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Hipnosis (Parte 3): Prólogo
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Tiempo de lectura: 7 minutos

Flash. Uno tras otro. Manuel tomaba foto tras foto mientras yo le daba una rica felación. Tantas fotografías me motivaban a hacerlo mejor y mejor, cada vez de manera más sensual. Me detenía por momentos volteando a ver a la cámara, con la lengua tocando el tronco de su… verga. Vaya puta.

– Todos en la uni se la van a jalar viendo tus fotos perrita – me dijo Manuel en tono de burla.

Ignoré sus comentarios. Aunque no podía negar que me preocupaba la situación. Esto podía salirse de control. Extrañamente, no dejaba de chupar y disfrutar. Me fascina chupar. No podía estar más excitada y mis pezones lo sabían. Hacía algo de calor, notaba un poco de sudor sobre mis senos y el resto de mi cuerpo.

– Detente, levántate puta – me ordenó mi amo. Me agarró del brazo y me levanto hasta él. Acerco mi cara a la suya tomándome del cuello y me empezó a besar. Le devolví el beso; era frenético, intenso, apurado. Instintivamente mi mano volvió a acariciar su verga, masturbándolo a buen ritmo, solo deteniéndome en ciertos momentos cuando los besos nublaban mi razón por unos instantes.

–Acuéstate, te toca a ti – me dijo. Entonces me empujo poco a poco hasta la cama y me tumbó sobre ella. Puso sus manos en los elásticos de mi ropa interior y me despojó de ella de un jalón. Se quedó mirando a mi vagina por unos momentos; su rostro revelaba intensa excitación, emoción, realización… ahora me quedaba muy claro que esto era un logro para él, quién sabe ya cuántos años habría esperado el momento de tenerme desnuda a su merced. Cuánto semen habrá sido regado en mi honor, escurriendo por su mano, chorros desperdiciados provocados por la imaginación de mi desnudez.

Entonces, Manuel fue a la mesita en donde había dejado mi teléfono. Lo agarró y me lo acercó, como insinuando que lo tomara.

–Desbloquéalo – me dijo. Entonces acerqué mi dedo pulga al típico detector de huellas para abrir mi celular. Entonces se lo devolví.

–Vamos a seguir dándole regalitos al pendejo –me dijo riéndose. –te ha seguido marcando el puto, no aguante que se cojan a su puta novia – se burló.

Entonces abrió una de mis redes sociales y se preparó para poder capturar lo que estaba a punto de pasar. Me puse muy roja, muy excitada y preocupada a la vez. Era una angustia muy fuera de lo común. Mi novio no era el mayor problema… después de todo me había ya visto en una foto frente a una deliciosa verga que no es la suya…había visto como mostraba los senos que él tanto ama a mis amigos. Me preocupaba más lo que Manuel pudiera hacer con todo ese pornográfico material que había conseguido con mi adormecido consentimiento. Pero, aun así, estaba tan excitada. Después de todo la situación no era nada indeseable. Había disfrutado degustando un pene riquísimo y muy probablemente pronto sería penetrada por él. Y mi novio lo sabía. Muy seguramente se preguntaba que estaría pasando. ¿Realmente iba a chupar esa verga? ¿Era su novia tan puta como para dejarse coger por otro? ¿Sería que ya me habían hecho mujer a costa de él? ¿Aún me estarían haciendo el amor? Son algunas de las preguntas que me imaginaba que se estaría haciendo. ¿Le excitaría? ¿Estaría sintiendo esos pulsos en su pene que exigen a gritos un orgasmo pronto para calmar la ansiedad? ¿Estaría disfrutando de su dolor? Lo que es seguro es que no sabía lo palpitante que se sentía mi vagina, lo deseados que se sentían mis pechos y el ardiente deseo que sentía por ser llenada por una verga superior a la suya, sin importar la forma en que me tratasen. No era yo. Era solo una puta.

–Seguro el pendejo ni te la come bien, ¿verdad, puta? – me preguntó Manuel, acercándose poco a poco a mi vagina húmeda.

-Hmm no… – le dije con la voz algo entrecortada. Mis latidos aumentaron; eso pasa en esos instantes previos al sexo oral.

–Dilo bien puta – me ordenó alzando la voz.

–El pendejo no me la come bien – le dije al momento que eché mi cabeza hacia atrás y puse mi mano en mi frente. No me causaba problema hablar así, insultar a mi novio… mi problema era que lo estaba disfrutando cada vez más.

Sin responderme, mi nuevo amante empezó a dar suaves besos en el interior de mis muslos, dejando un caminito de saliva con su lengua. Poco a poco acercándose a mi tesoro de mujer. Les platicaré: por lo regular mi vagina se mantiene depilada, limpia, la cuido mucho. Y estoy seguro que él lo apreció mucho, pues no tardo en besarla como si de mi boca se tratase.

–Hmmmaaah –fue lo único atinado que salió de mi boca.

Siguió besándome, manipulando mis labios vaginales, encontró mi clítoris como si conociera el mapa exacto. Empezó a lamerlo y recorriendo, notaba como aumentaba de tamaño poco a poco. Mis fluidos no tardaron en hacerse presente.

–Estas riquísima, sabes deliciosa – me dijo entre besos. Parecía que era lo único lindo que me había dicho en toda la noche.

–Hmmm, si? Aaah… hmmm – le contesté como pude. Me agarraba de las sábanas fuertemente para resistir el placer. Cerré mis ojos con fuerza, mi boca solo era una bocina que dejaba escapar mis gemidos de gusto. Movía mis caderas de arriba abajo cada vez con más frecuencia. Era un placer tan intenso.

Entonces puso su dedo pulgar sobre mi clítoris y empezó a masajear intensamente mientras besaba mis húmedos labios. Pronto el coctel de sensaciones fue tan intenso, tan insoportable, que mi orgasmo apareció de forma inesperada, mi grito de placer fue alto, intenso, duro. No podía dejar de mover mi cadera, mi espalda se arqueó en contra de mi voluntad, apretaba mis dientes lo más que mi mandíbula me lo permitía. Sentía el cosquilleo más exquisito que podía haber sentido. Manuel, contrario a lo que esperaba, continuó masajeando y chupando, extendiendo mi rica bomba de goce por varios segundos más que me parecieron eternos.

Poco a poco la sensación fue disminuyendo. Abrí los ojos un poco, veía algo nublado. Traté de concentrarme un poco, voltee hacia abajo y veía a Manuel sonriéndome mientras me grababa, había tomado un video del momento de mi orgasmo.

–¿Se lo mando al pendejo? – me preguntó.

–… sí… mándaselo… –le dije, apenas respirando.

Esta vez no me exigió ninguna grosería hacia mi querido noviecito, creo que entendía que me era difícil respirar en esos momentos. Solo vi como sonreía a la pantalla, disfrutando el momento en enviárselo. Pasados unos segundos, Manuel se acercó poco a poco a mi para besarme, chupar mi cuello y mis senos nuevamente. Su maestría al hacerlo era adictiva. No le importaba lo sensibles que estaban después de aquel orgasmo exquisito. Mis pezones no podían dejar de endurecerse; afortunadamente su lengua tranquilizó un poco su calor. Mientras lo hacía, no dejaba de sentir su dura verga muy cerca de mi vagina caliente. Presentía que pronto vendría lo mejor. Y así fue.

–Te voy a hacer mía Ale – me amenazó Manuel. Yo le sonreí y lo besé.

–¿Tienes condones? – le pregunté después del beso. Estaba más que dispuesta.

–Claro que no, te voy a coger sin nada, así se hace con las putas –me respondió. Giré mi cabeza hacia la pared. Me confundía un poco su respuesta. No había nada que deseara más en esos momentos que sentirlo dentro ya, me urgía ser cogida. Pero… ¿sin condón? Llevaba un tiempo sin tomar pastillas anticonceptivas.

–Pero…es que no tomo pastillas– le dije algo preocupada.

–Me vale madres… mejor aún, te mandaré con el pendejo de tu novio con un regalito jeje –me dijo burlón. –tú sabes que lo deseas, ¿no, putita? – me preguntó.

Y otra vez, sin oponer resistencia mental, no dude y le dije que sí. Ustedes sabrán, por mis anteriores relatos, que a mi me encanta sentir el semen caliente dentro de mi ser. No hay nada más erótico e íntimo, desde mi punto de vista. Pero sin anticonceptivos… podía ser preñada, por un hombre que ni siquiera es mi novio.

–Ya no lo pienses putita… además José y Beto también te van a coger y también te van a terminar adentro, no tienes opción – me dijo. Wow, por si pensaba que todo terminaría esta noche, que equivocada. ¿Iba a ser manipulada igual de fácil por mis otros dos amigos? Otros hombres poseyéndome es definitivamente de las cosas más excitantes en las que puedo pensar.

–Hmmm… bueno, ya, hazlo – le di mi permiso. No podía negarme. Y en el fondo lo deseaba. Qué morbo.

–Así me gusta, Ale. Sabía que eras putita, esa pinta de niña buena nadie te la cree–me dijo, y pronto me besó.

Sin darme cuenta, acercó su verga a mi vagina mientras me besaba. Al sentir la inminente situación, instintivamente lo abracé. Pronto la cabeza se hizo paso por mi húmeda vagina, sin mucha dificultad, hasta que empujó fuerte e inyectó toda su carne dentro de mí.

–Aaaaaahh –alcancé a gritar, abracé su cuerpo con mis piernas.

Empezó a sacar y a meter, duro, fuerte, con rudeza. Con cada embestida, sentía que llegaba cada vez más profundo. Manuel respiraba con fuerza, estaba disfrutando también. Mi orgullo de mujer se elevó un poco. Lo miré a los ojos y le sonreí mientras me penetraba.

–Hmmm… así… así… hmmm… sigue –le insistí, con mis manos sobre sus hombros.

En eso, se detuvo, no sin antes embestirme hasta lo más interno de mi cuerpo. Agarró mi teléfono otra vez y me lo dio. Automáticamente lo desbloque, esperando órdenes.

–Vamos a mandarle un video a tu novio – me explicaba. –Lo vas a grabar tú. Y le vas a decir que estoy cogiéndote como él nunca lo ha hecho y que te encanta mi verga. –ya tenía mis instrucciones.

Entonces obedecí… abrí mi App de chat, donde tenía mi conversación con mi novio. En línea, decía el encabezado. Entonces comencé a grabar directamente.

–Hola amor, perdón por no contestar –le decía sonriendo a la cámara. –estoy con mi amigo –no quería revelar nombres – me está cogiendo amor, tiene la verga más grande que tú, me fascina – le decía. Había cumplido con mi misión… pero… y, ¿si llegaba más lejos? –amor… no tenemos condones, me lo hará así, y quiero que me terminé dentro, perdón –Manuel se sorprendió, no esperaba que hiciera eso. Tal vez creyó que incluso eso era algo duro. –Mira amor – entonces acerqué el celular a mi vagina, para que pudiera observar el momento de la penetración. Manuel entendió rápido, sacó todo su pene, se veía imponente, y de pronto, lo insertó fuerte en mi y siguió bombeando una y otra vez. Regresé mi celular a apuntar a mi cara –¿ves, amor? Esta mejor que la tuya bebe… hmmm… ahhh… así… amooor… hablamos luego… hmmm… –y terminé de grabar. No podía sostener el celular por más tiempo, así que lo solté y me concentré en el placer que estaba recibiendo.

–Ufff… si que eres puta, ojalá termines al pendejo ese –me dijo orgulloso.

–Hmmm… aah… –ustedes interpreten mis gemidos.

Qué les puedo decir. Fue una noche increíble. No tardamos mucho en cambiar de posición. El se acostó y me hizo montarlo. Me movía como una loca, me sentía empalada, no podía calcular exactamente la profundidad a la que llegaba esta verga de macho. Nuestros gemidos inundaban la habitación. Manuel recorría todo mi cuerpo con desquicio. Pronto me coloco en cuatro, y al penetrarme, alcanzó una profundidad que no me imaginaba. Solo me preguntaba en qué momento me llenaría de semen. Pero no quería que terminara aún.

Nos levantamos y me recargó sobre su mesita, mientras seguía penetrándome por detrás, marcando el ritmo tomándome de la cintura con ambas manos. Eran penetraciones fuertes, firmes, me trataba como hembra en celo. Como puta.

Me llevó a su sillón, se sentó y yo me monté en él, de frente, dejándome caer encima de su verga. Me encanta esa posición porque mis senos siempre quedan a la altura de la boca de él. Y lo aprovecho, los saboreó enteros, intentaba meterlos a su boca por completo, sin éxito debido a su tamaño. Ya no aguantaba más.

–Ya lléname… –le rogué.

–Ya no aguantas, ¿verdad, puta? ¿Quieres que te preñe? –me preguntó.

–¡Ya lléname! –le grité.

Y sin demorar, los dos nos fundimos en un orgasmo infinito. Sentía los chorros inundándome. Por fin. Me sentía mujer. Me sentía usada, muy puta. Mi cuerpo había usado para dar placer y procrear. No dejaba de salir semen de su verga, chorro tras chorro.

–Aaah… ah… aah… –no paraba de sentir placer con cada gota. Miraba hacia arriba mientras Manuel a penas atinaba a besar mis senos, sin salir de mi.

Nos besamos suavemente, aun con su verga dentro. Movía mi cuerpo suavemente, intentando distribuir bien cada mililitro de leche caliente que había dentro de mí.

–Manuel, me preñaste –le dije sonriéndole.

–Y lo que te falta –me dijo.

Después comprendí a lo que se refería. Dormimos juntos. Pero pasadas unas horas, en la madrugada, volvimos a besarnos hasta hacer el amor de nuevo. Nuevos y abundantes chorros de semen impregnaron mi interior. Al despertar, en la mañana, repetimos otra sesión se sexo, esta vez hasta terminar bañándonos juntos.

–Manuel… ¿qué hicimos? –le dije algo preocupada después de la tercera eyaculación.

–Que el pendejo te compre pastillas del día siguiente –me dijo desinteresado.

Buena idea. Para eso son los novios, para apoyarse cuando lo requieren. Hasta aquí mi relato, queridos lectores. Solo para aclarar algunas cosas. Mis fotos y videos fueron distribuidos entre algunos. Mis amigas y amigos cercanos de la uni. Ya sabían, quedaba por constancia, que en verdad era una puta en la cama. Manuel no tenía reparo en contarme la manera en que se masturbaba viendo mis fotos. Mi ahora ex novio, pues… no soportó la idea de haber sido corneado. Ni siquiera pude despedirme de él, me bloqueó de todo, y no lo culpo. Se que le hice daño… pero el placer que sentí no lo olvido nunca. Al menos podrá darse placer mientras ve mis bellos senos, imaginando como probé una rica verga.

Espero pronto poder contarles más aventuras. Siento si este relato fue intenso o si afectó fibras sensibles de algunos.

Besos,

Sofi

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