Raúl siempre le pareció un hombre distante, desconectado de sus emociones, ideal para trabajar tareas puntuales. Nunca tuvo la certeza de que opinión tenía de ella, pero eso tampoco nunca le importó, muy pocas veces su empresa hacia negocios con ellos. Ella era una mujer extrovertida y muy sensible, le gustaba trabajar a veces más de lo común, vivía sola, no tenía hijos y finalmente su mayor preocupación era su desarrollo profesional.
El, soltero dedicado a los negocios, mano derecha del gerente, siempre ocupado de apagar los incendios y adelantarse a las catástrofes. Después de 6 años de conocerse, deben volver a trabajar juntos. Como siempre un par de palabras, un par de correos y listo, tema resuelto. Fue entonces cuando al otro día se cayó el trato, porque el jefe de Raúl, no aceptó las condiciones negociadas. Fueron unos mensajes fuera de horario, que no tenían nada de especial, nada encubierto, nada.
Solo fue el comunicarse más de lo habitual.
Al día siguiente debían reunirse en el despacho de Raúl, junto a personas de relaciones públicas. Ella llegó apurada, fue la primera, Raúl sentado en la mesa le indicó con la mirada unas galletas invitándola a sacar una. Ella tomó una y se sentó a su lado. Lo miró y saludó con un beso en la mejilla. Se miraron fijamente y el pasó el dorso de sus dedos índice y medio por sobre el muslo de ella, como por error…
Ella se estremeció y sintió que sus pezones se endurecían fuertemente, provocando incluso un mínimo de dolor que la hizo anteponer sus hombros y acompañar ese movimiento con un: aah!… Raúl le pregunta qué pasó. Ella que tenía una sonrisa dibujada en su rostro, se pone seria, lo mira fijamente y le dice: con el roce se pusieron duros mis pezones y me dolió…
Ella comienza a respirar de manera agitada, mientras él, soprendido por aquella respuesta con sus ojos muy abiertos, toma firmemente su muslo y desliza su mano hasta donde podía subir, donde ambos muslos se juntaban. Sin decir más palabras se acercaron y besaron apasionadamente, eran besos fuertes, un poco torpes, en que sus labios y lenguas peleaban por abarcar más boca, más mejillas, más piel, ella se acercó a su oreja y se la chupó, el intentaba devorar su cuello. En eso estaban cuando sienten pasos. Se alejan y ordenan un poco…
Entra el resto de los invitados a la reunión. Esta comienza, ninguno de los dos logra concentrarse, ella lo mira con deseo, sus mejillas ruborizadas le delataban, estaba muy excitada. Él no puede dejar de imaginar tirársela. Ella le envía un mensaje: me dejaste húmeda. Él le responde: vamos ahora a un motel. Ella se para y sale de la reunión: te espero abajo.
Se juntan en el hall, salen y suben al auto de Raúl, ella se abre de piernas y el la acaricia lentamente. Hasta llegar a sus labios. Ella respira de manera muy agitada, está muy caliente, siente ese dolor en sus pezones, que le indican lo contraídos que están, se toca el pezón derecho y cierra sus ojos, mientras Raúl, corre su calzón tratando de encontrar su clítoris…
Entre tanta humedad lo siente y lo toca suavemente, ella no puede abrir sus ojos. Le maravilla lo que siente. Pequeños golpecitos que la hacen estremecer. Y comienza a respirar más fuerte, de vez en cuando se le arranca un gemido y gira su cabeza hacia la ventana. A pesar de todo, le complica sentirse tan entregada. Llegan al motel, entran a la habitación. Raúl la toma entre sus brazos y la besa apasionadamente…
Baja inmediatamente a su cuello y ella permanece con sus ojos cerrados con el cuello extendido en su totalidad, con sus brazos colgando a los costados, dejándose besar. El la empuja a recostarse en la cama, baja su falda y sus pantys y la deja desnuda hacia abajo, dobla sus rodillas y abre sus piernas. Observa su vagina y se lanza a chuparla. Se traga sus fluidos abundantes secretados hasta ese momento, entonces busca suavemente su clítoris con la legua. Lo lame suavemente, de abajo hacia arriba, con poca presión, con mayor presión, de manera irregular, según el cuerpo de ella se lo indicara, con sus movimientos y gemidos.
El entonces comienza a meter sus dedos medio índice y anular por su vagina, lentamente y con cuidado. Se retira y la observa, logra ver las contracciones que realiza su vagina intentando apretar sus dedos… Ella: Más adentro. No. Te quiero sentir sobre mi, ven, mejor sube. Él entonces saca su camisa y sube por sobre ella, reptando… llega a su boca y la besa, mete su lengua en la boca mientras ella intenta desabrochar su pantalón. Le cuesta mucho mover sus manos y se desespera. Ayúdame! Sácate el pantalón, desnúdate para mí, necesito sentir tu pene…
Él se sonríe y se recuesta sobre su lado izquierdo, sacándose los pantalones y el bóxer, ella mientras se saca el chaleco y el sostén rápidamente. Así desnudos Raúl vuelve a besarla. La mira, mira sus ojos. Esa mirada que sostuvieron fue un traspaso de sensaciones y emociones comunicadas de la manera más transparente. El sonríe y baja a besar sus pechos. La piel de ella erizada entera clamaba por su cuerpo…
El pasa su gruesa lengua por sus pezones duros y grandes, los chupa, mientras ella lo abraza con sus piernas, empujando sus caderas hacia adelante. Quiere sentir su miembro sobre sus labios, quiere sentir ese contacto íntimo de sus cuerpos desnudos… Mételo, por favor!. Él se dispone a alcanzar el condón que estaba en el velador. Pero ella le ordena entrar así, sin nada. Él toma su verga gruesa, la enfrenta en la vagina de ella y la recorre buscando empaparla de su humedad…
Luego se la mete. Empuja una vez, ella gime con placer, lo abraza con sus piernas nuevamente, y lo empuja hacia sí. El decifra el ritmo que desea y le obedece… Uuuuy siiii, me encanta!! Se siente tan rica!! Mételo sin miedo por favor!! Aaaah!! (Le duele) más por favor, no pares!!… Siiii… Me encanta me encanta me encanta, dale!!… Ella estaba completamente perdida en el placer. A punto de tener su orgasmo. Muy rápido, todo era demasiado perfecto como para retrasarlo. Sigue así por favor no pares!! Así así así!!! Entonces ella grita. Un grito real…
Seguido de un largo gemido que termina en risa… Te asustaste? Le pregunta ella… Para nada, responde él… Cómo me quieres, le pregunta ella… Te quiero gimiendo más de esa forma… Entonces sigamos en cuatro… Ella se voltea y encorva su zona lumbar exponiendo su vagina para ser penetrada por Raúl. El entonces ya poniéndose el condón la embiste, se lo mete fuerte hasta golpear sus testículos contra ella. Ella muy mojada lo disfruta, y comienza a gemir de nuevo…
El la toma fuerte por las caderas, y le da un golpecito en su glúteo derecho, ella lo disfruta le encanta sentir el rebote de sus pelotas. Le encanta oír como entra y sale de su vagina el pene. Ese flap jugoso que le indica que está siendo penetrada como le gusta. El cada vez se la acerca más bruscamente, se agacha un poco y la toma del pelo. Le obliga a levantar su cabeza y esa imagen la disfruta. En el espejo del frente observa como las tetas de ellas se mueven fuerte con cada embestida y eso le calienta más…
El intenta prolongar ese momento pero le es imposible contener su orgasmo. La toma de las caderas con más fuerza y velocidad. La empuja fuerte y ella nota que el terminará pronto. Quiere sumarse a ese nuevo goce y comienza a gritar y gemir para acelerar su propio nuevo orgasmo. Logran encontrar el ritmo correcto para terminar juntos así, en cuatro, mirándose al espejo. Disfrutando juntos de la manera jamás imaginada. Camino a la oficina en el auto, ella aún ruborizada. Con el cuerpo caliente… No puede dejar de pensar en cómo tiraron en la ducha. Está segura que se repetirán.