Don Antonio cumplía todos los días su rutina de ir a la plaza cercana a su domicilio en horas de la tarde. A esa hora coincidía la salida de clases del colegio del barrio y el desfile de chicas ataviadas en sus uniformes colegiales eran un regalo para la vista de Don Antonio. Había una gran variedad de físicos, más altas, más bajas, más delgadas o más rellenitas y los ojos del viejo verde no se perdían detalle, sobre todo admirando lo corto que usaban algunas chicas sus polleritas tableadas. Cuando pasaban por su lado se volvía a admirarles las piernas y las nalgas mientras las jóvenes charlaban animadamente y ni advertían la presencia del caliente viejo sentado en un banco de la plaza, que fantaseaba con tener en sus manos aunque fuese por un rato esas suaves piernas.
Particularmente le había llamado la atención a Don Antonio una deslumbrante rubia, alta y de piel bronceada que también habitualmente pasaba siempre acompañada por otras chicas, usaba tan corta su pollera que al verla pasar casi se adivinaba el nacimiento de sus nalgas. Y sus piernas eran una delicia, la chica era consciente de su belleza y Don Antonio imaginaba que debería tener una larga fila de chicos ansiosos por cogérsela. Más de una vez, al volver a su casa, el caliente viejo se aliviaba masturbándose pensando en la rubia, soñando como se cogia esa belleza, imaginándola en su cama, en cuatro patas mientras el la penetraba viendo su cara de nena también disfrutando de la cogida que le estaba dando.
Malena, la chica rubia que tenía muy caliente a Don Antonio, a diferencia de otras chicas, se había dado cuenta que en la plaza había un viejito verde que no dejaba de mirarlas con lujuria y especialmente a ella. Al principio le había parecido asqueroso, pero ahora le empezaba a parecer excitante y sentir la mirada clavada del viejito en sus piernas le producía una sensación agradable. Esa tarde se encontraba muy excitada, la noche anterior había estado con su novio, un chico de 18 años como ella, y habían tenido una "frustrante" relación de sexo en el interior del auto del chico. Se habían manoseado largo rato pero ella había quedado más caliente que antes por lo que ahora se encontraba muy dispuesta a tener sexo y hasta ese viejito podía servirle para aliviarse.
Al salir del cole, se dirigió a cruzar la plaza y desde lejos vio al viejito verde, sentado como siempre, mirando a las chicas como embobado. Camino en la dirección del hombre, llego hasta él y, ante la sorpresa de Don Antonio, que tenía a ese monumento de chica parada frente a él, le dijo "Disculpe señor, quería pedirle un favor" Como pudo, el viejo dijo "Si decime nena" "Me quede sin dinero para el colectivo, si no es molestia quería pedirle que me prestara, yo sé que Ud. esta siempre en la plaza así que se lo devolvería mañana" con voz compungida le explicaba Malena mientras veía como el viejo le miraba sin disimulo las piernas.
Don Antonio, sorprendido y confundido pero también excitado empezó a decir "Si claro que te presto pero resulta que no traigo dinero, pero vivo a una cuadra y si querés me acompañas, es bien cerquita" dijo expectante Don Antonio, que empezó a tener una erección viendo tan de cerca esa belleza y la posibilidad de llevarla a su casa. La chica dijo, entre dubitativa y temerosa "Bueno, si vive cerca y no es molestia, le prometo que mañana se lo devuelvo"
"No te preocupes, nena dale vamos" dijo Don Antonio levantándose del banco y poniendo rumbo a su casa. La chica se puso a su lado y el viejo no podía dejar de admirar los bronceados muslos de esa preciosa rubia, su cara angelical y en el camino iba pensando todo lo que le haría y decidió que la iba a coger, tanto como si ella quería como si no, estaba dispuesto a violarla, es más, le encantaría que se resistiese y así poder cogerla mientras ella se quejaba. La verga se le había puesto tan dura como no recordaba. Por suerte llegaron a su casa, abrió la puerta e hizo pasar a la chica al interior. Don Antonio le dijo "tengo acá en el cuarto el dinero, vení" y la tomo de un brazo, esperando que la chica se resistiera. Para su sorpresa, Malena dijo "Bueno, no quiero molestar" y entro con el hombre al dormitorio. Lo primero que vio Malena fue una cama grande, un gran placard y sobre un costado una mesa de luz con cajones. Don Antonio busco en los cajones y le extendió a la chica un billete. Ella dijo "No esto es más de lo que le pedí, no necesito tanto" "Llevalo y mañana me lo devolves" dijo el viejo mirando ahora con lujuria a la deliciosa chica que tenía enfrente. "Pero te voy a decir algo, esto que hiciste no lo tenés que hacer", Malena abrió los ojos "Pero es que me quede sin dinero, si no lo hubiera pedido" "No es por el dinero, lo que no tenés que hacer es ir a la casa de un hombre porque te pueden querer hacer cosas, entendes" dijo Don Antonio, casi sin poder contenerse "Pero yo me di cuenta que Ud. no me iba a querer hacer nada, ya sé que hay hombres malos que se quieren abusar de chicas como yo" dijo la chica con una voz que enloqueció del todo al viejo verde. "Yo sé que hay hombres que les gustan las chicas y les quieren hacer cosas malas pero Ud. no es así" "Hay viejos verdes que se babosean con chicas como yo, le gusta mirarnos las piernas porque usamos polleras cortas, pero Ud. no es así, verdad?" Don Antonio se acercó a la chica y sin contenerse puso su mano en un muslo de la joven y lo acaricio diciendo con la voz tomada por el deseo "A mi también me gustan las chicas como vos, mira las piernas que tenés, dan ganas de chuparte toda" y se abalanzo sobre la chica mientras le acariciaba la pierna quiso besarla a lo que Malena se resistió girando su cara pero recibió todo el aliento del viejo en su cuello mientras la lamia. "Por favor señor no me viole" dijo Malena, que ya se estaba mojando ante la caliente reacción del viejo.
El hombre la apoyo contra la pared, sus manos buscaban desesperadamente acariciar los muslos mientras le pasaba la lengua por el cuello. Malena se resistía apenas, sentía la calentura del viejo y la contagiaba, sentía la dureza del bulto frotándose contra sus piernas mientras la acariciaba. Con cada caricia las manos de Don Antonio subían cada vez más la pollerita hasta dejarla en la cintura, ahora pasaba sus manos por los imponentes muslos, dorados y suaves. Estaba a punto de correrse solo tocándole las piernas, pero decidió que quería disfrutar de toda esa preciosura. Con la chica contra la pared empezó a desabotonarle la blusa, no hubo resistencia, solo la mirada implorante de la joven hasta que sus pechos quedaron libres, las manos amasaron las pequeñas tetas y se esmeraron en excitar los pezones hasta que se inclinó y empezó a chuparlos, alternándolos y chupándolos con ganas.
Malena sentía una gran humedad entre sus piernas, el viejo la estaba volviendo loca y en un momento se le escapo un suspiro de placer que el viejo advirtió "Te gusta calentar con esa pollera, te gusta que te miren y que te cojan nena" decía Don Antonio, se separó para sacarse los pantalones y volvió a apretarse contra la chica sintiendo su verga en contacto con los suaves muslos y se froto contra ellos mientras continuaba chupándole las tetas. Las manos del viejo separaron de la pared a la chica para poder acariciarle las nalgas mientras continuaba sintiendo un delicioso contacto de su pene contra las piernas de Malena. La chica ya estaba totalmente excitada y en un momento tomo del cuello a su maduro amante y lo llevo a que la besara en la boca. El viejo no podía creer lo que pasaba mientras le metía la lengua en la boca a esa deliciosa pendeja, y así, mientras se besaban y el hombre le pasaba sin descanso su verga por entre las piernas y le acariciaba las nalgas estuvieron unos minutos.
Don Antonio se dio cuenta que iba a acabar en cualquier momento, tomo a la chica de un brazo y la llevo hasta la cama. Le quito la ropa, admiro el físico imponente de esa pendeja, le quito la tanga blanca que llevaba y la tumbo en la cama. Le abrió las piernas y comenzó una chupada memorable en la mojada conchita de Malena, la chica empezó a retorcerse de placer ante las brutales lamidas del viejo verde que la estaba enloqueciendo. Don Antonio no pudo aguantar más, separo lo más que pudo las piernas de la chica, con una mano guio su dura verga hasta la concha de la chica y la penetro sin muchas contemplaciones, su calentura era imponente, comenzó a meter y sacar su pene, el placer que experimentaba era bestial, entraba y salía con facilidad de esa mojada conchita y ahora arremetía con fuerza, la chica también jadeaba mientras la penetraba hasta que en una arremetida Don Antonio sintió que se corría y en una interminable eyaculación se descargó dentro de la chica..
Se separó del cuerpo de la joven, agotado por el esfuerzo, vio que la chica jadeaba y suspiraba y se metió de nuevo entre sus muslos y comenzó a lamerle la parte interior de las piernas y subió hasta su deliciosa y mojada conchita. Lamio y lamio por minutos y paso su lengua por el clítoris de la joven, lo rodeo con su lengua hasta que sintió como se arqueaba en la cama la chica suspirando fuerte y moviendo espasmódicamente sus caderas hasta que quedo quieta suspirando de placer.
Don Antonio demoro en levantarse y reponerse, aun no podía creer, mirando a la preciosura que se acababa de coger, que eso hubiera pasado. Miraba la cara angelical de esa pendeja, ahora con los ojos entrecerrados y con expresión placentera y se sintió como no se había sentido en años.
Espero a que la chica se levantara y vistiera y la acompaño caballerosamente hasta la parada del colectivo.
Al despedirse, Malena le dijo "Mañana le devuelvo lo que me presto" y Don Antonio volvió a experimentar el comienzo de una erección.