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Sorprendido con la hija del vecino (1)
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Ring Ring, el timbre de la entrada estaba sonando. Miré el reloj y eran las 9 am. Mi mujer, no estaba en casa y no debía llegar hasta dentro de un par de horas. Me levante del sofá y fui a ver quién era, abrí la puerta y me encuentro con la hija de mi vecino, esta chica tenía en ese momento los justos 18 años, Nancy.

—Hola —le dije mientras apreciaba su blusa corta y transparente, sus senos se veían divinos, la minifalda no era nada larga más bien súper alta y dejaría ver el borde de sus nalgas,

Siempre le había visto a Nancy con ojos de lascivia y arrechera pero nunca había tenido la indecencia de meterme con una menor. Ella ya había cumplido sus 18 años hacia un par de meses y ya nos habíamos disfrutado el uno al otro de maneras rápidas y nada cómodas.

Esa mañana se me presentó en la puerta y me dijo de una:

—Cuanto tiempo tenemos antes de que llegue Sofía —mi mujer.

—Un par de horas —le dije.

Entró a mi casa, la casa que comparto con mi esposa, se adentró hacia la sala, y lo único que atiné a hacer fue meter mis manos y atraerla hacia mí, la besé duramente, mientras con mis manos acariciaba su espalda y metía mi otra mano por entre el escote de su blusa, acariciando esos senos jóvenes y duros, con unos pezones que invitaban a ser lamidos uno tras otro.

Le quité la blusa como si fuese una remera y de un solo jalón la dejé sin brassier. Sus senos quedaron a merced mía. Los apreté y besé, les di lengua unos minutos y luego, quitándome mi bata de baño, la arrodillé frente a mí y le ofrecí mi pene, el cual ya estaba como una tabla, sacó su lengüita y lamiendo suavemente la cabeza, se la empezó a engullir como si de una paleta deliciosa fuese.

Mis caderas comenzaron a moverse como si de su panochita se tratara, mi pene entraba y salía de su boca, y mis manos sobre su cabeza la tenían aprisionada, entraba y salía a una velocidad impresionante y sus gemidos se confundían con el ruido de la saliva al moverse al borde de sus labios.

La ahogaba con mi miembro y ella no me soltaba tampoco. No me quería correr, así que al ratito la liberé de esta verga y nos fuimos hacia mi alcoba, donde la senté al borde la cama y quitándole la minifalda, descubrí unos pantis negros y de encaje que debían ser de su madre porque ella no tenía todavía la manera de conseguirlos. Le quito los pantis y noto que esta tan mojada como una gata bajo la lluvia.

Bajo mis labios a su rajita, y mi lengua solo sube y baja por esa hendidura, su olor es divino y su gallito salta como frijol loco sobre un espejo, saboreo sus líquidos y la humedad baña mi bigote, mis dedos juegan con sus mojados labios, y ella gime de placer. 

Desafortunadamente estábamos muy metidos en nuestro sexo que no escuchamos cuando alguien entró a la casa, y fue hacia la alcoba donde nos divertíamos. Se abrió la puerta y escuché, solo escuché

—Qué es esto? ¡Cómo se atreven y en mi propia cama!.

Era Sofía, que susto tan hijueputa el que se metió en mi alma. Mi lengua todavía en automático lamía la ranurita de mi vecinita.

Nancy, no se inmutó, y en vez de asustarse, empezó a mover esas preciosas caderas, me jala hacia ella y agarrando mi polla, se la mete y jalándome por mis nalgas, siento como la penetro, Mi mujer, mi esposa, muda, alcanza a decir…

—Dagoberto, que pasa? No ves que estoy aquí?

Nancy la mira y le dice que se siente en el sofá y disfrute viendo a su marido comerse a la hija de su vecino. 

Sofía queda quieta, Nancy se voltea rápidamente y poniéndose en cuatro me permite darle desde atrás, mientras la agarro fuerte por su cintura y doy rienda suelta a bombearle su deliciosa y apretada cuquita.

Sofía se desliza por la pared que la sostiene mientras mirándonos, pregunta el porqué de mi acción.

Le contesto agarrando a Nancy, porque, es un cuerpo joven, caliente, delicioso. Sofía se voltea para no mirar, y yo saliendo del sexo de Nancy, agarro a Sofía y la jalo, metiéndole su cabeza entre la piernas de Nancy, forzándola a lamer ese bello coño, trató de evitarlo, pero después de un minuto muy ávidamente siguió solita comiéndose a mi vecina, me puse detrás de mi mujer, y levantándole la falda, le bajé sus feas bragas y de una la enculé, solo un alarido escuché, le puse mi mano bajándole su boca a la cuca de Nancy y le di rejo por ese culo tan rico que si tiene mi mujer.

Las cosas terminaron algo tensas, pero luego mejoraron, en otra ocasión les contaré.

Me vine dentro del culo de Sofía, y Nancy se corrió en la lengua de mi mujer. Se levantó se vistió y se fue.

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