Ese cuarto es nuestro lugar, nuestro secreto ni Román ni Mónica saben de lo que tú y yo tenemos. Tú no pretendes dejarlo a él y yo no pretendo dejarla a ella somos como una especie de cómplices en esta aventura solo nuestra.
Bueno sé que dos o tres amigas tuyas saben de lo nuestro y una que otra compañera del trabajo ha notado como se me pone dura cuando hablo contigo por teléfono, una, me ayudo con unas fotos que alguna vez te mande, algunos dirán que somos unos sinvergüenzas eso no nos importa.
De esta perversión que hace que nos olvidemos de nuestras familias cada que nos encontramos, de esas cuerdas que cubren tú cuerpo, de esa cera que quema tú piel y que mojan tú entrepierna, de esas órdenes que te gusta seguir. Y aquí estamos de nuevo tú atada a mi antojo y dispuesta para nuestro placer…
Llegaste temprano tal como habíamos acordado hacía frío y traías un abrigo largo hasta media pierna el pelo suelto y los tacones que sabes me gustan como hacen que te luzca el trasero. Entraste y platicamos un poco en lo que nos tomamos un trago.
Viste la cruz improvisada que había en la habitación, no somos profesionales en esto, solo nos dedicamos a darnos amor. Arme la cruz una tarde y cada que atornillaba un tornillo me parecía que era yo penetrándote (lo sé es perturbador) Lije la madera y le puse una fina capa de esponja la forre de cuero y le puse sus correas en cada una de las esquinas y una en el medio para tu cintura.
Me acerque a ti y desabotone tu abrigo mientras miraba tus ojos lo deje caer por tu piel viendo como acariciaba tu cuerpo, debajo no traías nada pude notar que esta vez ibas depilada de todo el cuerpo tal vez no querías que jalara tu vello púbico como la última vez no tienes de que preocuparte, hoy tengo otros planes para esa zona
(Pensar eso me hizo sonreír) viste la sonrisa en mi rostro y diste un trago a tu bebida.
—Me gusta así sin nada
—sabía que te iba a gustar
—tal vez hoy sea el día de usar la cera y como no tengo donde jalar tu bello ese es un buen lugar para comenzar.
Lo primero que hice fue darte una señal para que te hincaras antes de ponerte tu collar, a la vez que me besaste el pene por encima del pantalón al tiempo que lo puse en tu cuello y lo ajuste a ti lo más cerca de tu piel que se pudo. En cuatro me seguiste a nuestra mesa de juegos te volviste a arrodillar y lentamente viendo mis ojos desabrochaste mi pantalón y sacaste mi verga la metiste en tu boca mi verga empezó a engordar y a creer dentro de tu cálida y experta boca.
En poco tiempo ya lo tenías en tu garganta y mis manos sostenían tu cabeza haciendo que te faltara un poco el aire solté tu cabeza y te puse en pie te recostaste boca abajo esperando te amarrara en la mesa sabías lo que seguía no te amarre esta vez, pero con unas nalgadas que pusieron tu trasero rojo te levante de la mesa y te dije que subieras en ella y te recostaras sobre en ella te vende los ojos, saque una pequeña carretilla de puntas agudas y empecé a pasarla por tu piel cuello y senos fueron los que la recibieron en primer lugar tus pezones se pusieron duros y los lamí y mordí al ver como lo pedían a gritos.
La carretilla siguió su camino por tu abdomen hasta el ombligo recorrió su circunferencia y bajo a tu depilado monte de venus lo marque un poco fuerte y gemiste un poco gran error mi mano cruzó tu cara para recordarte que no debías quejarte…
Seguí los pliegues de tus labios marcando cada uno de ellos presione un poco más sobre tu clítoris y después lamí las marcas en tu piel cure cada una con mi lengua jugué con ella sobre tu húmeda hendidura y bebí tus jugos a placer. Me aparte de ti y jale tu pierna izquierda la amarre a la pata de la mesa y luego la otra pierna tu espalda apoyada a la tabla y tus manos sujetas sobre tu cabeza ya no tenías mucho movimiento prendí la vela y la acerque a tu piel gota a gota fue cayendo quemando poco a poco…
Tu depilado monte de venus recibió la mayor parte poco a poco se fue consumiendo la vela y cada vez menos piel estaba ilesa, desde tu cuello hasta tus piernas en algún lugar te había besado la cera fue cuando Vertí unas gotas de cera en tu clítoris que te volviste loca de placer la cera recorrió tus labios escondiéndose en lugares ocultos… ahí la cera no seca igual de rápido que en otras partes y camina por lugares ocultos.
Tu orgasmo fue intenso tus piernas se tensaron y temblaron, tu espalda se arqueo aun amarrada, y tu boca grito fuertemente, deje la cera de lado solo para poner mis dedos sobre tu húmedo sexo frote tus pliegues un poco y tome entre dos de mis dedos tu clítoris estaba tan hinchado y tú tan excitada que rápidamente volviste a llegar al clímax metí fácilmente un dedo dentro tuyo luego dos y un tercero con el cuarto te incomode un poco me detuve un poco y al final metí mi mano sé que te gusta así tu calor y humedad te delatan la deje dentro un momento y moví un poco dentro…
Mi excitación era mucha saque mi mano muy despacio y solté tus ataduras te di vuelta sobre la mesa, ahora me iba a divertir con tu trasero que es más mío que tuyo, me perteneces mientras estemos aquí dentro de nuestro cuarto así lo decidiste eres mía por lo dure este juego. Bese tu espalda hasta las nalgas tome tus manos con las mías solo para amarrarlas en tu espalda tus piernas quedaron sueltas… camine hasta la cómoda de a lado para tomar tu piedra favorita saque el gel cuando llegue a tu lado puse gel en tu trasero y mi dedo lo embarro por todo tu ano puse una cantidad considerable en la punta del juguete y jugué un poco antes de meterlo.
Tú como siempre sufriste al ponerlo en ti, la verdad es que nunca te ha gustado pero lo soportas para darme gusto (ya espero el día que pueda tomarlo con mi verga). Con la piedra asomando por tu culo tome mi erección y la empuje por tus labios hice un poco de presión en tu hendidura al entrar sentí tu calor en mi falo, lento, muy lento te empecé a penetrar tome tus hombros con mis manos y empuje con fuerza varias veces, dentro fuera, dentro fuera, una vez y otra una y otra vez mis manos cada vez empujaban más fuerte como si quisiera partirte en dos entraba y salía de ti mientras sentía tu cuerpo tenso…
Vi como tus uñas se clavaban en tus palmas una vez y luego otra salí de ti justo un momento antes de vaciarme, hoy quería dejar mi semilla regada en tu trasero ver como tus nalgas y espalda quedan impregnadas de mi, ver como poco a poco resbalaba por tu piel, con unos últimos jalones me vacíe por completo en tus manos y dando unos suaves toques de mi pene sobre tu espalda, me limpie con tu cuerpo. Te desamarre las manos, mientras chupabas lo que cayó en ellas te puse el abrigo, así, con mi leche en tu espalda con mi sabor en tu cuerpo. El tiempo se nos había acabado tu teléfono sonaba Román ya te estaba marcando.