Continuando mi relato anterior con la esposa de mi tío Aníbal, sigo con los detalles.
Habiendo entrado a su dormitorio, me acerqué al lecho con ella en brazos y me dijo:
-Espero que seas bastante adulto, como para comprenderme.
-Tía -le contesté- deseo esto desde hace mucho tiempo y no lo echaré a perder ahora.
La tendí sobre las sábanas y nos besamos con desesperación ambos.
Desprendí mis pantalones mientras ella desabotonaba su vestido. Quedé desnudo admirando sus pechos firmes con morados y firmes pezones. No llevaba corpiño. Besé su cuello y mientras mordía sus pechos, ella gemía junto a mi oído.
-¡Cuanto te necesito -rogaba- hazme tuya brutalmente. Quiero que me poseas, pendejo. Que me uses como quieras. Voy a ser tuya!
-La deseo y quiero hacerla feliz -le prometí- Trataré de ser el mejor amante, tía.
Nuestras bocas se buscaban desesperadas y nuestras lenguas hurgaban ansiosas en las bocas. Sus brazos apretaban mi espalda, empujando mi cuerpo contra ella. No cesaba de gemir y removerse en la cama.
Con sus piernas abiertas, sentía mi erección en su vientre. Besando su cuerpo, fui bajando hacia su monte de Venus. Besaba y lamía sus pliegues excitándome con sus palabras entrecortadas. Besaba sus labios vaginales y ella, tomaba mi cabeza apretándola a su vagina y tirando de mis cabellos.
Con mi lengua, busqué los rincones de su vagina. Sus jugos empapaban mi boca con el néctar de su pasión brutal.
-¡Cuanto hace que necesito esto! -gritaba- Por favor sigue así. Mi esposo nunca me hace algo así. Así. Asiiii. Aaahhh. Sigue. Sigue.
-Tía, esto es maravilloso -dije obnubilado- La deseo. Es hermosa.
Mi miembro estaba con una enorme erección. Ella dobló su cuerpo y comenzó a lamerme el pene y los testículos.
Su saliva chorreaba por mi miembro y sus uñas se clavaban en mis nalgas.
-Tienes una pija hermosa -decía mi tía-grande y dura. Tienes toda la fuerza de la juventud. Quiero que me penetres ahora, por favor hazlo ya.
Con sus cabellos revueltos y la ansiedad alocada de su pasión, tenía una visión enloquecedora.
-Por Dios -rogaba- Penétrame bien penetrada. Quiero sentir ese miembro dentro de mí.
Se tendía de espaldas y me apretaba contra su cuerpo. Puse a la puerta de su vagina mi glande y lo frotaba por su rajita.
-No seas hijo de puta y métemela bien al fondo antes de que tenga un orgasmo -advirtió en un quejido, implorando.
Lentamente fui introduciendo mi pene. Ella gemía alocada. Yo en pleno éxtasis, sentía que el paraíso me embargaba.
-Acabemos juntos, tía -pedí- Yo también estoy por acabar.
-Si. Siii. Maldito pendejo. Estoy acabando. -Casi lloraba de pasión- Dios mío. Que orgasmo más genial. Asiii, me muero de placer.
-Tía, es el polvo más fuerte de mi vida. -dije- la amo.
Exhaustos y sudorosos quedamos tendidos uno junto al otro. Desnudos y felices.
Su vagina dejaba caer gotas de semen placentero que yo dejé inundando su vagina. Fue la eyaculación más intensa. Ella tendida y satisfecha paso su brazo sobre mi pecho y me besó suavemente.
-Tía Patricia -murmuré- Fue tan intenso el eyacular que no lo pude controlar.
-No corro riesgos de embarazo -y agregó- Me has hecho muy feliz. Repetiremos cuando tengamos oportunidad. Ahora cambiare las sábanas antes de que tengas que ir a buscar a tu tío.
Se levantó cubriendo su desnudez, abrochando su vestido. Me besó nuevamente.
-Gracias por esta satisfacción -dijo, sonriendo pícaramente.
Danino