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Violación en el campo
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Esa tarde de viernes prometía mucho y Karina y sus dos amigas y compañeras de la uni estaban deseando terminara la última clase para ir a festejar el cumple de su amiga común Vanessa. Se trataba de un festejo en el campo, al estilo de Vanessa, con todas sus amigas y familiares en una chacra alejada de la ciudad. Como otras veces, habían coordinado que una camioneta tipo Van recogería a las tres chicas a la salida de la uni y se reunirían todos en la ‘casa de campo’ que habían rentado los padres de Vanessa.

A Karina al principio la idea no le había gustado, pasar la tarde en el campo rodeada de vacas y ovejas no era su idea de la diversión. Pero luego de pensarlo un poco quizás fuese divertido, iría mucha gente y algunos de los familiares de Vanessa podrían ser señores grandes como últimamente le estaban gustando. A sus 18 años Karina ya había tenido bastantes "encuentros" con representantes del género masculino, desde sus inicios con jóvenes de su edad hasta la actualidad en la que prefería señores grandes como los padres de sus compañeras o amistades de la familia.

Karina era sin lugar a dudas una de las jóvenes más populares entre los varones, su figura llamaba la atención, rubia, alta y con un físico privilegiado, le encantaba la playa en verano y sus piernas, que lucía llevando su pollera corta bastante alta sobre sus muslos, mostraban un bronceado atractivo que resaltaba su larga cabellera rubia. En su rostro aniñado destacaban sus ojos azules, realmente era una muñeca con físico de modelo, por eso muchos chicos suspiraban por ella pero sus intentos de conseguir citas eran infructuosos. La chica era inalcanzable (por lo menos para ellos).

Finalmente había terminado la clase y las tres chicas se dirigieron al estacionamiento para buscar la camioneta que las llevaría al campo. Karina quería mucho a sus amigas, Ana y Jeanette aunque pensaba que las dos no eran tan audaces como ella en el terreno sexual, aun andaban "tonteando" con chicos y se escandalizaban cuando Karina les contaba alguna aventura con alguien mayor. Ana era morocha, de pelo corto y lindas facciones, también tenía un físico agradable, delgada y proporcionada mientras Jeanette, la chica francesa, era castaña de pelo largo de impresionantes ojos verdes y lindo cuerpo aunque Karina pensaba que la chica aún era virgen porque nunca hablaba de chicos.

Vieron la camioneta y se dirigieron a ella, Karina se adelantó para hablar con el hombre que estaba sentado en el interior y le dijo que ellas eran las pasajeras que iban a ir al cumpleaños de Vanesa. El hombre, un tipo grande y fornido de aspecto tosco las miro de arriba abajo, repasando sus ojos por las cortas polleras y los bien formados muslos de las chicas, tomándose su tiempo para contestar. Finalmente abrió la puerta del vehículo diciendo "Bueno, vengan que les abro" y se dirigió al lateral de la camioneta abriéndolo mientras decía "pasen chicas". Ana y Jeanette se sentaron en la segunda fila de asientos y Karina en la primera fila, inmediatamente detrás del asiento del conductor. Karina percibió claramente que la mirada del hombre volvía a demorarse viendo las piernas de las chicas mientras se acomodaban en sus asientos. El hombre volvió a su lugar y mientras arrancaba la camioneta les dijo "va a ser un paseo un poco largo, vamos un poco lejos, pero no se preocupen que a la fiesta vamos a llegar bien" con un tono que a Karina le pareció irónico.

Mientras el vehículo se desplazaba dejando las calles del centro Karina pensó que nunca había visto antes al conductor, siendo que varias veces habían viajado en esa Van a distintos lugares con Vanessa y amigas, recordaba que el anterior conductor era un tipo simpático, muy distinto a este y que le había llamado la atención la manera en la que las había mirado, casi había sentido que el hombre la desnudaba con la mirada.

Al instante se olvidó del tema y se giró para charlar con sus amigas, mientras el vehículo se dirigía por una avenida buscando la carretera de salida de la ciudad.

Mientras conducía, el hombre no podía dejar de pensar en lo buenas que estaban esas tres pendejas, sobretodo la rubia, y cada tanto miraba por el retrovisor viendo el espectáculo que sin querer le estaba proporcionando Karina, que girada en el asiento hablando con sus amigas le brindaba una visión espectacular de sus piernas, su corta pollerita subida hasta muy alto de manera que hasta podía adivinar la curvatura de sus nalgas. Se pasó la lengua por los labios y sentía que se le endurecía la verga pensando como seria acariciar esos muslos sedosos y bronceados.

Al llegar a la carretera apretó el acelerador, estaba deseando llegar cuanto antes a la "fiesta" que indudable te iban a tener con esas tres chicas, le iba a pedir a Don Benito que además del pago por llevarlas le dejara a la rubia para él, que después hicieran lo que quisieran con ellas, pero la rubia tenía que ser primero para él, volvió a mirar por el retrovisor mientras Karina reía con sus amigas y nuevamente la visión de esas desnudas y preciosas piernas hizo que se le endureciera más el bulto que hace rato venía sufriendo.

En realidad, el conductor había usurpado el lugar del verdadero encargado de llevar a las chicas, se había enterado que había un cumpleaños y que debía ir a buscar tres colegialas. De inmediato comenzó a tramar un plan para aprovecharse de la situación. Hablo con Don Benito, quien era el propietario de dos burdeles en el interior y siempre estaba buscando chicas para trabajar. Le dijo que había conseguido "buena mercadería, carne de primera” y el viejo Benito preparo todo el resto. Debía llevar a las chicas hasta el deposito que tenía en el campo el viejo, quien los esperaría con unos cuantos hombres deseosos de cogerse unas lindas jóvenes. Llegados allí habría una "fiesta" y luego Don Benito podría llevarse a las chicas para iniciarlas en la prostitución.

El hombre manejaba la Van imprimiéndole velocidad, quería llegar cuanto antes, sentía que su boca se llenaba de saliva pensando en lo que iba a hacerle a esa rubia. Pronto se separaron de la carretera tomando un camino vecinal y el paisaje cambio, ahora se veía solo campo, animales pastando y la camioneta se bamboleaba al andar por ese terreno irregular. Dos veces tuvo que detenerse el vehículo para abrir dos porteras y finalmente llegaron a un lugar donde lo único que se divisaba era un inmenso galpón y al costado una pequeña cabaña de madera.

Las chicas miraban incrédulas pensando que extraño lugar era ese para un cumpleaños, Karina vio que habían vehículos, algunos autos pero la mayoría camionetas, estacionados a los costados del galpón. De repente se dio cuenta que del interior del galpón surgían una cantidad de hombres, unos diez o quince con aspecto de trabajadores de campo, había un hombre más viejo pero Karina no pudo reconocer al padre de Vanessa ni a Vanessa ni a nadie y empezó a sospechar que algo muy malo estaba por pasar.

La puerta lateral de la Van se abrió y el conductor dijo “Bajen chicas que la fiesta va a empezar" y sin decir más nada se abalanzo sobre Karina, la tomo de un brazo y la hizo descender de la camioneta. La chica aterrorizada no atino a nada, otros hombres sacaran a empujones a sus dos amigas, que también aterrorizadas no pronunciaban palabra alguna, solo temblaban.

El hombre que sujetaba del brazo a Karina se volvió hacia el viejo que se acercó a ellos y le dijo "Como le dije Don Benito, le traigo carne de primera, pero esta rubia la quiero para mi primero" El viejo miro apreciativamente a la aterrorizada Karina, dijo "Que buena que esta" y le puso su mano por debajo de la falda acariciándole una nalga, la chica quiso reaccionar pero el conductor le apretó mas fuerte el brazo y empezó a llevarla al interior del galpón. A los empujones las chicas fueron obligadas a entrar al galpón. Lo primero que vio Karina era que prácticamente no había nada allí dentro, solo unas cuantas colchonetas tiradas por aquí y allá y un viejo y desvencijado sofá de tres cuerpos sobre un costado. Karina adivino lo que iba a pasar, el terror se apodero de ella y se hizo más patente cuando el hombre que las había llevado allí le empezó a tocar los pechos sobre su blusa, su cara transformada en una expresión de lujuria mientras apretaba con fuerza y pretendía desabotonar la blusa de Karina.

La chica se vio perdida, pero su experiencia con hombres le hizo saber que quizás podría sobrellevar lo que iba a pasarle con menos sufrimiento. Dijo "podemos hacer esto pero…" y deslizo una mano sobre el endurecido bulto del enardecido conductor, que le dijo, mientras la tomaba fuertemente de los hombros haciéndola caer en cuclillas frente a él "si claro que podemos" y se abrió la bragueta dando libertad a su rígido pene. Karina vio una posibilidad, no era que le gustara mucho el sexo oral, más bien cuando lo había hecho lo hizo más bien como una retribución por algo, como cuando el sereno del cole la encontró fumando y para que no le contara al Director accedió a chupársela. Pero siempre había pensado que había algo de humillante aunque en esa situación no tenía mucho que perder.

Agarro con una mano el miembro del hombre, abrió la boca mientras cerraba los ojos y en ese momento el conductor con violencia la tomo por el cabello acercándola a el mientras con su otra mano le incrusto la verga íntegramente en la boca llevándosela prácticamente hasta la garganta. Karina sintió que no podía casi respirar, la violencia de la penetración la encontró sin defensa y aunque con sus manos quería rechazar al hombre, este era muy fuerte y seguía empujándola salvajemente mientras la violaba por la boca. El viejo Don Benito, maravillado y excitado por lo que estaba viendo se inclinó por detrás de Karina, la tomo por la cintura y la obligo a ponerse en cuatro, de inmediato tiro de los costados de su pollera colegial rompiéndola y lo mismo hizo con la tanga negra de Karina, la tomo por los costados y la rompió, tirándola a un lado. De inmediato metió un dedo, luego dos y enseguida tres en la concha de la chica, y casi sin demora saco sus dedos, se bajó la cremallera y llevo su verga endurecida hasta la concha de Karina y la penetro con una sola salvaje estocada.

Todos los demás miraban con ojos abiertos, excitados los hombres y aterradas las otras chicas, como el espectacular cuerpo de esa chica rubia era violado oral y vaginalmente. Karina se sentía desfallecer, nunca le había pasado algo así, dos hombres violándola a la vez, ni siquiera podía gritar o quejarse porque su boca estaba íntegramente ocupada por el miembro del conductor. El viejo que la había penetrado dolorosamente ahora empezó a cogerla con embestidas brutales, Don Benito sentía que su verga era deliciosamente comprimida por la estrechez de esa concha y empujaba con ardor dándose cuenta que iba a acabar en cuestión de momentos. Al cabo de unas pocas embestidas más empezó a derramarse dentro de la chica, expulsando su semen mientras emitía un gutural sonido, estuvo todavía un rato dentro de Karina hasta que su pene perdió toda rigidez y se apartó de la chica.

Karina sintió algo de alivio al separarse su violador trasero pero todavía seguía luchando con su violador oral, apenas podía tomar aire, le parecía que a veces desfallecía y rogo que el violador acabase pronto. De repente y sin previo aviso el hombre que la penetraba por la boca empezó a expulsar su semen y Karina no tuvo tiempo de evitar tragar parte de ese líquido y parte cayó sobre sus mejillas y cuello.

Cuando el violador se separó de Karina, la chica se dejó caer, dolorida y exhausta, esperando que todo hubiera terminado, pero sabiendo que recién era el comienzo…

Continuará.

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