El comentario no tiene que ver con la fotografía de la vencedora, el segundo puesto está en la fotografía que hoy he cambiado. Y aclaro un detalle, todas las fotografías las hice en el año 2013, siempre publico fotos atrasadas, nunca actuales.
Nunca me sorprendió que las bragas estén en primera cuerda y hay más de esta cuerda. Tampoco he sido capaz de ordenarlas, es decir, si tiene decidido el día de la semana para cada una o depende de su mente, del estado de su mente, a mí me ocurre con las corbatas, pero no con las camisas.
Algunas veces he observado a las mujeres comprándose lencería, y me di cuenta que pocas lo hacían para su pareja, amigo o lo que fuera, aunque no trato que sea una crítica, si hubiera un contador subliminal del malgusto.com.es, la cifra sería desorbitada, y todo basándome en lo que he visto y veré, aunque nunca me atreví a preguntar, pero si es cierto que me hubiera gustado abordarla y preguntarle la causa de comprarse esas bragas tan antiestéticas.
Cuando voy andando detrás de una mujer, observo lo que traspasa la tela, y me hago una idea de su mente en cuanto a la sensualidad, sexualidad y demás elementos que forman nuestro comportamiento, y la balanza está del lado de las sosas, insípidas y no es peyorativo mi pensamiento, es como si les faltara ese punto de condimento natural, algunas desprenden calor, pasión y es por su propia naturaleza.
Recuerdo una noche en un pequeño pueblo de la sierra norte, en un bar de montaña, domingo, finales de agosto, cenábamos de tapas con cerveza bien fría y poca gente, cada uno a su rollo, y los camareros ya escaseaban, la temporada llegaba a su fin.
No teníamos plan alguno, y a eso que monta su pierna encima de la mía, y me dice que se había despertado, era casi las doce de la noche, y que yo decidiera. Y mientras con una mano cazaba una enorme aceituna gordal, mi mano derecha midió por la parte interior de su muslo izquierdo, la distancia a sus bragas, estas muy finas y con cierta sonrisa me dijo que eran de usar y tirar, y yo en el mismo tono que ella y sin dejar de mirar a la aceituna que escapaba del tenedor sin puntas, le dije que era al revés, tirar y usar, enarcó una ceja, deduje que no había entendido y le aclaré mi forma de verlo, lo hice tirando de sus bragas que se rompieron y que me guardé en el bolsillo, lo hice para estudiarlas ya que nunca las había visto.
Por tanto su vulva quedó a tiro, y despacito pasé mis dedos por su vello púbico, como respuesta dijo que mi movimiento de picha había sido bueno, sonriendo rectificó diciendo de ficha, desde luego no tuve duda alguna, ya que mis dedos se encontraron con cierta humedad, que aproveché para llevarla a su erecto clítoris, ella se removió y después de tragarse una masticada gamba con gabardina, dijo que ese punto de excitación que iniciaba no era correspondido con comer y juntó las rodillas apresando mi mano.
Yo seguía peleando con la aceituna, ella me propuso un desafío, si la chupaba el clítoris en ese momento, ella pagaba la cena. Dejé de pelear con la aceituna diciéndola que no era necesario, siempre pagábamos una vez cada uno, dije que lo haría sin apuesta, pero se negó, yo, un pobre tonto con las mujeres, no lo entendía, pero antes aclararé que ella es de la sierra y yo no.
Y tapándome la cabeza con el mantel, ataqué su clítoris de una forma tranquila, me importaba poco lo que pensaran los camareros, y cuando ya no pudo más apartó mi cabeza tirándome del pelo, y salí a la superficie, sorpresa, dos camareros y una camarera nos miraban, era una apuesta de ella con los tres, no quise preguntar que había ganado.
Volvimos a su pueblo en silencio, y poco después de abandonar el bar, me dijo que la noche solo había comenzado, no terminado, que tenía que terminar mi trabajito, echarla un polvo como es debido y además como ella le gustaba, entre los pinos.
Me guío hasta una especie de camino de tierra, el merendero quedó atrás y el coche quedó casi oculto entre las retamas que crecían de forma abundante, y echando su asiento hacia atrás se desnudó completamente, separó las rodillas y ordenó ¡Ven!
Ella tiene un don sexual, tanto en la mirada, como en su boca, su piel, tenía los poros erizados, y su voz era suave, me dijo que necesitaba tenerme dentro, y que ese roce del clítoris le había producido una especie de alineación con un orgasmo, esa especie de gustillo lejano que anuncia lenta carga de placer.
Pero no fue como pensaba, no, ella lo tenía todo planeado, y una vez entre sus piernas, ella puso su mano derecha con los dedos extendidos en mi vientre, sus uñas decidían y la mano izquierda comprobó la erección, y le situó en la entrada de la vagina, su respiración empezaba a acelerarse, me dijo que le ponía mucho controlar ella la penetración, ya que llevaba mucho tiempo sin comerse una rosca, y a sus 21 años no le gustaba pasar hambre.
He de reconocer, que es una tía que no se engaña, y yo soy un tipo nada exigente, si digo que la primera vez que tuve sus pechos en mis manos fue jugando una partida de pinball, y que la partida tenía sanciones y premios, pero no en partidas, y muchas veces la dejaba sin sujetador o bragas, y si perdía yo, no quería prenda alguna, la tenía que llevar a las cinco de la mañana a mercamadrid, tiene un negocio familiar, un restaurante, y aunque perdiera, ella me dejaba bien satisfecho.
El tema de no comerse una rosca, se refería una buena felación, sabía hacerlo muy bien, incluso a través de su mano, ella sabía si lo estaba haciendo bien, regular o mal. Al principio, como no me conocía, yo la retiraba, nunca consentí correrme en su boca.
Esta chica se corría varias veces, no una sola, pero debías hacer las pausas correspondientes y otra noche, en casa de su hermana ya que era invierno, mientras me comía su vulva, ella tuvo dos seguidos y con el cuerpo envarado, parecía apoyarse con la nuca y los talones, el resto en el aire, gritó que se moría, y se desmayó levemente, su vientre se movía debido a las contracciones y babeaba con la cabeza ladeada, detuve mi boca y despacito entré otra vez, ella empujó levemente, murmuró que despacio y la dejé en libertad, ella se movió cerrando sus piernas por detrás de mis corvas y así estuvo un buen rato.
Terminé en su ombligo, ella seguía en brazos del placer, limpié su vientre y a dormir, a la mañana siguiente cuando desperté me estaba mirando en silencio, pregunté si pasaba algo, no respondió, dijo tan solo que aun la duraba, y que a partir de ese momento el sexo para ella había cambiado, me habló de algunos de los polvos que la habían echado, todo eran rápidos, alta velocidad, y que nunca volvía con ellos, ni tan siquiera ese chupeteo de sus pezones que yo la hice al principio, como tampoco ese mordisco en el costado, que la excitaba de pensarlo, se había ladeado pidiendo que apretara más, no la hice caso, se trataba de producirle sensaciones que desconocía, como en su espalda, cerca de la cintura, dijo lo mismo, y una vez dijo que me detuviera o se meaba, cierto es que tuvo una fuerte sacudida.
Siempre pensé que el cuerpo de la mujer hay que explorarle muy despacio, y sobre todo escuchar que sale de su boca, es el mejor guía, y de esta chica guardo muy buenos recuerdos, aunque me haya meado, si, como lo digo y debo reconocer que me sorprendió gratamente, su temperatura era superior a la mía, y cuando el placer remitió se quedó pasmada, la cama tenía protector por tanto solo fueron las sábanas, se puso colorada pero yo le quité hierro al asunto.
En el asiento del coche quedó su humedad y días después, no pude evitar pegar la nariz al asiento, aún desprendía su fragancia, interior y exterior.