el piso 8, salimos e ingresamos al departamento. Tenía apenas unos pocos muebles y se notaba que no había tenido tiempo de desempacar todas sus pertenencias, había algunas cajas cerradas en distintos puntos del departamento. Aun así, el lugar era agradable.

Se dirigió a una especie de cantina y comenzó a preparar su especialidad, un par de Gin & Tonic, noté en la mesa que tenía un pequeño molinito que se usa para moler hierva -¿Y este molinito?- pregunté mientras se acercaba orgulloso con el par de tragos, -vieja costumbre, a veces me gusta fumar para relajarme- contestó, le dije que a mí también me gustaba fumar algo de vez en vez y de inmediato saco un porro ya forjado de una pequeña caja que también se encontraba sobre la mesa -trago y truco ¿Se te antoja?- preguntó, -pasémosla bien un rato- contesté. Me entrego mi trago, lo probé y si, era un experto en su preparación, sabía deliciosos y con el calor que hacía, con mucho hielo, me cayó de perlas. Encendió el porro, le dio un par de buenos jalones y lo compartió, hice lo mismo, así estuvimos hasta acabarlo. Comencé a sentir el efecto de la hierba, mientras disfrutaba de mi bebida, él hacía lo mismo.

Ya sentados, en el mismo sillón, platicando, noté que su entrepierna se había abultado y me excite mucho al ver que se notaba la forma de su pene, debajo del pantalón, bajando por sobre su pierna derecha. Traté de que no notara que lo veía, por lo que fijé mi mirada hacia un cuadro que estaba sobre el piso, apoyado en una pared. Él se dio cuenta -¿Tienes novia? ¿Estás casado?- Preguntó, -no, divorciado, soltero y feliz- contesté, -y ¿Tú? Pregunté, -no, mis amores los dejé en Venezuela- Contestó, – y ¿Ya has salido con alguien aquí?- pregunté, -lo estoy haciendo contigo ahora- contestó. La respuesta me tomó por sorpresa, pero me agradó, parecía que una rutinaria salida a comer, se iba a convertir en una deliciosa tarde se sexo.

Alzó su copa para brindar, choqué la mía contra la de él -salud y amor- le dije, -salud y sexo- respondió. Tomamos un trago, con los labios húmedos se acercó a mí, a distancia suficiente para que yo me acercara y lo besara, lo cual hice para aceptar el sutil cierre de trato, sus labios eran muy carnosos, estaba muy bien rasurado, no sentí que me raspara su barba y comenzamos a juguetear con nuestras lenguas. Nos besamos un largo rato mientras comenzábamos a acariciar nuestros cuerpos aún vestidos. El efecto del alcohol y la hierba me hacían sentir que estaba viviendo una realidad confusa, pero muy agradable. Nos separamos y comenzamos a desabotonar camisas y, al bajar la vista, el bulto entre sus piernas ya había crecido y se apreciaba como una excelente promesa, la mía también estaba como torpedo.

Dejamos sobre la mesa nuestras copas y comenzó el faje, camisas desabrochadas, manos desatando cinturones y desbraguetando pantalones. Hicimos una pausa, nos quitamos la ropa, dejándonos puestos los calzones. Nuestras pollas se dibujaban dentro de ellos, se veían deliciosas -¿Qué roll te gusta? Pregunté, -Soy versátil- respondió, -yo también, pero más pasivo, aunque me gusta darle gusto al que le gusta de todo- dije, él sonrió y me abrazó.

Nos recostamos en el sillón, yo encima de él, seguimos besándonos mientras rosábamos nuestros cuerpos desnudos y nuestras pollas calzón contra calzón. Me encantó estar encima de él, porque comencé a besar y lamer desde su cuello hasta el borde del calzón, donde ya se asomaba por bastante su glande y parte del tronco de su oscura verga. Lamí un poco su entrepierna, me encanta hacerlo porque casi siempre se arquean del placer y las cosquillas que provoca la lengua al hacerlo en esta parte tan sensible del cuerpo. Comencé a darle mordiditas al tronco sobre el calzón, subiendo poco a poco hasta alcanzar la parte que ahora sobresalía un poco más. Comencé a darle unas ricas lamidas, como a un helado, al llegar a la punta, sentí el increíble sabor de su néctar, que comenzaba a emanar en forma abundante, ya tenía un pequeño charco sobre su abdomen, lo lamí con la punta de la lengua para que él pudiera ver como se estiraba al meter mi lengua con el líquido mágico en mi boca para saborearlo y tragarlo.

Tomé su calzón por ambos lados y lo baje, él se arqueó para facilitar el sacarlos completamente, yo también me quité el mío. Primero, contemplé su polla, nunca había tenido una polla tan oscura a punto de ser introducida en mi boca, me excito sobre manera, además de que no estaba circuncidada, por lo que con mi cabecita amodorrada por el alcohol y la hierba, sentí que tendría sexo salvaje, no me equivoqué… Comencé a mamarle la verga, no era de esas enormes que vemos en la gente de color normalmente, pero, cumplía de sobra en tamaño y en grosor como para gozarla intensamente. Comencé lamiendo su tronco, dando lengüetazos a su glande, saboreando el néctar que, por alguna razón, emanaba de forma abundante.

Chupé sus huevos, los tenía bastante grandes, gemía de placer, y yo gemía de gusto, lo cual lo excito más. Tomó mi cabeza, se acercó, me besó para luego ponerse en posición de 69, comenzó a jugar con mi polla, lamiéndola poco a poco y luego introduciéndola toda en su boca, yo seguí haciendo lo mismo, pasamos un largo rato así, como un par de elevadores, mamando verga, lamiendo culo, metiéndonos la lengua y después de un rato, con nuestros culos lubricados por la saliva, dedeandonos para estimularnos y abrirlos para ser penetrados.

-Espérame un momento- dijo, mientras lo vi pararse y dirigirse a su recámara. Regresó con lubricante, una cajita de condones y un colchón mediano, en forma triangular, -párate tantito- me pidió, yo obedecí, puso colchoncito y me acostó boca abajo, con mi cintura a la altura del ángulo del triángulo, por lo que mis nalgas quedaron a una altura muy apetecible para que hiciera con ellas lo que quisiera. Sentí como se arrodillo detrás de mi, comenzó a acariciar mis piernas y mis nalgas, de pronto, me dio una buena nalgada. Volteé a verlo con ojos de ¡bájale wey!, pero sonrió travieso y me dio otra, la verdad, me gusto.

Comenzó a lamer mis nalgas, acomodó mi polla para que callera hacia abajo sobre el cojín, comenzó a darme un deliciosos beso negro, metía su larga lengua dentro de mi culo, yo gemía de placer, me fascina que me chupen el culo. Luego, levantaba mi pene hacia su boca y lo mamaba. Me estaba gozando, yo no podía corresponderle, más que con mis gemidos de placer. Se separó de mi y escuché el sonido del empaque del condón al abrirse, logre voltear y ver que se lo ponía, desde mi perspectiva, su verga se veía enorme. Por el placer, yo movía mis nalgas de un lado a otro, para incitarlo, mi culo estaba deseoso de ser penetrado.

Vació una cantidad abundante de lubricante sobre su pene, luego lo hizo sobre su mano y lubricó delicioso mi culo, metiéndome primero un dedito, luego dos y al tercero ya no podía de placer… -¡cógeme, cógeme ya!- le pedí. Me jaló con sus fuertes brazos un poco hacia él y puso la punta de su polla en mi culo -yo no te la voy a meter, tu apóyate poco a poco para que la dejes entrar a tu gusto, para que no te lastimes-. Hacerlo con el cojín no era fácil, comencé a girar mi cadera mientras con los brazos me empujaba hacia atrás, sentía como entraba poco a pocos, el embestía muy lentamente sin rebasar lo que había logrado meter, lo que facilitó que con mis movimientos y los suyos, lograra introducir toda su carne en el asador.

Volvió a sacarla de mi culo, se puso nuevamente una cantidad generosa de lubricante y volvió a penetrarme, esta vez, entró rápido, mi culo ya podía aceptar hasta sus huevos. Comenzó a bombear muy lentos… mete, saca, mete, saca. Yo comencé a sentir deliciosos, por lo que comencé a mover mis nalgas de un lado a otro y en círculos para que su hermosa y salvaje polla negra se sintiera más profunda, dentro de mi. Comenzó a embestir más rápido, yo gemía más y movía mis nalgas a mayor velocidad, que rica cogida me estaba dando aquel extraño. Sacó su polla y me volteo, el cojín hacia que quedara a la altura ideal para ser penetrado de patitas al aire, me penetro, ahora, más agresivo, más hombre. Yo seguía moviendo mis nalgas mientras abrazaba su cintura con mis pernas y lo empujaba con ellas hacia a mi para hacerlo penetrarme más profundo. Llegó el momento en que siempre pierdo el control y mi universo no es más que mi culo, una verga bien parada y aguantadora y el inmenso placer que sólo los que cogemos con hombres conocemos cuando nos están embistiendo cada vez más y más profundo.

La sensación era de venirme de placer, pero no me venía, tan deliciosa, que quieres que siga para siempre o quieres que termine de golpe, soportable e insoportable, es tan placentera, que es difícil explicarla con palabra. En un momento de claridad, pesé en su roll "Versátil", y quise devolver lo recibido. Puse mis manos sobre su pecho y lo empujé hacia atrás, sentía tristeza por sacar esa rica polla de mi culo. Hice el cojín hacia atrás, y sentado en posición de flor de loto, lo abracé y le di un largo beso. Jalé el cojín, lo coloqué en la posición en la que él me había colocado inicialmente. Hice lo mismo, le quité el condón y estuve lamiendo y penetrando su culo con mi lengua y levantando su polla para meterla en mi boca, después de un rato de escuchar sus gemidos de placer, tomé un condón y lo coloque de forma adecuada, tomé lubricante para ponerlo en su culo, el cual apliqué con una dedeada deliciosa y puse una buena cantidad en mi polla.

Puse la punta de mi verga en su culo, él lo levantó, pidiendo sin decirlo que lo penetrara. Lo hice poco a poco. Entro y escuché un gemido, al mismo tiempo de dolor y placer. Comenzó a mover sus nalgas en círculos, cada vez lo hacía más rápido, por lo que yo también embestía de forma más agresiva. Quité el cojín de debajo de él y lo hice apoyarse en la orilla del sillón, quedo en cuatro, lo penetré duro, él gozaba, mi verga sentía delicioso estando dentro de él. Después de un rato, se volteó y me empujó para que me acostara, se arrodilló sobre mi, y se metió mi polla en el culo, montándome cual amazona oscura y salvaje.

Tomé algo de lubricante y lo masturbé mientras el subía y bajaba gozando de mi verga. Su verga se puso caliente, muy caliente y sentí en mi mano cómo se ponía más dura, me parecía imposible, pero si, mucho más dura, gimió más fuerte, -¡me voy a correr!- gritó, -vente chiquito, córrete rico, déjalo salir todo, dame tu leche-. Yo creo que estimulé tanto su próstata y su polla que vino la primera oleada de semen tras una intensísima convulsión de placer, calló en mi cara, la segunda en mi pecho y por un largo rato de convulsiones, dejó un gran charco de leche en la zona de mi ombligo. Calló hacia atrás, yo seguía con mi verga paradisima, pero, él quedo inmóvil, sin habla y resoplando mientras se colocaba la mano derecha en su frente.

Lo dejé así, sé lo que es que un hombre te cause el más increíble de los orgasmos, te deja fuera de combate por algunos minutos. Me quedé admirándolo. Me recargue en la orilla del sofá, él, casi desmayado, yo, súper caliente y sintiendo como su leche escurría por mi cara, mi pecho y mi abdomen.

Un rato después, reacciono. Se volteó y se acurrucó con su cabeza sobre mis piernas, acaricié sus rizados cabellos, el acariciaba mis piernas y mis nalgas -que rico, que delicia, hace mucho que no me venía así, me dejaste agotado- dijo, -se hace lo mejor que se puede, y tú estás muy rico, me inspiiraste por lo que también eres culpable, jaja- contesté y sonreímos.

Notó que mi polla seguía erecta, poco flácida por la falta de acción, pero con ganas de más. Metió su mano debajo de mis nalgas, explorando, encontró mi culito, que seguía muy bien lubricado, comenzó a dedearme delicioso, mi polla reaccionó de inmediato, la comenzó a lamer, delicioso, me pareció más inspirado por el agradecimiento. Yo sentía exquisito mientras su dedo se movía rápido dentro de mi culito, comenzó a meterse mi polla en la boca, hasta la garganta y a masturbarme con su mano. Llegó un momento en que pienso que vio mis ojos en blanco, puso su cara junto a mi verga y moviendo rápidamente su mano hacia arriba, abajo y girándola, me hizo venir de una forma espectacular, dejaba que los ríos de leche que emanaban de mi polla cayeran en su cara, en su boca.

Lo ayudé a apoyarse sobre mi pecho y nos dimos un largo beso, delicioso, combinado con el semen que había quedado alrededor de nuestras bocas. Me recosté en el respaldo del sillón, él lo hizo sobre mi pecho, lamio la leche que tenía y se volvió a recostar. Cerramos los ojos, nos quedamos dormidos. Fue una de las siestas más agradables que he tenido en mi vida. Despertamos, me invitó a darnos un baño…

Sólo les puedo contar que regresé al día siguiente a mi casa y que me encanta seguir saliendo a comer los viernes.

 

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