—Ahhhh.
Por fin había pasado. Ya no había vuelta atrás, lo hecho, hecho está. Ya no era hombre, tenía pene, pero era toda una puta de alma, y ahora, un macho de verdad me había quitado la virginidad de mi ano. Ya no tenía libertad, ahora pertenecía a ese hombre, el macho que me había marcado. Me habían abierto el culo y clavado la polla dentro.
He de reconocer que me dolió. Ya me había masturbado previamente en otras ocasiones como ya sabéis de mis anteriores relatos, pero nunca me había metido una polla de verdad. Como todos los maricones como yo sabréis, una polla duele más por el contacto piel con piel, sobre todo, al meterla y sacarla, cuando la punta empieza a abrirte el culo.
—Ya está pedazo de puta ya eres mía.
Dijo gritándome, atravesándome con su polla y sin apenas poder moverme. Entonces, poniendo sus manos sobre mis caderas, empezó a follarme el culo con fuerza. Su polla era corta pero gruesa, y tenía que hacer esfuerzo para que entrase bien profundo, algo que no le importó. Los pollazos eran cada vez más fuertes. Él estaba gimiendo, soltando un suspiro como si fuera un toro cada vez que me la metía y sus huevos golpeaban los míos al metérmela. A mi me estaba doliendo, pero el placer de sentirme un puta barata siendo follada era superior.
—¿Te gusta puta perra? Dime que te gusta, chilla para mi mientras te follo
Decía mientras me separaba los cachetes del culo para abrirme más el culo. Yo como una maricona loca gritaba cada vez que me la metía.
—Sí fóllame como a una cerda
—Uffff como me pones, te voy a reventar a pollazos hija de puta
No pasó mucho rato, él no podía aguantar más. Ya no era sexo, placer o deseo. Ahora era naturaleza. Sólo quería reproducirse, y mi culo era el coño en el que correrse para dejarme preñada. Me golpeó en el culo fuertemente y me ordenó darme la vuelta.
—Pon las piernas para arriba puta
Forzándome me sacó la polla y me puso boca arriba, levantándome las piernas y poniéndolas en sus hombros. Mi pene pequeño y flácido y mis huevos cayeron hacia atrás descansando sobre mi barriga. Así dolía más, pero entraba mucho mejor.
—Ahhhh toma mi leche guarra
Dándome tres pollazos fuertes y secos se corrió dentro de mí. Sentí la leche hasta en el alma, más que nada por el calor que sentí. El la dejó dentro unos segundos, hasta que por fin la sacó. Un dolor terrible cuando te sacan la polla como muchos sabréis. Estaba reventada como una puta barata.
—Vamos hija de puta empuja y saca la leche de dentro que vea como te he dejado preñada.
Fuertemente me metió uno de sus gordos dedos por el culo para abrirme, lo cual hizo un fuerte sonido al hacer efecto ventosa al entrar. Entonces el semen empezó a salir por mi culo, lo cual hacía que su cara pareciese más perversa aún. Entonces empezó a meterme dos dedos por el culo masturbándome fuerte.
—¿Tienes ganas de más perra?
Estuvo así unos segundos hasta que se separó, y sin decir nada fuer hasta el baño, donde entró cerrando la puerta. Yo permanecí quieta, sin ni siquiera saber qué hacer. Todo había sido tan rápido que no había tenido tiempo de asimilarlo. Sólo sabía que me encontraba dolorida en la cama de un hotel después de que me rompiera el culo. La verdad, que me encantó ese sentimiento. A los cinco segundos, el seguía sin salir del baño, no sé qué haría. Yo con un dedo quité el semen de mi ano, y limpiándome el dedo en las sabanas de la cama, me subí la tanga de nuevo. Por fin, el volvió a salir, llevando u cigarro en la boca. Y abriendo las ventanas de la habitación, tras lo cual sentí un profundo aire frío acariciar mi piel.
—¿Quedamos mañana de nuevo vale? Me ha gustado mucho follarte.
Dijo sonriendo chulescamente. No quedaba nada del Fernando amable, había vuelto el hombre que me dejó sola en un baño tras correrse en mi boca en aquella discoteca, y con el que aún compartiría buenas, y sobre todo, malas experiencias que os contaré en próximos relatos.
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