-Señora López, su hijo no puede seguir así. Hablaba el tutor con Elena, la señora López, cuyo hijo había suspendido tres asignaturas ese trimestre.
-Mi hijo ha estudiado mucho…
-No lo creo señora López. Si su hijo hubiera estudiado mucho habría aprobado todas las asignaturas. Queda un solo trimestre y si suspende, tendrá que ir a los exámenes de septiembre y quién sabe si repetir curso…
Elena asintió con la cabeza y tras darle una serie de consejos más, se levantó, dio la mano al tutor y salió por la puerta.
Al llegar a casa su hijo estaba jugando con la consola. Evidentemente no es que hubiera estudiado mucho, pero tenía que cubrir a su hijo, lo quería mucho y era el niño mimado de mamá. A fin de cuentas su hermana le sacaba 5 años y ya iba a la universidad. Ya no era la niña de mamá, ahora solo le tenía a él.
-Carlos, cariño, ¿qué estás haciendo?
-Nada mamá. Jugando con la consola.
-¿No estás estudiando? Ya sabía ella de sobra que no estaba estudiando…
-No. He sacado buenas notas y…
Ella le interrumpió.
-Acabo de hablar con tu tutor y me ha dicho que has suspendido tres asignaturas. ¿Tú crees que podías engañarme?
-Lo siento mamá. No sé qué me pasa. Estudio mucho y…
Se puso tontorrón y unas lágrimas afloraron en sus ojos. Su madre le acercó la cabeza a su pecho y así le estuvo calmando.
Más tarde Elena decidió darse una ducha. Estaban solos los dos. Su hija se había ido a la universidad, viviendo en el campus y su marido era ingeniero y pasaba largas temporadas fuera del país. Esta vez estaba en Dubai.
Dejó que el agua mojara su pelo. Después de un momento, giró el chorro de la ducha y procedió a masturbarse con él. Hacía por lo menos un mes que no hacia el amor con su marido, era el tiempo que llevaba fuera.
Ahogo sus gemidos para que su hijo no la oyera mientras estaba a punto de llegar al orgasmo.
Después de correrse, siguió un rato más en la ducha tocándose los pechos y los pezones que ya perdían su erección.
Salió del agua, se secó y se vistió.
Preparó algo de cenar y así pasó un día más.
————————–
El trimestre pasó rápido. Los exámenes concluyeron y las notas lo decían todo. Su hijo había vuelto a suspender tres asignaturas.
Al día siguiente, recibió una nueva llamada del tutor.
Era principios de junio y hacía calor, por lo que se puso un vestido ligero y ropa interior sexy, sin saber que iba a conllevar eso.
De camino a la escuela se sintió mal. A fin de cuentas su marido casi nunca estaba y ella tenía que ser la que daba la cara cada vez que su hijo suspendía o hacia alguna trastada. Y últimamente habían sido varias veces ya.
Recordaba la vez que le habían expulsado por enfrentarse a un compañero del curso superior. Dos días de expulsión y una falta grave en su expediente.
Cuando llego a la escuela respiró hondo. Se echó el pelo hacia atrás y se puso a beber de la fuente que había en la puerta tratando de recuperar la compostura.
Al levantarse, algunos chicos se quedaron mirándola. La verdad es que era una mujer muy atractiva. No había llegado aún a los 40 y estaba en esa fase donde atraía tanto a jóvenes como a hombres adultos. Y con ese escote que llevaba no ayudaba demasiado a pasar inadvertida.
Llegó a la puerta del tutor y tocó la puerta dos veces.
-Pase por favor.
Entró y saludó al tutor.
-Siéntese por favor.
Ella obedeció.
-Como sabe su hijo ha vuelto a suspender y tendrá que repetir curso. Llevará un año de retraso y veremos si no acumula alguno más aún.
-¿Pero no podría presentarse en septiembre?
-No lo creo. Su hijo ha terminado mal el curso y por sus notas no creo que sea posible que se presente en septiembre.
Ella empezó a sudar. Gotas de sudor caían por su escote. El tutor se fijó en ello.
Se puso más nerviosa aún y miró alrededor buscando una fuente como la que había en la entrada.
-¿Tiene calor? Espere un momento.
El tutor salió al pasillo y volvió con un vasito de cucurucho lleno. Ella se lo bebió de un trago.
Ya más tranquila le preguntó si no había algo que pudiera hacer para que se presentara a los exámenes de septiembre.
-Bueno, pensándolo bien, dijo mirando su escote, podríamos llegar a un acuerdo.
-¿Cuál? Preguntó Elena ansiosa.
-Lo primero me gustaría ver sus bragas.
-¿Qué dice? ¿Está loco?
-¿Quiere que su hijo pueda presentarse a los exámenes de septiembre? ¿Si? pues déjeme ver sus bragas.
-Es un usted un enfermo, pero no quiero que mi hijo repita. Se levantó y se subió el vestido dejando ver sus bragas rosas.
-Ahora dese la vuelta. Enséñeme su culo.
Ella hizo lo que le pedía y se giró.
-Está usted buenísima, pero no es suficiente.
-¿Qué quiere cerdo pervertido?
-Enséñeme las tetas.
Se bajó los tirantes del vestido y el sujetador enseñándole los pechos. Eran preciosos y el tutor babeaba.
Se levantó de la silla y se acercó a ella.
-Tendremos que ayudar a su hijo para que apruebe ¿no?
Ella no dijo nada. Él se sentó en su regazo y agarró primero su pecho izquierdo.
-Así me gusta Elena, es muy obediente. Tiene unos pechos preciosos.
Jugó con él un rato y finalmente se lo chupó. Después hizo lo mismo con el otro mientras ella giraba la cabeza para no verlo.
Acabó sobándole los dos con fuerza. Los agarró con sus manos sudorosas y los empujó hacia arriba y abajo y finalmente los relamió con ganas.
Ella se fijó en que estaba empalmado. No sabía que haría a continuación, pero solo se levantó y volvió a su silla.
-Bueno, pues tengo que consultarlo con el consejo escolar. Ya sabe, si su hijo podrá presentarse en septiembre.
Elena le miró mientras se volvía a colocar el sujetador y subirse los tirantes del vestido.
-Esté pendiente del teléfono. Quizá la llame en un par de días.
Se levantó para darle la mano pero ella no le hizo caso. Abrió la puerta y salió del despacho.
Casi iba corriendo por el pasillo. Quería salir de allí lo antes posible. Un par de jóvenes se la quedaron mirando.
Llegó a casa y se quitó el vestido. Se desnudó y se fue a la ducha. Se sentía sucia, pero por otro lado el cabrón del tutor la había puesto cachonda.
Agarró la alcachofa y se masturbó como había hecho el otro día. Se restregó bien arriba y abajo de su coño y luego se pasó el chorro por el clítoris. Su hijo no estaba en casa por lo que pudo gemir bien alto cuando se corrió.
Se sentó en el suelo y cerró el grifo. Estaba muy cachonda. Salió de la ducha, se sentó en la taza del váter y volvió a masturbarse.
Estaba terminando de secarse, cuando su hijo volvió.
-¡Mamá! Ya estoy en casa.
Al principio no le contestó.
-¡Mamá! ¿Dónde andas? ¿Estás en casa? ¿En tu cuarto tal vez? ¿Estás con un ligue en la cama? ¿Estás follando?
Al oír eso, ella salió del baño.
-¡Carlos! ¿Qué te he dicho de ese lenguaje?
-Lo siento mamá. Pensé que estarías…
-Se dice hacer el amor y no follar. Además yo no tengo ligues. Sería incapaz de acostarme con otro hombre que no fuera tu padre…
-Está bien, está bien.
-He ido a ver al tutor de nuevo. Hemos estado hablando para ver si puedes presentarte a los exámenes de septiembre.
-¿Y qué te ha dicho?
-De momento nada. Tiene que consultarlo con el consejo escolar. Me llamará en un par de días.
Su hijo se la quedó mirando. Llevaba puesta solo la toalla.
-Ah, de acuerdo. Ahora tengo que ir a mi cuarto. Dijo esto y se fue derecho a el.
Cuando cerró la puerta su madre le dijo:
-¡A ver qué haces ahí! Sabía de sobra que iba a hacerse una paja. Era normal, no tenía novia y estaba en edad de ello. No se dio cuenta de cómo la había mirado y que iba a hacerse la paja pensando en su madre.
Salió de su cuarto después de unos minutos algo azorado.
-¿Has dejado todo bien? ¿Ninguna mancha?
-Si mamá. ¿No creerás que me bebo la leche en la cama? Tengo un posavasos y el bocadillo lo como en la mesa.
No me refería a ese tipo de manchas, pensó ella. Pero que inocente es mi hijo. No se imagina que sé que se la menea en su habitación.
————————–
Pasaron dos días y casi se había olvidado del tutor, cuando sonó el teléfono.
-¿Diga?
-¿Señora López? Soy el tutor de su hijo. He estado hablando con el consejo escolar y la verdad es que… no tienen muy claro que su hijo pueda presentarse en septiembre. Quizá otra visita pueda hacerles cambiar de opinión.
-Está bien. Si no hay otra forma…
-¿A las cuatro le vendría bien? No tengo a nadie a esa hora.
-A las cinco me viene mejor.
-De acuerdo. Traiga algo de ropa… ligera. Ya sabe.
Llegó a las cinco menos cinco. Unos chicos, dos chicos y dos chicas estaban sentados en las escaleras. Se paró frente a ellos.
-Hola chicos, quería preguntaros una cosa. Dijo agachándose frente a ellos. ¿Conocéis al tutor de la clase 3C?
-¿La clase 3C? No. ¿Tú lo sabes? dijo mirando a la chica que tenía a su lado.
-El de la 3C es Nacho. Le contestó la chica.
-¿Y que tal es el tal Nacho?
-Es un poco capullo. Contestaron a la vez los otros dos. Se rieron un rato. Elena se dio cuenta de que los chicos miraban sus muslos ya que al estar agachada y con ese vestido corto, se le veía casi todo.
Le dio las gracias y se levantó. Los chicos se miraron como diciendo que buena está y las chicas les dieron unos golpecitos en el hombro.
Elena entró en el despacho sin llamar. El tutor la esperaba sentado en su silla.
-Vamos a hacer lo que usted quiera. No quiero que mi hijo repita curso.
-Es un usted muy comprensiva señora López. Esta vez algo sencillo. Vaya quitándose la ropa.
Nacho se levantó y echó el pestillo a la puerta. También corrió la cortina.
Cuando se giró, Elena estaba completamente desnuda ante él. Se la quedó mirando fascinado. Tenía un cuerpo de modelo increíble.
Se acercó a ella y la besó en los labios. A ella le dio un poco de asco, pero no pudo hacer nada para evitarlo.
Bajó la mano hasta su culo y comenzó a sobarlo mientras la comía la boca. Elena empezaba a excitarse. Cerró los ojos y pensó en su hijo, todo lo estaba haciendo por él.
Después de magrearla un poco más, le pidió que se sentara en la silla.
Se bajó los pantalones y calzoncillos. Ella pensó que iba a follársela cuando se puso frente a ella, pero agarró su pene y lo colocó entre sus tetas. Iba a hacerse una cubana.
Le indicó que empujase sus tetas con sus manos hacia dentro y luego él también hizo lo mismo, mientras empezó a mover su polla entre sus tetas. Comenzó a gemir.
-Ah, ah, ah, señora López. Como me pone.
Ella no decía nada. Solo empujaba sus tetas con las manos y se dejaba hacer.
-Vamos a ver si podemos arreglar lo de su hijo. Ah, ah, aaaah.
Empezó a acelerar los movimientos. No creía que fuera a durar mucho.
Se fijó en que unas gotas de líquido preseminal asomaban por su glande. Ya casi estaba. No tendría que aguantar mucho más esa tortura.
-Ah, ah, aaaah, me corrooo. Señora López, me corrooo.
Varios chorros saltaron a su barbilla, escote y cayeron por su pecho. Debía hacer bastante tiempo que no se corría por el volumen de su semen.
Siguió bombeando un poco más, hasta que terminó de soltarlo todo. No se dejó dentro ni una gota.
Sacó la polla de entre sus tetas y se quedó de pie, como un tonto frente a ella.
Dio la vuelta a la mesa y abriendo el cajón, sacó un paquete grande de clínex y se puso a limpiarse la polla.
Luego le pasó la caja a ella.
-Tenga, límpiese.
Ella se limpió bien y acabó dejando la caja sobre la mesa.
Mientras se vestía, Nacho el tutor comenzó a hablar:
-Ahora hablaré con el consejo escolar, señora López. Por supuesto que su hijo podrá presentarse a los exámenes de septiembre.
Se levantó y el tutor con la polla aun fuera le dio la mano a Elena. Esta vez ella si se la dio.
Salió de la escuela corriendo y casi se choca con algunos alumnos.
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El verano pasó relativamente rápido. Ella ayudó a su hijo con los estudios. No quería por nada del mundo que volviera a suspender y tuviera que repetir curso.
Durante el mes de agosto y aprovechando algún día que su hijo no estaba, tuvo sexo por videoconferencia con su marido. Cuando llegaba al orgasmo veía la cara del tutor, pero disfrutaba bastante. Estaba ansiosa por volver a probar la polla de su marido.
Llego el 1 de septiembre, fecha de los exámenes. Acompañó a su hijo a la escuela segura de que iba a aprobar todo.
Tras unas horas de exámenes, su hijo salió muy contento. Estaba claro que aprobaría y que la pesadilla había acabado.
Pasaron los días y llegó el 10 de septiembre. Eran las 8:30 cuando sonó el teléfono. Todavía no se había levantado. Su hijo se había quedado a dormir en casa de un amigo.
Medio dormida contestó al teléfono.
-¿Si, quién es?
-Señora López, soy el director de la escuela. La llamo para comunicarle una mala noticia. Su hijo no ha aprobado las tres asignaturas por las que se presentaba.
-¿Qué está diciendo?
-Ha estado a punto de aprobar, pero ha sacado un 4,5 por lo que tendrá que repetir curso.
No podía creer lo que estaba oyendo. Había estudiado mucho y ella había estado con él todo el tiempo. Sin duda habían hecho trampa para que no aprobara.
-¿Y no hay nada que yo pueda hacer…? dijo con un hilo de voz.
-Si pudiera estar aquí… sobre las 10, podríamos hablar sobre ello y veríamos que podríamos hacer, dijo el director muy serio.
Ella aceptó en el acto. Tendría que vejarse otra vez, pero lo aceptaba. No quería que su hijo repitiese y perderle probablemente en algún internado.
A las 8:45 se levantó como un resorte. Se duchó, desayunó y se arregló bien, Se peinó a conciencia, se pintó los labios, se puso su mejor ropa interior y un vestido morado bien ceñido. Sus curvas se acentuaron aún más.
Llegó a paso decidido a la escuela. El director le había dicho que pasara primero por el despacho del tutor.
Tocó la puerta y este la invitó a pasar.
-Espere un instante. Llamó por teléfono al director y este les dijo que podían pasar a su despacho.
Entró primero Elena. El director era un hombre gordo de unos 55 años.
-Señora López, encantado de conocerla. Conocerá que la situación de su hijo es bastante, digamos, difícil, así que espero que lo entienda y podamos llegar a un acuerdo.
-Estoy dispuesta a llegar a un acuerdo.
El director se levantó de la mesa y se acercó a ella. Oyó como el tutor echaba el pestillo a la puerta como había hecho en su despacho.
Hizo lo mismo que el otro, se bajó pantalón y calzoncillo. Una polla morcillona, morena y sin circuncidar asomaba frente a ella.
Se agacho frente a él, la cogió con una mano y empezó a menearla arriba y abajo. Cuando creció un poco más, la descapulló, se la metió en la boca y comenzó a chuparla. A su marido le encantaban las mamadas que le hacía, por lo que el director no tendría queja.
Enseguida se excitó. Elena aceleró el ritmo de la mamada, pero enseguida el director la hizo parar.
Iba a correrse si seguía así.
-Ahora por favor desnúdese. Era educado y todo.
Obedeció y se quitó el vestido y la ropa interior. Él la dejó sobre la mesa.
-Dese la vuelta y apoye la pierna sobre la silla. Nacho, sujeta la silla.
Levantó un poco su pierna izquierda y abrió un poco sus labios. Pensó que la lubricaría un poco o la masturbaría, pero no, la penetró sin más. No estaba muy mojada.
-Aah, gimió ella.
-Tranquila señora López, así, sin resistirse.
Empujó un poco más hasta que entró toda.
-Aaah, me duele un poco.
-Tranquila, tranquila, ya se va adaptando.
Comenzó a bombear y ya estaba húmeda. La sentía toda entrando y saliendo. Su barriga chocaba contra su culo mientras el tutor sujetaba la silla. Los empujones la movían un poco. Estaba disfrutando como una loca. No quería disfrutar pero lo hacía.
Cerró los ojos y se concentró en su marido y en su hijo. Tuvo visiones lujuriosas en las que follaba con su marido y luego con su hijo mientras que el gordo del director se la follaba.
Ya cerca del orgasmo, el tutor la besó en la boca.
-Estoy a punto señora López. Me corro, me voy a correr. Si, si, ya llega, ya llega.
Ella se corrió primero, no pudo aguantar los gemidos y se corrió como una loca. Pero siempre pensando en su marido y su hijo. Luego lo hizo el director.
-Aaaah, Elena, me corrooo. Por una vez la llamó por su nombre. Aaaah. Me encantan las madres que colaboran como usted aaaaah.
Terminó de bombear y se salió de ella.
-Ha sido muy generosa, dijo recuperando la respiración. Hay pocas madres que sean como usted. Sin duda subiré la nota de su hijo y así aprobará.
Ella asintió pero no dijo nada.
-Acompáñela a las duchas Nacho. Que se limpie bien.
El tutor la llevó hasta las duchas que tenían solo para el personal.
Ella se duchó delante de él porque el tutor no se iba y se hizo una paja delante de ella el muy guarro.
Cuando se corrió ella ya había terminado de ducharse. Cogió la toalla que le había dejado en el toallero, se secó y se vistió.
-Gracias por todo Elena, le dijo el guarro del tutor. Espero que volvamos a vernos.
Cuando subió por la escalera se encontró con el director que la saludó y le volvió a repetir lo mismo.
Ella no dijo nada y salió de allí casi corriendo.
Estaba segura de que aquello no volvería a pasar aunque tuviera que sacar a su hijo de aquella escuela.
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