Hola, me llamo Carlos, tengo 32 años, limpio, discreto y extremadamente cachondo.
Todo empezó cuando su marido me contactó, me dijo que él y su esposa tenían tiempo platicando la idea de que un corneador estuviera con su esposa sin que ella supiera quién fuera, lo cual me pareció bastante excitante.
Después de planearlo su marido y yo, nos citamos en un motel de la ciudad, obviamente ellos llegaron antes que yo, me avisaron que ya estaban en el cuarto por lo que llegué al número que me dijeron, me bajé del auto y su marido salió a recibirme, nos pasamos y me dijo que ella ya estaba lista para cumplir su fantasía, pasé y me di cuenta de que ella estaba con los ojos vendados con una tela obscura, con un baby doll delicioso con una tanga muy sensual y atada de manos con otras telas negras a la cama, ella era una mujer de aproximadamente de cuarenta años, muy piernuda, nalgona y caderona con una cara hermosa y una boca muy traviesa, observé que su marido se sentó en el sillón y me dijo que era toda mía, que le hiciera lo que yo quisiera, por lo que me acerqué lentamente a ella, y al oído le dije mi nombre y que se relajara porque la iba a hacer mía.
De ahí la empecé a besar, a disfrutar de su cuello, de sus pechos, a desnudarla poco a poco, la abrí de piernas y me comí su panochita que estaba empapada mientras me suplicaba que le penetrara, después subí hasta su cara vendada y le pasé mi verga dura por toda la cara mientras ella la buscaba para chupármela, una vez que la encontró se la metió en la boca y se la comió toda mientras me decía que qué vergota tan rica tengo y que ya se la metiera, que ya estaba lista.
Para mi sorpresa voltee a donde estaba su marido y él se estaba masturbando viendo como su mujer vendada y atada de manos era poseída por otro hombre sin que ella supiera quién era, la idea era tan excitante que la abrí de piernas y se la metí toda hasta el fondo al natural como ella me lo pidió, entró toda riquísimo, estaba su puchita muy caliente y empapada, después la puse de perrito y mientras la cogía le daba unas deliciosas nalgadas y le jalaba sutilmente el cabello, ella gritaba de placer y le preguntaba a su marido si le gustaba como se la cogían, él sin poder hablar mucho por la excitación le decía que sí, después la voltee de nuevo puse sus piernas en mis hombros y sentí como se venía delicioso en mi verga mientras gritaba de placer y de desesperación, me decía que la descubriera de los ojos y entre más me decía más duro y rico le daba, era delicioso abrirla de piernas y cogerla cada vez más intensamente.
Al paso del tiempo me pidió que terminara dentro de ella, yo ya con la lechita preparada la puse a gatas y exploté dentro de ella mientras gritaba de placer y me decía que la había dejado inundada.
Finalmente, como acordamos su marido y yo, él continuó con la faena, yo por mi parte me limpié me cambié y me retiré sin que ella supiera con quién estuvo, mientras su marido la seguía complaciendo.