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Una simple travesía se convirtió en placentera experiencia
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Son las 7:42 am, voy en el transporte de camino a encontrarme con Erick, un compañero de trabajo. Voy escuchando música y leyendo para que el viaje se haga más rápido y menos tormentoso por la cantidad de gente que se ha montado y habla sin parar.

Considero que Erick es un chico agradable en todos los sentidos, inspira bastante confianza y es muy bien parecido, moreno, cabello lacio negro, de ojos casi rasgados y con un cuerpo acorde para pensar muchas cosas, para las personas que somos creativas mentalmente. Puedes hablar con él de cualquier cosa y si sabes debatir, pues será satisfactorio hacerlo con él, tan intelectual y con sus lentes nuevos le resalta mejor esa cualidad.

Pero en fin, puedo alagar sin problema a una persona que haga tanto énfasis como lo hizo él. Yo a su vez soy una chica morena y delgada, mi mayor atractivo es mi rostro que hace que los chicos se imaginen cosas perversas de tan sólo mirarme, digamos que no tengo un cuerpo proporcionado y voluptuoso del cuál pueda presumir pero si que tengo unas nalgas redondas y paraditas, lo que hace que me vea deseable y vaya que las sé usar.

Nosotros teníamos tiempo hablando, no como compañeros de trabajo, sino más que como amigos con intereses y gustos eróticos parecidos, realmente me sentía a gusto contándole sobre los momentos en los que me sentía deseosa y disfrutaba saber cuándo él lo estaba también.

El día anterior Erick me había pedido que lo acompañara a retirar un paquete en Zoom, luego de eso iríamos a una Galería de Arte, me pidió que lo acompañara porque teníamos un día libre. Acepte porque no tenía nada más que hacer y pues, sentí que sería agradable la salida.

Llegamos al punto en donde habíamos quedado. Yo llevé un vestido casual, sencillo con falda de corte alto de pliegos. Él lucía una camisa negra que le quedaba muy bien y pues, ni hablar de lo mucho que mostraba su pantalón en el área de la entrepierna.

—¡Hola, Erick! —Dije al acercarme a él

—¡Hola, Mari! ¿Cómo estás? —Respondió.

—Chevere ¿nos vamos? —Pregunté

—Sí, adelante, señorita. —Dijo sonriendo.

Fuimos por el paquete, no nos llevó mucho tiempo o quizás fue la amena conversación la que me hizo pensar que fueron sólo unos pocos minutos y luego de eso llegamos a la galería. En ella se encontraban obras extraordinarias, sin duda un escenario agradable. Algunos de los salones estaban cerrados debido a que no estaban disponibles en esos momentos, pero no tenían ningún tipo de seguridad, solo un pequeño aviso que decía “Prohibido el Paso”.

—Si yo paso ¿me sigues? —Dijo Erick.

Impresionada por la proposición empiezo a dudar de la situación pero la intriga pudo conmigo.

—Claro, no me quedaré aquí.

Esperamos a que nadie nos viera y entramos. El salón era pequeño en comparación a las otras instalaciones pero era bastante llamativo, no se podían apreciar los detalles por la poca luz y entre risas de travesía Erick me toma de la muñeca y llevándome a un rincón apartado y oscuro me recuesta contra la pared, quedando de frente uno con el otro.

—¿Qué haces? —Le digo, estando algo confundida.

Ese vestido tiene su toque especial. Susurro con una voz seductora muy cerca de mi oído sumergiéndose en mi cabello.

Levante un poco mi abdomen al escuchar sus palabras, me excité al momento. Él se rio pícaramente al notar mi reacción y comenzó a besar mi cuello lentamente sin soltar mi muñeca por encima de mi cabeza. Con su otra mano juega con la falda de mi vestido y empieza a explorar debajo de él, sus dedos recorren mi cuerpo llegando desde mi espalda hasta rodear mi cintura, me aprieta fuertemente y me acerca hacia él. Lo delgada de la tela de mi vestido me permitió sentir lo abultado que tenía su miembro. Dejé salir un pequeño gemido.

—¿Lo deseas tan pronto? —Dijo.

—Ujum. —No pude ser clara en mi respuesta, estaba realmente deseosa de placer.

Suelta mi mano y aprieta mi rostro haciendo presión en el área de los cachetes y me mira de manera sádica y me dice:

—Pide que tengamos sexo aquí y ahora.

—Por favor, quiero que tengamos sexo aquí y ahora. —Dije obedeciendo a sus órdenes.

—Claro que sí, bonita.

La mano que estaba en mi cintura la cambió de lugar y empezó a tocar mis nalgas mientras su otra mano buscaba mi sexo, poco a poco rozaba mi clítoris por encima de mis pantys, yo estaba muy mojada ya, empecé a gemir más y más mientras sentía sus dedos entrar uno a uno en mi sexo sin parar, en ese momento no pude evitar gemir y decir "sigue papi, no te detengas". Luego tomó mi cabello en la parte superior de mi cabeza y me arrodilló. Fue muy rústico pero cada vez que hacía algo así me excitaba demasiado.

Desabroché su correa y pantalón y me encontré con su miembro grueso y deseoso muy listo para cualquier acción. Me lo llevé completo a la boca intentando tragar ese falo enorme que me encantaba e intenté hacer el mejor sexo oral para aquel amo que tenía en frente, quería llenarlo de placer y que gimiera también. Me gustaba ver como su rostro expresaba el placer de cada lamida y chupada que le daba, me excitaba lamer su cabeza y darle pequeños mordiscos a lo largo de su pene.

Él me agarraba del cabello y me movía de adelante hacia atrás para que entrara con más fuerza en mi boca. Sin avisar, me tumbó al suelo levantó mis piernas y dijo.

—Ya es hora, perra. Vas a sentir el verdadero placer…

Yo sólo asentí a decir "sí señor…". Y me insertó lentamente todo su miembro.

Me corte en habla y respiración sintiendo como penetraba en mi ser aquel miembro que tanto deseaba que me hiciera suya, sentía como rozaba en mis paredes internas como si las rasgara. Reaccioné y empecé a gemir cuando empezó un movimiento repetitivo y se empezó a escuchar el choque de su cuerpo con el mío. Succionó mis senos y lamió mis pezones cómo si su vida dependiera de ello, lo cual me llenaba de inmenso placer y me hacía pedir más "dame duro papi, así… así…" Llevó su mano a mi cuello y comenzó a presionar.

Cuando hizo eso, llevé mis manos a su rostro como pidiendo con la mirada ser besada en ese acto. El captó la petición y se inclinó ante mí para besarme. Sonreí y sentí como como aceleraba los movimientos girando circularmente su cadera haciendo que su pene hurgara en todo mi ser como apoderándose de cada centímetro de mi ser, solté un pequeño grito de placer.

Luego de disfrutar esa posición, me giró de perfil estando acostada y está vez penetró fuertemente, no sabía por qué pero había descubierto que me excitaba que me tratara como una perra, cómo SU perra… y quizás eso era, pero lejos de asustarme me encantaba. Seguía tomándome del cuello como si me ahorcara diciéndome "sabía que te gustaría perra, con esa carita de que no haces nada se nota que eres una puta en la cama y que te encanta, ahora respóndele a tu amo como se debe", me tenía a su merced y yo sólo decía "sí señor".

Colocó su frente sobre mi cabeza y aumentó la velocidad en la que entraba y salía su pene de mí ser, estaba extasiada.

.Ahora lúcete en la posición correcta perra. .Dijo él mientras me soltaba.

Obviamente era colocarme de perrito, levantando mi culo y poniéndolo sólo a su disposición para que hiciera conmigo lo que quisiera. Obedecí y acosté mi cara contra el suelo y rozaba la cabeza de su pene en mi vagina, cómo pidiendo que le rogara que me cogiera como le diera la gana y me decía "pídelo" y yo sólo respondía "sí señor, cójame así, cójame duro y hágame suya" y de una sola y cumpliendo las órdenes de una perrita en celo metió su miembro mientras me tomaba de la cintura.

En ese momento sentí algo de dolor pero no me importaba, mientras más dolor sentía más felicidad y placer me causaba. Parecía una loca, masoquista sedienta de dolor porque eso me causaba placer. Haló mi cabello, quedé mirando hacia arriba con mis labios algo rotos por mis propias mordidas, mientras él seguía ejecutándome, haciéndome gritar está vez, ya no podía contenerme.

Me seguía penetrando rápidamente mientras me daba nalgadas que retumbaban por toda la sala, hasta que comencé a venirme en un orgasmo que no podía frenar, sentí como si acabara pero él seguía dándome duro y salvaje muy rápido haciéndome tener varios orgasmos seguidos allí mismo dejándome extasiada y llena de placer, lloré y me reí cuando lo hizo, fue tan fantástico que ambos tuvimos el mejor de los orgasmos, sentí como él acabo dentro de mí dejándome toda la vagina llena de su lechita caliente y desbordándose por mis piernas. Estábamos tan cansados que no podíamos hablar, solo recorrió mis labios con su lengua y me besó sonriendo.

Descansamos un poco y nos arreglamos, salimos sin que nadie nos viera. Mientras seguíamos viendo obras de arte, nos íbamos riendo por lo que había pasado.

—¿Quieres repetirlo alguna vez? .Susurro en mi oído.

Sonreí de medio lado y lo único que dije fue… —Quizás.

A lo cual me dio una pequeña bofetada sin que nadie viera y dijo "se dice, sí señor…".

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