Cada encuentro con Miguel fue un derroche de erotismo, pasión y locura. Su mente implacable quería más de mí siempre que había oportunidad de tener sexo, incluso en mis relatos quería que dejara salir a flote todos mis deseos, fantasías y perversiones.
Era imposible no caer en la tentación y dejarme llevar por la pasión, su cuerpo y el mío juntos se encendían cada vez que nos veíamos, nuestros encuentros se daban cada mes o dos meses cuando alguno de los dos viajaba a visitar al otro y con sólo recordar que se acercaba aquel encuentro mi corazón se aceleraba y mi cerebro me preparaba para perder el control, cada instante ardía de deseo, cada lugar era una aventura, en el sofá de la sala yo encima suyo sin importar quién pudiese vernos a través del ventanal, quitándome el panty y tocando mis senos mientras levantaba mi blusa y el brasier, o llevándome contra la pared para que no pudiese escapar de sus besos llevando su lengua a lo más profundo de mi boca y tocándome con sus manos mientras yo me mojaba…
Su cuerpo encima mío o yo encima suyo me hacía arder como el fuego de un volcán… Nunca imaginé que aquel hombre despertara toda esa pasión que había perdido ya meses atrás… Me hizo sentir deseada, bella, apasionada, pero sobre todo que podía sacar la loba que llevo dentro, perder el miedo a probar cosas que jamás habría pensado hacer, desinhibirme, desnudarme frente a extraños en aquel bar sw, tener sexo delante de aquellos curiosos del lugar…
Cómo no recordar aquel fuego que me hace arder a mí también…