Era muy difícil para mí pensar en que alguien me diera por el culo. Nunca se me hubiese ocurrido, con todo y que lo escuchaba en video en las redes, de boca de algunas amigas vacilando pero nunca imaginé que lo permitiría.
Pasé la adolescencia, los noviazgos y luego ya maduré y me casé.
¿Y cómo fui convencido de dejarme hacer?
Estaba tranquilo en cama, mientras Susana, mi mujer me pegaba una mamada de esas que solo ella saber dar, cuando sentí como me metía sin avisar un dedo en el orto. Me sorprendió y me molestó tanto que no pidiera permiso como el hecho de ser penetrado, pero me quede quieto y la dejé, la sensación de sorpresa, paso a una sensación placentera que incrementaba el placer de la mamada que me estaban haciendo. Paso de un dedo a dos dedos ya tres esa misma tarde. La cosa estaba sintiéndose delicioso. En otras ocasiones pasamos a mangos de cepillo y pequeños consoladores que ella, Susana traía a la cama. Así disfrutamos los dos por mucho tiempo.
Un día Susana se le ocurrió comprar sin decirme nada un arnés con un falo de silicona largo y grueso,
Esa afortunada noche, Susana llego de su trabajo, cenamos algo, se ducho y luego nos metimos en la cama, su cuerpo se veía estupendo debajo del claro satín de su sexy pijama, yo como siempre estaba solo en mis boxers.
Mientras se terminaba de preparar para acostarse me miraba de lado y me tiraba uno que otro guiño y besos, la veía algo picarona, me avisaba que la íbamos a pasar rico en un momento.
Se acercó a la cama se sentó en su lado y abriendo su mesa de noche saco una bolsa negra de terciopelo, la fue abriendo despacio, yo no sabía que había en la bolsa, la abrió finalmente y saco de ella un arnés completo con correas y un a verga que válgame dios. Jamás habíamos usado algo así, igualmente yo ya tenía erección de puta madre. Lo puso a un lado y quitándome los boxers con una mano, con la otra agarro mi duro miembro y se lo metió en su preciosa boca. Mientras yo le sobaba la cabeza y tocaba sus senos que colgaban de su pecho, los pezones rígidos y achocolatados me invitaban a que los disfrutara.
Susana, se metió mis huevos en la boca, los mordió suavemente, los apretó, paso sus dedos por mi culo, salte un poco se sentí rico el roce s de los dedos por el área perianal, se metió sus dedo en la boca y luego lo introdujo suavemente en mi trasero. Al rato me puse encima de ella y baje por su abdomen hasta llegar a su depilado coño, pase mi lengua por su clítoris, solo olía al jabón de jazmín de nuestra ducha, enterré mi cara entre sus piernas y me comí ese divino coño como si fuera la última vez.
Se corrió deliciosamente, yo todavía estaba empalmado, duro y arrecho. Me dijo me pusiera en cuatro, que iba a jugar con mi culo, se agacho y empezó a morderme las nalgas, me lamio y luego metió su lengüilla en mi ano, la hacía brincar suavemente excitando los nervios de entre mis nalgas. Cogió algo de lubricante y aceito mi ano con un dedo y luego dos, con la otra mano jaloneaba mi verga.
No sé en qué momento se había puesto el arnés, solo me di cuenta que lo tenía puesto cuando la sensación de sus dedos desapareció para ser remplazada por algo un poco más duro y con una fuerza detrás de él. Despacio metió, la cabeza del consolador y suavemente me fue empalando, hasta tenerlo todo a dentro, era algo extraño y duro, un poco más grande de lo que estaba acostumbrado, Susana, estaba cumpliendo su fantasía de cogerme un hombre, empezó a sacarlo y meterlo suavemente, para luego acelerar mientras me pajeaba con una mano mi entumecida verga.
Ya con las dos manos en mis caderas empezó a darse gusto y a darme duro y rápido,
Mi culo estaba en fuego, las sensaciones eran increíbles, estaba que me corría, siendo culeado, por mi Susana, le dije que me iba a venir y más duro me dio, me jalo la verga rápidamente con una mano hasta que me vine estruendosamente. Cogió mi semen en su mano y lo metió en su boca para luego darme un beso don compartimos el fruto de su acelerada arrechera, al haberme culeado.