Me había peleado con mi novia. No es que fuese mala y no me agradaba, pero era un poco pesada y caprichosa, aunque tampoco estas eran las razones para pelearme con ella. A decir verdad, toda la culpa fue mía, absolutamente toda. Mi primo holandés, Jeriaan, un maricón de la patada, pervertido como solo él sabía serlo, se encariñó conmigo, aunque eran tan pesado que yo no quería nada serio con él. Además, yo estaba convencido que lo mío era casarme con una chica y por eso me hice novio de Rosita sin gustarme mucho, pero es lo que había.
Pues resulta que la primera semana de estar mi primo conmigo llegó a ser tan absorbente que solo existía yo para él, y, además, tan fogoso en el sexo —el chico debe ser obsesivamente enfermizo— que follamos como dos veces al día, porque el tipo tenía ganas y ¡suerte que al maricón ese le gustaba que se la metieran!, de lo contrario yo tendría ya el culo hecho una pitaya consumida. Tan absorbente era Jeriaan que Rosita llegó a pensar, al no salir ningún día con ella, ni llamarle —pero es que no tenía ni tiempo—, que yo ya la estaba olvidando. Se presentó en mi casa y ante mi primo y mis padres me armó tal rifirrafe lleno de insultos y palabras soeces, que me vi obligado a abrir la puerta diciéndole:
— Márchate y no vuelvas más, tampoco soy tu esclavo, si ahora te pones así, mañana solo seré un escarabajo para ti.
— No, no, no; yo no quería eso, lo siento, —decía intentando agarrarme del cuello para besarme.
— ¡Vete!, —le dije con el brazo extendido y señalando la puerta con el dedo índice.
— ¿No te arrepentirás?, —preguntó.
Me senté en el sofá al interior del salón y ella se puso a llorar rabiando y desesperadamente. Mi madre, la abrazó y la sacó de casa acompañándola hasta la salida. Nunca me dijo mi madre qué le había dicho a Rosita ni lo que ella le contestó. Cuando mi madre entró en casa me dijo:
— Por fin te has deshecho de esa tigresa.
Silencio en la casa. Esa tarde follamos mi primo y yo como si con ello se acabara el mundo.
El único hermano que tiene mi madre es soltero. Para todo el mundo fue un hombre bueno con mala suerte porque su novia se lo había dejado y a los cuatro meses más o menos se suicidó de desesperación, tras una feroz discusión con su propio padre que le recriminaba el haber abandonado a su novio, el chico más educado del pueblo, con dinero y buen trabajador. Pero la chica fue noble y a nadie le dio las razones de haber roto con mi tío. Yo he llegado a saberlo, ni mi madre, ni mi padre, ni mis abuelos, saben la razón por la cual la chica lo abandonó. Pero ella misma pagó los platos rotos porque todo el mundo estaba en su contra y tanto amaba a mi tío Gualberto que enloqueció y se echó al río del pueblo, profundo y pedregoso. La encontraron muerta en el pueblo de más abajo donde el río se ensancha, la chica tenía la cabeza hecha trizas por los golpes dados en las rocas. Mi tío fue al entierro, se abrazó al que iba a ser su suegro, lloraron los dos como niños, así decía la gente. Pero nadie sabía ni sabrá la verdadera razón de esta desgracia.
Lo que pensaba mi tío Gualberto es que mi novia Rosita me había dejado porque yo hacía más caso a Jeriaan que a ella. Él pensaba que ella me había dejado a mí y por más que mi madre explicara a su hermano que yo le abrí la puerta, mi tío siguió toda su vida con la misma. Aunque nunca lo dijo a nadie, pensaba que me había dejado por ser maricón.
— No sé qué hace ese maricón holandés viviendo aquí…, —me dijo un día mi tío Gualberto estando los dos solos en mi casa.
— Es hijo de un primo hermano de mi padre que se fue a Amsterdam…
— Eso ya lo sé, pero ¿qué hace aquí?
— Pues conocer la familia, eso dice, —respondí.
— Ese puto maricón no te va a dejar vivir, va a ser peor que la Rosita y luego va a ir con exigencias, —decía mi tío Gualberto.
— Eso me temí, pero ahora quiere que me vaya a Amsterdam con él todo un año…, —me quejaba yo.
— Tú te vas un mes y yo aprovecharé para ir a Holanda de vacaciones, allí te controlo y luego nos regresamos los dos, que a ti te espera la Universidad y no quiero que malogres tu vida, —así razonaba mi tío Gualberto y lo mejor es que me gustaba.
Conversamos largo y tendido de todo el proyecto de mi vida, la Universidad, mis padres, si convendría que buscara novia, pero le dije que en cierta manera de las mujeres ya me había desengañado y él abrió los ojos como si fueran doblones. Entonces fue cuando se sinceró:
— Muchas veces le había dicho a mi novia Martina que teníamos que dejar lo nuestro, pero ella se resistía siempre y casi no me dejaba hablar y hay cosas que son duras y difíciles de decir y necesitas tu tiempo y que quieran escuchar, pero ella no escuchaba nunca; yo quería ser sincero con ella, pero no había modo, cuando intentaba hablar, siempre me cortaba y solo su punto de vista era válido. Ocurrió que un día que yo había olvidado la cita con ella porque teníamos que ir juntos a una visita y a comer, se vino a mi casa a buscarme, sabía dónde tenía yo una llave de auxilio por lo que pudiera ocurrir y entró; no llamó y se metió en mi dormitorio pensando que estaría durmiendo por cansancio, digo yo; resultó que me encontró con un amigo, mi novio de entonces, que estábamos desnudos en la cama y follando. Ahí se volvió loca. Tardó cuatro meses en desequilibrarse del todo y suicidarse. Desde entonces que yo me arreglo solo con pajas, ya no me he atrevido ni con hombre ni con mujer ni con nada. Me he convertido en un desgraciado. Y no sé cómo salir de esta.
Abracé a mi tío, lloré con él, lloré mis penas y sus penas, lo besé, primero como que era el hermano de mi madre, con cariño filial, pero poco a poco me enamoré primero de su sinceridad, luego de sus penas largo tiempo guardadas y ahí mismo me di cuenta que lo amaba de un modo muy peculiar.
— ¿Tío, qué puedo hacer por ti?, —pregunté.
— Primero que nada, que ya eres mayor, llámame Berto, como tu mamá y tus abuelos y seamos algo más uno del otro. Deja al holandés que será tu perdición, yo te necesito en mi casa, ven conmigo, tienes mi coche para desplazarte a la Universidad cada día y en tu tiempo libre me ayudas en mis negocios que al fin y al cabo van a ser tuyos. Y si podemos ayudarnos y servirnos de consuelo o encontramos algo más en nosotros dos, vivámoslo y disfrutémoslo. No necesitamos decirlo a nadie, ni formalizar nada, vivimos nuestra vida y si te parece que soy mayor para ti, te buscas un chico para alternar.
— Berto, ¿piensas que eso es lo más conveniente?, —pregunté.
— Si yo te lo expongo, mi opinión está dada, tú eres el que ha de decidir y lo que hagas será bueno para mí, aunque te equivocaras, —respondió mi tío.
— ¿Sabes yo que he pensado muchas veces y más en estas semanas? Mi tío está solo, me quiere y lo quiero, me ha hecho siempre los mejores regalos y quiere que vaya a la Universidad y me paga mis estudios…, ¿por qué no me voy con él? —hablaba juiciosa y sinceramente y continué—, aunque nunca había pensado en tus inclinaciones…
— Di mejor orientación…
— Eso, porque si lo hubiera sabido antes, mi culo hubiera sido tuyo sin dudarlo, te quiero, Berto, con toda mi alma, y eso está hecho; no vendrán hasta la noche, vamos a mi cuarto porque, mira toca cómo de duro estoy.
Mi tío tocó por encima del shot mi polla, luego metió mano por dentro de la cinturilla y nos levantamos, nos fuimos a mi cuarto. Me hizo duchar, me echó agua por el ano, me hizo sacar cuatro veces la mierda, él se hizo lo mismo con maestría, nos secamos y desnudos nos fuimos a la cama.
Me echó en la cama boca arriba, desde detrás de mi cabeza levantó mis piernas y se echó sobre mí en un 69, encogidos de piernas y comenzamos a comernos el ojete. ¡Joder! Jamás había disfrutado tanto, yo no pude hacer tanto por falta de no sé qué, pero mi tío Gualberto me metía la lengua suavemente y empujaba y notaba que algo entraba, pero cuando pasaba su lengua blanda por mi ojete hasta el escroto, pasaba la lengua con tal suavidad por mi perineo que me ponía a temblar. Me enamoró mi tío. Él sabía qué hacer para demostrar amor y hacer sentir el placer internamente. No creo que lo hiciera muy bien yo, pero le quería imitar y conseguía que él se estremeciera, pero a mí me tuvo en vilo.
Notó que yo podría dejar escapar mis flujos y se enderezó, se dio media vuelta y, sentándose a lo bruto sobre mi polla, comenzó a bailar su culo sobre mi pubis sin esperar más, hasta que me corrí en su interior. Mi corrida fue abundante, quizá la mayor de mi vida, porque lo notaba. A mi tío se le puso dura y dimos como media vuelta de campana, le saqué mi polla de su culo e hice lo mismo que él, y cabalgué como había visto que lo hacía hasta que noté cómo su polla llenaba mi interior y comenzaba a sentir sus espasmos, aparte del placer de tener tal polla en mi interior y «se corrió, se corrió, se corrió, se corrió», y no había modo de que acabara, hasta que por fin, sintiéndome totalmente lleno, me incorporé a besar a mi tío y le dije:
— Tío de mis amores, nunca nadie me hizo nada mejor que esto, —y lo besé profundamente para saturarme de su sabor.
Mientras tanto mis esfínteres iban dejando pasar la vida de mi tío por encima de las sábanas. Cuando acabamos, se habían mezclado las dos leches usadas y medio secas.
— Berto, la próxima vez quiero probarlas directamente y exprimirte con mi boca.
— Tus deseos serán placeres para mí.
— Arreglaremos lo nuestro.