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Duro, fóllame duro
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Tiempo de lectura: 9 minutos

Leonor, una preciosidad, morena, heterosexual, con lindas tetas y buen culo, había visto el Palacio de Cristal, el monumento a Alfonso XII, el Estanque Grande, la Puerta de Felipe IV… Se había dado una buena caminata por el Parque del Retiro de Madrid.

Cuando Leonor salió del parque ya las palomas se empezaban a recoger y pronto las sombras de los árboles se iban a confundir con la noche.

De camino a casa, donde vivía sola, pasó por un callejón y al doblar la esquina se encontró con un maromo de más de 1,80 de estatura, rubio, de ojos azules, nariz aguileña, atlético, con un aro en una oreja y con sus fuertes brazos tatuados. La empujó contra la pared, le echó una mano al cuello, y le preguntó:

-¿Vas a coger conmigo por las buenas o lo prefieres por las malas?

Leonor, se hizo la dura.

-¡Ni por las buenas ni por las malas!

El maromo le tapó la boca, la echó al hombro como un saco de patatas y la llevó al final del callejón, un callejón sin salida y donde las luces brillaban por su ausencia. Allí la volvió a poner de pie contra la pared, y le volvió a preguntar:

-¿Por las buenas o por las malas?

Leonor, en vez de estar asustada, estaba excitada, le respondió:

-Por las malas.

El maromo sacó una tranca casi como un salchichón de gorda, y le dijo:

-Hazme una mamada.

-¿Y si te no te la mamo qué pasa?

El maromo, sonrió con maldad.

-Atente a las consecuencias.

Leonor no quiso saber cuáles eran las consecuencias. Se puso en cuclillas, le agarró la verga y comenzó a mamarla. Casi no le cabía en la boca. La mayoría del tiempo se la meneó, se la mamó y jugó con su lengua en las pelotas. La mujer se moría de ganas por meter su mano dentro de las bragas, pero la estaban forzando y tocarse no venía al caso.

Cuando el maromo se cansó de que se la mamara, hizo que se pusiese en pie, y le dijo:

-¿Desabotonas tú la blusa o te saco yo los botones a mordiscos?

-Desabotónamela tú a mordiscos. Yo no lo hago.

El maromo, a mordiscos, le fue quitando los botones de la blusa. Después, con las dos manos, cogió el sujetador y se lo rompió. Sus hermosas tetas quedaron al aire.

-¡Joder que tetas más apetitosas tienes! ¡¡Te las voy a devorar, perra!!

El maromo, le lamió las areolas y los pezones con su larga y ancha lengua. Se las mamó, le dio cachetes en ellas y le apretó los pezones.

Poco más tarde, le decía:

-¡Ponte en pelotas!

Ya no se iba a resistir más, pues si lo hacía se quedaría sin ropa para volver a casa.

Al estar en cueros, el maromo le dio la vuelta y le azotó las nalgas mientras le comía el culo.

-¿Te gusta que te coman el culo, zorra?

Mintió.

-No.

El maromo la nalgueó con más fuerza con sus manoplas.

Minutos más tarde le volvió a dar la vuelta y le comió el coño.

-¿Y ahora te gusta, putilla?

Volvió a mentir.

-No.

-Ya, y estás tan mojada porque te vienes de bañar del estanque del parque. ¡Jodida mentirosa!

-Bueno, sí, me gusta. No soy de piedra, soy una mujer de carne y hueso.

-¡Y qué esta rica, rica, rica!

Le comió el coño con lujuria y Leonor ya no se pudo contener. Comenzó a gemir con el placer que estaba sintiendo.

Estaba con los ojos cerrados, acariciando la cabeza del maromo y gimiendo cuando llegó al lado de ellos un policía. Sacó la polla. Se puso a mear, y dijo:

-¿Necesitas una polla más, Leonor?

Leonor, respiró aliviada. La violación era simulada, pero como al maromo no lo conocía y lo había hecho tan jodidamente bien, podría haber sido un violador de verdad.

-Ya me tardabas, primo.

El maromo cogió en brazos a Leonor y le metió la punta de la verga en el coño. Leonor fue empujando, la metió hasta el fondo, y dijo:

-¡Cómo ajusta! ¡¡Me encanta!!

Javier, el primo de Leonor, la meneó hasta ponerla dura y al tenerla tiesa se la metió en el culo…

Después de una larga doble follada, Leonor, al sentir que se iba a correr, les dijo:

-¡Duro, follarme duro!

La follaron a toda mecha, con fuertes arreones. La follaron como si el mundo se fuese a acabar.

Convulsionándose y tapando la boca con una mano para ahogar sus gritos de placer tuvo un orgasmo anal brutal. (El segundo orgasmo anal en su vida) Al acabar de correrse, exultante, dijo:

-¡Más, más, darme más fuerte!

Dos veces más se iba a correr. Tuvo un orgasmo clitoriano primero, y el otro, vaginal, lo tuvo en el momento que le llenaban de leche el culo y el coño. No pudo evitar decir:

-¡¡Adoro ser una guarra!!

Unos días más tarde, Leonor, estaba tomando una coca cola en la barra de un bar cuando se sentó a su lado un hombre de unos sesenta años, que pidió una cerveza y luego le dijo:

-¿Qué hace tan sola una belleza como tú?

Leonor lo reconoció al instante, fuera uno de los profesores que le dieran clases cuando era una jovencita. Más de un dedito se hiciera pensando en él. Ahora era un hombre maduro. Se hizo la decente.

-No le escapé de la casa a mi vieja como usted.

Al hombre fue como si le diese una bofetada, bajó la cabeza, y le dijo:

-Me está bien empleado por meterme dónde no debo. Toma lo que quieras que te lo pago. Es mi manera de disculparme por haber intentado ligar con quien podría ser mi nieta. -habló ahora con el barman- ¡Qué manera de hacer el ridículo, coño, qué manera de hacer el ridículo!

El barman le preguntó a Leonor:

-¿Le pongo otra coca cola, señorita?

-No, gracias, no me apetece.

Braulio, se fue de la barra. Al darse la vuelta, Leonor, le miró para el culo. Parecía que aún lo tenía prieto. Aquel hombre, alto, de pelo cano, que se había sentado a una mesa, aún tenía su puntito. Se arrepintió de no haberle dado cuartelillo. ¡Qué coño! Aquella noche tenía ganas y el hombre buscaba compañía. Fue a su lado y le preguntó:

-¿Puedo sentarme?

-Por supuesto que sí.

Braulio, se levantó, apartó la silla de la mesa y cuando Leonor estaba en posición empujó por ella hacia delante, después de sentarse, la joven, le preguntó:

-¿Discutió con su esposa?

-Sí, y siempre es por lo mismo.

-¿Por el dinero?

-¡Qué va! Por follar. No quiere follar conmigo, dice que ya no está para esos trotes. -sacó una caja de viagra del bolsillo de la chaqueta- ¿Ves esto? Pues lleva dos meses sin estrenar.

-¿Qué le hace para que ya no esté para esos trotes?

-Trátame de tú, coño, que me haces sentir como el Matusalén, y yo soy Braulio.

-Yo me llamo Leonor. ¿Qué le haces?

-Lo típico, comerle la boca, el coño, el culo y follarle ambos. Masturbarla… Que ella ni eso, se echa boca arriba y aquí me las den todas. Negro me veo para que se dé la vuelta y así poder comerle el culo como es debido. ¡Cómo echo de menos aquellos tiempos en que me cabalgaba hasta que se corría y me encharcaba los cojones con su jugo! Perdón, no debí ser tan vulgar.

-No hay nada que perdonar. ¿Puedo hacerte una pregunta personal?

-Dispara.

-¿Cuánto tiempo hace que no te la mama?

A Braulio le gustó el rumbo que tomó la conversación.

-¡Puuuuf! ¡¡Años!!

-¿Y qué no te corres?

-Tres meses.

-Tu leche ya es añeja. Debe estar riquísima.

-Me has puesto palote, Leonor.

-¿Quieres usar una de esas pastillas?

A Braulio se le iluminó la cara.

-¡¿Me tocó la lotería?!

-No sé. ¿Tienes sitio?

-Sí, mi hijo está de vacaciones. Tengo las llaves de su ático. El jacuzzi preparado con pétalos de rosas. El champán a enfriar en la cubitera, y música de Abba para ambientar la cosa.

-¿A quién ibas a llevar ahí?

-A mi esposa. Era una sorpresa, pero se fue de fin de semana con sus amigas a una casa rural.

Una hora más tarde, en el ático, Braulio y Leonor estaban desnudos, uno al lado de la otra, dentro de un jacuzzi con luces, con pétalos de rosa flotando entre la espuma y con dos copas de champán en las manos. De fondo sonaba: Chiquitita.

Leonor, que estaba depilada totalmente, posó la copa en el piso, se sentó en el borde del jacuzzi. Comenzó a masturbar el coño con su mano izquierda, y le dijo a Braulio:

-Menéala un poquito.

Braulio, que ya estaba empalmado, agarró la polla y mirando para Leonor, la meneó. No tardó en acercarse y lamerle los labios del coño y el clítoris, después metió todo el coño en la boca y le metió la lengua en la vagina.

-¡Qué bien lo haces!

Braulio, era un experto, le comió el coño bien comido y cuando Leonor estaba cachonda a rabiar, le dijo:

-Date la vuelta que te quiero comer el culo.

Le lamió y le folló el ojete al tiempo que le magreaba las tetas. Llegó un momento en que Leonor se moría por ser penetrada, y sé lo dijo:

-Métemela, Braulio. Necesito tu polla dentro de mí.

Braulio le metió la cabeza de la polla en el culo.

-¡Aaaay! Por ahí no.

-¿Nunca te encularon?

Mintió.

-No.

-Para todo hay una primera vez.

Le metió la polla un poquito más. Metió y sacó. La metió hasta el fondo y le folló el culo. Leonor, se quejaba. Fingía que le dolía, pero al ratito ya gemía. Buscó la boca de Braulio. Lo besó. Se masturbó el coño y unos quince minutos más tarde, le dijo:

-¡¡Me corro, Braulio, me corro!!

Leonor, se corrió, gimiendo, curveando el cuerpo y echando la cabeza hacia atrás.

Al acabar de correrse, se metió en el jacuzzi, volvió a coger la copa de champán, Braulio, se la volvió a llenar, le echó un trago, y después, estirándose, disfrutó un ratito del hidromasaje, al tiempo que masturbaba la polla a Braulio.

Al rato, le decía Braulio:

-¿Subes, pequeña?

-Subo, grandullón.

Leonor, se sentó sobre la polla empalmada de Braulio. Le rodeó el cuello con los brazos, lo beso, y besándolo con lengua, lo folló, despacito, muy despacito. La verga entrando y saliendo del conducto vaginal se movía a la velocidad de un caracol, caracol que dejaba su baba en él, al tiempo que el conducto lo engrasaba con la suya.

La boca de Braulio, cuando se apartó de la boca de Leonor fue para comerle las tetas o el cuello. Sólo una vez dejó de hacer esto y fue para comerle el coño.

Cuando Leonor volvió a meterla, a abrazar y a besar a Braulio, ya lo folló más, más, y más aprisa, hasta que le dijo:

-¡Córrete conmigo, Braulio!

Braulio, al empezar a correrse Leonor, sintió como su coño apretaba su polla, como el jugo calentito de la corrida bajaba por su polla. Sintió sus dulces gemidos al lado de su oído, sus temblores… y le lleno el coño de leche.

Poco después, Leonor, le mamaba la polla a Braulio, quería saborear su leche añeja. Iba a ser una noche muy larga.

Era domingo, las cinco y media para ser exactos, cuando sonó el timbre de la puerta del piso de Leonor, fue a abrir y se encontró con una chica morena, de unos 20 años, muy guapa y cachonda a rabiar, que tenía una maleta a su lado, era su prima Nuria.

-Debías haber llegado ayer.

-Se le estropeó el taxi a Matías.

-Pasa, pasa.

Fueron a la sala de estar y allí hablaron de todo un poco.

-… ¿Y de qué vas a buscar trabajo, Nuria?

-Voy a poner un anuncio en el periódico, que diga: Ama busca esclava. Visitas a domicilio.

-¡No jodas! ¡¿Vas a trabajar de puta?!

-Ya trabajaba en el negocio del sexo en mi ciudad y tenía mucho éxito.

La pregunta era obligada.

-¿Y por qué te vienes a Madrid si allí te iba bien?

Nuria tenía las cosas claras.

-Aquí enseguida triplicaré los beneficios.

-¿Eres de esas que azotan…?

-Hago de todo. En la maleta traigo el material. ¿Quieres verlo?

-No. No me gusta lo que haces, y menos ver con que lo haces.

-¿Quieres que me vaya? Si quieres que me vaya me voy a un hotel y ya encontraré piso.

-No, puedes quedarte, siempre y cuando no traigas aquí a tus futuros clientes.

-Clientas. Sólo trabajo mujeres. Los juguetes que traigo en la maleta son exclusivamente para mujeres.

La cosa ya le interesaba, aunque iba a disimular.

-¿Juguetes para mujeres?

-¿Quieres verlos ahora?

-No, bueno, sí, siento curiosidad.

Nuria, abrió la maleta y fue sacando cosas y poniéndolas sobre la mesita de la sala.

-Ahí van. Azotador de silicona, bolas chinas, bolas chinas premium, aceites…, esposas, riendas de amor, mordaza, pinzas para pezones, látigo, rueda estimuladora, máscara, collar con cadena, cuerdas y cordeles, vibrador anal, vibrador vaginal, barra masajeadora, dos pollas unidas, consoladores…, lubricante, cremas…, estimulador del punto G, anillo con lengua clitoriana, arnés con pene y barra electroestimuladora. Con esto hago que se corra cualquier mujer.

-¡La hostia! Llevas un sex shop en esa maleta.

-Ni tanto.

Leonor, se levantó para ir a la cocina a buscar algo para picar.

-¡Ay! -echó una mano a la parte de atrás del cuello- Tengo la espalda hecha una mierda.

-¿Quieres que te de un masaje?

-¿También das masajes?

-Normales y eróticos.

-Mejor, no. Igual te pasas.

-Hablaba de dártelo en las cervicales y en los hombros, primita. Para un masaje integral aún tengo que comprar una mesa de masajes portátil.

-Bueno, si es en los hombros, sí.

Nuria, se puso detrás de su prima y le masajeó las cervicales y los hombros.

-¡Uuuuum! Lo haces muy bien

Nuria, entró a matar.

-¿Cuánto tiempo hace que no te corres como es debido?

-Te vi venir desde un principio, pero no soy lesbiana.

-Ni yo, pero que me coman el coño de vez en cuando me encanta, y mejor que un hombre lo come una mujer.

-Yo no sabría.

-No tardarías en aprender. Eres mujer.

-No me interesa… ¡Ooooh! ¡Qué manos tienes!!

-¿Quieres que te deje nueva con un masaje integral?

-¿No decías que no tenías mesa?

-Tendrás una en la cocina.

-Tengo, y es lo suficientemente grande.

-¿Quieres qué te de ese masaje?

-Miedo me da, si me calientas mucho…

-¿Tiene mantel de tela la mesa de la cocina?

-Tiene.

-Desnúdate que yo llevo los aceites.

-Me desnudaré en mi habitación. Espérame en la cocina.

Cuando Leonor llegó a la cocina tapada con una toalla, vio a su prima desnuda. Tenía unas tetazas grandes y redondas, con enormes areolas negras y pezones como dedos meñiques de gordos. Su coño estaba rodeado de una espesa mata de pelo negro. Ya no estaba tan segura de que no le gustaran las mujeres. Le preguntó:

-¡¿Qué haces desnuda?!

-Es para que no te sientas incómoda. Quita esa toalla y échate boca abajo sobre la mesa.

Nuria había llevado unos cordeles a la cocina.

-¿Qué vas a hacer con eso?

-Atarte las manos y los pies para que te veas indefensa. Así sentirás el masaje con más intensidad.

Nuria le ató los pies y las manos y pasó los cordeles por debajo de la mesa. Después le echó aceite de coco en la espalda, hombros, brazos, manos, costillas, tetas, piernas y pies… La masajeó a conciencia, especialmente cuando metía las manos debajo de su cuerpo y le masajeaba las tetas. Llegó un momento en que el coño de Leonor ya mojaba el mantel con los gotitas de jugo que caían de él… Nuria, puso la palma de su mano sobre el coño de Leonor y lo acarició con ella. La mano se pringó de jugo. Luego lo siguió acariciando al tiempo que le metía el dedo pulgar en el culo. Leonor, estaba ardiendo.

-Si sigues me corro, prima.

-Lo sé. El ojo del culo te late como un reloj.

Le dio con las palmas ahuecadas de las manos en las nalgas, primero en una y después en la otra.

-¡Qué gusto!

Nuria se fue y al momento volvió con dos juguetes. Le dio en las nalgas con el azotador.

-¿Te gusta?

-Sí.

Dejó de darle en las nalgas y le dio en el ojete.

-¡Ay que me corro!

Le dio una pequeña descarga eléctrica en una nalga.

-Chiiiis.

Del coño de Leonor salió un reguerito de jugo.

-¡¡Cabrona!! Me vas a electrocutar!

Le dio tres descargas, una en la misma nalga de antes y dos en la otra nalga.

-¿Qué me llamaste?

-¡Cabrona, puuuuta!

Ahora ya buscara ella las descargas. Le dio una en cada nalga

-¿Ya no te vas a correr?

-No, me la cortaste, prima.

Nuria, le desató los cordeles y le dijo:

-Date la vuelta.

Leonor, se dio la vuelta. La volvió a atar. Lo primero que hizo fue comerle el coño. Leonor se volvió loca.

-Ya ha vuelto, ya ha vuelto. ¡Sigue que me corro!

Aún no iba a dejar que se corriese. Le echó aceite en las tetas, y se las masajeó con las dos manos, primera la izquierda y después la derecha. Leonor ya no paraba de gemir. Le dijo a Nuria:

-¡Bésame, prima, bésame!

-No soy lesbiana.

-¿Y qué? Hazle un favor a tu primita.

-¿Cómo se piden las cosas, viciosilla?

-Por favor, prima, bésame, por favor.

Nuria, le metió un morreo que hizo que el coño de Leonor se mojase aún más de lo que estaba.

Al acabar de masajear las tetas, se las mamó mientras masajeaba su vientre. Luego masajeó su coño por los lados, el interior de sus muslos, sus pies, dedito a dedito, volvió masajeando el interior de los muslos, y al llegar al coño, le preguntó:

-¿Quieres correrte con mis dedos, con un vibrador, con un consolador o con mi lengua?

-Con tu lengua.

Nuria, lamió desde su ojete al clítoris. Su lengua quedó empapada de jugo. Se tragó el fluido. Le metió el dedo pulgar en el ano. Puso su lengua sobre el clítoris, succionó, succionó y succionó, hasta que Leonor, retorciéndose de placer, y gimiendo como una loca, se corrió, diciendo:

-¡¡¡Me vengo!!!

El mantel de la mesa quedó para tirar.

Al acabar de correrse Leonor, desatándola, le dijo Nuria:

-¿Quieres hacerme correr tú a mí?

-Me encantará hacerlo. El día aún es muy joven.

Lo era, pero esa ya es otra historia.

Se agradecen los comentarios buenos y malos.

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