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Los socios de mi esposo
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Tiempo de lectura: 15 minutos

Hola a todos, este es mi primer relato. Me atreví a contarlo porque quiero hacer una especie de catarsis. Mi nombre es Daniela, tengo 25 años, me considero realmente atractiva pues mi rostro es muy sensual y mi cuerpo está realmente tonificado y bien puesto gracias a mi estricto régimen en el gimnasio.

Soy casada hace ya dos años con un hombre maravilloso de 28 años, Andrés, él es un empresario en ascenso y yo soy una diseñadora de moda en proceso, soy algo bajita mido 1,60, pero eso es lo de menos mi cuerpo es muy lindo, vivo en los llanos orientales junto con Carlos en un apartamento en un reconocido barrio de la ciudad de Villavicencio. Soy una adicta a Instagram y a las selfies, lo cual me hace algo popular en esta red social por mis constantes fotos, las cuales me encantan.

Lo que les voy a contar me paso hace un año, como les conté mi esposo es un empresario en ascenso yo trato de no meterme mucho en sus asuntos laborales, pues él no lo hace en los míos y así vivimos muy bien, eso sí nos apoyamos en todo y tratamos de que como sea todos nuestros planes se cumplan, eso fue lo que llevo a lo que les voy a relatar.

Un viernes 19 de octubre llego Andrés a casa a eso del mediodía, llego feliz y con un ramo de flores a los cuales me tenía acostumbrada. Me dijo que hoy era su gran día y que de la reunión que iba a tener en la noche dependía 100 por ciento su éxito como socio de la compañía, me pidió encarecidamente que lo acompañara.

—Amor vamos esta noche, ponte hermosa como siempre, que hoy me harán la bien venida oficial como socio, don Marco, don julio y don Ricardo me dieron la noticia hoy. Amor este es mi día y ojala todo nos salga a la perfección ellos son muy mezquino y en 15 años es la primera vez que deciden dejar entrar a alguien en su sociedad.

—Amor esto es una gran noticia, es tu sueño hecho realidad, y no te preocupes esta noche iremos y todo saldrá perfecto. Te amooo.

Le respondí a mi amado esposo aunque la verdad no tenía idea de los socios de él, llego la noche ya eran las 8 pm y nos dispusimos a salir para el club. Llegamos, era el club más importante y exclusivo de la ciudad, al cual solo asistía gente realmente poderosa. Yo me emocione mucho la verdad pues porque aunque vivimos de forma holgada económicamente eso eran ya grandes ligas como decía Andrés.

Entramos el club era realmente precioso, ese día yo llevaba un vestido largo ceñido al cuerpo con una abertura en mi pierna izquierda y un escote en mi espalda el cual dejaba ver mi figura, cundo nos dirigíamos al edificio donde se celebraba la reunión Andrés paro un momento y me dijo.

—Amor, espero que seas muy amable, mis nuevos socios son muy descomplicados para expresarse, pero muy orgullosos y mal humorados cuando las personas son engreídas, yo sé que tú eres un amor, pero por favor no te incomodes ante ninguna palabra mal dicha o descomplicada por parte de ellos.

A lo cual le respondí:

—Andrés amor, tu tranquilo tu sabes que soy muy sencilla y descomplicada no te preocupes mi nuevo socio, jajaja.

Le di un beso para que dejara los nervios, seguimos subimos al ascensor, él se quedó mirándome y me dijo que me amaba que estaba hermosa y que el seria la envidia de la fiesta, yo sonreí. Entramos en el salón, era algo mágico enorme, con un mirador hermoso e incluso con una gran piscina a pesar de ser el último piso era realmente grande y lujoso.

Al momento de entrar, nos robamos las miradas de todos los que asistían al evento, yo tenía un traje especial para el evento el cual voy a mostrarles con una foto que me tome ese día justo antes de salir de mi apartamento.

—Vaya pero si es el nuevo socio y homenajeado, acompañado de esta preciosa mujer, la tenías muy escondida Andrés.

—Don Marcos como esta, le presento a Daniela mi esposa.

—Mucho gusto señorita es usted realmente despampanante.

—Muchas gracias señor, encantada de conocerlo.

—El gusto es mío, reina.

Me dijo ese hombre y de inmediato me tomo de la mano y llevo hacia el para darme un beso en la mejilla. Don Marcos era un hombre de aproximadamente 50 años algo tosco y ordinario para mi parecer, alto y gordo y su vestimenta era más bien de un ganadero traqueto, que de un empresario como yo pensaba. Nada que ver con la elegancia y la belleza de mi esposo.

—Pero, no se queden aquí parados vamos a la mesa donde están los demás. —Dijo don Marcos, mientras ponía su mano en el hombro de mi esposo.

Llegamos a la mesa y ahí estaban lo demás, los cuales se quedaron viéndonos y sonrieron. Estaban los otros dos tipos sentados junto a sus esposas, unas mujeres ya mayores pero muy atentas elegantes y amables, no parecían las esposas de los demás señores.

—¡Buenas noches!

Saludamos al unísono Carlos y yo.

—¡Pero, hombre Carlos que bien acompañado estas!

—Si, que deleite de mujer.

Dijeron ambos mientras me miraron de arriba abajo, yo solo mire y sonreí mientras las esposa me saludaban de beso y abrazo, con una formalidad y atención que me tranquilizaron. Nos hicimos en la mesa yo quede sentada al lado de mi esposo en la derecha y en la izquierda se hizo don marcos seguido de su esposa.

Lego la cena, unos vinos, risas van risas vienen yo trataba no actuar de manera que no incomodara a los señores ni a sus esposa, solo reía y trataba de no opinar para no ir a embarrarla, de pronto don Ricardo se quedó viéndome y con un tono malicioso me dijo.

—Pero que callada y tímida eres, ¿danielita es que te llamas?

—Sí señor, Daniela.

Respondí mientras me sonrojaba y todos echaron a reír.

—No pares bolas —dijo la esposa de don Ricardo. Jajaja.

De pronto don marco se paró de la mesa y con tono amble dijo.

—Bueno, es momento de firmar unos documentos y hacer negocios, señores vamos al salón privado mientras las señoras discuten de lo que saben, de moda y cosas así. jajaja

Ellos se pusieron de pie, mientras don marcos ponía su mano en mi cuello y la deslizaba por toda mi espalda suavemente, hasta llegar al final de mi escote cerca de mis nalgas. Para decirme.

—Danielita quedas en las mejores manos, en unos minutos estaremos con ustedes.

Se fueron a otra habitación y yo me quede algo incomoda pero, no le di mayor importancia. Pasaron los minutos, nosotras nos quedamos hablando, las señoras me integraron a sus charlas, preguntas van preguntas vienen, me preguntaban por mi cuerpo me pedían un que otro tips de nutrición y belleza, al mismo tiempo que tomábamos vino, el cual yo no estaba acostumbrada, pero, por no despreciar las personas bebía.

Pasó media hora aproximadamente ya el vino hacia efecto en mí y las señoras, y de repente salieron Carlos y sus socios de donde estaban con vasos de whiskey en las manos y todos sonrientes, don marcos subió a la tarima donde estaban los músicos amenizando el rato pidió parar la música, tomó el micrófono y hablo.

—Señoras y señores es para mí un placer tenerlos aquí acompañándonos en este momento tan crucial, hoy quiero dar a conocer el nuevo integrante de esta sociedad tan exclusiva. Es mi querido pupilo, Carlos Santacruz, un hombre lleno de grandes atributos y méritos. Hoy lo quiero presentar formalmente, ya el lunes lo haremos legalmente como debe ser, ¡pero, ven acá muchacho!

Carlos salió dio las gracias, aplausos van aplausos vienen, de nuevo tomo la voz don Marcos.

—¡Bueno pero que parezca fiesta, pongamos música y sirvan guaro que lo que viene es celebración!

Las luces cambiaron automáticamente y el salón quedo a media luz y sonó música de baile. Algo que me dejo más confundida ya que yo estaba enseñada a otro tipo de eventos. Carlos se sentó a mi lado, me abrazo y medio un beso, estaba feliz y yo lo estaba por él.

Don Marcos se nos acercó y con tono irónico pregunto que ni no bailábamos, a lo que mi esposo dijo que sí que claro, que en un momento lo hacíamos yo solo reí. Sonó una salsa y mi esposo sin saber bailar bien me tomo de la mano y me llevo a la pista.

—Amor estas tomado, tú no sabes bailar.

Le dije al oído mientras me reía y salía a bailar, el me abrazo y me dijo…

—Amor yo sé que este tipo de cosas no son lo nuestro, lo has hecho muy bien hasta ahora solo es un rato más y nos vamos, te amo.

—Tranquilo amor yo estoy bien —le dije.

—Si amor se ve que también tomaste jajaja

Terminamos de bailar, bueno yo de aguantar pisotones de mi esposo. No sentamos y de inmediato nos dieron unos tragos de whiskey, yo intente rechazarlos pero, Carlos con el codo me indico que lo recibiera y eso hice, no puedo negar que me disgusto ver como mi esposo, un hombre tan disciplinado y de un carácter tan definido, rendía tanta pleitesía a esos tipos, pero también entendí que era el paso que le faltaba para alcanzar sus metas.

Al momento de tomarme el trago de whiskey sentí un gran calor, tal vez por la falta de costumbre o por el vino ya estaba mareada.

—Amor voy a tomar un poco de aire.

Le dije a mi esposo, pero cuando me pare de la silla, el piso se me movió y trastabille un poco.

—¿Qué te paso amor, estas mareada?

—Si amor, tal vez deba tomar un poco de aire.

En ese momento se paró don Marcos y tomándome del brazo dijo.

—No Danielita lo que pasa es que no puedes quedarte sentada tomando licor, vamos a bailar, con su permiso socio. ¿Espero que no haya problema?

—No don Marcos para nada.

Dijo mi esposo mientras yo, decía que presupuesto que bailáramos, todo para no parecer pedante. Me llevo al otro extremo de la pista de baile y al ritmo de una salsa romántica empezó a bailar y hablarme. Debo reconocer que el tipo tenía un gran poder de autoridad y además bailaba muy bien, algo que hace de un hombre muchos puntos a favor. El tipo empezó a hablarme con halagos que pronto fueron cambiando de tono.

—Qué bien escondida te tenia Carlos, y que buen gusto, debe sentirse muy orgulloso de tener una mujer tan despampanante.

—Muchas gracias por el alago —le respondí

—No es alago, desde que llegaste ninguno de nosotros deja de admirarte, por primera vez siento envidia de alguien, tienes todo lo que un hombre desea de una mujer. Eres bella, tienes porte y elegancia y además bailas muy bien y hueles delicioso.

Se agacho un poco y olio mi cuello, bajo su mano lentamente por mi espalda de nuevo y me susurro al oído.

—Debe ser un deleite probar esas carnes.

Yo no sé si por los tragos que tenía encima, o por no hacer quedar mala mí esposo o tal vez por la determinación del señor, no reaccione dándole un empujón y una cachetada, y solo me medio perdí del ritmo y trastabille de nuevo, con lo que el aprovecho para agarrarme más y llevarme hasta donde el, bajar un poco su mano y posarla en mi cola.

—Mira no más que cola tienes mujer, este vestido te queda precioso, déjame ver que llevas por debajo.

Y sin ningún pudor y aprovechando la oscuridad de la pista, paso su mano a la parte de adelante y deslizándola por la abertura que tenía mi vestido en un lado, la subió lentamente hasta llegar a mi muslo y apoderarse de mis nalgas llegando hasta el borde de mi tanga de hilo. Manoseo mi cola por debajo de mi vestido mientras me seguía hablando al oído.

—Lo que me imagine Danielita eres perfecta que rico culo tienes sería un placer ver de qué color son tus tanguitas, te comería aquí mismo si no fuera por el aprecio que le tengo a Carlitos.

Luego beso mi cuello, lamio mi oreja y paso su mano a mi parte de adelante, para apoderarse de mi entrepierna y acariciar mi vagina por encima de mi tanga.

De repente y por fortuna paro la música y al momento se encendieron las luces, yo aproveche para con una sonrisa fingida alejarme del tipo e irme a la mesa con mi marido. Cuando llegue Carlos estaba a las carcajadas ni cuenta se daba lo que me pasaba, yo me senté muy nerviosa y confundida por lo que había pasado, mientras don Ricardo tomaba el micrófono en la tarima ya su vos se notaba diferente, tal vez por el licor.

—Disculpen compañeros y amigos por haber interrumpido la música, pero, quiero aprovechar este momento para agradecer su presencia y gratitud para con la organización, por eso quiero que todos alcemos nuestros vasos y hagamos un brindis por los placeres que se vienen.

Todos aplaudimos, yo en medio de todo agradecida por la interrupción, pero no quería saber más ni de vino, ni de whiskey, ni de nada. Y aprovechando el momento de euforia de los invitados me pare y me fui hacia el mirador, cerca de la piscina para tomar un poco de aire y refrescarme un poco.

Andrés estaba totalmente sumergido en la fiesta y en su celebración, y ni noto cuando me salí. La vista era realmente hermosa y el aire más fresco y puro que de costumbre, admire la ciudad respire profundo y cerré los ojos por un instante, esto me sirvió para tranquilizarme un poco, pero cuando ya pasaba mi rato amargo sentí la vos de don Ricardo.

—¿Señorita por qué tan distante y sola? No creas que te vas a escapar del brindis.

—Salí a tomar un poco de aire, don Ricardo. El brindis se lo quedo debiendo, estoy algo mareada.

—Un trago más o un trago menos no hace la diferencia Danielita, no me hagas el desplante, más bien toma un poco mientras admiras la ciudad la vista es hermosa.

Me dio algo de vergüenza no recibir el trago, y por consiguiente lo tome en mi mano.

—Está bien, don Ricardo, ¡muchas gracias!

Me gire de nuevo hacia el mirador y le dije.

—Tiene razón la vista es hermosa y el aire me ha refrescado un poco.

Él se acercó a mí por detrás y poniendo ambas manos en mis hombros, me respondió.

—Si es hermosa la vista, tienes unas curvas perfectas y tu cola es de infarto, Danielita vi lo que te hizo Marcos mientras bailaban, es un viejo mañoso. Pero, no te preocupes te guardare el secreto.

Yo me quede paralizada y llena de pánico y solo atine a decirle.

—¿De qué habla don Ricardo?

—No te hagas la loca mujer vi como el viejo te metió la mano y agarro tus nalgas mientras te besaba el cuello, por eso hice la interrupción y prendí las luces, se debió haber deleitado el con ese par de nalgas tan deliciosas que tienes, pero, yo lo que quiero es agarrar ese par de tetasas que te mandas.-

Paso seguido y aprovechando que mi vestido era para usar sin brasier, metió ambas manos por el escote de mi espalda las deslizo y se apodero de mis senos, recostó su verga en mi cola, agarro mis pezones y empezó a masajeándomelos y a darles pequeños pellizcos mientras decía.

—Que rica estas, te las quiero chupar acá mismo, que suerte tiene Carlos, ojala la sociedad no se disuelva por nada del mundo, sería la ruina del muchacho.

—Por favor don Ricardo que hace suélteme.

Le dije con vos entrecortada y llena de pánico, él me dijo al oído mientras me daba un mordisquito.

—Shiiit, no digas nada solo quédate quieta Danielita, además mira cómo se pusieron de duros tus peoncitos, y por ellos no te preocupes acá no nos ven, que rico hueles y tus tetas son como me gustan firmes en el tamaño justo, veo que te está gustando. ¿ya estas mojadita?

No sé si era la adrenalina del momento, el trago o no sé qué pero, mis tetas estaban duras y mi respiración se aceleraba en medio de mi angustia y horror, de pronto soltó uno de mis senos y empezó a bajar su mano por mi vientre hasta llegar a mi ombligo, acariciarlo unos segundos y continuar bajando hasta llegar al borde de mi tanga, levantarla deslizar sus dedos y tocar mi intimidad, introducir su dedo en medio de mi lubricada vagina y empezar a masajear mi clítoris con su dedo índice, mientras con el del medio subía y bajaba entre mis labios vaginales.

—Ves cómo estas de mojadita mamacita, abre un poco más las piernas e inclínate que te lo voy a meter acá mismo, cosita deliciosa.

—No, no por favor don Ricardo, no masss, pareee, no haga eso.

Intente zafármele, pero fue inútil por lo mareada y asustada que estaba, el me apretó fuerte contra él y pude sentir su verga muy erecta que apuntalaba mis nalgas.

—No te pongas esquiva que no te conviene a ti ni a tu esposo, quédate quieta y haz lo que te digo mamacita, agáchate un poco y abre esas patotas.

Saco la mano que tenía en mis senos y de inmediato empezó a levantar mí vestido algo que se le dificulto por lo apretado que me quedaba en la cadera, lo cual hizo que se desesperara e intentara rasgarlo por la abertura que tenía.

—Por favor don Ricardo, así no, si quiere yo me lo subo u mejor vamos a otro lado para mayor tranquilidad.

Eso fue lo único que se me ocurrió decir para no ser violada ahí.

—Eso me gusta Danielita que colabores, créeme que me encantaría disfrutarte toda una noche, pero mi verga no da espera, me quedo con la primera opción, así que ayúdame y súbetelo mientras yo saco mi verga.

Yo me petrifique con lo que me dijo y más cuando empezó a decirme que lo hiciera pues.

—Dale pues mamacita que sea un hecho.

Yo afloje un poco mi cadera tome el vestido de ambos lados y lo subí de tal forma que el pudiera levantarlo sin problema, ya no había marcha atrás estaba a punto de ser penetrada por un desconocido, intente pisarlo pero de solo imaginar el escándalo y la desdicha que le esperaba a mi esposo, y también con algo de morbo abrí mis piernas y me incline un poco para que el me lo metiera con facilidad, mientras él seguía masajeando mi clítoris ya cada vez menos pues, estaba concentrado zafando su correa y desabrochando su pantalón.

Saco su mano de mi parte de adelante y termino de subir mí vestido hasta mi cintura dejando al aire mi cola, solo cubierta por mis pequeñas tangas, las cuales se perdían entre mis glúteos.

—Ufff, pero que culo más bello tienes mamacita, lástima que no tenga tiempo para partírtelo, por ahora me conformare con entrar en esa vagina tan deliciosamente empapada que tienes.

De inmediato sentí como ponía una de sus manos entre mis nalgas, llevarla hasta mí ya empapada vagina, sacar mi tanga la cual estaba metida entre mis labios vaginales, correrla para un lado, para poder meter su verga. Sentí como su pene ya rosaba mis nalgas algo que hizo que yo instintiva mente me inclinara un poco más, y justo cuando sentí la punta de su pene en la entrada de mi vagina, mientras yo mordía mis labios, se escuchó una voz masculina.

—Patrón, patrón viene para acá doña luisa.

De inmediato don Ricardo se incorporó acomodo su pantalón en un par de segundo, bajo mi vestido y se retiró de mí.

—Mierda que puta suerte la mía, disculpa Danielita ya te lo meteré luego.

Y salió de ahí disparado, yo sentí un descanso pero también un poco de frustración, me organice tome aire de nuevo y volví con mi esposo. Cuando llegue a la mesa, Carlos estaba aún más ebrio algo que nunca había visto en él, me abrazo y me pregunto que si ya me sentía mejor, para que condujera.

—Si amor ya estoy bien, ¿si quieres nos vamos ya para que descanses?

—Si amor vámonos espera que lleguen todos de bailar para despedirnos.

—Está bien amor —le respondí.

Yo quería irme ya, sin desdecirme no volver a saber nada de invitados y de socios ni nada, y además no le quería ver la cara a ese par de viejos. Se acabó la canción y los tres señores junto con sus esposas llegaron a la mesa yo me puse de pie, ayude a Carlos a pararse y Carlos empezó a hablar.

—Bueno señores ya estamos un poco cansados y yo algo borracho, tal vez es por la falta de costumbre y para no amargarles el rato nos vamos a descansar.

—Peo como muchacho, si la fiesta apenas empieza y la noche es joven, además tus eres el anfitrión, ¿cómo nos vas a hacer ese desplante?

Respondió don Marcos, mientras ponía su mano en el hombro de mi esposo.

—No don Marcos ningún desplante, solo que estoy ya muy mareado y no quiero embarrarla, además no estamos acostumbrados a tomar licor y como entenderán no da más fuerte.

Dijo mi esposo con la cara llena de vergüenza, y yo tratando de ocultar mi disgusto por el poco carácter que estaba mostrando.

—Jajaja, tranquilo muchacho, si te emborrachas yo mismo te llevo a tu casa a ti y a Daniela, además la noche es joven, son apenas las doce de la noche quédense dos horitas más.

Dijo don Marcos mientras los demás señores y sus esposas lo apoyaban, yo intente decir que no, pero, Carlos de una dijo que sí, que está bien. Yo solo sonreí hipócritamente. De inmediato don julio el tercer socio tomo la palabra diciendo:

—Más bien celebremos con un brindis fondo blanco, que la ocasión lo amerita no todos los días ingresamos un socio a la organización.

De inmediato llenaron los vasos con whiskey esa vez casi llenos, mi esposo por quedar bien supongo se tomó el trago a la par que todos los demás incluyendo las señoras y yo a duras penas di un sorbo, para ser burlada por todos.

—No la molesten ella no es de como nosotras, ella es una muñeca muy preciosa —dijo la esposa de don julio.

—Más bien vamos al baño a retocarnos, mientras los señores siguen en lo suyo.

—¡Si, vamos! Dije yo para salir del apuro y aprovechar para retocarme y limpiar mis fluidos.

De inmediato salimos las tres señoras y yo, nos quedamos en el baño eso de media hora, cosas de mujeres, nos reímos hablamos y yo me relaje un poco, aunque sentía unas ganas enormes de hacer el amor con mi esposo, tal vez por el trago o por las tremendas escenas de sexo que había pasado.

Cuando salimos del baño en medio de risas, llegamos a la mesa, pero, no estaban los señores ni mi esposo. No sentamos y a los cinco minutos, aparecieron los tres viejos pero, Carlos no, yo me quede mirando algo confundida pero, de inmediato don Marcos poniendo sus manos en mis hombros dijo.

—No te asustes Daniela, Carlitos está en el salón privado descansando, pues se sintió muy mareado, si quieres vamos para que estés con él y de paso descansas.

—Si llévala, anda Dany ve tranquila nosotras atendemos los señores.

Dijo la esposa de don Marcos. Yo me incorpore y mire con algo de recelo y nervios al señor, mientras él ponía una mano en mi cintura y me llevaba hacia donde estaba mi esposo, todo iba bien hasta que al estar un poco más alejados de todos y al comprobar que nadie nos podía ver, don Marcos bajo su mano de mi cintura y la puso sobre mis nalgas yo de inmediato me arme de un poco de valor y me le retire, y mirándolo con algo de enojo y nervios con vos entrecortada le dije:

—¿Podría decirme donde esta Carlos, por favor?

—Por supuesto Danielita, mira es acá, déjame yo te abro la puerta, pero te voy a dar un consejo antes de entrar, no hagas cosas de las que después te podrías arrepentir e incluso desgraciar la maravillosa carrera que lleva en ascenso Carlitos.

De inmediato abrió la puerta y me hizo pasar para, luego entrar él y cerrar la puerta, yo entre y me quede mirando a ver que más me iba a decir, lo miraba con cara de susto y un poco de rabia. Él se paró frente a mí, y me dijo en vos baja.

—Mira ahí esta profundo, no lo vayas a despertar.

Se acercó un poco más a mi puso su mano derecha sobre mi mejilla con la parte externa de sus dedos, me acaricio mientras me hablaba.

—Te voy a pedir algo y quiero que lo hagas sin dejar de mirarme y sin decir una sola palabra ok.

Yo solo lo mire y le dije si con el movimiento de mi cabeza, mientras el ya deslizaba su mano por la parte superior de mi busto muy delicadamente, no sé qué tenía ese viejo que me dominaba totalmente, tal vez su carácter y determinación hacían que las personas perdieran su voluntad.

—Así me gusta Danielita, ahora quiero que sin quitarte el vestido ni dejar de mirarme, te quites tus tangas y me las des.

Yo lo mire con cara de susto y de inmediato voltee a mirar a mi esposo, él estaba ahí profundamente dormido, sentado en una silla y con su cabeza sobre un escritorio o una mesa de juntas, pues era grande y con cuatro o cinco sillas alrededor de la mesa, con un vaso de licor a un lado y perdido en su borrachera.

Volví la mirada a don Carlos, trague un poco de saliva y mi respiración se agitaba, no sé si por susto o por la sensación del momento o quizás porque sentía ya sus dedos tocando mis senos al borde del escote de mi vestido.

—¿Qué esperas Danielita?

Yo puse mis manos en ambos costados de mi vestido lo levante de un lado, corrí la abertura que tenía en el otro lado, subí mis manos sin dejar de mirarlo mientras note que se agitaba un poco, tome las tiritas de mis tangas y empecé a bajarlas por mis costados, lentamente las lleve a mis rodillas inclinándome un poco, para luego dejarlas caer, me agache sin dejar de mirarlo, acabe de quitármelas, me incorpore con ellas en mi mano y el con una sonrisa sádica las tomo con su mano izquierda las miro, las olio profundamente, sonrió de nuevo diciendo:

—Pero que estilo tienes, el negro me encanta y además si huele a sexo están mojaditas como lo esas tú.

Yo seguía inmóvil tragando saliva y cada vez respirando más seguido, el guardo su botín en el bolsillo izquierdo de su pantalón, y fue corriendo lentamente su mano de mis senos hacia mis hombros por el borde de mi vestido hasta las tiras, y empezó a correrlas hacia un lado, primero una luego la otra causando que mi vestido empezara a caer y dejando al descubierto parte de mis senos, luego bajo su dedo índice por la mitad de mi busto, terminando de zafar mi vestido liberando mi busto ya con los pezones duros y parados debido a la situación, dejando mi vestido a la altura de mi cadera más abajo del ombligo.

—Mamacita que ricas tetas tienes y mira ese abdomen, ahora quiero que continúes así como vas, obediente y complaciente, ya verás cómo te va a ir de ahora en adelante.

Puso sus manos en mi cintura, las subió hasta llegar a mis pechos y los agarro de abajo hacia arriba masajeándomelos, se acercó más y empezó a besarle el lóbulo de la oreja al mismo tiempo que deslizaba una de sus manos nuevamente a mi abdomen, la bajo hasta la raja de mi vestido y la metió entre mis piernas acariciando mu vagina, luego metió sus dedos y empezó a masturbarme. Yo sentía como se mojaba más y más mi vagina y solo quería que me metiera su verga.

—¿Te gusta Danielita? ¿Quieres que te lo meta?

—Siii don Marcos.

Paso una mano a mis nalgas, luego la otra las apretó y masajeo y después levanto una de mis piernas continuo con la otra y yo me ayude abrazando su cuello para que me alzara con mayor facilidad, puse ambas piernas alrededor de su cintura, el me recostó contra la pared para luego guiar su verga hasta la entrada de mi vagina y dejarme caer sobre ella de un solo golpe, yo emití un pequeño gemido, mientras el iniciaba un suave mete y saca que me hacía llegar a la gloria, beso mi cuello, mi boca y aumentaba sus embestidas más y más chocándome contra la pared y causando sonidos debido a lo mojada que estaba.

—Mmmm siiii que ricoo Marcos uffff.

Ya para ese momento estaba hecha una zorra y el solo aumentaba sus embestidas. Para por fin ser llenada de semen.

Continuara…

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