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Me confundieron con puta (3) Capítulo 2: El viernes
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Llevo todo el día pensándolo muy bien, la verdad es que he estado a punto de no ir; pero al final me armo de valor, voy a volver a hacerme pasar por puta y esta vez intentaré no comerme la cabeza tanto. Para el problema del frío llevaré unas bragas para la garganta, calentadores para las piernas; guantes para las manos, medias trasparentes para las piernas y una chaqueta transparente para el cuerpo. Pienso llevar agua para lavarme e hidratarme, toallitas; varios tangas y creo que con eso estaré lista.

Llego a la piedra de siempre y me siento a esperar, el público ha cambiado considerablemente; hoy no hay tantos universitarios, pero hay más maduritos y más chicos jovenes. Mientras estoy ahí, mucho más cómoda que el otro dia; calentita que eso también es importante e igual de sexi, además me he estado instruyendo y calentando viendo porno hasta hace poco… voy pensando en lo aprendido en los videos de hoy, cuando un taxista deja a una pareja joven; me pita y para junto a mi, no esperaba que pasase algo así. Así que me levanto un tanto nerviosa por ser la primera vez con un taxista, la primera vez de esta noche; me acerco sugerentemente hasta el taxi, mientras el baja el cristal y me inclino hacia delante para que pueda ver mis tetas perfectamente.

Sus ojos abiertos de par en par lo dicen todo.

– ¿cuanto? – consigue preguntar escuetamente.

– 15 un magreo de alguna zona tuya o mia, 20 por un beso; 30 por una mamada, 40 por una cubana y 50 por un polvo… si quieres un completo 100, una hora 150; y si quieres que sea tu acompañante por la noche con final feliz, 280. – digo como una robot, con el mensaje bien aprendido.

– mmm… eres carita, ¿cuanto por mamada sin goma? – pregunta, para saber exactamente lo que quiere.

– es que yo lo valgo – digo dándome una vuelta para que me vea bien, su cara lo dice todo. – 30, todos mis servicios son sin goma. – suelto y el traga fuerte.

– esta bien, sube; en el asiento de copiloto. – pidió el.

Lo hice sugerentemente, sabiendo que el me estaba mirando todo el rato. Algunos chicos de los grupos colindantes que estaban bebiendo, también observaron la escena con todo lujo de detalles; sonreí satisfecha, cuando volviera tendría más clientes esperando. Me senté donde el me dijo sin arreglarme la ropa, a sabiendas que la falda cinturón hizo su trabajo y se subió; mostrando mi empapado tanga negro de encaje, en el que se marcaba toda mi anatomía inferior.

– vaya, estas jodidamente; buena. – suelta el taxista.

– gracias. – sonrió colorada.

Me fijo en el taxi, es un taxi atípico; tiene las 4 ventanas laterales oscurecidas, tiene detrás una reja de seguridad y la parte de abajo tapa todo para que no se pueda ver nada.

– ¿te gusta el taxi? – dice el al verme observarlo.

– parece muy seguro – suelto por inercia.

– si lo es, bueno; belleza, empieza cuando quieras. – suelta el, apremiandome a empezar.

– sacatela y empiezo. – suelto tajantemente, si quiere algo mas; tiene que pagarlo.

– entiendo, cobrame lo que sea; pero quiero una mamada cómo debe de ser, sin manos y eso incluye sacármela sin manos. – comenta el.

– vale, esta bien; serán 50 entonces. – explico la nueva tarifa, pensando si seré capaz de hacerlo.

– echo – suelta y espera mis actos.

– cobro por adelantado. – aviso y el asiente.

Busca su billetera y saca un billete de 50, me lo guardo en la cartera; y me pongo de rodillas en la silla, acercando mi boca a su bragueta… uso las manos tan solo para aferrarme al sillón. Tan solo con mi boca, tiro del cinturón, hasta que consigo abrirlo; sorprendiéndome a mi misma; solo con mi boca muerdo el botón y tiro del pantalón para abrirlo, aprieto con los labios la hebilla de la cremallera y la voy bajando.

– si que eres una experta, si. – juzga el taxista, haciendo de juez; me pone que me alaben por mi trabajo, por lo que parece. Ya que mis pezones ya están elevados, mi clitoris también; y estoy volviendo a mojarme, no sólo incluye que voy a mamarsela sin goma a un desconocido que ha pagado por ello.

Una vez que el pantalón esta fuera de combate, agarro la goma de los slips; los bajo con la boca, hasta llegar abajo de sus huevos y con la lengua; los acomodo allí, el se rie al notar mi lengua en esa parte tan sensible. Su polla erecta me ha dado en toda la cara, incluso me duele el chocho; de no poder tocarme, y sus huevos también han dado en mi cara… mis fluidos chorrean por mis muslos.

Subo hasta su polla lamiendosela cómo si fuera un helado, el hace sonidos de que le gusta; pero más le gusta cuando me la meto en la boca y empiezo a mamarsela suavemente, mientras se la lamo alrededor por dentro.

– gmmm, eres buena tia; muy buena. – dice para sí.

De repente arranca el coche, yo lo miro un segundo; frunciendo el ceño, quitando la vista de mi objetivo pero sin parar de mamarsela. El me mira un segundo y sonrie al ver mi gesto, pero sigue conduciendo mientras disfruta de mi relación; y no evita hacer sonidos que dictan que realmente le está gustando.

– ¿que pasa? Tu haces tu trabajo mientras yo hago el mio – dijo entre jadeos de placer, al ver mi cara oscurecerse y mi mamada bajar de ritmo; se imagino que no me estaba convenciendo y entonces continuo. – este taxi esta preparado, los clientes van detrás, ellos no te ven; se asomen desde donde se asomen. Ahhh – gimió al metermela hasta el fondo, porque me había convencido; hasta cierto punto que hubiera gente detrás, ajena a lo que esta pasando delante tiene su morbo.

En un momento dado pega un frenazo y noto una arcada, al no estar preparada; para metermela hasta el fondo, en ese preciso instante.

– mmmh, celestial gusto y sonido – murmuró el taxista.

Luego una curva pronunciada a la derecha y luego a la izquierda, al hacer la mamada sin manos; la polla dentro de mi boca se iba a un lado y al otro, dandonos más placer si cabe a ambos.

Segundos después el paro el coche, y pude centrarme en tocarme el clitoris; mientras que se la mamaba con más ansia y pasión que nunca, este tipo no era precoz o estaba bien servido… pero no iba a poder conmigo, este se iba a correr en mi boca; tal y como yo no soy puta o tal que lo soy da igual.

Unos golpecitos en el cristal de delante, hicieron que mi corazón se acelerara; el bajo un poco el cristal de su lado, pero no suficiente para que se me viera.

– montarse detrás – consiguió decir sin gemir o jadear, aunque su voz si que sonó rara.

Escucho cómo se abre la puerta y noto como dos personas se sientan, un chico y una chica hablan entre ellos; antes de seleccionar el destino, mientras yo sigo chupa que te chupa y el taxista se muerde los labios para evitar hacer sonido alguno.

Aprovecha los últimos instantes de tranquilidad que tenemos, agarra mi cabeza con ambas manos; una por el pelo y otra por la colonilla y empieza a follarme la boca con ansia, yo en lugar de retirarme tras las primeras arcadas mal disimuladas pongo la boca en círculo para hacer presión sobre su glande… la lengua la voy moviendo de un lado a otro alternativamente, veo por su cara que esta apunto; cada vez lo hace más fuerte y más rápido, mi saliva impregna su parte sexual y entonces…

– llevenos a la calle Real – comenta la chica.

– enseguida – dice el taxista disimulando un jadeo.

Yo sigo mamandosela, con ganas; cuando arranca, tengo que dejar de tocarme para no caerme y empiezo a hacerlo refregando mis muslos el uno contra el otro. El empieza a conducir y a veces se me mete hasta el fondo o se me va para el lado, no aguanta mucho más y se corre; se corre a borbotones, calentito y espeso. Mientras lo estoy tragando tengo un orgasmo, que me cuesta mucho disimular; le pego un bocado y veo que el aprieta los dientes, una vez mi orgasmo acaba y se la estoy limpiando noto que los de atrás están demasiado callados.

Me duele la boca de tanto mamar, pero ahora descubro la trampa del taxista; ahora tengo que seguir, porque si paro y me levanto ellos me verán y sabrán que esos sonidos raros he sido yo todo el tiempo. Veo una sonrisa victoriosa en su cara, me agarra del pelo y me empuja contra su polla; que ya está mermando, me niego y me la empieza a refregar por toda la cara hasta que va subiendo otra vez. Con cada probada de su polla me voy excitando de nuevo, hasta que al final cedo; a sus deseos, no sin antes darle otro mordisco de rabia y a el se le escapa un gemido que disimula con un carraspeo.

Empiezo a lamersela suavemente, pobrecito le he hecho un poco de sangre; ahora su polla tiene un sabor metálico de fondo, que no hace más que ponerme cachonda. Lleva todo el camino, cambiando de marcha; para rozarme las tetas o meter su mano en mi canalillo, eso no estaba en el precio y se esta aprovechando… pero lejos de molestarme, su actitud de sin verguenza; no hace más que ponerme cómo una moto, quiero más clientes de este tipo. Pronto intercalo lamidas curativas, con metermela hasta el fondo; le hago la batidora con la lengua y noto que cada vez le cuesta más concentrarse en la carretera, escucho que los dos de atrás murmuran entre ellos cosas que no logro oír y algún mordisco cariñoso le doy. Pero ninguno cómo el de antes, al poco le da igual el de coro y empieza a jugar con los botóncitos de mis tetas; intercala entre uno y otro y a veces los dos a la vez, entonces para abruptamente y en toda mi garganta vuelve a correrse; dejándome toda sudada, cansada y excitada.

– hemos… llegado… – jadea el taxista.

– ¿cuanto es? – suelta el tío incomodo.

– 10 € – mira el contador el taxista.

– dale 12, que ahora vamos a gozar tu y yo; cariño. – suelta la muchacha y no puedo evitar soltar un risotada, el taxista me mira mal; recibe el cobro y una vez se bajan, me levanto y los veo alejarse mirando el taxi intentando verme sin éxito.

– que morbazo – suelto tan tranquila

– si que ha estado bien, si; ¿ahora para volver cómo me pagas? – sonrie con malicia.

– ¿perdona? No te pases de listo. – me quejo molesta.

– ¿una paja? – pregunta intentando convencerme.

– ya te has llevado dos mamadas por una, no tientes a la suerte. – le amenazó enseñandole mis dientes.

– pero de eso ya te has vengado con el mordisco, hagamos una cosa; agarra mi polla, yo pondré el contador y lo que falte te lo pago. – suelta convenciendome.

– esta bien… – digo molesta y finalmente acepto porque me estoy mojando otra vez…

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