La oficina aun no cerraba, pero habían esperado mucho, planeado mucho, pensado y fantaseado mucho aquél momento. Ella estaba sentada en su escritorio, su ropa ejecutiva, con el aire acondicionado a todo dar, pero aun así con ese intenso calor que ambos tenían, abrieron la puerta y él se escondió tras el escritorio. Era la última de las secretarias, venía a entregarle los documentos del día a su jefa antes de irse a su casa.
-Gracias.- Dijo la jefa, luego se inclinó de forma extraña.
-¿Le pasa algo?- Preguntó la secretaria algo preocupada, esta dijo que no con la cabeza, pero debajo del escritorio él ya no estaba esperando y pasaba su lengua lentamente desde su talón por los muslos llegando a su entrepierna. Ella tenía miedo de que la descubrieran pero a la vez no quería decirle que parara. ¿Y cómo?
-Estoy bien.- Dijo de forma forzada. Casi gimiendo, la secretaria se dio por vencida y se retiró. Luego de cerrar la puerta todo estaba solo de nuevo, y esta vez por completo. Él se paró a su lado y al verla jadeante le dijo.
-Lo siento. Quería…
Pero ella no lo dejó terminar, pensaba vengarse de él por aquél riesgo, no lo despediría. Tenía otro plan en mente. Lo empujó en el escritorio le quitó la corbata suavemente y mientras lo besaba se escuchaba el metálico sonido de la hebilla de su correa, le ordenó quitarse los pantalones, cuando él lo hizo ella usó la corbata para acercarlo a ella por el cuello, lentamente. Aun con la corbata en su cuello se agachó, desabotonando su camisa y bajando su ropa interior con un solo dedo, cuando bajo un poco más el miembro de él saltó, como si estuviera tan agitado como él. Ella sonrió y lo vio, acercó su boca, pero a centímetros del contacto se alejó y caminó de nuevo al escritorio ordenándole.
-Ven aquí. -Él la siguió sin titubeo. Ella se volteó y tomo las manos de él que fue guiando desde sus piernas, como si le estuviera diciendo que parte quería que le tocaran y de qué forma, finalmente dejó las manos de él en sus senos y comenzó a moverse con una especie de baile muy suave. Movía las caderas hacia atrás y el miembro de él levantaba la falda de su jefa.
Cuando él apretó sus senos ella suspiró y su mano se deslizó para tocarlo entre las piernas. Se estaba tomando su tiempo, lo estaba desesperando y lo sabía, esa era su venganza. Abrió sus piernas sonriendo, pero no se dejó penetrar, abrió el cajón de su escritorio y sacó un poco de lubricante, lo untó entre sus piernas y comenzó a moverse adelante y atrás. Masturbando a su empleado con las piernas. Prohibiéndole de momento lo que él más esperaba.
Su mover lo volvía loco. Las caderas que él ahora sostenía, los glúteos de su joven jefa chocando constantemente con su pelvis, pero no era la única persona que disfrutaba. El rose constante de la entrada a ella, la estaba provocando, pero ella debía soportar, necesitaba hacerlo enloquecer, ella sabía lo que pasaría si lograba quebrarlo.
Finalmente lo hizo llegar al éxtasis por primera vez, él temblaba y ella le dijo que se acostara de nuevo en el escritorio. Cuando él lo hizo ella ya estaba desnuda, se acercó a él y se montó sobre él rodeando su cabeza con sus piernas, luego se inclinó y comenzó a lamer el miembro que ahora estaba flácido por la presión.
Él tomó sus glúteos y los masajeaba mientras introducía la lengua dentro de ella, su jefa comenzó a gemir mientras seguía pasando la lengua e iba endureciendo el miembro de él de nuevo, el tiempo se congelaba, pero se volvía totalmente perpetuo, ella metió lentamente aquel miembro en su boca y podía sentir como crecía mientras ella comenzaba a temblar por el primer orgasmo.
Todo esto lo veía la secretaria a través de la ventana, se había quedado porque sabía que algo estaba mal. Observaba la escena desde ya hace bastante y había comenzado a tocarse, presa del calor y la excitación que la escena le provocaba. Había desabotonado su camisa y apretaba sus senos con una mano mientras llevaba la otra a su entrepierna. Finalmente vio cuando la jefa se inclinó apoyándose del escritorio y el empleado se acercaba tras de ella, finalmente entró en ella y ambos dibujaron rostros de placer, gemidos cortos y largos se escuchaban fuera de la oficina y la secretaria se deslizaba al suelo por la enviada y el calor de su cuerpo. Comenzaba a tocarse con afán mientras al otro lado de la puerta se escuchaban los gemidos de aquél atrevido par.
La jefa se volteó y se sostuvo de los hombros de él, quien la cargó y la recostó tan cerca de la puerta de salida que la secretaria creía que la iban a descubrir. Desde ahí solo mirar a otro lado aria que la vieran, pero a ella no le importaba, ya casi desnuda con la ropa estirada de un lado a otro se seguía tocando, podía sentir el calor por lo cerca que estaban, de repente lo vio. Él La había visto, y la seguía viendo, pero no se detenía, ni ella tampoco. La jefa no lo sabía pero ambos se estaban viendo mientras lo hacían y gemían, y por un momento los tres gimieron con fuerza para inocencia de la jefa, que no supo ni nunca sabrá que el segundo orgasmo lo sintieron tres al mimos tiempo…
Ella regresó al día siguiente a su trabajo como si nada. Pidió los papeles a su jefa, pero esta no se los dio. Le ordenó cerrar la puerta y que se sentara, debían hablar. Una vez se sentó la jefa fue clara. Sabía que ella les había visto, pero ella no quería que se supiera. Así que le dio a elegir. Qué quería por su silencio y no ser despedida.
Ella se sintió nerviosa pero respondió.
-Le juro que no diré nada.
-Necesito estar segura de eso en realidad.
Dijo la jefa buscando en su cajón, sacó unas llaves y le dijo.
-Acompáñame.
La secretaria no quería acompañarla en realidad. Temía por su vida, mucho más que por su trabajo, entraron a una de las oficinas administrativas y lo que la secretaria vio adentro no tenía nada que ver con una oficina. Había una cama de rojo colchón en el centro, en una especie de closet habían látigos, cadenas, esposas y diferentes cosas, los más impresionante para ella eran los consoladores que reposaban en una repisa, diversos colores y tamaños, pero la jefa la tomó de un brazo y la haló diciendo.
-no te asustes, no vamos a usar esos.
De inmediato, tras ella salió el empleado de la noche anterior, entre él y la jefa la llevaron a la cama y la ataron de los extremos. Ella se resistía, pero muy dentro de ella, esto la tenía en shock, pero a su vez casi deseaba que sucediera. Como si en vez de un castigo, fuera una recompensa por haber descubierto el encuentro del día anterior.
-¿Qué me van a hacer?
Preguntó la secretaria, la jefa se acercó a su empleado que estaba vestido como un traje de oficina pero totalmente de cuero, lo besó y lamio su cuello guiñándole el ojo a la secretaria y diciendo.
-Nada.
Luego siguió besando a aquel hombre mientras se recostaron sobre ella, besándose y tocándose. La secretaria no podía hacer nada, la jefa exageraba los gemidos y veía como la secretaria forcejeaba. Se alejaron y ella descubrió el pecho del empleado, untándole aceite por todo el mismo. Luego tomó una silla y la arrastró frente a la secretaria, llamó a su empleado y abriendo las piernas lentamente le ordenó que se arrodillara.
Él sabía qué hacer. Le quitó la ropa interior y la arrojó a un lado y comenzó a darle placer por debajo de la falta, ella cerraba los ojos a veces, gemía, veía a la secretaria y se pasaba la lengua por la boca como alguien que presume una golosina ante otra persona.
La secretaria se mordía los labios pero intentaba resistir, mirar a otra parte, la jefa se percató de esto y se levantó, caminó hacía la secretaria y puso sus manos en los hombros de la indefensa mujer mostrando su trasero a su empleado, le guiñó el ojo a la secretaria una vez más antes de gemir por el momento en el que él entraba en ella. Ahora la secretaria no podía evitar ver lo que pasaba, cada vez que él entraba en la jefa esta empujaba sus hombros, haciéndola parte de aquél excitante vaivén. La secretaria comenzó a jadear, sentía ya que su mente se iba, ella solo quería ser parte de ellos, o al menos poder tocarse.
La jefa sintió que tuvo suficiente y ordenó soltarla, luego tomó un látigo y le ordenó ponerse “en cuatro patas” Luego acercó al empleado a la secretaria poniendo su rostro justo en frente del pene de él. Ella lo vio y esta lo tomó y le dio algo parecido a una cachetada, pero con el miembro del hombre. La secretaria gimió, la jefa pudo ver que eso le gustaba y lo volvió a hacer. La secretaria comenzó a pedirle que lo siguiera haciendo, que necesitaba ser castigada, por lo que mientras el hombre posaba la punta de su miembro en sus labios, la jefa comenzó a darle uno que otro latigazo en los glúteos.
La secretaria comenzó a introducir el pee por cuenta propia en su boca, “más profundo” ordenaba la jefa y ella entraba más, y más tocaba su garganta y volvía. Y así varias veces mientras el castigo seguía. La jefa tenía ahora una esclava nueva y pensaba usarla a totalidad, buscó uno de los consoladores de la repisa y lo introdujo en la secretaria, a esta no se le escuchó el gemido porque seguía dándole placer al hombre mientras la jefa encendía el vibrador del consolador, la secretaria no pudo más y soltando lo que tenía en la boca se inclinó y comenzó a gemir.
La jefa se rio y tomó otro consolador, advirtiendo que usaría los dos detrás de ella si volvía a soltar al hombre. La secretaría volteó como si esto no le importaba, la jefa sonrió de nuevo y le dio una nalgada. Ordenó al hombre que se acostara en el suelo, así puso a la secretaría sobre el pene del hombre quitándole el consolador, mientras esta ponía su entrepierna sobre el rostro del hombre.
Ambas mujeres gemían a todo dar, la secretaria había alcanzado el consolador y poco a poco lo introdujo tras ella, en la única parte que no había sido alcanzada por el hombre ese día. La jefa se había percatado de la perversión de su secretaria, tomó un consolador que tenía punta en ambos extremos y se lo dio a la secretaria, esta lo introdujo en su boca mientras la jefa tomó la otra punta en la suya. La secretaria había pasado ser de la castigada, a la recompensada, todas las atenciones iban para ella, y esta vez los tres sabían que tres eran los que estaban gimiendo y que el orgasmo lo tuvieron tres…