Adoro los videos porno en que el masajista comienza a excitar a su cliente y se desata una ola de pasión, mamadas, cogidas y mucha leche. Así fue como hace diez años llamé a un masajista, era un domingo y llegó alrededor de las 7:00 PM a un loft en el que vivía en ese tiempo, lo vi muy profesional, venía vestido como un médico, con su gran portafolio, su mesa de masaje. Me confundí, hay masajistas que dan un masaje profesional y otros que te hacen gozar de un final feliz y a veces, muy pero muy feliz. Por su apariencia pensé que sería un profesional y, tristemente que no habría sexo, por lo que me decidí a disfrutar de un relajante masaje, que buena falta me hacía. Sentir las manos de un hombre fuerte, me excitaba, ya después completaría mi satisfacción con Manuela…
Él me había pedido, cuando lo llamé para concertar la cita, que me diera un buen baño por lo menos media hora antes de su llegada, cuando llegó me encontraba muy limpio, en bata de baño y mis calzoncillos. Entró, desplegó frente a la cama su mesa de masaje y puso una sábana sobre la misma, me preguntó por un sitio donde pudiera cambiarse por ropa más cómoda para realizar su trabajo, lo invite a que con confianza entrara al baño, agradeciendo el gesto, me indicó que me quitara la ropa y me recostara para relajarme en la mesa de masaje, a lo que obedecí como buen paciente. Salió del baño con unos pants y una camiseta blanca, aunque menos profesional que el traje de médico, aún seguía aparentando ser un maestro del masaje.
Estaba yo boca abajo, en esa posición tan cómoda que brinda tener tu cuello recto apoyando tu cara en la cavidad de una mesa de masaje, él tomó su aceite, lo escuché frotar sus manos y comenzó a masajear mi espalda… que manos, que forma de relajar y hacer sentir bien al cuerpo. La espalda, el cuello, la cabeza, las piernas, todo mi cuerpo fue consentido de una forma espectacular, estaba tan relajado que mi únicas dos trampas fueron: levantar un poco mi cabeza cuando él estaba justo frente a mi, estirando sus brazos para tallar sus manos largamente desde mis hombros hasta mis nalgas, notando que se había puesto los pants sin calzones y, que le excitaba su trabajo, por debajo de la ropa, se dejaba ver la silueta de un pene grande, a medio pelo y con una deliciosa cabeza (pensé, bueno, a mi tal vez me excitaría algo este trabajo); mi otra trampa era que, al pasar su dedo suavemente por mi año, yo levantaba las nalgas un poco más para mostrarle mi intención de obtener una más sexual atención después del masaje. Puede haber sido más atrevido, pero el masaje era tan bueno, que no quería que terminara.
En su anuncio, mencionaba que el masaje era erótico, y si, tocaba mis partes en forma que nadie lo había hecho, delicioso. Como ya comenté, levantaba mis nalguitas cuando me tocaba el culo, y los huevitos, nunca hizo ningún gesto o sugerencia que indicara que quisiera sexo. Bueno, pues terminó con mi parte posterior y me pidió que me volteara, el masaje fue espectacular por el frente, talló y relajo mi barriga (me había solicitado también que no comiera nada por lo menos una hora antes del masaje) entendí por qué, lo apretaba, pero al mismo tiempo se relajaba riquísimo, pero mi desilusión creció, era demasiado buen masajista y lo disfrutaba al máximo, él los hacía mejor, sí, mucho mejor y pensaba que no habría un final muy feliz. Cabeza, cuello, hombros, tronco y piernas, wow, que buen masaje. Duró aproximadamente dos horas, al final, comenzó a masturbarme…
En mi vida, ni yo que me conozco como nadie más lo hace, me habían masturbado de forma tan exquisita. Me excite y mucho, tanto que estiré mi mano para acariciar su pene sobre los pants, la tenía paradísima, metí la mano y comencé a masturbarlo con mi mano, que rica verga tenía. Se bajó los pants para que pudiera acariciar mejor su pene. Entiendan que llevaba dos horas de masaje, durante las cuales, acaricio de forma maravillosa mi ano y mi pene, más una puñeta espectacular, paso lo que paso, tuve un delicioso orgasmo. En esa época, estaba comenzando a explorar mi lado gay, surgió cuando comencé a ver grandes pollas en Internet y me excitaban más que las vaginas, muchos me entenderán, porque era el tiempo en el que después de venirme, se me quitaba lo puto tan rápido que ya no soportaba más de ese rico sexo entre varones. Le subí sus pants, le pagué, en el baño se cambió de nuevo, salió con su traje de médico y se fue, después borré su teléfono, era un puto principiante y quién me puede culpar…
Buenos, pasaron los años, alrededor de diez, y no volví a ver a mi masajista. Ya había madurado algo en mi mundo gay. Después de un largo rato de visitar mis páginas de contacto gay favoritas un sábado por la mañana, donde todo mundo quiere pero al final no puede (no sé si te ha pasado, teniendo el culo deseoso de las ricas vergas anunciadas), recordé una de las primeras páginas gay que visité, donde conseguí mi primera cita con un hombre, de la cual ya escribí un relato en el sitio titulado "Me Quito los Zapatos". Por alguna razón, tal vez muy obvia, al ingresar después de años, me recordó al masajista. Claro, ahí había encontrado su anuncio, fui directo al vínculo de masajistas y ¡Eureka, su anuncio aún figuraba en la página! Lo llamé y acordamos para la tarde. Ahora vivo en un doceavo piso en un complejo de torres y apartamentos. Pues llego, se veía muy bien, unos años más añejado, pero era el mismo, le comenté que ya lo conocía pero él no me recordó. Con más experiencia gay y sabiendo que su masaje podría terminar en un final muy pero muy feliz, me encontró muy bien bañado y con un pijama ligero sin calzoncillos.
Bien, ahora el masaje sería completo o dejaría de llamarme Giacomo. Después de desplegar su mesa de masajes, me pidió nuevamente una espacio para cambiarse, lo invité de nuevo al baño, yo me desnudé y recosté en esa rica mesa de masaje, salió con sus pants y su camiseta, también unas chanclas de baño. Conociéndolo, quería dos cosas: la primera, gozar de su amplia experiencia en el masaje, es un verdadero mago, vaya que te hace relajar y sentir fabuloso; la segunda, quería mamar y ser penetrado por esa rica verga. Pues bien, el masaje fue de lujo y hasta mejor que en nuestro anterior encuentro. Incluso, media hora antes de nuestra cita, fumé algo de yerba para lograr acrecentar mis sentidos, honestamente, incrementa sobre manera el placer. Después de dos horas de masaje, comenzó a masturbarme, igual que en nuestra primera cita, pero ahora, tomé la ofensiva. Retiré mi verga, con una puñeta tan rica, uno puede venirse y acabar la fiesta sin obtener lo que uno realmente desea. Me volteé boca abajo, comencé a acariciar su verga por encima de los pants, él se dejó, muy dócil.
Lo acerque hacia donde tenía recostada mi cabeza, que estaba justo a la altura de su cintura, saque la verga de los pants, comencé a acariciarla, a apreciarla, de verdad era grande y la tenía como piedra. Comencé a salivar por el antojo y, a mi no me gusta salivar por salivar, comencé a lamerla, introduciendo su verga cada vez más profundo en mi boca, disfrute mamándosela, yo recostado, él parado frente a mi y gimiendo un poco, como aprobando mi habilidad para mamar. Se la mamé por un largo rato, ya goteaba néctar, mi comida favorita, disfruté como siempre jugando a chuparlo y estirarlo desde la punta de la verga, es una delicia. Como estábamos en la sala, había colocado una sábana sobre el sillón, él, nunca pregunto. Me senté y nos dimos un largo abrazo, muy apretado, de cierta manera, con mucho cariño, sentíamos cada uno a la persona, deseosa de afecto y sexo. Besábamos y lamiamos nuestras bocas, cuellos, pechos, acariciábamos nuestras espaldas, yo sentado en la mesa de masaje y él parado, con su rica verga entre mis piernas, frotando mi ano que ansiaba tenerla hasta adentro.
Me paré y lo guíe hacia el sillón. Ya recostados, seguí mamándole la verga, después pasamos al sesenta y nueve, que rico mamaba. Soy pasivo, normalmente los activos son algo agresivos, él no, por lo que supuse que también le gusta recibir, no lo complací mucho, una que otra caricia en su culo, noté que le gustaba, pero llevaba diez años esperando a que mi culo lo recibiera. Ya no podía más, le susurré al oído que me cogiera, asintió con una sonrisa. Tomó lubricante del maletín de sus materiales de trabajo y un condón, se lo colocó, lubricándolo generosamente y lubricó mi ano, dedeándome como todo un profesional, mmmhhh, yo gemía de placer. Él se hincó, yo eché mis piernas sobre sus hombros, comenzó a darme rozones deliciosos con su pene alrededor de mi culo, que delicia, que técnica, lo giraba con su mano, y al terminar cada giro, lo metía en mi culo un poquito más cada vez, más y más, mi culo ya estaba excitado, con su técnica, llegó un momento en que la sentí toda adentro. Cuando me cogen, pierdo toda noción de tiempo y espacio, lo único que existe es mi culo y una verga dándole placer, me encantan los machos cumplidores, que aguantan un buen rato empujando su verga entre mis nalgas, este masajista, si me cumplió. En mi mente perdida, quería ser su perrita, por lo que saque su verga de mi culo y me volteé, poniéndome en cuatro, me penetro nuevamente, sentí delicioso, recostó su tronco contra mi espalda, por su peso, me eché, que rico sentía, era su perrita echada, así estuvimos por largo rato, su movimiento me daba placer, mucho placer y al tiempo. El acariciaba mi verga, sólo lo justo para aumentar mi placer y para que no terminara, un maestro del masaje y de la cogida.
Yo ya estaba frenético, volví a sacar su deliciosa verga de mi culo y volví a voltearme, estábamos en la posición inicial, pero esta vez yo tenía su verga hasta adentro y mis piernas abrazaban fuertemente su torso, yo me movía haciendo círculos y hacia arriba y hacia abajo, teniendo el control de cuanto entraba, cuanto salía y la velocidad, me di placer con mi masajista que en ese momento era un juguete sexual a mi disposición. Tenía mi verga tan hinchada, el placer era tanto, ya no pensaba, sólo sentía que de mi saldría una enorme cascada de leche, comencé a masturbarme, con su enorme verga bailando frenética dentro de mi, el calor subió, subió y subió, mis ojos, imagino, ya estaban en blanco, como huevos cocido. No sé si se combinaron las dos horas de masaje más casi una hora que estuvimos fajando y cogiendo, comencé a venirme pero, extrañamente, durante unos segundo, no sentí muy fuerte el orgasmo, el siguió dentro, yo seguía mi frenético movimiento, un par de segundos más y vino lo que bauticé como el retro orgasmo, el pequeño orgasmo se convirtió de un momento a otro en un mega orgasmo, mi leche salió con tal potencia que calló en mi frente, en mi boca, mi pecho y finalmente sobre mi bajo vientre, en cantidades exorbitantes, las convulsiones de placer seguían sintiéndose en todo mi cuerpo, de forma intensa, y con cada una, veía un chorro de semen que se seguía emanando, acumulando, ha sido el orgasmo más largo que he sentido y el más lechoso. Saque su verga de mi culo, comencé a mamarla y masturbarla con mis dos manos, estaba agotado, pero quería su leche, tomó su verga con la mano, y al tiempo que la golpeaba contra mi lengua y mis cachetitos, se masturbaba como un maestro, la metía y bombeaba hasta el fondo de mi boca, la tenía hasta adentro, vi que su cara se contraía en un gesto de gran placer y sentí su leche en grandes, calientes y potentes chorros derramándose dentro de mi boca, la trague toda y seguí mamando hasta dejarla limpia, mi cara y mi torso seguían llenos de mi leche. Los dos estábamos exhaustos, él se paró, fue al baño para traerme bastante papel higiénico, para que pudiera limpiarme. Lo intenté hacer, pero de plano estaba exhausto, no podía moverme, me había exprimido de la A a la Z y él lo sabía, me limpió muy bien, luego, tiernamente cerró mis ojos y me dio un lindo masajito en mi cara y hombros. Después de un rato, logré despabilarme, aunque algo tembloroso, lo abracé y le agradecí su excelente trabajo. Pagué sus honorarios, regresó a su disfraz de médico y se fue. Ya no soy el gay inexperto de antes y, ahora puedo obtener por un precio muy accesible al mejor masajista de la Ciudad de México. Y, por supuesto que seré uno de sus mejores clientes. Si eres activo, puedo suponer, por los gemidos que emitió cuando sobé su culito mientras fajábamos, que también le gusta sentarse en una rica verga. En fin, que rico masaje y que deliciosa cogida, la recomiendo de todo corazón y con todo mi ser.
P.D. Al platicar con él durante el masaje, le pregunté qué tal iba el trabajo, me comentó que por la inseguridad había estado bajando y que ese es su único trabajo. También se cuida, si le llamas y vives en una zona que tiene fama de no ser segura, declinará tu oferta o te dará la alternativa de encontrarse en un hotel en zona segura. Pienso que una persona que es honesta y sobre todo, tan excelente y profesional en su trabajo, debería tener llena su agenda, si te gusto mi pequeño relato, espero que te animes y le llames, no te vas a arrepentir, y vas a gozar como nunca, es un maestro. No doy su nombre (la verdad no sé, como pasa regularmente en estos casos, si realmente es su nombre).
Y otra, soy de buen ver, vivo sólo y me encanta el sexo, déjame algún comentario en el relato y tal vez, disfrutemos tu y yo de un masajito delicioso.