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Anal en el cine
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Este día en particular conozco a este muchacho que coincidimos en nuestro grupo de amistades. Fue muy fácil conversar con él tiene una personalidad encantadora. Una sonrisa encantadora que te dan ganas de saber que diablillo está detrás de ella. Alan se llama. Nos llevamos tan bien que me invito a salir a solas al cine.

El día llegó, y yo me puse lo más bonita, me hice unos bonitos rizos en mi cabello largo suelto, un bonito trajecito a las rodillas color azul de tela muy suave, una tanguita color negra, y no necesitaba bra, así que estaba completamente libre y cómoda. Por último un perfumito de esos dulces que te dan ganas de olerme cada segundo. Bueno nos encontramos allí, temprano, y escogimos la película más larga. (Que coincidencia).

Nos sentamos en la última fila de arriba de la sala. El cine estaba prácticamente vacío. Unas cuantas parejitas en las filas delante, pero la nuestra, totalmente vacía.

Sinceramente, Alan me atraía muchísimo, y quería saber si yo también, así que me le acerque lo más que pude, y en una escena, di un sobresalto y mi mano dio a parar en su entrepierna.

-Discúlpame, no fue mi intención. – dije supuestamente avergonzada.

-No te preocupes linda. Yo te tengo que decir que desde que te vi me atraes tanto. Ese perfume tan dulce que tienes… – me mueve suavemente el cabello y se acerca a mi cuello para olerme.

-Me gusta. –me comienza a besar muy suave, por las orejas, por el cuello, que hace que se me erice la piel.

-Ay Alan, ¿no crees que es muy rápido?-digo gimiendo muy suave.

-Para nada. –pasado sus dedos por mi entrepierna llegando a mi chochita.

-Alan aquí no, nos pueden ver.

-No hay casi nadie tranquila. Solo vela.

Se arrodilla frente de mí, me alza el trajecito, y simplemente comienza a lamerme. Eran unas lamidas tan suaves que la sensación era tan rica. Subió un instante su cabeza y me dice,

-Te sabe tan deliciosa.

Con frenesí, me lamia y chupaba mi clítoris. Que difícil contener las ganas de gemir. Cada segundo que pasaba debajo de mi traje, me estremecía. Su boca me empapo toda, hasta mi culito, el cual me rozaba con sus dedos.

-Hace cuanto no lo haces por atrás. –preguntaba mientras me introducía un dedo en mi huequito trasero.

-Ay Alan, hace un tiempo ya. No se lo doy a cualquiera. –conteste ya toda sonrojada, por cómo me tocaba.

-Pues ven yo te voy a tratar bien.

Se sentó, y me paro al frente de él, dándole la espalda, me tomo por la cintura y me bajo lentamente hacia él. En la oscuridad no pude ver bien su miembro, así que para mí era toda una sorpresa lo que esperaría. Sentí la punta de su glande rozándome la entrada de mi culito. Intentó entrarlo un poco más pero se resbalo.

-No mentías eh, está bien apretadito, incluso después de lo de hace ratito.

Lo detuvo con su mano y esta vez le atino. Fue muy suave, pero sentía como se me iba abriendo mi rotito cada vez más. Por más que intentaba relajarme la tenía gorda, era inevitable sentir un poco de dolorcito. Pero con cada centímetro que entraba mi vagina se mojaba. Me mordí los labios.

Lentamente comenzó a moverme, dándome pequeños sentasos. Teníamos que ser sigilosos aun estábamos en el cine, ¿recuerdan?

Fue subiendo el ritmo, y no aguantaba toda la sensación que se me salió un gemido.

-Ssh calladita bebé. –tapando mi boca.

Metió su otra mano por mi traje y me tocaba el clítoris al ritmo de sus penetradas. Yo le lamia sus dedos. No podía resistir lo rico que me sentía. Él estaba como piedra. Estaba toda llena de babita. Me cogía tan rico el culo que no paraba de escurrir mucha babita de mi chochita. Él estaba totalmente empapado. Me inclino hacia adelante para ver, y aprovecho y me apretó las nalgas.

-Tengo tantas ganas de azotarte esa nalgas bebe. – decía mordiéndose los labios.

Desabotono la parte de arriba de mi traje dejando al descubierto mis grandes senos, me los manoseaba y apretaba muy deseoso.

-Que culito más rico, ven bésame.-halando mi cara hacia él, su boca estaba tan rica, que sus besos me hacían estremecerme toda. No podía aguantar mucho más, entre sus besos, su gorda verga ensartada en mi culito y su mano masturbándome la chochita, me tenía mal.

Le susurre, en sus labios -Alan ya no aguanto, creo que me vas a hacer venir si sigues así.

-Hazlo que yo también estoy en esas. Vente para mí reina.

-Ay papi sii, dame no pares, ya casi. – apretándome los senos.

Me inclinó un poco hacia adelante, y de una toda su verga estaba dentro de mí, sentía ese chorro caliente en mis entrañas. Yo por otro lado, lo moje todito. Hay que decir que dejamos el piso muy mojado. Incluso luego de venirnos bien rico, me quede sentada en su falda, con el todavía dentro de mí. Y no parábamos de besarnos y suspirar.

-Anda límpiate con esto linda. –dándome su pañuelo.

-Gracias. Creo que vendré más a menudo al cine si será así, ¿no?- sonreí.

– Definitivamente preciosa. -dándome una guiñada.

 

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