Llegó a su puesto de trabajo y se sentó respirando rápido, sus compañeros empezaron a llegar, le preguntaban porque no había ido a la actividad de relajación del día, Lucia solo pensaba en que si supieran en qué otra actividad estaba, y les decía que había llegado recién.
Extrañe verte como ayer, le dijo uno de sus compañeros provocando la risa de todos.
Claramente era un comentario de doble sentido por cómo iba vestida ayer, algunos fueron y la saludaron de beso en la mejilla, todo con normalidad hasta que llegó el turno de uno de sus compañeros más extrovertidos y de los que se llevaba mejor con ella. Llego y tomándole el brazo le dio un beso en la mejilla cerca a la boca. Se quedó quieto un rato y le dijo:
-Oye, ¿a qué hueles?
-A nada, ¿por qué? -respondió Lucia que se estaba volviendo a poner nerviosa
-Ya se! Pero, ¿por qué hueles así?
-¿A qué? -repitió Lucia
Él se le acercó al oído y le dijo:
-A lo que huelen las perras cuando están a punto de ser folladas
Lucia se puso de pie y lo empujo yendo rápido al baño, allí entró y se tomó un momento para calmarse, no creía que eso de la "loción de perra" le iba a traer problemas, y ahora su compañero ya sabía su estado de excitación, porque lo estaba, necesitaba correrse pronto. Su mano bajó a su vagina y empezó a masturbarse, pero pronto recordó que el supervisor se lo había impedido, sin saber porqué decidió hacerle caso y quito su mano, estaba decidida a ser su perra.
El día transcurrió con su compañero mirándola todo el tiempo, esto la excitaba aún más pero lo evito todo el tiempo para evitar más enredos, en el metro no hubo mucho que contar y al llegar a casa Lucia tenía mucho mal genio, que en realidad era una frustración sexual que esperaba mañana acabar.
Puso su alarma una hora antes y se vio complicada para explicárselo a su mamá que sabía que el punto débil de su hija era llegar tarde. Lucia logró salir con un simple "pequeño cambio de turno". Usaba un pantalón suelto y una blusa con un pequeño escote, no tenía ropa que mostrará mucho pues siempre se había acostumbrado a ser muy recatada. La noche la había calmado un poco y sin la excitación del día anterior la idea le parecía una locura, se subió al metro que estaba nuevamente muy lleno. Iba pensando en dejar así, en hacer tiempo una hora, en no volver a esa oficina sola, en hacerse respetar, cuando estaba por decidirlo sintió una voz en su espalda.
Nuevamente es mi día de suerte.
Lucia se dio la vuelta y vio al hombre que hace 2 días la había manoseado en el metro, el hombre la abrazó de la cintura y la presionó hacia su cuerpo mientras le besaba el cuello, Lucia estaba preocupada de que alguien la viera pero al estar todos tan espichados se relajó por esa parte. Hizo fuerza para quitarse pero este hombre sabía lo que hacía y pronto los besos la empezaron a descolocar, una de las manos del hombre paso a los senos de Lucia.
-Me encantan tus tetas perra -le dijo, mientras se las manoseaba a su antojo, la otra mano cogió una de Lucia y la llevó a su pene que ya estaba erecto- Sácalo y mastúrbame.
-No voy a hacer eso
En ese momento el hombre perdió el control y le bajó la blusa dejándole un seno al aire, luego llevó su mano a su cuello apretando con fortaleza.
-No te estoy preguntando -le dijo mientras azotaba una vez su seno antes de volverlo a guardar.
Lucia estaba en shock, pero no se podía permitir que todo el mundo se diera cuenta así que por primera vez en la vida iba a masturbar a alguien. Cogió el pene y sacándolo del pantalón lo tomo entre su pequeña mano que empezó a mover de arriba a abajo, el pene era grande y venoso y Lucia estaba disfrutando la situación, pues el agresor seguía besándole el cuello y manoseándole el cuerpo que nuevamente ya estaba dominado por la excitación. Lucia siguió un rato más hasta que él empezó a soltar una gran cantidad de semen que cayó en su mano.
-Limpia esa mano
Ella se iba a limpiar en su ropa pero no quería generar nuevos inconvenientes así que puso su mano arriba sin saber qué hacer, el hombre se la cogió y se la llevó a su cara generándole una nueva humillación. Recién empezaba el día y ella ya tenía semen de un extraño por su cara. Salió del metro excitada, con los senos azotados y oliendo el semen mientras caminaba, se limpió como pudo y fue decidida a esa oficina.
Lucia al fin había llegado a la oficina del supervisor, el episodio en el metro la tenía a mil, haber masturbado ese pene y recibir esos manoseos había acabado con su voluntad, solo quería follar, solo quería por fin correrse.
Abrió la puerta de la oficina y vio que el supervisor estaba relajado sentado en su puesto.
-Hola… -le dijo ella.
-Hola perra, desvístete y pon las manos en tu espalda -le dijo el supervisor indiferente.
Lucia no lo dudo un segundo, su voluntad se quedó en ese metro y empezó a desnudarse hasta quedar totalmente al aire, mostrando unas tetas deliciosas y un culo pequeño pero respingón. Su ansiedad crecía y crecía cada segundo. El supervisor jugaba con ella y su ansiedad pero tampoco aguantaba mucho más ese papel de indiferencia, llevaba 2 días pensando en este momento.
-De rodillas -le dijo mientras se acercaba sacándose la verga.
Cuando llegó a ella le empezó a pegar con la verga en la cara, y luego se la metió en la boca agarrándola del cabello, primero empezó con un ritmo suave que a Lucia le costaba por su inexperiencia, pero conforme avanzaba el ritmo haciendo que ella solo pudiera respirar, le estaba metiendo la verga sin ninguna contemplación y sus pechos ya estaban llenos de babas que salían de su cara, él sintió que se corría así que decidió cambiar el momento. La cogió de su cabello, le levantó la cara y la escupió dos veces antes de ponerla de pie, empujándole la espalda contra el escritorio y abriéndole las piernas.
-Sostenlas abiertas -le dijo el supervisor mientras le ponía el pene en la entrada de la vagina, Lucia, nunca había estado tan excitada, al fin iba a recibir lo que quería desde que él le había manoseado sus tetas hace dos días, desde que pasó de ser una mujer que no pensaba en sexo a dejarse hacer al antojo en una oficina donde la trataban como una perra.
-¿Eres mi perra?
-Si amo, si
-¿Harás todo lo que te diga?
-Si… por favor
-Tu placer es mío, cuando te vayas a correr me pides permiso, ¿entendido? -Le dijo mientras le daba un fuertísimo azote en la vagina que por poco le hacen cerrar las piernas.
-Auuu, si amo, entiendo.
El supervisor se agachó y le dio un beso a Lucia que la sorprendió totalmente pero que fue perfecto para ella quien trato de responderle lo mejor posible, hasta que sintió que la verga entraba sin problema en su angosta pero encharcada vagina. La arremetida fue violenta, sin mayor respiro Lucia sentía como la verga entraba una y otra vez… pronto no aguanto más y antes de decir una palabra soltó un enorme chorro que hizo que la penetración se detuviera. El supervisor empezó a reclamarle mientras le azotaba la vagina con cada vez más fortaleza. A Lucia le costaba mantener las piernas abiertas con ese trato.
-Mi placer es tuyo
-Perdón, perdón, lo siento -decía Lucia que acababa de tener el mejor orgasmo de su vida.
Los azotes seguían cayendo pero ahora en los senos porque él había vuelto a meter su verga en ella. Unos minutos después y tras escupirla nuevamente el rostro el supervisor la cogió de los pezones y la puso de pie dándole un paseo por la oficina.
-Vas a venir en el almuerzo a chupármelo y a la salida a ver si te vuelvo a atender.
-Si amo…
-De rodillas
Se masturbo botando todo el semen en la casa de Lucia que había quedado totalmente exhausta y satisfecha.
-Vete ya, que no se te paga por follar.