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La historia de Ángel, solo era un muchacho (25)
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Tiempo de lectura: 12 minutos

Los tres días siguientes, antes de que saliéramos para nuestro viaje, fueron bastante entretenidos, los pasaba con Pablo que me recogía todas las mañanas y no volvíamos hasta la tarde.

Tenía que hacer trabajos en la hacienda ayudando a su tío y a los peones en algunas tareas, la mayor parte del tiempo lo pasaba con don Ernesto analizando sus proyectos y haciendo cálculos sobre inversiones.

A veces me aburría y hablaba con la abuela de Oriol, tenían adornada la casa lo mismo que la de Álvaro con un enorme abeto en el salón principal y guirnaldas por las escaleras, la señora me hablaba de sus hijas y nietos, y que pronto vendrían para pasar unos días con ellos.

En las comida nos invitaban para seguir hablando de sus cosas, pero Eliseo comía con el resto del servicio, a veces me escapaba hasta las naves donde estaba el personal, o a las caballerizas y ver como cepillaban el pelaje de los caballos.

Entre bromas me ofrecían el cepillo para que yo lo hiciera, me entretenía y resultaba divertido, eran buenas gentes aunque tocas, y los mayores, en su mayoría, analfabetos.

Era un conjunto de edificios enorme y laberíntico, donde al principio me perdía pero pronto aprendí a orientarme. Eliseo se portaba como si realmente fuera mi tío, y para hacer alguna gracia me pedían un beso de sobrino delante de aquella gente, o me daba una nalgada cariñosa sin importarle que Pablo estuviera delante.

Sabía que me deseaba pero intentaba contenerse, una cosa eran las bromas que todos le reían, y otra muy distinta cuando alguna vez me encontraba a solas con él.

Quería enseñarme a montar a caballo y yo me resistía porque tenía miedo, al final terminó convenciéndome, una vez de haberlo ensillado me sujetó de la cintura para elevarme y aprovechaba para abrazarme y arrimarme la entrepierna y que notara el enorme bulto de su verga, pero no pasaba de ahí y terminaba colocándome sobre el caballo, luego le llevaba de las riendas para que nos fuéramos acostumbrando.

Una de las veces me sujetaba muy fuerte y me abrazaba el abdomen frotando la entrepierna en mi culo, en esta ocasión era muy diferente e insistía a pesar de que yo me oponía intentando apartarle.

-Déjame pequeñín solo quiero arrimártela un poquito.

-Eliseo, ¡por Dios! suéltame.

-Solo es un segundo, tienes que querer a tu tío precioso. Mira que caliente me tienes. -me cogió la mano y la colocó sobre su verga con descaro, por el tacto no reconocía lo que le vi cuando meaba en el wáter.

-¿Te gusta? Seguro que te gustará verla. -sin darme cuenta había dejado la mano muerta sintiendo aquella tibieza que salía a través de la tela.

-Ya te la vi el otro día cuando estabas borracho. -seguía sin retirar la mano y él se dio cuenta.

-¿Ves como si te gusta? Sácala y dala un besito sobrino lindo. -entonces retiré la mano y me puse intensamente rojo al sentirme cazado.

-No podemos hacer eso Eliseo, a Pablo no le va a gustar.

-Pero yo no se lo voy a decir y tu tampoco lo harás. -volvió a cogerme la mano y ahora me la restregaba violentamente en la dureza de la polla.

-¡Por favor Eliseo! Portate bien.

-De acuerdo por hoy cederé a cambio de un beso tuyo. -no tenía otra opción y temía que pudiera aparecer algún empleado en cualquier momento y nos sorprendiera.

Arrimé la cara a la suya para darle un beso en la mejilla, él me cogió la cara y pegó sus labios atrapando los míos, me forzó con la lengua a que abriera la boca para recibirla, y durante unos segundos jugó con ella acariciándome el paladar y la lengua.

-No es tan difícil bonito, y no creas que me doy por vencido, si quieres tener a mi sobrino y ser su mujercita, podrías ser algo amable y complacer a su tío.

Por esta vez había salido indemne, o eso me creía, su beso había sido igual a la caricia de una fiera, y a pesar de ello, resultó hermoso como besaba Eliseo.

Cuando estuve a solas con Pablo, y aprovechando el momento de un beso que me daba le referí sin detalles lo que había pasado y sin decirle que el beso me había gustado.

-Se nota que te quiere mucho, eres un puro conquistador, ni mi tío que tiene las mujeres que desea puede escapar a la seducción de tu embrujo. -se lo tomaba como una broma más de las que tenía Eliseo para conmigo y quise insistir.

-Pero si te molesta puedo hablar con él, no creo que lo haga con mala intención, tu eres un niño para él y sabe la relación que tenemos. -no podía estar dependiendo de él o de Álvaro para que me defendieran del acoso de otros hombres.

-No hace falta, se defenderme y si no aprenderé.

-Así me gusta, que vayas venciendo tus miedos, no todo el mundo es como Damián. -lo que decía era evidente, pero en lo sexual Eliseo tenía mucho poder de convicción.

-No se lo tomes a mal, está pasando un bache, cuando estoy aquí se siente desplazado, piensa que le quito su trabajo porque don Mateo y don Ernesto hablan conmigo de los proyectos de mejora para las haciendas. No se da cuenta de que hay temas que sabe llevarlas como nadie.

Posiblemente, si era cierto lo que Pablo suponía, por eso querría algo de mi, para compensar lo que pensaba que Pablo le arrebataba, ser la persona insustituible en las haciendas y para sus dueños.

Al final me daba cuenta de que los hombres éramos como niños, caprichosos, volubles y que aspiramos a sentirnos importantes para los demás.

Todos los días mis dos hombres me hacían el amor, parecía que se disputaban el ser más machos y potentes al saber que lo hacía con los dos, no me preguntaban demasiado y se limitaban a hacerme gozar y satisfacerse con mi cuerpo, me entregaban todo su amor y yo se lo devolvía multiplicado haciéndolos disfrutar al máximo.

Esa noche, después de que Álvaro me hiciera el amor, de esa forma tan sensual y tan placentera con que se mueve follándome, diferente a como lo hace Pablo, y pudiendo comparar, y siendo tan diferentes, los dos consiguen encumbrarme en el éxtasis perfecto.

-Ya he reservado el hotel gatito, voy a enseñártelo.

-Será mejor que nos lavemos antes. -le señalé mi pecho bañado en semen para que se diera cuenta de como estábamos. No tardamos mucho, estaba inquieto, ilusionado por mostrarme el hotel.

-En dos horas llegaremos y podremos dormir allí el viernes. -me mostraba las fotos de unas habitaciones lujosas y vistas del exterior.

-He reservado una suite para los tres, ¿qué te parece? -le abracé maravillado, era la primera vez que alguien me llamaba a un viaje y también a un hotel.

-Es muy bonito mi amor, pero es una pena que sea invierno y no podamos utilizar la bonita playa, gracias mi vida, seguro que a Pablo también le gusta.

Cuando se durmió escapé de sus brazos, era una costumbre abrazarme por detrás pegándose a mi espalda, me coloqué de frente mirándole y le acaricié la cara. Tenía mucha suerte, lo mal que lo había pasado ahora se compensaba al tenerles a ellos, preocupándose por mi y amándome. Me fui quedando dormido sin dejar de mirarle hasta que se me cerraron los ojos por el sueño y el cansancio.

Era el último día antes de marchar y Pablo me recogió como siempre, esa mañana estaba más locuaz y alegre hablando sin parar, aceptó la invitación de Victoria para desayunar, cuando terminamos subí a la habitación para cepillarme los dientes y Pablo subió detrás de mi.

Se tumbó en la cama que ya había arreglado la muchacha, todo estaba en su lugar, como si no hubiéramos pasado la noche.

-Tengo ganas de partir al viaje, a veces tengo envidia de que Álvaro pueda tenerte toda la noche a su lado. -le miré algo asombrado y estaba haciendo pucheros como un niño molesto, me tiré encima de él.

-Tu me tienes todo el día y despierto, con él solo duermo.

-¿Solo duermes? ¿No folláis? Yo lo haría te lo juro. -me puso un poco rojo y sentí como me ardía la cara.

-Me hace el amor, pero no estamos toda la noche, sabes que Álvaro se levanta muy temprano. -le besé los labios y me levante para marchar.

Hacía horas que no nevaba y un fuerte y cálido viento iba deshaciendo la nieve acumulada, varios jornaleros estaban enganchando el remolque a un tractor dirigidos por Eliseo.

-¡Ya habéis llegado! Vamos a aprovechar la mejoría del tiempo, llévate a los hombres para recoger la vides que arrancamos cerca Los Tres Cantos, podéis traeros algunas brazadas de sarmientos también para que vayan secándose a cubierto. -Eliseo impartía órdenes como un general.

-Yo subiré con Marcos para llevar comida a los caballos del monte. -entonces Pablo le pidió lo que no debía, aunque fuera con buena intención.

-Llévate a Ángel y que Marcos venga con nosotros para ayudarnos. -parecía que tenía que ser así y Pablo me dio un beso, a continuación montó en el tractor donde Marcos le esperaba, otros operarios les siguieron en otro vehículo y me quedé a solas con Eliseo.

-Parece que volvemos a trabajar juntos, vamos. -se sonreía mientras comenzaba a cargar las pacas de hierba en la caja de la ranchera, le ayudé a pasar las cintas para sujetar los fardos, sinceramente no estaba preparado para ese tipo de trabajos pero ponía toda mi voluntad en brindarle mi ayuda.

-Tenemos que aprovechar las horas de calma antes de que vuelva a nevar, esto es un paréntesis. -al principio íbamos por la misma carretera que cogió Pablo.

A unos tres kilómetros los encontramos ante un gran montón de vides arrancadas, las cargaban en ese momento en el remolque, eran cargas pesadas y entendí el motivo de que Pablo me mandara al monte con su tío.

-¿Por qué habéis arrancado las vides? -como de algo teníamos que hablar le formulé sin mucho interés la pregunta, había una gran extensión de tierras sin cultivar y rodeadas de otras viñas que no habían quitado.

-Ahora hay nuevas ideas sobre la economía del campo, tenemos que diversificar y sustituir parte de lo tradicional por nuevos cultivos, hay quien opina que el olivo esta bien como complemento. -Eliseo hablaba como si estuviera despechado, enojado con alguien, y sospechaba que el causante de su molestia era Pablo.

Coloqué la mano en su brazo con el animo de que apaciguara su resentimiento.

-Todo cambia Eliseo, lo mismo en el campo que en la ciudad, tenemos que evolucionar y no quedarnos quietos. -le solté y él me palmeó ligeramente el muslo.

-Tienes razón, a los viejos nos cuesta cambiar los hábitos y dejar los vicios que vamos cogiendo. -no pude evitar que me saliera una risa.

-¡Tu no eres viejo!

-¿Crees que no? -le miraba, y la verdad, no era un viejo como el pretendía, solamente un poco mayor pero con mucha energía aún.

-Estoy seguro. -habíamos entrado en los caminos rurales y algunas zonas estaban cubiertas de nieve que no dejaba ver los socavones y baches del firme.

Avanzamos en silencio, cada uno dedicado a sobrevivir del traqueteo y saltos de la ranchera por el maltrecho camino.

En esta ocasión algunos de los caballos estaban cerca de la nave donde Eliseo había dejado las pacas de hierba la otra vez, bajé del coche e intenté acercarme a ellos pero escapaban no muy lejos.

-Ofréceles comida, hazte su amigo. -Eliseo arrancó unos matojos de un fardo y los fue tirando sobre la nieve, los caballos lentamente fueron acercándose y comenzaron a rumiar la hierba.

-Ahora sin tirarla tenla en la mano. -hice lo que me pedía y uno de ellos, más atrevido, me la arrancó de la mano abriendo el hocico, sentí el aliento caliente que expelía.

Continué jugando con ellos dándoles la comida como me dijo Eliseo mientras él iba bajando los fardos, rompió las ataduras de uno y lo esparció sobre la nieve alejándose de la nave, otros caballos parecía que habían olido la comida y empezaron a llegar, ahora ya no me hacían caso al tener la comida mas cercana.

Terminó sus labores y volvimos a la ranchera, estuvo parado un tiempo observando a los animales.

-¿Te gusta el campo Ángel? -me había cogido del hombro y apoyé la cabeza en su pecho para seguir mirando como se disputaban la comida.

-Creo que si aunque no estoy preparado para trabajos tan duros.

-Claro nene, tu eres delicado y suave, un hermoso ejemplar para tenerlo bien guardado. -había comenzado a acariciarme el muslo con una mano mientras que con la otra me sujetaba del hombre estrechándome en su pecho.

-Eliseo, no podemos, no sigas.

-¿Por qué no? ¿Soy tan desagradable? ¿No te gusto nada, nada? -parecía herido por mi negativa pero no me soltaba.

-No se trata de eso Elíseo, en realidad si me gustas pero están Pablo y Álvaro, entiéndeme. -me había cogido la mano con la suya izquierda y la llevó encima de su bragueta, notaba la barra de dura y palpitante carne .

-Solo quiero un poco de cariño, no te estoy pidiendo que seas mi amante y dejes a tus hombres por mi, mira como me tienes. -no podía comprender muy bien lo que le pasaba a aquel hombre, podría tener cualquier mujer que se le encaprichara, y algunos hombres si los quería también, y se había ido a encapuchar del novio de su sobrino.

No retiré la mano, no podía hacerlo y el calor nos fundía a través de la dura tela. Se abrió la bragueta de un tirón y apareció el slip de color azul que llevaba puesto.

-Mete la mano, cógela un poco bonito, espera ansiosa tus caricias. -sabía que no debía hacerlo que terminaría despertando los demonios del primitivo deseo, pero la tentación era mas fuerte que mis convicciones y empecé a pasarle la mano por encima de la tela en toda su longitud.

-¡Ohhh! Qué rico siento mi nene. -sentía como se le iba engordando más y más hasta que el glande apareció por encima de la cintura de goma.

Me incliné para observarlo, era muy gordo y partido por la mitad en una raja profunda, de la boquita rosada le salía un hilo de jugos que brillaban, una pura tentación para meterlo en la boca y chuparlo aunque entraría llenándome. Le pasé el dedo por la boquita y recogí el jugo que le salía llevándomelo a los labios.

-¿Te gusta, te sabe rico?, siempre tiro cantidad de precum. -me soltó del hombro y con las dos manos se bajó los pantalones y el slip estirándose sobre el asiento.

Tenía la verga a tope y en pleno esplendor, si que era algo más grande que la de Pablo, en longitud y grosor, con potentes y sobresalientes venas cruzándole.

Llevé la mano y le cogí el glande envolviéndolo con los jugos que sacaba.

-¡Oh! ¡Oh! ¡Oh! Sí, sigue, sóbame los huevos amor, me duelen. -debajo del pene y envueltas en negros vellos sus pelotas se movían con vida propia, sus huevos eran enormes, los sostuve en la mano y no podía cerrarla conteniéndolos.

Se los sobé un momento y volví a cogerle el rabo para bajarle el prepucio y mirarle todo el glande al descubierto, era una verga prodigiosa, aún en esa postura sentado donde no podía enseñarla entera.

No podía apartar los ojos de su inmenso glande, y le baje y subí varias veces el prepucio masturbándole, asombrado del riachuelo de precum que le bajaba ensuciándome la mano.

-¡Oh! ¡Oh! Tu manita es una delicia, dale precioso, dale, tengo los huevos rellenos y no aguanto. -mi mano no llegaba a marcar el grosor de su polla y la movía muy suave disfrutando de su tibieza y suavidad.

-Chúpala un poco nene para sacarme la leche, lámela te va a saber deliciosa. -me empujaba la cabeza hasta tenerla a unos diez centímetros de la verga y comenzó a mover las caderas buscando más fricción entre su verga y mi mano.

Era justo la distancia focal para no verla borrosa, ya me sentía vencido y decidido a saborearle la rica y jugosa verga, cuando sentí en la mano correrle la leche desbordando por el glande, estaba tan cerca que los primeros trallazos impactaron en mi cara y el resto salía a borbotones que resbalaban por mi mano hasta los pelos del pubis y sus testículos.

-¡Ohhhaauuuggg! -le salió un fuerte gruñido que le hizo temblar el pecho, estremeciéndose a la vez que forzaba la presión sobre mi nuca haciendo que la verga resbalara por mi cara sin llegar a entrarme en la boca. Enterró mi cara en su entrepierna juntando el semen que me había dado en la cara con el que se derramó sobre los testículos.

-¡Ahhh! Que rico nene sentirte cerca. -me mantuvo así unos segundos y luego dejó que me separara, tenía la cara totalmente encharcada de semen restregado en ella, me la sujetó entre sus manos y comenzó a lamerme toda la cara comiéndose su propio semen hasta terminar dándome un beso con la lengua en mi boca haciendo que paladeara el sabor dulzón del esperma.

-Ten, límpiate la cara. -me entregó una caja de pañuelos de papel y él cogió unos pocos para limpiarse la verga y los huevos, yo tuve que hacerlo con mi cara y la mano derecha.

-¡Por favor Eliseo!, no estaría bien que Pablo o Álvaro se enteraran de lo que ha pasado. No quiero que haya problemas por mi causa.

-No tengas problemas pequeño esto queda entre nosotros, gracias por ayudarme a descargar los huevos. ¿Te ha gustado? -me detuve un momento pensando la respuesta que tenía muy clara por la hinchazón que aún tenía en mi polla.

-No lo se…, bueno si que me ha gustado aunque no debe volver a pasar.

-No te preocupes, nenito, yo buscaré el momento sin que se enteren los demás. -no sabía si Eliseo me había entendido o si yo no me había sabido explicar, de todas las maneras yo sabía que él podría controlarme y que sabía seducirme con sus dulzuras equívocas.

Cuando regresamos a la hacienda Pablo y sus compañeros habían descargado el remolque, me quedé un poco apartado mientras hablaban entre ellos, en parte me sentía violento al verles a los dos intercambiando opiniones tan tranquilamente, al propio Eliseo tan fresco, sin sentir para nada su culpa ante su sobrino por haber obligado a su novio a hacerle una paja.

Después de la comida Pablo se quedó solo trabajando en sus papeles y yo me dediqué a ver televisión y curiosear por la casa, ya me estaba aburriendo cuando me buscó para llevarme a la casa de Victoria.

Tenía ganas de que terminara, durante el tiempo que estuve ocioso recordaba constantemente lo que sucedió en el monte, e imaginar la polla de Eliseo me calentaba y por eso deseaba estar con Pablo.

-Lo siento pero tenía que terminar unos notas, podías haber salido y estar entretenido con el personal. -no le quise responder con la verdad, que solamente hubiera conseguido que su tío o Marcos me estuvieran persiguiendo.

Pensaba que era cierto que me gustaba verme cortejado por los hombres, y deseado, pero siempre que pudiera escarpar de ellos y no quedara encerrado y sin salida. Marcos no me resultaba desagradable, para nada, salvo su aire chulesco y que creyera que podría tenerme con solo dar una palmada.

En lugar de responderle le abracé la cintura y le pedí que me besara.

-Voy a llevarte a tu casa. -ahora se refería a mi casa cuando hablas de la de Álvaro- ya está anocheciendo y quiero volver temprano, también tengo que preparar mi maleta para el viaje de mañana.

Cuando llegamos no hizo intención de salir del coche y le pedí que se quedara para cenar o esperar a que Álvaro llegara.

-No puedo, el equipaje me espera y yo no tengo una criada, mañana vendré para comer y esperaremos la llegada de Álvaro para partir. -me dio un montón de besos pero no quiso quedarse, y tampoco le iba a decir el verdadero motivo de mi insistencia. “Tu tío me tiene caliente toda la tarde porque le hice una paja, y ahora necesito tener tu polla para calmarme”.

Esperé la llegada de Álvaro jugando con don Mateo delante de la televisión, cuando entro en el salón le note muy preocupado, enseguida pensé que podía haber tenido noticias sobre las pruebas del niño y quizá no fueran mejores que el otro día, pero no le pregunté y le seguí cuando subió para ducharse.

Me abracé a él cuando entramos en la habitación sin dejarle que se metiera en el baño.

-Sigues preocupado y si no puedes estar tranquilo anulamos el viaje. -le sentí como temblaba.

-Nos iremos, necesito olvidar lo que tengo a mi alrededor gatito, me hará más bien que mal y ademas ya lo tengo acordado con mis compañeros.

Me quedé con él mientras se duchaba, mirándole a través de las cristaleras hasta que salió y le envolví en la toalla.

-¿No te han hablado el abuelo de Oriol o mi padre?

-Solamente de los normal, a tu padre solo le he visto a la tarde, ¿es que hay algo especial? -se estaba peinando y nos miramos reflejados en el espejo.

-No se habrán atrevido a pedírtelo, es por si te quedara tiempo libre para que impartieras algunas clases al personal trabajador.

-No me han dicho nada y no le veo sentido, pueden pedirme lo que necesiten, tus padres me tienen de huésped, de invitado haciendo el vago.

Después de la cena sacó la ropa que quería llevar en el viaje para dejarla preparada y ya nos metimos en la cama. Me contó como había pasado el día y yo, a mi vez también se lo conté, sin decirle lo que hice con Eliseo.

-Mi amor te estás haciendo granjero, en poco tiempo vas a saber del campo mas que yo. -le abracé colocando la cara sobre su pecho desnudo y jugué con los pelitos alrededor de las tetillas.

-Tu tienes cosas más interesantes de las que ocuparte. -me abrazaba y me revolvía el cabello.

-Como atender a mi gatito celoso. Mi cielo, eres mi reposo, mi amor, lo que más quiero. -nos comenzamos a besar, yo impaciente y deseoso, no se me habían ido las ganas y metí la mano por la cintura de su pantalón de dormir.

-Mi bichito esta dormido. -envolví la verga dormida en mi mano, estaba tan suavecita y caliente.

-Despiértalo. -aparté la ropa de la cama y le bajé el pantalón, la polla reposaba sobre el mullido lecho de los pelos y le acaricié la bolsa de los huevos pasándole las uñas, enseguida la verga le comenzó a crecer.

-¡Ahh!, mi vida, Ángel. -me la metí en la boca y empecé a moverla con la lengua notando como creía muy rápido hasta ocupar todo el hueco y tuve que dejarla que saliera.

-Amo tu verga Álvaro. -me colocó de costado y los dos empezamos a lamernos la polla el uno la del otro, me sentía muy excitado, mucho más que en otras ocasiones.

-Tienes ganas de verga, señal de que no has estado con Pablo. -mis hombres ya empezaban a conocerme y a saber mi estado de ánimo y mis deseos, sobre los dos Álvaro era más sensible y se daba mejor cuenta.

-Quiero tu polla Álvaro, no he estado con Pablo, no ha querido. Mi amor dámela. -cogí la iniciativa y le monté estando de costado, entre risas se dio la vuelta para que quedara sentado en su abdomen y sujeté la polla llevándola a mi culo.

No me importó que me doliera y me la clavé de una sentada.

-Me vas a romper la polla.

-No, eso no es lo que deseo.

-Cabálgame gatito, sírvete tu mismo. -tarde pocos minutos en sentir los temblores del orgasmo y derramé la leche sobre su pecho, y seguí cabalgando la verga de mi macho hasta que también él se derramo en mi culo llenándomelo de semen caliente.

-Tenías muchas ganas gatito…

-Soy un depravado sexual, tenía un deseo loco de verga mi amor.

-¿Ahora dormirás bien?

-Si me despierto a la noche lo sabrás.

-¿Nos lavamos?

-No, nos limpiamos con mi camisa, ahora quiero tenerte abrazo junto a mi amor mío.

Seguirá…

 

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