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La historia de Ángel, solo era un muchacho (50/59)
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Tiempo de lectura: 12 minutos

Nuestra fiesta continuó hasta bien entrada la noche, y a la salida nos resultó difícil encontrar un taxi que nos devolviera al hotel, en el ascensor Jeroni se colocó a mi lado y su mano izquierda me sujetó la cintura, fue descendiendo con lentitud hasta acariciarme el trasero, al sentir que no me oponía metió la mano entre las nalgas buscando mi agujero, y fue cuando el ascensor se detuvo.

No querían salir y tampoco se decidían sobre lo que deseaban, Oriol los empujó y quedaron en su piso. Nada más salir nos miramos los dos y comenzamos a reír, no se si por la gracia de la situación o desesperados por no haber hecho algo nosotros para retenerlos y que subieran dos pisos más.

Oriol era consciente de lo que pasó en el baile, también de las caricias de Jeoni en el ascensor, lo mismo que yo había visto como Sabi se la arribaba bailando, y le abrazaba cogiéndole por las nalgas para que sintiera la polla que se gastaba el chaval.

-Cada día un nuevo descubrimiento, ¿quién lo diría? -reíamos por el pasillo andando rápidos para llegar a nuestro nido.

Nos metimos en la ducha y abracé por detrás el cuerpito de mi amigo.

-Oh, Oriol, no aguanto más necesito una polla que me ropa el culo. -se puso a reír y me agarró la dura polla pegada entre sus nalgas.

-Si quieres yo puedo hacer un esfuerzo. -eran tantas mis ganas que dejé apartados mis principios.

-¿No te importará?

-Eso está hecho, luego tu me la metes también. -nos secamos en un santiamén y salimos pitando hacia la cama con las vergas empalmadas.

Cuando nos íbamos a tirar en la cama escuchamos unos golpes suaves en la puerta, nos miramos y corrimos a coger el albornoz del hotel para cubrir nuestra desnudez y abrir la puerta.

Sabi y Jeroni, estaban con una enorme sonrisa en sus caras, una botella de algo en las manos, vasos y una cubitera llena de hielos. Después de la primera sorpresa y sin dejarles que entraran.

-No hemos pedido servicio de habitaciones. -Oriol para hablar se plantó con los brazos en jarras sobre sus caderas, se le abrió el albornoz, parecía un duendecillo con el pelo alborotado y húmedo aún, rápidamente los cruzó cerrando la visión, nuestros amigos se habían fijado en su verga dura, Oriol se apartó para dejarles el paso libre.

-El servicio solo viene a continuar lo que que interrumpimos en el baile -comentó jocosamente Sabi caminando hacía la mesa para dejar allí los vasos y el hielo.

Al principio no sabía que decir, lo que tanto deseaba desde hacía horas lo tenía allí y bajé los ojos hasta la entrepierna de los dos hermanos, un tentador bulto se les apreciaba a simple vista. Sabi se acercó a Oriol y le retiró el albornoz dejándolo totalmente desnudo.

-¡Waauu! Lo que me voy a comer. -le abrazó y enseguida empezó a besarle la cara y los labios.

-Podemos tomar algo que nos anime. -Jeroni tenía una sonrisa muy pícara en la boca mientras hablaba y servía el licor que habían traído en los vasos con hielo.

Sabi alargó la mano derecha manteniendo sujeto a mi amigo por la cintura con el otro brazo, haciéndole de su propiedad, le ofreció el vaso y se lo llevó a los labios, Oriol bebió un corto sorbo y del mismo vaso Sabi se bebió el resto de un trago.

-Toma Ángel, bébelo todo te va a gustar. -cogí el vaso que me tendía y me lo llevé a los labios, tenía un color blanquecino y lo probé, no estaba malo y bebí hasta terminarlo.

Rápidamente sentí un calor extraordinario en el cuerpo, pero no solamente en el estómago, también en el cerebro, y en la verga que empezó a cobrar la dureza que había perdido. Miré la de Oriol que estaba de frente a mi y vi como le creía a él también.

Jeroni se sirvió una generosa cantidad y se la tomó, comenzaron a quitarse la ropa que llevaban, nuestras pollas eran pequeñas al lado de las suyas y el deseo impúdico por sentirla hizo que el culito se me abriera y temblara.

Jeroni me abrazó por detrás y me subió el albornoz colocando la verga donde la tuvo en el baile.

-Así está mejor, mueve el culito precioso. -me terminó de quitar la bata e hice lo que me pedía, bailar como en aquel momento pero desnudo.

-Así, hermoso mueve las caderas. -abrí un poco las piernas y Jeroni me metió la verga entre ellas, cuando mi ano sintió el calor de su polla comenzó a lagrimear exudando liquiditos.

-¿Te gusta la verga ricura?, nosotros te vamos a dar toda la que quieras. -resultaba un frotamiento divino, me sentía en las nubes con la polla moviéndose entre mis muslos y rozando mi ano caliente.

Cuando gozó de mi baile me sujetó las caderas para darme la vuelta, y abrazado a mi talle me besó con glotonería la boca.

-Si que te gusta, ¡chúpala! -la tenía durísima y babeante, no sabía de que estaba compuesta aquella bebida pero aumentaba mis ganas de polla hasta límites inimaginables.

Escuché un gemido de Oriol y le vi sobre la cama, Sabi le tenía con las piernas abiertas, el culo empinado y se lo comía con toda la cara metida en las finas nalgas de mi amigo.

Me arrodillé ante mi macho y le sujeté la verga con las dos manos, me mareaba el puro deseo de comerla, masticarla, y comencé a metérmela en la boca, despacio hasta que la tuve entera dentro de mi.

-¡Joder, joder! Mira Sabi que proeza, mira como se la traga entera y no como tu, ¡Oh sí! Así me gusta Ángel.

Se la chupé hasta que apreció el valor de una buena boca mamona, y luego me cogió en sus fuertes brazos y me llevó sobre la cama al lado de mi amigo que continuaba gimiendo pidiéndole a Sabi que continuara comiéndole el culo.

Nos colocaron a los dos arrodillados, uno al lado del otro, con las cabezas agachadas y dándoles nuestro culo. Sabi fue el primero que comenzó a meterse en el ano de Oriol, un fuerte gemido de él y otro sofocado de mi amigo culminaron el inicio de la penetración.

A su vez Jeroni me estaba metiendo dos dedos que no eran necesarios, mi culo estaba dispuesto a recibir la verga que fuera, soportaría el mayor tamaño por lo deseoso que le sentía y un momento más tarde, después de hacerme gemir desesperado pidiéndole la verga por el culo me la enchufó en el ano.

Aquello era divino, nuestros amigos tenía experiencia a pesar de ser tan jóvenes follando culos. Los dos hermanos hacían lo mismo y a nosotros solo nos quedaba gemir como putitas locas para que no se detuvieran y continuaran dándonos la verga.

Después de unos minutos follándonos, escuchando los gruñidos de nuestros dos fieros machos, se intercambiaron, Sabi se ocupaba ahora de mi y Jeroni de Oriol. Sus pollas eran muy parecidas y no noté la diferencia, pero si en las embestidas, la forma de follar de Sabi era más brusca y buscaba la profundidad total cuando me le metía.

Deliciosos los dos chicos, o eran mis tremendas ganas de sentirme lleno, el caso era que no podía parar de gemir, gozando como un poseso pidiendo más y más polla.

Los roces que su verga le daban a mi culo, tocándome la próstata, lograban que un hilo seminal escurriera continuo de mi polla, si miraba a mi derecha, lo mismo le sucedía a mi amigo. Cuando sentí que se me apretaban los huevos en la base de la verga y la venida era inminente, cogí la mano de Oriol que la tenía al lado.

-Me corro Oriol, ¡oh!, ¡oh!, ¡oh!, Dios mío que rico siento. -ahora era Jeroni al que tenía metiéndomela, habían vuelto a cambiar y su follada era más lenta y continua para alargar el momento de placer.

-¿Mas duro Jeroni!, dame más por favor quiero correrme ya. -y deseaba que fuera por el solo roce de su polla en mis entrañas.

-¡Toma, toma verga! y también mi leche, goza como te lleno. -oh, si, sentía como se vaciaba los huevos dentro de mi cuerpo y el volumen de su verga que se incrementaba aumentando en ese momento.

Exploté con sacudidas violentas enterrando la cara entre la ropa y sujetando la mano de mi amigo, el place era inaguantable y me temblaban las piernas hasta que colapsé cayendo sobre la cama y Jenori encima mío, sin dejar de moverse haciendo más rico el final.

No me di cuenta, sintiendo y gozando de mi placer, en que momento Oriol y Sabi se corrían a su vez, ahora únicamente les escuchaba sus gritos.

————————-

Una vez que se les relajaron las vergas y nos las sacaron, estando aún algo erectas por el poder de la bebida que no terminaba de pasarse, y nos las mantenía a los cuatro en un duermevela, Oriol y yo pasamos al baño, sobre todo para vaciarnos de la cantidad de semen que nos habían inyectado.

-Has escuchado lo que decía Jeroni, parece que follan también entre ellos. -Oriol se reía pero tapándose la boca para que no escucharan desde la habitación.

-En todas las familias pasa algo, yo no puedo ser juez de nada ni de nadie, por suerte yo he follado con mis primos, con mi papá, y con mis hermanos no, porque no tengo. -continuaba riendo, divertido por la situación y quizá pensando en su pasado.

-¿A ti no te pasado algo parecido? -me le quedé mirando, tampoco pude evitar el reírme recordando mis aventuras familiares.

-También yo tuve algo parecido, no fue con mi padre ni con mis hermanos. Tenía un primo algo mayor que yo, nos subíamos a las copas de los árboles en la plaza, y allí envueltos, ocultándonos en el frescor de las hojas, me pedía que le masturbara la verga o se la mamara, yo accedía sin hacerme de rogar, me gustaba y a la vez me divertía ver gotear, como una lluvia, su semen cayendo desde lo alto y embeberse en la caliente arena del suelo.

Después otro primo distinto, me desvirgó el culo. Un tío nuestros nos descubrió y pretendió aprovecharse, no se lo consentí las veces que lo intentó.

Muchas experiencias con la familia no he tenido y tienes razón hay muchas familias donde se da el incesto, sea por juegos o por otras causas pero siempre surge algo.

En aquel momento me di cuenta de que me acordaba muy poco de mi familia carnal, de que todos ellos se iban quedando en recuerdos que tenía que rescatar cuando algo así sucedía y me obligaba a recordar.

Volvimos a la habitación donde los hermanos permanecían, abrazados besándose entre ellos, saltaron de la cama al vernos.

-Pensábamos que os había pasado algo por vuestra tardanza. -Jeroni cogió sus pantalones y del bolsillo extrajo una pequeña caja metálica.

-No te creas que es tan fácil sacar todo lo que nos habéis metido, parece que no follabais desde hacía meses. -los hermanos se pusieron a reír.

-Lo hacemos todas las noches muñeco, siempre tenemos ganas de follar y el culito de Sabi me encanta. -había saco un cigarro de la caja y lo encendió pasándole otro a Sabi, luego se encaminó a la terraza desnudo como estaba nos hizo una señal para que le siguiéramos.

Aunque la terraza volaba el vacío tenía unas mamparas laterales que la privatizaban de la visión de los vecinos, Jeroni se sentó en una tumbona y Sabi a su lado. Oriol y yo lo hicimos en la de enfrente.

-¿Queréis un pito? -nos tendía la cajita metálica con un mechero.

-Creo que con una chupada para nosotros será suficiente. -Oriol le cogió el cigarro encendido y le dio una profunda chupada, luego sin expulsar el humo me lo entregó a mi que hice lo mismo pero aspirando menos cantidad. No sentía ni notaba que me afectara, y sin embargo veía en la cara de Oriol el placer que le daba aquello.

-¿Cuando empezasteis a hacerlo? -me daba un poco de vergüenza preguntarlo pero no pude evitarlo. los hermanos se miraron y expulsando el humo del cigarro se echaron a reír.

-¿Tu te acuerdas Sabi?

-Solo recuerdo que éramos muy pequeños cuando empezamos a tocarnos, o empezaste, porque eras tu quien comenzaba siempre? -el chico miraba con risa contenida a su hermano.

-¿Y a ti no te gustaba? -Sabi colocó la mano sobre la polla de su hermano.

-No es eso lo que he dicho. Sabes que tu verga me vuelve loco. -lo soltó y continuó fumando tan tranquilo.

-Ya lo veis, ni lo recordamos. Al principio éramos tan pequeños que nos tocábamos estando solos, o delante de nuestros padres, ellos se lo tomaban como que era un juego que nos traíamos los dos, no lo impidieron y cuando quisieron ponerle remedio ya era imposible, y los entendidos les dijeron que nos dejaran tranquilos.

-Me he dado cuenta de que las chicas os gustan, ¿cómo es eso posible? -Sabi se había recostado sobre las piernas de Jeroni y éste las abrió para dejarle sitio, su polla y la bolsa de los huevos cayeron hasta quedar sobre la tela acrílica.

-Nunca hemos estado con una chica, pero nos gustan, o nos llaman la atención, sus tetitas y culos son una tentación que nos excita, algún día lo vamos a hacer con una si Sabi se atreve.

Habían terminado los cigarros y los cuatro yacíamos en las tumbonas mirando el cielo estrellado.

-Lo hemos pasado muy bien con vosotros, sois unos chicos estupendos, teníamos que haber empezado antes y no esperar a que nos tenemos que marchar. -Sabi nos hablaba acogido entre las piernas de su hermano y cuando acabó, quedándose en silencio, giró la cabeza y besó el pubis de Jeroni. sacó la lengua para darle una lamida a su verga dormida.

-Espera goloso, es mejor beber antes un poco. -se puso de pié llevándose las colillas para tirarlas por el retrete, cuando volvió venía con la botella y dos vasos con hielo.

Volvió a escanciar la bebida llenando los vasos hasta la mirad y nos entregó uno de ellos, Oriol y yo nos lo repartimos, ellos lo bebieron y se echaron más. Antes de que comenzara a hacer efecto Sabi se prendió de la polla de su hermano metiéndola entera en la boca, a los hermanos se les erectaba más deprisa que a nosotros, no era como la vez pasada, ahora íbamos cogiendo dureza lentamente mientras observábamos las maniobras de Sabi, su habilidades chupando verga.

Ya la teníamos muy dura y comprobaba que nuestro compañero realmente sabía comerse las pollas, empleaba una depurada técnica de llevarle hasta el acantilado a su hermano, pero sin dejarle que se precipitara y se corriera tan pronto. Los gestos del placer que arrancada en Jeroni eran palpables por los gestos y grititos que salían de su boca, y que a veces tenía que sujetarle la cabeza y retirarle la verga.

-Detente hermanito, para ya, vamos a la cama que se está mejor. -lo mismo que se la chupaba en la terraza ahora se la enterraba en el culo, adoptando posturas inverosímiles, demostraban un conocimiento pleno de las artes amatorias, en ese caso Sabi era el pasivo aceptando la polla por cada agujero que el otro quería usarle.

Se la metía por detrás y Jeroni se volvió hacía nosotros que estábamos como espectadores aunque cada uno tenía en su mano la verga del otro.

-¿Alguno quiere probar su culito? Seguro le gustará recibir otra verga diferente. -salí de la catarsis en que me encontraba y cuando él retiró la verga ocupé su lugar, como veía que entraba sin impedimento se la metí de un tirón y empecé una follada frenética escuchando ya los gemidos de Oriol atravesado por la verga del otro hermano.

No recuerdo las veces que nos corrimos, si de que follamos como beben los cosacos, y como los hermanos nos la volvieron a meter llenándonos el culo hasta que los vaciamos.

Sabi había terminado y se salió de mi culo, ya no lo sentía, no me dolía pero lo tenía acorchado, estaba tremendamente cansado, creo que me dormí escuchando los gritos de placer que arrancaban de mi amigo siendo follado por los dos muchachos.

Cuando abrí los ojos Sabi estaba tendido a mi lado con una pierna pasada por encima de las mías, a un costado Oriol y Jeroni, debían haberse quedado dormidos sin retirarle la verga, aún le tenía metido el glande y estaban muy juntos.

————————-

Los viajeros no llegaron hasta la media tarde, nosotros después de comer volvimos a nuestra habitaciones muertos de sueño y seguíamos cansados.

Eran las postreras horas de su estancia en Niza, hablamos un poco antes de subir para dormir una siesta necesaria, nos cambiamos números de teléfonos, y las direcciones, en un pueril deseo de que aquello no terminara, pretendiendo que habría una continuidad, cuando todos sabíamos que en unos pocos días los recuerdos de lo pasado se irían disolviendo, como una bruma que nace densa y se disipa con el calor del sol del mediodía.

La cena se prolongó con una informal tertulia, Ana tenía que contar las maravillas descubiertas, sin enterarse de que había visitado territorios de antiguos piratas que asolaban el mediterráneo, ahora las luces brillaban y los casinos no descansaban en su trajín de ser esquivos con la suerte de los jugadores.

Solamente nos faltaban unos abrazos y el adiós, mañana saldrían del puerto antes de que nosotros abriéramos los ojos, bajaron del ascensor dos pisos antes del nuestro, y no volvieron la cabeza para atrás, ni agitaron sus manos como muda despedida, el brillante acero de las puertas se interpusieron y todo se terminó.

Adiós Sabi, adiós Jeroni, alguna vez recordaremos vuestra fogosidad, y el placer que nos entregasteis, y vuestra entrega sabiendo compartir una noche de delicioso gozo.

Nos quedaban unos días más y volvimos a nuestra rutina de pasear por la playa a la orilla del mar, nadar en aquellas aguas tranquilas hasta el desfallecimiento, a las concurridas terrazas, a las risas fáciles y despreocupadas dejando los recuerdos almacenados en algún archivador de nuestro cerebro.

No volvimos a estar en la cama, realmente en la cama estábamos todas las noches, pero sin hacer nada referido al sexo salvo algún beso cariñoso de amigos. Oriol y yo no estábamos para iniciar un nuevo romance entre nosotros, todo había consistido en desahogarnos, siendo brutos en la expresión en vaciarnos los huevos para quedarnos tranquilos.

Oriol tenía a su marido y le amaba, yo tenía a mis dos amores ahora alejados, ¿o ya no eran mis amores? ¿Qué haría Pablo sin mi? Seguramente estaría ya con alguna muchacha, o pasando ratos íntimos con Álvaro.

Antes de aparecer yo no había nada entre ellos más que un sentimiento de amistad, de admiración de Pablo hacía Álvaro, conmigo se darían cuenta de la atracción sexual que tenían larvada y en espera de asomar a la luz, y yo fui el detonante que rompió la barrera.

Alberto no faltaba a nuestra cita diaria, si algún día no llamaba sabía que tenía que ser porque estaba ocupado, o bien por no molestarme y distraerme de mis diversiones. Alberto cada día e me hacía más presente, también pensaba en algún momento en Ian, le imaginaba postrado en su cama blanca, sonriente como me aseguraba Alberto, hasta divertido de haber sabido sortear a la muerte.

No quería hacerme ilusiones con Alberto, tampoco deseaba pensar si sería conocedor de mi tarea en la organización, él no estaba dentro de ella pero tenía a David y a Oriol muy cercanos a él que lo sabían. Rechazaba la idea de comenzar. ¿El qué? ¿Una nueva aventura que terminara como las anteriores? Y tampoco él manifestaba por mi otra cosa que una sincera y fervorosa amistad que para mi era suficiente por ahora.

A Eduardo le encontraba mejorado, y hasta pensaba que le había nacido nuevo pelo, se había dorado por sus paseos al sol y al ser acariciado por la brisa marina. Ana María había intimado con la madre de David, todo parecía andar entre pétalos de rosas.

Por mi parte había conseguido un verdadero amigo, confidente y cómplice que me ayudaba a imaginar lo que, según él, Alberto sentía hacia mi. A veces pensaba que Oriol deseaba emparejarme con su antiguo amante, así, sin más, y que para lograrlo me hablaba de cosas que solamente él pensaba. Otra veces imaginaba que él quería ver a su amante feliz y emparejado, todo era un lío que no estaba dispuesto a tirar de él por ahora.

Llegó el día que finalizaba nuestra estancia en aquella vivaz y bella ciudad de veraneo. El regreso fue parecido al viaje de venida. No tenía muchas cosas de que ocuparme, Carmen se encargó de mis maletas después de atender las de Ana María y Eduardo ayudada por el valet que contrataron.

Ya estábamos de vuelta en casa, toda ella primorosamente limpia, preparada para recibirnos, sentía la fragancia de las rosaledas ahora pletóricas de rosas de todos los colores, y la lámina de agua de la piscina fosforescente al reflejar los rayos del sol del mediodía. Dulce salió a recibirnos y saltaba dudoso de si saludar primero a Eduardo o a mi.

Lo habíamos pasado muy bien los seis, los señores Salvatierra habían dejado de ser unos desconocidos para mi y el marido de su hijo era, desde ahora, un hermano para mi, y yo para él, el que nunca tuvo, ¿y Ana María? ¡qué cambiada, que distinta! convertida en la madre que yo no tenía.

A Eduardo el viaje de regreso le cansó más de la cuenta y se metió en sus habitaciones atendido por el personal de la clínica.

Después de la comida me tumbé un rato para descansar, me di un corto baño, había decidido que lo primero que debía hacer era visitar a Ian, me disponía a llamar a Alberto para que me dijera el hospital donde se encontraba cuando sonó mi móvil.

-¿Ha sido un feliz viaje? -no podía negar su alegría, se le notaba a distancia y no sabía el motivo, su alegría era la mía.

-Sin problemas, Eduardo ha resultado un poco cansado y todo lo demás bien. -se quedó un momento callado, nos quedamos los dos aunque yo tenía una pregunta que hacerle, él demasiadas porque comenzamos a hablar a la vez.

-¿Quería pedirte…?

-¿Puedo ir a…?

Nos entró la risa tonta y pueril ante la sorpresa de querer hablar al mismo tiempo.

-Tu primero Ángel.

-Muy galante de tu parte, deseaba saber en que hospital esta Ian, quiero visitarle lo primero de todo. -pensé que no había sido muy amable con la respuesta que le di y él no me lo tuvo en cuenta.

-Su familia le ha cambiado a una clínica, ahora solo necesita cuidados para hacerle sus cosas, puedo acompañarte si quieres, saldré antes del trabajo y te llevo. -se le notaba nervioso y no quería entretenerle de lo que tuviera que hacer.

-No te preocupes, dame la dirección, tengo coche y me llevará sin problemas. -¡Dios mío!, otra vez siendo grosero, ¿qué me estaba pasando?

-Entiendo…, discúlpame pero tengo tantas ganas de verte que me precipito y no te respeto. -se le notaba dolido, quizá humillado por mi brusquedad y aún así se disculpaba.

-No es eso Alberto, tu termina tu trabajo y podemos quedar para después si quieres. -no le iba a decir que estaba deseoso de verle, abrazarle, y si me atrevía, darle un beso.

-Conforme, pasaré a buscarte a la clínica cuando termine de trabajar, así aprovecho para verle como está. -apunté la dirección que me daba, luego el GPS se encargaría de llevarme hasta la puerta de la clínica.

Terminé de prepararme, y no sabía el motivo de que me preocuparan los detalles para ponerme guapo y estar atractivo cuando no iba para conquistar a nadie.

Antes de salir pasé por la habitación de Eduardo, permanecía en su cama con una sonda en un brazo y un enfermero vigilando, parecía esta dormido y al sentirme abrió los ojos.

-¿Como te sientes? -se mostraba sonriente.

-Para serte sincero peor que paseando en Niza, hay que someterse a esta servidumbre, mañana estaré como siempre. -me acerqué para besarle.

-Voy a ver al amigo del que te hablé , el del accidente de la moto. -dudaba que Eduardo se acordara de Ian que solo había estado algunas tardes en la piscina.

-Luego Alberto ha quedado allí conmigo. – se me quedó mirando como si meditara.

-Me gusta ese muchacho. -no añadió más y me despedí hasta la noche.

Seguirá…

 

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