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El viaje de mi suegro (Parte 2)
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Como bien sabe la vez anterior, el señor Will acabó dejándomela toda adentro de mi chochito.

Esta vez fue un día muy interesante.

Nos levantamos, hacia un frio horrible, y estaba nevando afuera. En una de las conversaciones con mi suegro le comente que mi coche estaba dando problemas. Él quería a como dé lugar ir a comprar las piezas que me faltaban para el montarlas. Así que con mi esposo habiendo llegado del turno en la mañana a dormir y mi niño quedándose en casa de su abuelita, salí con él a hacer dicha diligencia. Yo vivo algo lejitos de la ciudad pues el primer centro de piezas de auto fácil me quedaba a 20 minutos, multiplícalo por dos por la nevada.

Pues bien, les comento que el carro se descompuso en medio de la nada. Perfecto momento ¿no?

Will, mi suegro hizo todo lo posible por arrancar, pero no se podía, solo quedo llamar y esperar.

Will, tengo mucho frio. (Me quejaba)

“Venga chiquita, pégate a mí, ya mismo nos vienen a buscar.”

(Oliendo mi cabello y cuello) (Suspira)

“Sabes que tienes un perfume muy rico.”

“Gracias.”

“Me gusta mucho, y tú que tienes esa piel tan suave” (me besa el cuello)

“Hey, Will vamos, compórtese.”

“No quiero comportarme, te hare mía hasta que me vaya, todas las veces que pueda.”

Me comienza abrir el abrigo me desabotona la camisa, y deja mis pechos grandes al descubierto. Mis pezones estaban bien paraditos por el frio, pero su boca mojada me los calentaba.

“Me encantan tus tetas, así grandotas que me quepan en la mano.”

“Mmmh”

“Échate a la parte de atrás”

“Ok”

“Vamos a dejarte al descubierto, saca esa chochita gordita de ese pantalón, acuéstate”

Claro, no recuerdo la última vez que me cogieron en un auto. La sola idea me excitaba tanto.

Al quitarlos, no se lanzó de lleno a lamerla, si no que la olía, recorría su nariz por mi parte (suspiraba)

“Tienes un olor tan rico.”

Comenzó a lamerla, se me erizo la piel.

Yo con las ganas empecé a mover las caderas al son de sus lamidas, ese macho me come la vagina como nunca. Le agarre su cabeza para que no se saliese, no podía más, me quería venir en su cara de nuevo. Pero el, se salió.

“¿Por qué te sales que pasa?” (Con mi cara de tristeza deseosa de venirme).

“Porque no te dejare venir ahora”

Se sacó el miembro de su pantalón, ya saben esa vergota ancha trigueña que me dejo loca. Abrió mis piernas muy abiertas y comenzó a rozar su glande en mi vagina, así en la superficie, rozando mi clítoris, torturándome.

“Estás loca que te la meta, ¿no?”

“Anda si Will, que esperas me tienes toda mojadita.”

-(gimiendo y suplicando)

“Es que hoy lo quiero intentar por otra parte”…

Mi mirada fue de absoluta sorpresa. Tengo que decirles, tenía miedo, su miembro es bien gordo, me romperá el culito.

“No te asustes, déjame empezar con la cabeza, te va a gustar créeme”

Lo tomo por una mano y lo dirigió hacia mi ano, el solo rose hacia que me mojara. Comenzó a introducir la cabeza, moviendo sus caderas suavemente. Hasta la cabeza estábamos bien. Ahora me introdujo solo1/4 de él en mi culito, y me hizo gritar de dolor y placer. No sabría cómo explicarles pero ese dolor hizo que me corriera.

“No puedo creerlo chiquita, me has mojado todo” (me lo entra como embestida)

(Grito) “¡Ay, duele! ¡Will está muy grande, me duele!”

“Vamos seré gentil, él se acoplara ahora, iré suave”

Comenzó a masajear mi clítoris, me introducía los dedos, se los chupaba.

“Simplemente” -decía

“No puedo parar, me tienes loco, lo tienes tan cerradito”

No sé por qué, pero con todo y dolorcito, mi vagina se empapaba, no había experimentado esto. Mi cuerpo comenzó a ponerse bien caliente, el sudaba, y los cristales del auto se empañaban. Movía sus caderas lentamente, rebotando con mis nalgas. Cada vez que me penetraba me temblaba el cuerpo, mi chochito se mojaba muchísimo

Me acerco por completo hacia él.

Sabía que no faltaba mucho porque me hiciera venir. Deseosa de su boca lo agarre por el cuello y le gemía en sus labios, apretándolo contra mí, mientras me corría. Una sensación muy extrema, que no paró hasta que el me agarro por el pelo, me beso bien rico, y lo escuche gimiendo, sintiendo un buen chorro caliente de leche dentro de mis entrañas.

Lo único que se escuchaba en ese auto eran nuestros suspiros, pequeños gemidos, y nuestro cuerpo bañado en sudor.

Fue tan excitante, más que el día anterior.

“Diache chiquita, me has dejado completamente seco, pero quien iba a decir, que te iba a desear tanto. No puedo evitarlo, me traes mal.”

Yo solo trataba de recuperar mi aliento. Y pensaba lo mucho que me fascina mi suegro.

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