Siempre, después de cada presentación con mi banda de rock donde yo soy el bajista, llegaba al apartamento de mi gran amigo Wilmer quien me dejaba pasar la noche en el sofá-cama que tenía en la sala, ya que para mí era más económico quedarme en su casa que pagar un taxi hasta la mía que quedaba fuera de la ciudad.
Éramos amigos desde los 20 años y siempre él se quedaba con las mujeres más bonitas del barrio y en este caso no era la excepción puesto que su esposa era una mujer muy hermosa, tenía cabello largo crespo, negro, estatura mediana, una cara muy linda y por lo que yo podía ver, la naturaleza no la había dotado de una gran cola ni grandes senos, a pesar de ese minúsculo detalle, no dejaba de ser una mujer muy atractiva, ella era toda una ama de casa moderna, profesional, exitosa y a la vez una persona muy sencilla y muy intelectual.
Cuando mi amigo no podía ir a mis presentaciones me dejaba la llaves de su apartamento con el portero del edificio quien ya me conocía y no me ponía problema para entrar, por tal motivo yo entraba como pedro por su casa y siempre que llegaba al apartamento de mi amigo ya me tenía listo el sofá-cama y algo de comer.
A pesar que éramos viejos amigos, por su trabajo tenía que ocultarme algunas cosas que podían ser confidenciales así que esa noche tuvo que evitar decirme por alguna rozón que iba a estar por fuera de la ciudad.
Cuando yo vi que él no llegó al bar donde yo me iba a presentar lo llame a su celular para pedirle el favor que me dejara quedar en su apartamento como siempre, pero no me contestó, entonces lo llame al teléfono fijo donde me contestó Diana, su esposa, quien me dijo muy amablemente:
—claro Cesar, tu sabes que te puedes quedar acá cuando necesites, nosotros te dejamos la llaves en la portería como siempre ¿vale?
Después de escuchar su amable voz confirmándome que me podía quedar en su sala, realice mi presentación como siempre y como a las dos de la mañana tomé un taxi hacia el apartamento de mi buen amigo Wilmer, llegue hasta su edificio, salude al portero quien me entregó las llaves del apartamento y seguí como siempre.
Abrí, entré, encontré el sofá-cama listo como siempre y algo de comer como de costumbre, comí, bostece, me relaje un rato y me dispuse a prepararme para dormir, me quite los zapatos, el pantalón y la camisa y estaba listo para meterme debajo de las cobijas cuando de repente, de su cuarto sale Dianita, con su cabello cogido como cola de caballo y vestida con una bata blanca, me miró, sonrió y entro a la cocina a servirse algo de tomar.
Yo solo tenía mis bóxer puestos, así que me tape con la cobija para no incomodar, ella salió de la cocina y se sentó a mi lado, me preguntó cómo me había ido en mi toque y como estaban las cosas en mi trabajo y en mi casa.
Eso ya era bastante extraño ya que a pesar de que nos conocíamos hace rato, ella nunca se interesaba tanto en mis cosas, sin embargo esa noche parecía muy interesada, como buscando algún tema de conversación mientras se acercaba cada vez más y me ofrecía algo de lo que ella se había servido, era algo así como wiski.
Era una mujer distinta, mas lanzada y con una mirada muy penetrante.
Cuando terminó de tomar su bebida, se levantó, dejo el baso en la mesa de comedor y respirando profundamente abrió su bata, dejándome ver que era lo único que traía puesto, dejando al descubierto su hermoso y delgado cuerpo desnudo, sus caderas huesudas y anchas, sus senos medianos, firmes y lindos y su precioso vello púbico que adornaba lindamente su zona genital.
Lo primero que yo hice fue preguntar por mi amigo Wilmer a lo que ella respondió:
—Él como siempre está lejos de casa y vuelve la otra semana —mientras se acercaba de forma insinuante y me miraba de forma muy picara y diciente.
Yo no podía creer que esa fuera la mujer decente y muy puestecita en su lugar que yo conocía como la esposa de mi amigo, era increíble que debajo de esa ropa sencilla y de ese peinado conservador se ocultara tremendo cuerpazo y tremenda mujer tan divina que me tenía hechizado con su belleza y que lentamente se me acercaba, me decía todo con su mirada a la cual yo no me pude resistir.
Sin mediar palabra quito la cobija con la que yo me tapaba y puso su pequeña mano en mi entrepierna, sintiendo mi pene caliente y erecto por debajo de mi bóxer, acariciando suavemente mis testículos y dándome unos tiernos besos en mi pecho, mirándome con mucho morbo me quitó el bóxer, empezó a acariciar un rato mis muslos como deleitándose con lo que veía, después metió mi pene en su boca y empezó a darme una muy rica y apasionada mamada.
De la ama de casa, esposa de mi amigo ya no quedaba nada, ahora era toda una zorra necesitada de semen, lo digo por la forma en que me lo mamaba ya que para mí fue muy difícil contenerme, ella necesitaba sentirse deseada, así que yo la acariciaba mientras ella muy concentrada dejaba salir uno que otro gemido mientras mi pene entraba y salía su tierna y delicada boca, era delicioso como pasaba su lengua por la punta del glande haciéndome sentir algo que jamás mi esposa había logrado.
Cuando ya no pude más, la cogí del cabello y me la empecé a culear por la boca mientas ella sumisamente solo dejaba que mi pene entrara y saliera libremente, más tarde tuve que decirle que ya no podía más, entonces ella haciendo algún tipo de succión, algo que nunca me había hecho nadie, provocó una eyaculación masiva en su boca sin dejar caer ni una sola gota de ella y tragándoselo todo en la medida que yo se lo iba entregando.
Fue una sensación deliciosa, no podía creer que la hermosa esposa de mi amigo estaba ahora atragantada con mi semen.
Después de esa deliciosa mamada ella se levantó rápidamente y se dirigió hacia el baño a terminar de tragarse todo con el agua de la llave, yo pensé que todo había terminado cuando ella salió nuevamente con su bata abierta mostrándome sin pudor su hermoso cuerpo desnudo, y se acostó en mi sofá, se quedó mirando al techo como esperando que yo hiciera algo, efectivamente empecé a besarle sus hermosos senos mientras con mi mano acariciaba su clítoris, que se escondía debajo de su abundante vello púbico, después empecé a masturbarla metiendo mis dedos en su pequeña, apretada y muy mojada vagina la cual estaba más que lista para ser penetrada.
Muy delicadamente me puse en medio de sus piernas para penetrarla en la posición del misionero, después de todo era la esposa de mi mejor amigo y tenía que tratarla con mucho cariño y respeto, pero ella me tomo de la cabeza y bruscamente metió mi cara entre sus piernas entendiendo yo que quería que le chupara su cuquita a lo cual yo hice mucho caso.
A pesar de todo su vello púbico el espectáculo era muy hermoso, el color oscuro de su vello contrastaba muy bien con la piel blanca de Dianita quien con sus piernas abiertas de par en par y con sus manos en mi cabeza empujaba duro mi cara contra su vagina para que yo no me quitara de ahí y para poderse masturbar más rico con cada paso de mi lengua por su cuquita.
Entre gemido y gemido me dijo “así era como lo quería ver desde hace rato” y arqueando su espalda empezó a revolcarse de placer mientras se masturbaba fuertemente con mi cara hasta que entre muchos gemidos y quejidos se vino en un orgasmo intenso y húmedo dejando mi cara empapada en fluidos vaginales y mi boca con uno que otro vello púbico.
Aún tenía los espasmos de su orgasmo cuando me tomo de la cara, me acercó hacia la de ella dejándome entre sus piernas mientras que yo con mi pene erecto y duro como piedra intentaba penetrarla y hacerle el amor como ella se lo merecía pero sin darme más oportunidad ella tomó mi pene y con sus propias manos lo introdujo entre su esfínter anal, el cual para mi sorpresa ya estaba bien lubricado mientras yo, loco de lujuria empujaba lentamente para que por primera vez en mi vida tuviera sexo anal.
Ella me recibió con un fuerte gemido entre dolor y placer mientras yo despacio le hacia el amor por la cola a la esposa de mi mejor amigo.
Poco a poco mi pene fue entrando más mientas ella se revolcaba debajo mío y ponía sus manos en mis nalgas como pidiéndome que entrara cada vez más profundo.
Lentamente, mientras su colita se dilataba lo suficiente fui aumentando el ritmo, sus senos se movían al rito de mis envestidas y rápidamente nos entregamos a la lujuria que sentíamos el uno por el otro, ella empezó a agitarse fuertemente debajo mío y empezó a moverse como desesperada, yo me apoye en mi puños y empecé a darle duro por ese culo.
Ella con su cara me daba su aprobación y se acomodaba para que yo la pudiera penetrar mejor, era una cara de placer combinada con lujuria y dolor que me excitaba mucho y me obligaba a darle cada vez más duro.
Ella empezó a poner sus manos en mis nalgas como pidiéndome que le diera más duro y así lo hice yo, así me lo pidió ella “¡dame más duro!, ¡dame más duro!” así que de hacerle el amor por la cola pase a pegarle severa culeada por el culo a la necesitada esposa de mi amigo, ella me correspondía cada movimiento y literalmente se revolcaba de placer debajo mío.
Fue una sensación indescriptible, era muy calientico y apretadito, era el culo de la esposa de mi amigo, esa mujer que yo tanto respetaba y admiraba, esa ama de casa entregada y abnegada a su esposo y a su pequeña hija, esa mujer que tenía una tremenda habilidad para dilatar su ano para mi quien me pedía cada vez más.
Mientras su cara roja, sus rasguños en mi espalda y sus gritos y gemidos intensos me daban a entender que estaba teniendo tremendo orgasmo, yo aumente el ritmo de mis envestidas y como hacía mucho tiempo no lo sentía, me deje llevar por el desahogo del deseo y por el pensamiento perverso de que muy pronto le iba a llenar de semen el culo de la esposa de mi mejor amigo, y al intenso orgasmo de dianita yo me uní eyaculando abundantemente en su conducto anal.
Yo sentía que no podía dejar de eyacular en su cola mientras que ella me decía “que rico se siente, que rico se siente”. Yo no había eyaculado así desde hacía mucho tiempo y menos en la cola de alguna mujer y jamás pensé que fuera a ser la cola de la esposa de mi amigo quien mientras estaba en un viaje de negocios ignoraba que su amada esposa había planeado todo para darme culito esa noche.
Lentamente me salí de la cola de Dianita quien se quedó acostada al lado mío el resto de la noche, abrazada como si lleváramos años de relación y quien después se quedó dormida profundamente en mi pecho.
Pocas horas después, como a las 6 de la mañana me levanté, y le dije:
—me tengo que ir porque mi mujer me espera para el desayuno con sus papás.
Ella se levantó y paso a mi lado desnuda sin ningún pudor mientras me decía:
—Antes de ir con tu esposa, date un duchazo si quieres.
Así que me bañe, me alisté y salí corriendo para encontrarme con mi esposa como a las 8 de la mañana para preparar el desayuno de sus papás.
A la semana siguiente mi amigo Wilmer me llamo para preguntarme en donde había pasado la noche, para disculparse por no haberme avisado lo de su viaje y por no haberme dejado las llaves de su apartamento.