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Luna de miel para ella (Parte 3)
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Era poco más de las 6 de la mañana cuando cruzó la puerta de la cabaña, cuando me vio tirado sobre la cama aun con mi ropa puesta, trató de hilvanar una excusa empezando con un ‘lo siento este lugar es tan maravilloso que no tomé en cuenta como pasó de rápido el tiempo’. La interrumpí y sacando fuerzas dije secamente: ‘¿Te acostaste con él?’.

Me miró ofendida y casi lista para largar un tremendo discurso de defensa, pero repliqué; ‘Viviana llevamos juntos casi 18 años desde que nos conocimos, sé que eres el deseo de muchos hombres, sobre todo entre nuestros conocidos y jamás te he visto coquetear ni darle lugar a ningún de aquellos que han tratado de seducirte, pero desde que conociste a Philipe, te desconozco; te has mostrado como una mujer dispuesta a la aventura, como si estuvieras hipnotizada por todo lo que él es y representa, por eso no quiero excusas, quiero toda la verdad aquí y ahora’.

Un silencio se apoderó de ambos por unos segundos, luego más calmada me dijo: ‘No sé qué me pasó, es verdad Phil (otra vez los diminutivos) me tiene embelesada y te entenderé si no quieres perdonarme, porque siempre has sido un buen hombre para mí, un gran esposo y el mejor padre de nuestros hijos, Para mi había sido fácil evadir a todos los que trataban de cortejarme, porque siempre he entendido que solo buscan una aventura de cama conmigo y sabiendo que jamás podían ofrecerme nada más, no daba lado a ninguno de sus atrevimientos. Pero Phil (y dale con el tema) es diferente, tiene mundo, no necesita de mí, puede tener a la mujer que quiere o simplemente puede evitar a cualquiera que quiera acercársele, pero no sé qué pasó. No sé si es este lugar tan mágico, no sé si es nuestra rutina o nuestra monotonía, lo que me llevó a cautivarme con este hombre’.

Hasta ahora no me había confesado nada, si me estaba haciendo sentir que yo tenía la culpa de haber dejado que nuestro matrimonio se estancara y no hubiéramos agregado magia a la relación. Me sentí mal y dije; ‘Perdona no quería ofenderte siendo tan directo con mi pregunta pero entiende que si supiera que tu…’ y me interrumpió con la peor respuesta que yo quería escuchar: “Si hicimos el amor”.

Otra vez el silencio en la habitación por algunos minutos… bajó la cabeza, se me acercó y en voz baja me dijo,’ perdóname, sé que me he equivocado, pero solo he vuelto a la realidad al entrar a esta cabaña, estaba en una nube desde ayer en la tarde y no me quise bajar. Sé que mis actos traerán las peores consecuencias para nuestra relación y volviendo a casa, buscaré un lugar donde vivir para no dañar tu vida, tu hogar y a nuestros queridos hijos’.

Por unos minutos el mundo se me vino abajo, debo reconocer que a veces había imaginado como habría sido ver a mi mujer con algunos de mis amigos, o mi jefe o algún otro hombre de todos los que la han pretendido, y pensar en eso me había causado grandes erecciones que terminaban conmigo gozándola al máximo. Pero ahora que realmente había ocurrido y yo no había visto nada, me sentía impotente. No sé si tenía rabia por lo que ella había hecho o porque antes, yo no me la hubiera imaginado siendo cogida por Philipe.

Voy a salir un rato lo dije, ahora no puedo hablar con claridad. A pesar de su confesión, no quería perderla, camine un rato por el borde del muelle que tenía la isla, tratando de pensar e hilvanar una conversación con Viviana, pero más que para buscar una solución, quería que me diera detalles de cómo había sido poseída por aquel hombre que hace casi un día atrás no existía en nuestras vidas.

Volví a nuestra cabaña, los chicos ya habían despertado y tomaban desayuno en el comedor, les pregunté por su madre y me dijeron, ‘está en la pieza durmiendo, parece que no se siente bien porque la sentí llorar’, me dijo mi hija al oído. ‘No te preocupes -le dije- al parecer está en sus días, voy a verla’. Cuando me sintió entrar quiso pararse y salir e inicié esta conversación con ella.

Yo: Viviana quizás he sido el culpable de las cosas que has hecho, tal vez no he sido tan buen hombre como me dijiste antes y eso te hizo dejarte llevar por los encantos de un hombre que te prodigó más atención y bueno lo que hicieron se dio de manera natural, no quiero perderte has sido mi fiel compañera todos estos años y un desliz no puede destruir todo lo que somos actualmente, y estoy dispuesto a perdonar y superar lo que ha pasado esta noche, pero para mi tranquilidad, me gustaría que me cuentes que fue lo que hicieron y como se dieron las cosas.

Viviana: Hernando me haces poner en una situación muy incómoda, sé que te hice el daño más grande que se le puede hacer a un hombre, entregándome a otro hombre, sabiendo que estabas cerca. Me siento avergonzada y no creo que me puedas perdonar si te enteras de los detalles de lo que pasó entre nosotros.

Yo: Al contrario, creo que al enterarme de las cosas, sabré en que he fallado y así corregir mis errores y entonces esto no se volverá a repetir, además ninguno de nuestros cercanos ha visto nada y ni aun nuestros hijos sospechan que haya sucedido algo raro aquí.

Trate de sonar convincente en mis explicaciones, pero en realidad la morbosidad de saber cómo al fin un hombre había tomado a mi mujer me ganaba, quería saber cómo había cogido ese hombre a mi mujer, lo necesitaba, no para saber la verdad, sino para tener una excitación que me hiciera tomar a mi mujer y hacerle el amor, ojalá mejor que aquel hombre.

Viviana: No sé, es raro lo que me pides, pero quizás tienes razón, aunque no quiero que te sientas mal, así que prométeme que no me recriminaras lo que voy a contarte.

Yo: Tranquila la caminata me ha aclarado un poco la cabeza, insisto no quiero perderte y necesito saber en qué pie estoy y como mejoro mi forma de tratar contigo

Viviana: Bueno déjame contarte…

Continuará.

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