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Llamando a una puta
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Un día salí temprano de la uni y volví casa algo desanimado. Llegué a mi hogar y enseguida vi que no había nadie. Estaba todo cerrado y no podía entrar. Le marqué a mi madre pero no me respondió. Intente de nuevo y el resultado fue el mismo. La tercera fue la buena. Apenas aceptó la llamada y escuche golpes, jadeos y risas.

—¡Holaaa! Mi cielo. ¡Ayyyy! —Se oía exaltada y feliz.

—¿Estas bien?

—¡Siiii! ¡Oh sí! ¡Estoy muy bien! —El ruido de los golpes se apreciaban con más intensidad, como si se la estuvieran follando o nalgueando. O ambas cosas a la vez

—Dile que estas bien llena —susurró una voz varonil que me resultaba conocida.

—Estoy bien, hijo. Estoy muy feliz y muy llena.

Unas suaves risas se escucharon de fondo. La muy puta estaba con más hombres. Yo me hice el tonto y le dije.

—¿Qué? ¿Con quienes estas? ¿Dónde estás?

—Estoy trabajando mi cielo.

—Dile esto… —Otra voz, mucho más juvenil que la anterior.

—Estoy trabajando muy duro —dijo mi madre entre gemidos—. Ya me duele el trasero de tanto estar sentada trabajando. Espérame, cariño, un compañero de oficina tiene un subway muy grande y delicioso de treinta centímetros. Tengo mucha hambre así que le daré una mordida a ver si me la puedo meter toda a la boca.

Mas risas de fondo y yo me quede callado y perplejo por lo zorra que es mi madre. No supe que responder o cómo actuar. ¿Seguir haciéndome pendejo o reclamarle sobre su putería? Decidí hacerme pendejo mientras oía las arcadas de mi madre.

—¿Qué necesitas, cariño? —me preguntó después de recuperar el aliento.

—Ehh salí temprano de la uni y estoy afuera de la casa.

—¿No están tus abuelos?

—No.

—Espérame, cuando termine de trabajar iré a casa. Ahora te dejo porque tengo una torre muy grande y gruesa de papeles que tengo que acomodar en un agujero de mi oficina. Adiós. Te amo mucho. —Dicho eso me colgó pero antes pude escuchar las risas de sus amantes.

Mi madre estaba con dos hombres. Estaba follando mientras hablaba conmigo. Seguramente tenía una verga en su culo y otra en su boca, follandosela mientas habla con su hijo.

¿Ella cree que soy tan pendejo como no darme cuenta de su puteria? ¿O solo me está castigando porque no la he confrontado? ¿Disfrutara de humillarme de esta manera? ¿La obligaron a contestar la llamada o lo hizo por iniciativa propia? ¿Por qué tengo el pene tan duro como una piedra?

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