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Como mi esposa se mete a puta y el morbo que me produce
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Hacía tres años los negocios me iban francamente bien, y como no, a mi mujercita no le podía faltar de nada. Hay que reconocerlo, eso de no dar un palo al agua en toda tu vida, comer sano y como único esfuerzo el que se hace sudando en el gimnasio, hace que el cuerpo se mantenga joven y espectacular; y eso es lo que le pasa a mi mujercita, a sus treintaicinco años está más buenorra que muchas de veinte, tiene un culo que dobla cuellos a su paso; bueno solo un pequeño estrago de la edad había pasado por ella, la ley de la gravedad que no perdona, y por eso, desde hacía un tiempo Rosana había estado sugiriendo la posibilidad de operarse las tetas, siempre las había tenido grandecitas y eso había podido favorecer que se les pusiesen colgonas, y a mí la idea de que se pusiese unas tetas aún más grande y duras también me atraía.

Como regalo de su treinta y tres cumpleaños se lo regalé, o digo más bien que hice un regalo para los dos, una operación de aumento de pechos en la mejor clínica. Verdaderamente quedó espectacular, cuando llegó la primavera no había tío que al mirarla de frente pudiese evitar fijar la mirada en su escote; yo a su lado iba la mar de orgulloso, nunca he sido un tipo celoso y además me gusta presumir de mujer, ver esa mirada lasciva de otro tío fijándose en mi mujer y notándosele el deseo de follársela bien duro me pone a tope. Otra cosa que hizo, y esto fue porque yo se lo pedí insistentemente, fue depilarse con láser todo el vello del cuerpo. Me gustan mucho los chochitos depilados, cada vez que íbamos a una playa nudista y veíamos a alguna chica con el chochete depilado yo le pedía a mi mujer que se lo depilase, ella siempre me decía que era muy incómodo el picor de cuando comienza a crecer el vello púbico, cuando le propuse la solución definitiva del láser aceptó.

Tengo que contaros como ya os dije antes, que me gusta exhibir a mi mujer, me pone ver como otros tíos la desean, cuando encargué las sesiones de depilación para Rosana pedí a la encargada del salón de belleza, una buena amiga mía, que convenciese a mi mujer de que la depilación se la realizase el único hombre que había allí trabajando, este tipo solo se dedicaba a realizar la depilación de los hombres. Convenció a mi esposa diciéndole que era el mejor en ese trabajo, y mi amiga me contó que su empleado se puso entusiasmado cuando se enteró de que depilaría al completo a mi esposa, imagino lo que se le pasaría por la mente cuando la tuviese abierta de piernas mostrándole el coño al completo.

Hace un año, debido a distintas circunstancias adversas los negocios comenzaron a irme mal, en un principio no le dije nada a mi esposa, pero cuando la situación se fue haciendo crítica le expliqué que, si quería seguir llevando su tren de vida tendría que buscarse un trabajo, y ahí estaba el problema, Rosana no había trabajado en toda su vida y no sabía hacer de nada, hasta las labores domésticas venía a realizarlas una señora. Bueno, hay una cosa en lo que es realmente buena, el sexo, follar con mi mujer es todo una gozada y hace unas mamadas que te quitan la respiración.

Cuando le expliqué la situación me dijo –Pues como no me meta a puta no sé lo que voy a hacer, tú ya sabes que no se trabajar de nada- Pensé que no lo había dicho en serio, pero seguidamente, al ver mi cara dijo que si nuestra situación era tan precaria no teníamos que ser mojigatos, y al fin y al cabo –con mi cuerpo, con las tetas que me regalaste y mi chochito depilado estoy segura que de puta haría un buen dinero-

No salía de mi perplejidad, y una cosa es no ser celoso, pero que tu mujer se meta a puta y se la folle cualquiera que pague es otra cosa.

Finalmente, dada la situación en que nos encontrábamos, ya que la empresa la tuvimos que cerrar, accedí. Alquilamos un apartamento junto a una zona empresarial y contratamos una línea de móvil nueva, una que solo la usaríamos para este nuevo negocio, fotografié a mi esposa en multitud de posturas sugerentes para insertarlas, sin que se reconociese su identidad, en varias páginas de contactos. Pusimos de tarifa ochenta euros por un servicio completo de media hora y ciento veinte euros si el cliente quería permanecer una hora. El primer día ya tuvo cinco clientes, cuatro de los de media hora, y uno, que estuvo un poco más y que por cierto fue bastante generoso.

Yo me quedaba en el apartamento hasta que llamaba algún cliente al móvil, cuando Bianca, que era el nombre de guerra que se había puesto en los anuncios, le daba la dirección y quedaba a la espera de que subiese el cliente yo me bajaba al portal simulando que era un vecino del bloque y esperaba por si hubiese algún problema. También colocamos un micrófono oculto que transmitía a un terminal que yo me llevaba por si hubiese problemas con algún cliente, habíamos acordado una palabra clave que Rosana diría si precisaba ayuda y que, si observaba un cliente que me inspirase poca confianza la avisaría por teléfono y no le abriría. Los hombres que subieron los primeros días no me escamaron nada, todos eran típicos ejecutivos bien vestidos, y en lo que me fijaba particularmente era en el tamaño de sus manos y pies, como soy muy morboso y conocía la teoría de que el tamaño de los penes están en proporción de los tamaños de manos y pies, yo morboseaba con el tamaño de lo que le iban a meter a mi mujer, siempre me colocaba el auricular nada más que los veía subir por el ascensor.

Desde que entrábamos en el apartamento por la mañana Rosana se vestía con su uniforme de trabajo, un uniforme que, en cuanto se dispusiese a prestarle el servicio al cliente se desprendería de él: una pequeña batita traslúcida a través de la que se veía un pequeño sujetador que apenas cubría la mitad de sus tetas y un diminuto tanga, ah, y unos zapatos de tacón de aguja.

-Hola cariño, yo soy Bianca ¿y tú?, que es lo que te gustaría que hiciésemos- Así es como siempre se presenta mi mujer a los clientes. Me da un morbo grandísimo escuchar a Rosana mientras se entrega a sus clientes, es muy buena haciéndolo. Cuando se van vuelvo a entrar en el apartamento y le pregunto qué tal le ha ido, ella sabe que yo la estoy escuchando mientras trabaja y cuando le pregunto si al oírla gemir y jadear estaba teniendo un orgasmo de verdad, ella me cuenta si fue fingido o real, a mí me podría engañar porque al oírla no se diferenciarlo. Recuerdo a su primer cliente, me contó que el orgasmo fue fingido y que no estaba muy bien dotado, pero al tipo sí que se le oyó disfrutar de lo lindo, también recuerdo que, mientras me contaba lo de este cliente, sonó el teléfono y nada más colgar Rosana tuve que salir corriendo, mientras mi mujer le indicaba a que piso tenía que llamar el tipo le dijo que ya estaba dentro del portal; me lo crucé entrando él en el ascensor.

Recuerdo que era un tipo alto y muy elegante, como no, me fijé en el tamaño de sus manos y pies, eran bastante grandes. Oí la misma presentación de mi mujer y a él contestarle –ya veremos, me voy a ir desnudando-, al poco fueron dos veces las que oí a mi esposa gritar y jadear, después la escuché decir –por ahí no- y decir él –te voy a pagar veinte euros más, pero me voy a correr en tu culo-. Yo estaba temiendo tener que subir y abrir la puerta si mi mujer decía la palabra clave que habíamos acordado si necesitaba ayuda, pero no, no dijo la palabra clave, si la escuche decir –despacio por favor, ay, más despacio que me duele, aaah, aaah-, después le escuché jadear a él y pedirle que se pusiese de frente, al poco de finalizar oí decirle a mi mujer –¿llevas poco tiempo en esto verdad?, ¿nunca te habían follado por el culo?- y a mi mujer responderle –Es verdad que llevo poco, tu eres mi segundo cliente, y nunca antes me habían follado por el culo- antes de irse le dijo –por ser el primero a quien le entregas ese precioso culito quédate con esta propina, ya te llamaré para otra vez-.

No aguanté la espera, pensé que el tipo bajaría por el ascensor y yo comencé a subir por las escaleras, me lo crucé, no puedo describir lo que sentí al ver de frente al tío que se había follado por primera vez el culo de mi mujer, cosa que no me había dejado hacerle jamás. Nada más entrar en el apartamento, Rosana viendo mi cara y siendo consciente de que yo lo había escuchado todo me dijo –no te pongas celoso, que esto es solo un trabajo, en poco más de media hora he ganado ciento cincuenta euros-, -¿y esos orgasmos eran fingidos?- le pregunté yo, -no te voy a mentir, este tío tenía una buena polla y la verdad es que sabía follar muy bien, si, he tenido dos orgasmos seguidos, son cosas que pueden ocurrir en este trabajo, y si te molesta tanto que haya sido otro tío el primero que me haya penetrado por el culo te tendrás que aguantar, si quieres fóllame tu por ahí, que ya sé que es algo que me has querido hacer y yo nunca te he dejado -. ¿Y por qué rechazar el ofrecimiento? pensé, puse a mi mujer en pompa y le penetré por su ya dilatado ano. Como no le había dado tiempo a lavarse lo tenía todo pringado, seguro que aquel tipo no había llevado preservativo, se notaba semen en la entrada del ano y entre las nalga, tuve que preguntarle -¿has dejado que te folle sin preservativo?, porque tienes el culo lleno de semen- Rosana me respondió –me di cuenta de que se lo había quitado cuando me la sacó del culo y me di la vuelta, pensé que se lo quitó al sacármela del culo, parte de la corrida me la ha echado en la boca y en la cara, pero no lo pienses más y fóllame-. Yo me encontraba completamente excitado, fui el segundo tío que se folló a mi esposa por el culo. A la media hora de yo acabar ya estaba recibiendo la tercera llamada del día, mi mujer de puta es una mina.

El tipo este que le desvirgó el culo se ha convertido en un cliente asiduo, quizás el mejor de todos. Yo sigo padeciendo los celos lógicos que produce el que tu mujer se prostituya. Además de oírla cuando trabaja, como sabe que yo soy un morboso, ella se recrea contándome con pelos y señales como se lo hacen los otros y cuando ha tenido a un cliente bien dotado me describe su miembro, como se los come y como disfruta siendo penetrada cuando alguno de ellos es buen follador, pero también, aparte de los celos, como buen cornudo que consiente que otros se follen a su mujer, disfruto del morbo y sé que ella disfruta aún más, y vaya si disfruta, tanto haciéndolo con otros como contándomelo a mí.

Ha sido la mejor inversión de mi vida, las grandes tetas y el coñito depilado de mi mujer nos sacó de la ruina.

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