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Y así terminan todas tus citas (Parte 2)
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Tiempo de lectura: 8 minutos

—Te veo en el parque de la avenida Tulum. Estaré ahí, leyendo unos libros —mensaje.

—Si mi niño —mensaje.

—Sé puntual guapa —mensaje

—Tu sé puntual porque yo, ya voy en camino guapo —mensaje.

Ya no recibí mas mensajes, pero sabía que yo iba a llegar temprano, porque empecé a arreglarme una hora antes, aparte de que realmente quería llegar temprano para leer unos libros. Siempre he pensado que es mejor llegar media hora antes, a llegar 10 minutos tarde. Y ante una primera cita, eso era crucial para mi.

Era la primera cita, así que tenía que ir, de una forma no tan exuberante pero tampoco tan sencillo. Que se vea que me sé vestir, demostrar a Carolina que sale con alguien maduro, que se ve bien, nunca hay una segunda impresión, siempre la primera impresión es la que más se recuerda.

Una camisa blanca con pequeños corazones de forma de patrón, en toda la camisa, un pantalón negro y mis zapatos de color azul fuerte. El pantalón y los zapatos, parecían del mismo color, una buena combinación y regla que muchas mujeres me han dado, use un poco de cera, para que mi cabello quede entre manejable y no como cemento como cuando se usa gel, un poco de desodorante junto con la colonia que tengo, un cinturón color negro, siempre me han dicho que un hombre fajado, con la camisa dentro del pantalón, siempre se ve bien, aunque me resisto a ese cambio, hoy lo intente, salir de mi casa fajado lo sentí un poco extraño, sentí algunas miradas. Al final, la costumbre pudo más en mi.

En el camino, maquinaba la forma en que la noche fuera de los más agradables para ella, no sabía sus gustos, no sabía si le gustaría alguna cerveza, o simplemente una caminata después de la cena, en algún lugar tranquilo, o ir a caminar por la playa en la noche.

Llegue al lugar acordado, le mande un mensaje que ya había llegado, y me dedique a ver algunos libros y revistas de mi interés. Soy un fanático de los libros, así que puedo estar durante horas en una librería sin aburrirme, excelente lugar para la espera de la cita de esta noche.

No tardó mucho en que me llego el mensaje de Carolina, diciéndome que ya había llegado, que iba en dirección a donde estaba. El corazón se me aceleró un poco, me puse ansioso por verla vestida para la ocasión. Todavía no perdía las esperanzas de que la noche fuera para largo. Aunque no esperaba mucho, porque mujeres como ella, o más bien niñas como ella, todavía no tienen la libertad como la que tienen personas de mi edad, no tienen algún trabajo y solo se preocupan por el “ahora”. Eso lo tenía muy en mente, sabía que no me tenía que dar ideas equivocadas con Carolina, sabía que estamos en niveles muy diferentes, si tuviera 5 años más, o que esté a media carrera universitaria, la historia sería mucho mejor, o más diferente, pero ahora, muy en el fondo sabía que no me convenía, hasta la forma de pensar éramos diferentes.

“Solo me quiero divertir” —pensamiento.

—¿Adivina quién soy?

Sentí que me tapaban los ojos mientras estaba leyendo.

No respondí nada, deje el libro en donde lo agarre, y lentamente lleve mis manos para atrás, y empecé a tocar su cintura, para hacerle cosquillas, y en un momento cuando quise agarrar disimuladamente su trasero, se retiró de mi.

—Eres un mano larga —dijo con una sonrisa mientras se alejaba un poco de mi.

La contemplé, sin duda, estaba hermosa. Fue completamente de negro, pero con mucho estilo. Una chaqueta de cuero negro, una blusa por debajo, sin mangas, pegada al cuerpo, con un diseño de rendija, lo cual, se podía ver ligeramente la piel de su cuerpo y con el cuello muy descubierto. Una pesquero, porque le llegaba entre el tobillo y la rodilla, de un diseño de oficina, porque usaba un gris formal, con pequeñas líneas negras, de arriba para abajo, algo pegado al cuerpo, pero un poco holgado en las pantorrillas.

Unos zapatos negros que arbitrariamente hablando, se veían tanto en mujer, como en hombre. Diseño de piel pala vega. Con detalles en las orillas.

—Estás muy guapa —dije una vez que salí de mis pensamientos que tuve al verla.

—Gracias —respondió con una grata sonrisa— Tu igual te ves guapo.

Nos abrazamos y caminos tomados de la mano en la plaza, la idea principal, era ir a cenar en un bar, una comida y unas cervezas y de ahí, ver lo que pasaba.

—¿A dónde me quieres llevar? —comentó Carolina mientras cruzábamos la avenida detrás de la plaza tomados de la mano.

—Vamos a ir a cenar —dije mientras veía los carros pasar, y esperar el momento de cruzar la calle.— ¿Tienes mucha hambre?

—Algo, ya sabes que no he comido desde que salí del servicio.

—Mejor, asi vas a disfrutar la comida. Yo igual no he comido desde que salí del trabajo.

—Entonces los dos, vamos a disfrutar la comida —menciono mientras le levantaba un poco, para quedar frente a mi, y besarnos durante un rato.

Estábamos muy pegado, así que el pene se me empezó a levantar rápidamente, la seguí besando y la apreté aún más hacia mi, para que sintiera más mi excitación, después del trabajo, de cómo me la agarro y se mordió su labio, me sentía mas en confianza, de restregarle el paquete en sus piernas, para que igual excitara.

—Alguien ya se está calentando —mencionó Carolina mientras nuestros labios se separaban después del largo beso.

—Me dejaste con las ganas en el trabajo —dije aun con mis manos en su cintura y volviendo a jalarla hacia mi, para volverla a besar.

Nos volvimos a besar, ella puso sus manos en mi nuca y yo las mías en su cintura, para después abrazarla completamente, la escena en sí, ya era caliente, porque nos comíamos, sentía su saliva en mi boca, su lengua en la mía, sentía como me jalaba con sus manos, y yo, como le restregaba mi pene en su entrepierna.

Llegó un momento en que me separo

—Vamos a cenar, porque aquí no podemos cenar a gusto —mencionó mientras hacía una sonrisa con los ojos cerrados.

—Tienes razón, vamos a cenar y luego vamos por el postre —note su malicia en su voz y eso me dio esperanza de que la noche terminaría muy bien.

Fuimos a cenar a un bar, mucha gente, la música de reggaetón, comimos alitas, hamburguesa, papas, tacos, pedimos muchas cosas, ya que ambos, teníamos mucha hambre. Así estuvimos comiendo y platicando de cosas triviales durante el tiempo que duró la velada. Ya entrada la noche, sentía el efecto de las cervezas en mi cuerpo, me sentía más alegre y más desinhibido. Se terminó la comida, y estábamos llenos, ya era algo tarde, la 1 am. Así que le pedí la cuenta al mesero y pague la cuenta. Salimos hacia la avenida, y mientras esperamos el taxi, solo comente.

—Entonces te voy a dejar a tu casa, y ya de ahí, en el mismo taxi, me voy a la mía —lo dije sin ninguna maldad, porque no quería que ella se fuera sola. Sentía que igual se le subió un poco más el alcohol a ella.

—No —respondió inmediatamente.— Mejor vamos a un lugar más privado.

—¿A dónde quieres ir? —Ya había captado el mensaje, pero la pregunta era muy abierta, y lo principal, no quería ir a un motel, a la 1 am, para luego salir a las 3 am. Era muy tarde, y no me quería arriesgar a que nos asalten o nos pase algo por la calle, por estar a altas horas de la noche.

—¿Qué te parece a un hotel? —menciono mientras volvía a agarrarme del cuello y nos volvíamos a besar.

—Carolina, yo no tengo dinero para ir a un hotel, mejor vamos a mi casa —le dije fijamente para que aceptara mi invitación. No quería pagar un motel, y mucho menos un hotel, iba a ser más caro, era mejor en mi casa, en mi cuarto.

—Está bien, vámonos.

No tardamos mucho en agarrar un taxi, la trayecto fue rápido, en 15 minutos estábamos en mi casa. Pasamos la reja de entrada con mucho cuidado, ya que al abrirla, rechinaba mucho y eso podía despertar a mis papás que estaban en el segundo piso, salude a mis dos perros que rápidamente salieron a verme, les hice una seña para que no ladraran a Carolina que rápidamente se sujetó más fuerte de mi brazo, cruzamos la sala con mucho silencio, ya que ahí dormía mi hermano, abrimos la puerta, y al fin, estábamos en mi cuarto. Sentía que la travesía fue larga, pero al fin, estábamos en mi casa, en mi cuarto, y sin ninguna interrupción, también tenemos que cuidar del ruido, ya que en el cuarto de alado, estaba mi otro hermano con su novia y sus dos hijas, así que el silencio, era algo primordial, pero después de un rato, eso ya no iba a importar.

En cuanto entramos al cuarto, me impresionó mucho, que Carolina simplemente se subiera a la cama, así como así, sin ni siquiera quitarse los zapatos. Eso me sacó de onda, pero intuí que está algo tomada o que así lo hacía en su casa.

—Puedes quitarte los zapatos —le dije mientras me situaba en la orilla de la cama, y le empezaba a desamarrar los cordones.

—No —rápidamente me retiró su pie.— Déjame así.

—¿Como que te deje así?, las sábanas son blancas, y las vas a manchar con tus zapatos —empezaba a molestarme. Si no hacía que si quitara los zapatos, ya me veía a mi mismo, lavando las sábanas por la mañana a primera hora, para que nadie se diera cuenta, que traje a una mujer a la casa en la madrugada, y que nadie lo sabía.

—Así me voy a dormir —dije con cierta voz insistente.

—Carolina, si no te quitas los zapatos, me vas a manchar las sabanas, y en la mañana, yo tendré que lavarlos —me puse serio con ella. No entendía porque no se quería quitar los zapatos.

Acaso le apestaban los pies, tenía un dedo de más en sus pies, o un dedo menos, tenía calcetines rotos, o algo vergonzoso que no quería que viera. No tenía tiempo para bromas, no quería lavar las sábanas blancas en la mañana.

Me quedé parado en la orilla de la cama, mirándola fijamente, ella estaba boca arriba, levanto un poco su cara, y me vio, nos miramos un momento, ya se empezaba a notar la incomodidad del cuarto, de parte mía. Siguió mirándome y finalmente dijo.

—Está bien.

—Gracias —dije con un ligero suspiro de alivio y cierto enojo.

—No te enojes conmigo mi niño —dijo con cierta voz coqueta, mientras levantaba las manos para que la abrazara.

Me retire la camisa, y me puse encima de ella, me abrazó, me acarició mi espalda con sus uñas postizas. Nos empezamos a besar lentamente, poco a poco, el ritmo subía entre besos, yo entre sus piernas y sus piernas abrazándome por mi cintura.

Inicio de la historia.

“Y así terminan todas tus citas.”

Me lo decía Calorina mientras le subía la falda poco a poco, encima de sus piernas y empezaba a tocar su vagina encima de su calzón. Sentía su humedad.

Tenía una cara de deseo, me beso pero sin perder el ritmo de la mete y saca, la sentía muy mojada y podía oler ese olor, que cada mujer impregna al momento del sexo.

Está muy delgada, así que moverla no fue ningún problema para mi. La agarre del cuello, y la jale hacia mi, para poderla besar mejor. Ahí me di cuenta que tenía una costumbre, especial, de morderme el labio inferior, a la mañana siguiente iba a ver la marca en mi boca, pero en ese momento no me importo, ni lo sentí.

Solo lo metía y sacaba, lo metía y sacaba, empezaba a escuchar sus gemidos, como me abrazaba en cada metida completa de pene en su vagina. Escuchaba ese sonido líquido de nuestro sexo, chocando a cada momento. Supe mi mano en su boca para que no escucharan en el cuarto.

—Dame más, me encanta como la tienes —la oía decir entre agitación —La tienes muy grande.

La chica de 18 años era muy caliente en la cama, escuchar esas palabras caliente en mi oído, mientras la agarraba en el cuello, para tenerla cerca de mi, era lo más placentero, aparte de la cogida que le estaba dando.

—Así es como te quería tener —le decía mientras más fuerte le daba—Desde hace rato quería estar así contigo.

—Ya me tienes así dame como a ti te guste —Suspiros— Dame mas. Aaaahhh

Se la saque, note que te quedó un momento quieta, pero solo la agarre del brazo para voltearla boca abajo. Ver ese pequeño culo a mi disposición, fue un placer. Agarre mi verga y se le metí de un jalón, sentí como saco un gran suspiro, la agarre de la cintura con ambas manos, y la empecé a sacar mas rápido, la cama se movía totalmente, ya no me importo, ni me importaba el placer de ella, solo quería sentir mi placer solo quería terminar.

—Voy a terminar.

—Termina dentro de mí, no te salgas.

—¿Que? —eso me saco mucho de onda, sé que estaba mal que desde el principio no me puse condón, y que el líquido preseminal tiene cierto semen, pero no quería terminar dentro de ella, capaz y eso terminaba aún peor.

—No, no voy a terminar dentro de ti.

—No pasa nada, quiero que termines dentro de mi.

—¿Estás segura?

—Si, quiero sentir tu leche, dámela toda.

La escena de por sí, ya era de más, excitante, y no aguante más, termine dentro de ella. Fue una experiencia única, espere a que los espasmos en mi pene terminaran para que sacaran lo último de semen.

Fue muy especial para mi, ya que con mi anterior novia, siempre habíamos usado condón, y aunque terminaba dentro de ella, no era lo mismo, definitivamente no era lo mismo usando condón, y mas aun, que ella sintiera mi semen dentro de ella.

Nos acostamos, mirándonos sin decir una palabra. Nos quedamos dormidos.

No recuerdo la hora, pero me desperté para ir al baño, encendí la luz del baño, al salir, por el reflejo de la luz, la cama se veía muy iluminada, y ahí estaba Carolina, desnuda de su cintura para abajo, boca abajo con las piernas entrecruzadas, era de madrugada, pero ver así, hizo que se me parara de nuevo.

Se me subió la calentura.

Apague la luz, me subí lentamente a la cama procurando que no se despierte, me coloque entre sus piernas, agarre mi pene y la puse en su vagina.

Empecé a empujar lentamente, extrañamente seguía algo mojada, lo cual me facilito que entrara toda sin ningún problema.

Empecé con el mete y saca, ella todavía seguía dormida, dormida boca a abajo, así que procuraba hacerlo muy despacio, la sensación era indescriptible, mas el morbo, por ella, que esté dormida y yo encima de ella, cogiéndomela.

Sentía que se mojaba, no la veía despertarse, nunca supe si realmente estaba dormida o solo seguía el juego.

Quería cogérmela las veces que sea necesario, quería volver a terminar dentro de ella, las consecuencias de mi decisión en ese momento no me importaba nada, no me importaba que fuera a pasar, solo me importaba cogerla, y volver a terminar dentro de ella.

No me costó mucho, en aquella posición, ver su espalda, su trasero, sus piernas abierta, y yo, entrando y saliendo a cada rato.

Sentí esa corriente eléctrica en mi cuerpo, y cuando sentí que el semen se me salía, se la metía lo mas profundo que pude, me quede quieto mientras sentía las palpitaciones y las últimas gotas de semen saliendo de mi.

Se la saque lentamente, me fui al baño a lavarme un poco el pene, apague la luz y me acosté a lado de ella.

No me costó nada volver a quedarme muy dormido.

A la mañana siguiente, amanecí con sus brazos en mi pecho, me estaba abrazando.

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