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La señora de la limpieza
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Os voy a contar mi relato ya que vivo solo en un ático amplio con una gran terraza con unas vistas impresionantes a la sierra.

Como ya os decía antes, tengo una señora de la limpieza que viene hacerme la limpieza de todo mi ático además de las tareas del hogar para que así cuando yo llego de trabajar llegar a mesa puesta, esta señora es guapísima regordeta además de una gran ama de casa.

Un día llegue a mi casa y fui directo a mi habitación para estar cómodo y darme una ducha y así comer tranquilamente mientras contemplo las vistas desde la ventana de mi salón, Catalina, que así se llama la señora de la limpieza hizo de camarera para mí y así no tener que levantarme de la mesa, mientras yo comía tranquilamente ella iba limpiando el polvo del armario que hay justo delante de mí, donde justamente tengo la televisión.

Cuál fue mi sorpresa que mientras que Catalina pasaba el trapo para quitar el polvo me fije que debajo de su uniforme de trabajo no llevaba ropa interior, eso despertó en mí una gran atención hacia ella, al agacharse a recoger unos trastos que tenía yo por el suelo pude ver como debajo de su falda no llevaba nada, o sea, que la pude con todo su esplendor ese peludito coñito que tenía entre sus piernas.

Llamé a Catalina para que me trajera el postre de la nevera y al traérmelo se me insinuó a mi lado como pidiéndome que el postre podría ser ella y así disfrutar de sus encantos femeninos que tenía por grandes pechos, se arrodillo delante de mí y me bajo la cremallera del pantalón seguido me desabrocho el botón del pantalón, metió su mano y saco mi polla que estaba semi-empinada y comenzó a pajearme hasta ponérmela bien dura.

Catalina introdujo mi polla en su boca y empezó a chupármela con tantas ganas que mi polla parecía que estaba creciendo aún más y más, ella dejo de hacerme la mamada para que yo se la metiese por su frondoso y peludo coño, comenzó a gemir de tal manera que parecía que la estaba maltratando, eso sí maltrato sexual consentido, ella encima de mí con sus tetazas golpeando mi cara al compás de su contoneo arriba y abajo.

Me levante de la mesa donde había terminado de comer y me lleve a Catalina a mi habitación para seguir con nuestra relación dueño y empleada del hogar, la tumbe en la cama, ella se abrió de piernas y yo me tumbe para poder comerle ese rico manjar que tenía por coño peludo y que al mismo tiempo con mi lengua se iba abriendo camino entre su vello púbico vaginal.

Deje de comerla el coño y la puse a cuatro patas para meterla mi polla por su gran culazo, al mismo tiempo que me la estaba follando el culo la sujetaba sus suaves y grandes pechos, yo que estaba a punto de correrme saque mi herramienta de su trasero para que así pudiera correrme encima de su culo y dentro de su boca.

Catalina que era una señora muy aplicada cogió mi polla con su mano y la restregó sobre sus tetazas al mismo tiempo que también daba unas chupadas de vez en cuando para exprimir toda mi leche por su cara.

Ya terminados del gran polvo fuimos a darnos una ducha para quitarnos el sudor del rico placer que habíamos disfrutado esa gran tarde, yo que pensaba que aquello había acabado, Catalina agarro mi herramienta y volvió a meneármela con tantas ganas que no parecía acabar nunca, se sentó en el borde de la bañera y comenzó a chupármela de nuevo hasta hacer que me corriese otra vez, pero esta vez se tragó todo mi semen y seguidamente al mismo tiempo que me pajeaba con una mano con la otra me sobeteaba los testículos como si mis huevos fueran bolas relajantes.

Horas después la dije a Catalina que si podía venir todos los días a mi casa en lugar de solo tres días, ella acepto encantada y así quedamos para el próximo día.

Una gran tarde con mi empleada de hogar.

FIN

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