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Invitado por el gitano a una fiesta
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Tiempo de lectura: 11 minutos

Estaba pasando una mala racha, apenas había trabajo en el puerto, y por si eso fuera poco, mi hermano mayor se había enfadado conmigo, yo creo que había sido por una tontería, quizás yo había metido la pata, pero quien no se equivoca en este mundo… Tratando de arreglar las cosas y pedirle disculpas por si le había molestado en algo con mi actitud, me dijo que por supuesto yo tenía la culpa, que era un prepotente. Aquello me dejó perplejo; podía tener mil defectos, ser y de hecho así era, tenía muchos defectos, pero prepotente… Yo creo que eso no. Quizás él me viera así, pero a mí, no me gustaba humillar a nadie, y menos a los que veías más necesitados. Quizás no me conocía lo suficiente.

Es posible que yo proyectara una imagen sobre mi persona, equivocada al no abrirme lo suficiente, y contarles a mi familia y amigos que yo era homosexual, gay o maricón, vamos que me gustaban más los hombres que las mujeres. Podía ir a follar con una mujer, pero aquello no me llenaba, no terminaba por quedar satisfecho, sin embargo, con los hombres era totalmente distinto. Pero eso solo lo sabía yo. Quizás me conocieran mejor los que alguna vez me habían dado por el culo, ya que con ellos no ocultaba mi homosexualidad, y pudieran entenderme mejor.

Pero soy de los que opina que nadie tiene por que saber los gustos de nadie, saber con quién se acuesta, con quien folla o con quien deja de follar; nadie lleva un letrero colgado diciendo que es heterosexual o que ha follado con tal o cual persona. Yo creo que nadie tiene porque abrirse enseñando su yo más íntimo, a nadie. Yo solo lo haría si estuviera enamorado de esa persona, entonces es posible que sí me abriera, enseñándole mi interior a esa persona. Pero eso no era ni es el caso, por lo que marché de casa deprimido y con mal cuerpo, después de hablar con mi hermano mayor.

Deprimido como me encontraba, después de dar mil vueltas por la ciudad, terminé esa noche en los jardines de Méndez Núñez que hay en la ciudad donde vivo (La Coruña). No buscaba nada en concreto, ni siquiera sabía que me apetecía hacer, solo me encontraba triste y deprimido. Si tuviera dinero, estoy seguro de que me hubiera emborrachado hasta poder olvidarme de aquel percance. Pero eso no era así, ya que, desde hacía unas semanas, no tenía trabajo, ni siquiera en el puerto encontraba nada, se habían terminado las descargas de pescado congelado, y no había trazas de poder encontrar algo con el que ganar algo de dinero.

Estaba sentado en un banco en medio de los jardines; como digo, triste y deprimido; cansado de andar toda la noche dando vueltas por la ciudad. Pasaban de las 3 de la madrugada, y aunque al día siguiente tenía intención de ir al puerto para ver si encontraba algo de trabajo, no tenía sueño ni ganas de irme para casa a acostarme, seguramente iría directo para el puerto, después de pasarme la noche dando vueltas por la ciudad.

Estando allí sentado, fueron varias las personas que se acercaron a mí, buscando el poder darme por el culo o que al menos les hiciera una mamada. Pero todos desistieron al ver mi estado anímico, y mi negativa a las proposiciones que me hicieron. Solo un hombre ya maduro de unos 45 o 50 años, a eso de las 4 de la madrugada, al verme allí sentado, se sentó a mi lado, y después de hablar y hablar sin que yo apenas le hiciera caso, consiguió su objetivo, y me dio por el culo.

Primero fue metiéndome mano, y a pesar de mi negativa, insistía e insistía. Le fui dejando que desabrochara mi camisa, acariciara mi pecho con sus manos; aquello me hacía sentir bien, era como un bálsamo que me reconfortaba; como veía que no le decía nada y le dejaba que me acariciara, fue avanzando hasta que terminó por sacarme la camisa por completo. Seguía acariciándome con sus manos, hasta que empezó a retorcerme los pezones con sus dedos, mientras llevaba su boca a mi pecho, empezando a lamerlos. Yo seguía sin decirle ni hacer nada, por lo que siguió avanzando en su propósito, y ahora me mordisqueaba los pezones, e iba avanzando hasta llegar a mi cuello.

Anda, saca mi polla que sé que lo estás deseando, mira como tiemblas y te gusta lo que te estoy haciendo, me decía mordisqueándome el cuello mientras llevaba una de mis manos a su entrepierna, poniéndola sobre su paquete. Abre el pantalón y sácamela ya verás cómo te va a gustar.

Como si fuera un zombi, empecé a bajarle la cremallera, metí la mano buscándole la polla, notando un bulto grande y duro, fui palpando hasta encontrar la goma del slip, se lo bajé hasta conseguir liberarle la polla y huevos sacándolos fuera del pantalón.

Era una polla grande y gruesa, y los huevos gordos como pelotas de tenis. El tío estaba bien armado, tenía la polla dura y tiesa como el mástil de un velero. Con aquella calentura que tenía, no me extrañaba que hubiera insistido tanto, un joven a las 4 de la madrugada sentado en un banco en medio de los jardines, era un bocado demasiado apetecible, era una pena desperdiciar aquella oportunidad y no aprovechar la ocasión y follárselo.

Llevó su boca a mis labios, pasó su lengua por ellos, y después de morderme el labio inferior, metió su lengua en mi boca saboreándome y jugando con mi lengua. Anda, me susurraba al oído llevando sus manos a mi nuca, chúpala un poco, déjame meterla en tu boquita ya verás cómo te va a gustar.

Dejé que fuera empujando mi cabeza hasta llegar a la altura de su polla, y abriendo la boca, empecé a chuparle la pija a aquel maduro que estaba consiguiendo que me entregara a él.

Así, así, ¡ooohhh que gusto! Gemía empujándome la cabeza para que tragara toda su polla. ¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Ves cómo te gusta maricón, anda abre bien la boquita y métetela toda. Así, así, chúpala bien que luego te la voy a meter en el culito, ya verás cómo también te va a gustar y vas a querer que te dé por el culo, me decía empezando a desabrocharme el cinturón del pantalón.

Yo seguía chupándole la polla, mientras él ya me había desabrochado el cinturón, y hacía lo mismo con el pantalón. Cuando lo hubo desabrochado, me ordenó que levantara un poco el culo, anda levanta un poco el culo para poderte bajar los pantalones. Me levanté del banco sin dejar de chuparle la polla, mientras él me bajaba los pantalones y también el slip, dejando que me cayeran hasta los tobillos.

¡Oh que culito! Uy que cosita más rica. Ufff como nos vamos a poner con este culito maricón, decía acariciándome el culo con sus manos mientras yo le seguía chupando la polla.

Mira cómo estás empalmadito, decía agarrándome la polla y descapullándomela. Ves cómo tenías ganas y te gusta lo que te estoy haciendo.

Decías que no, pero en el fondo lo estabas deseando, eh maricón. Mira que caliente estás, mira como tienes la pollita tiesa y durita, seguro que estás deseando que te dé por el culito, ¿verdad? Quieres que te la meta en el culo, ¿Eh? ¿Quieres que te la meta y te preñe de lechita?

No paraba de acariciarme y meterme mano mientras me preguntaba y decía lo que me iba hacer, mientras yo le seguía chupando la polla.

No te preocupes maricón, que te la voy a meter en este culito tan rico que tenemos, y te vamos a dar por el culo hasta dejarte preñado de leche.

Anda aflójame el cinturón, y bájame los pantalones, mientras yo te voy preparando este culito tan rico que tenemos, para follártelo.

Sin dejar de chuparle la polla, le empecé a desabrochar el cinturón y pantalones, mientras él llevaba su mano a mi culo, buscaba con su dedo mi hoyito, pasaba un dedo por él, luego escupió en su mano llevándola de nuevo a mi hoyito volviendo a pasar sus dedos por él, e introduciéndome un dedo en el ano.

Di un respingo dejando de chuparle la polla, a la vez que apretaba el culo y me ponía derecho y soltaba un quejido, ¡ah!

Tranquilo, me decía acercándome Por el culo a él. Apóyate en mis hombros con tus manos, mientras yo te abro un poco el culito con mis dedos, me decía.

Apoyé las manos en sus hombros, mientras él volvía a escupir en su mano, y ahora llevándola por delante de mí esparcía por mi culo la saliva. Con una mano acariciaba mis huevos y polla, y con la otra iba esparciendo la saliva por mi culo.

Abre un poco las piernas para que te pueda meter el dedo mejor.

Abrí las piernas agachándome un poco y dejarle sitio a su mano,

Pero el slip y pantalón no me daba mucho margen, y poco podía abrirme de piernas.

Espera que te quito el pantalón y slip, y así ya no nos molestará, decía empezando a sacarme los zapatos y quitarme el pantalón y slip por completo. Cuando me los hubo quitado, volví a ponerme los zapatos, y abriéndome de piernas, me arrimé a él poniendo las manos sobre sus hombros.

Así maricón, así, ábrete de piernas y déjame prepararte este culito para hacerte gozar cómo estás deseando.

Abriéndome de piernas y agachándome un poco, dejé que fuera metiendo uno de sus dedos en mi culo, ¡ohhh! Suspiré al entrarme el dedo, ¡ooohhh! Volví a suspirar cuando metió un segundo dedo en mi culo.

Así mi putita, así, mira cómo te gusta que te meta los dedos. Ya verás cómo te va a gustar cuando te meta la polla en el culo y te empiece a follar. Ya verás cómo vas a disfrutar con mi polla en tu culito, y eso que al principio no querías dejarme que te diera por el culo, ¿eh?

Yo me abría cada vez más de piernas, agachándome para que me introdujera sus dedos en el culo. Cerraba los ojos y gemía de placer, allí donde estábamos, él sentado en aquel banco del jardín, y yo de pie, sujetado a sus hombros, desnudo por completo, sin importarme nada porque me vieran como me estaban metiendo 2 dedos en el culo abriéndomelo y preparando para darme por el culo con aquella polla que se gastaba aquel maduro.

A él tampoco parecía importarle mucho el que vieran como tenía a un joven maricón en pelotas, abriéndole el culo con sus dedos, preparándolo para meterle la polla en el culo y follarlo hasta preñarlo de leche.

Cuando ya metía y sacaba sus 2 dedos sin problemas de mi culo, sabiendo que lo tenía suficientemente dilatado y abierto, sacó sus dedos de mi culito, y agarrándome por la cintura, me giró poniéndome de espaldas a él, y así sentado como estaba, me fue llevando hasta hacerme sentarme sobre su polla.

Ve agachándote poco a poco, mientras te va entrando mi polla en el culo, me dijo colocando la punta de su polla en mi hoyito, y sujetándome con sus manos por la cintura.

Me fui agachando mientras él tiraba por mis caderas diciéndome, así, así maricón, deja que te abra este culito con mi polla, ya verás cómo te va a gustar. A la vez que yo me iba agachando, notaba como su polla iba entrando en mi culo abriéndolo.

Cuando la tuve toda dentro, ¡ufff! Suspiré notando como me abría el culo aquella polla, manteniéndome empalado A ella hasta los huevos.

¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto maricón! Gritaba el maduro sujetándome por la cintura con sus manos, e impulsando su pelvis para enterrarme más su polla.

¡Ohhh que culito! ¡ooohhh dios que culito! Así mi putita, así, muévete así maricón muévete, ¡ooohhh que gusto me das!

Me estuvo dando por el culo así durante un buen rato, hasta que me ordenó levantar. Vamos a cambiar de posición, me dijo levantándonos. Pegado a mí para que no me saliera la polla de fuera, me llevó dando la vuelta al banco, y ordenándome que apoyara las manos sobre el respaldo del banco y me inclinara un poco, volvió a empezar a darme por el culo.

Ahora me tenía de pie inclinado sobre el respaldo del banco, con las piernas abiertas, y su polla enterrada hasta los huevos en mis entrañas.

Sujetado a mis caderas, me daba por el culo a toda velocidad. Se escuchaba el sonido de su pelvis al golpear mi culito cada vez que metía su polla en él, y al maduro que me estaba dando por el culo, gritar, toma maricón, toma, toma toma, maricón. ¡Oh como me gusta! ¡ohhh como me gusta!

Me estaba dando por el culo sin contemplaciones, cuando me agarró más fuerte por la cintura, y alargando la penetración clavándome la polla más a fondo, empezó a gritar, ya, ya maricón, ya me corro, me corro, me corro, ¡ooohhh que gusto! Noté como se tensaba e hinchaba su polla dentro de mi culo y sus huevos se pegaban a la entrada de mi ano, empezando a soltar el semen, preñándome el culo de leche.

¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto me has dado maricón! Gritaba terminando de eyacular dentro de mí.

Cuando ya no salía nada más por su polla, sacó su polla de mi culito, y dándome dos palmaditas en él, me soltó, ala maricón, ya tienes el culito bien preñadito, ya te he preñado con mi lechita. Ahora ya puedes marchar para casa satisfecho, ya llevas el culito bien follado y abierto.

Pedazo de hijo de puta, ahora que se había corrido en mi culo, me daba 2 palmaditas, y me mandaba para casa. Pero bueno, al menos el hijo de puta tuvo la decencia de esperar a que me vistiera para marcharse y despedirse diciéndome que si me había gustado y otro día quería más, que lo buscara por el Salón, (pub con música en directo), que solía parar allí.

Fue andando por el costado de los jardines, y al llegar a la altura del semáforo, cruzó hacia el cantón pequeño, mientras yo, seguía andando por los jardines, rumbo hacia una puerta que hay de entrada al puerto, y que está pegada a la comisaría de policía.

Una vez dentro del puerto, caminaba rumbo hacia las lonjas de pescado, a ver si al menos ese día encontraba algo de trabajo. Pero lo que encontré nada más entrar por aquella puerta, fue al gitano que hacía unos meses me había dado por el culo cuando estábamos trabajando en la descarga del pescado congelado.

Nada más verme, vino hacia mí. Hombre payo, tú por aquí, ¿cómo es que has entrado por esta puerta? No vendrás de follar ¿eh?

Me encogí de hombros dándole a entender que me daba lo mismo.

Joder payo, sí que eres bien maricón, me decía llevando su mano a mi culo metiéndome mano mientras me lo sobaba. Andas caliente ¿eh? Me iba diciendo mientras íbamos andando hacia las lonjas de pescado.

Mira como me has puesto nada más verte payo. Cogió mi mano llevándola a su paquete, para que viera como estaba de empalmado.

Palpé su entrepierna, notando el empalme de campeonato que tenía el cabroncete del gitano. Seguro que iba a intentar darme por el culo. Lo malo es que ya estaba empezando a amanecer, y a esas horas no sé dónde podría follarme el gitano, iba pensando yo.

Ven, dijo tirando por mí. Vamos a los aseos que hay en la comercial, que a esta hora no hay gente y podemos cerrar la puerta sin que nadie nos moleste.

Volvimos hacia atrás, y entramos en los aseos que hay para usar la gente que trabaja en aquella zona del puerto y que apenas usa nadie.

Nada más entrar, cerró la puerta impidiendo que nadie pudiera pasar, ya que había pasado el cerrojo que tenía por dentro la puerta. Se abalanzó sobre mí, empezando a morderme los labios, a la vez que me iba desabrochando el cinturón y bajarme los pantalones. Ya me tenía los pantalones sobre los tobillos y empezaba a desabotonarme la camisa, sacándomela por completo y tirándola al suelo.

Mientras tanto, yo ya le había sacado la polla de fuera bajándole los pantalones y slip. Se la iba descapullando y acariciando a la vez que él me iba despelotando. Terminó por bajarme el slip, y girándome hacia la pared, me subió las manos para que las apoyara a la pared, quedándole mi culo dispuesto para ser penetrado por su polla.

Ay payo que culito tienes, como me gusta este culito, decía mientras metía un dedo dentro. Uy que abierto te han dejado maricón, ¡ufff! Y si que te han dejado bien preñado de leche el culito.

Anda saca los zapatos y quítate el pantalón y gayumbos de todo, que me gusta tenerte en pelotas para darte por el culo.

Mientras me agachaba para terminar de sacarme la ropa por completo, el gitano también se despelotaba de todo.

Una vez nos desnudamos por completo, me volvió a abrazar llevando su boca a mis labios, empezando a morderlos mientras me acariciaba con sus manos.

¡Ohhh payo! ¡ooohhh que bueno estás! Como me gustas maricón, tienes un culito que me vuelve loco, no me cansaría de preñártelo con mi polla.

Me fue agachando con sus manos sobre mis hombros, hasta que tuve su polla a la altura de mi boca. Anda payo, abre esa boca que primero quiero follarte esa boquita con esos labios tan sensuales que tienes.

Agarré la polla del gitano con mi mano, y sacando la lengua, empecé a lamerle la punta de la verga, metiendo la lengua por la piel del prepucio, haciéndole soltar unos gemidos al gitano.

¡Ohhh payo! ¡ooohhh que gusto! ¡ohhh que bien la chupas maricón!

Abrí la boca tragándome más aquella polla del gitano que tanto me gustaba, empezando a chupársela, mientras con la mano le acariciaba los huevos.

Ufff payo, hoy tienes ganas de polla ¿eh? ¡ooo como tragas maricón!

El gitano me agarraba la cabeza con ambas manos y a la vez que me empujaba la cabeza, movía su pelvis, haciéndome tragar toda su polla. El muy cabrón ya me había hecho traspasar varias veces la cabeza de su verga la campanilla, haciendo que me abriera en arcadas y me saliera las babas por la nariz y comisura de mis labios.

Cuando se cansó de follarme la boca, tirando por mis brazos me levantó, y después de morderme el cuello y pellizcarme los pezones, me giró poniéndome de nuevo las manos sobre la pared, dejando mi culito a su entera disposición y listo para darme por el culo.

Tiró de mis caderas hacia él, y haciéndome abrir las piernas un poco, colocó la punta de su polla sobre mi ano. Nada más colocar su polla en la entrada a mi culito, dio un movimiento a sus caderas, enterrándome toda la polla en el culo.

Di un respingo al notar como se abría mi esfínter dejando paso a su verga, a la vez que soltaba un gemido de placer, ¡ohhh! ¡ooohhh! Volví a gemir al notar como entraba la polla del gitano en mí. Me había entrado la polla del gitano hasta los huevos.

Se pegó más a mí haciéndome abrir más las piernas, y una vez se hubo colocado pegando su pelvis a mi culito, empezó a sacar y meter su polla, haciéndome poner de puntillas y gemir del gusto que me estaba dando.

¡Ohhh! ¡ooohhh! Gemía mientras el gitano me daba por el culo. Notaba como su vello púbico estaba pegado a mi culo, y como sus huevos chocaban con mi esfínter. Se podía escuchar el chof, chof chof, de su polla al entrar y sus huevos pegar en la entrada a mi ano.

¡Ohhh payo que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gemía y jadeaba el gitano mientras me taladraba el culo con su polla.

Prácticamente me tenía de puntillas apoyado a la pared, y mi pobre polla bamboleándose en todas direcciones, soltando gotas de semen, salpicando la pared y suelo de aquellos aseos.

¡Ya payo! Ya me vengo, ya, ya, ¡ohhh! ¡ooohhh me corro! Me corro, gritaba el gitano enterrándome más su polla en mi culo, y regándome con su esperma mis entrañas.

Cuando terminó de eyacular dentro de mí, mordiéndome el hombro y base del cuello, llevó su mano a mi polla, empezando a meneármela, hasta que terminé por explotar soltando varios trallazos de semen sobre aquella pared de los aseos, donde terminaba de darme por el culo el gitano.

¡Ohhh! ¡ooohhh! Gemía mientras me corría sobre la pared, siendo mordido en el hombro por el gitano, y su polla terminaba de soltar las últimas gotas de semen dentro de mi culo.

Me habían vuelto a preñar el culo de leche esa madrugada, primero el maduro en el banco de los jardines de Méndez Núñez, y ahora el gitano, en aquel aseo del puerto. Las piernas me temblaban, y sudaba por todo mi cuerpo.

Una vez terminamos, nos vestimos y salimos de allí, marchando hacia la lonja de pescado los dos juntos.

Por el camino el gitano me iba hablando de ir a una fiesta que iban hacer él y unos colegas ese viernes por la noche, y que quería que yo fuera. Me dijo donde era y que si quería ir podía quedar en la cervecería que iría con él.

Le contesté que de momento no podía ser, ya que no tenía un duro, y si no trabajaba esa mañana o tarde, no podría ir.

No te preocupes, ven conmigo, que hoy podemos hacer un par de camiones, yo te elijo a ti de compañero y otro día ya me devolverás el favor.

Y así fue, ese día pude ganar al menos dinero para pasar el fin de semana, y tener algo para empezar la semana siguiente. Así que esa noche me fui con el gitano a la fiesta.

Pero eso ya es historia para el siguiente relato.

Podéis escribirme a:

[email protected].

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