Realmente nunca dejamos de conocer a la gente, y es que hay tanto por aprender hasta de nosotros mismos.
Hace como 7 años conocí a una chica muy muy pero muy hermosa, Georgina se llamaba, me la encontré en un bar, era noche y con copas de más me sale lo cantante, y trate de llamar la atención de esta chica.
Cante una canción del momento y no sé, si sería por el ridículo que hacía o porque le agrade a la chica, porque se acercó a donde estaba la demás gente viéndome y no paraba de coquetearme.
Al acabar la pista, me le acerque y le invite unos tragos, ya entrando en confianza, pues nos fuimos a una mesa y nos enrollamos, lo malo es que no podamos de un mísero beso y quizá una toque por aquí y allá.
Meses después llegaron a casa de mis abuelos unos tíos que vivían en Canadá, fue sorpresiva su llegada, y cuando los vi entrar, me quedé helado, tres de ellos, vernos aquella chica con la que meses atrás me había enrollado, y no me equivocaba, una mujer como ella no se olvida fácil.
Imaginen, una chica alta, de unos 19 años, rubia, tez blanca, ojos azules, cabello hasta la cintura, un cuerpo de ángel, unos precios grandes pero sin a exagerados, una cintura delgada y un culazo magnífico.
Cuando me vio, supongo que le pasó la que a mí, pues se quedó quita mirándome, después de unos segundos nos reincorporamos y nos saludamos con total naturalidad, nos "presentaron", y cuando tuvimos un momento a solas, hablamos de lo sucedido aquella vez.
Desde ese momento hubo un lazo entre ambos pues especial, aprendí inglés, lo suficientemente como para entendernos bien.
Pasaron muchos años, y sin embargo siempre que nos veríamos nos llevábamos increíble, incluso a veces en fiestas nos dábamos una escapada y teníamos un rodeo de nuevo.
Hace 1 año, nos vimos por casualidad ahora en una fiesta de amigos, cuando nos vimos fue algo especial, ese intercambio de miradas, esa sonrisa, en fin, aquellos que nos conocían en ese lugar, no sabían de nuestro lazo, así que para ellos solo éramos dos amigos, por lo que pudimos hacer lo que quisimos.
Bailamos, nos besamos, reímos, charlamos, tomamos y disfrutamos de la noche, cuando acabó la fiesta me ofrecí a llevarla a la casa, ella accedió y mis padres le marcaron a mis tíos para avisarles de que se quedaría esa noche ahí.
En la mañana me levanté y fui a la cocina, me dolía la cabeza, no había nadie, pues ya era tarde y ni un ruido en la casa, me senté en la barra de la cocina y tome un café, más la rato bajo Georgina de la habitación de huéspedes llevaba el mismo vestido de ayer, uno hasta los chamorros, negro y a los hombros, y cuando me vio en la cocina me dijo:
–Vaya noche eh!
– La verdad es que si, aunque me faltaron cosas por hacer
–Ah sí?- tomo asiento a lado mío y me sonrió- y como que cosas
La tome desprevenida y la bese, ella me correspondió el beso, luego la tome de su cintura y la monte en mi, ella me rodeo con sus piernas por la cintura, la cargué y la lleve hasta mi cuarto, ahí, la senté en la cama y descubrí sus pechos de su vestido, ella solo río y me desabrochó mi pantalón, lo bajo junto con mi bóxer y dejó salir mi verga ya erecta, comenzó a besarla, luego a chupar y por último empezó a hacerme una increíble mamada.
Chupaba con profesionalismo, los sonidos guturales que producía era magníficos, las arcadas que producía casi hacen que me corra, y no aguante mucho así, ni 5 minutos y me hizo correrme, no dejo caer ni una gota, luego se recostó y me dispuse a recompensar tan mágico trabajo.
Me metí entre sus piernas, y comencé a mover mi lengua con profesionalismo, ella se aferraba a las sábanas, se retorcía de placer, jalaba mi cabello, apretaba sus piernas y gemía fuertemente.
Luego un orgasmo increíble llegó, contorsiono su cuerpo y dio un increíble gemido ensordecedor, me levanté y mi verga comenzaba a retomar su tamaño, levanté sus piernas por encima de mis hombros, y restregué la cabeza de mi verga en su chorreante concha, me miró y me dijo "¡¡¡qué esperas!!!, métela de una vez", no faltó que me lo dijera dos veces, la fui metiendo de a poco, una vez completamente adentro, me recosté encima de ella y la bese, la tome de la espalda, y la levanté, la sujete por los hombros y pegándola contra la pared, comencé a follarla, sus brazos en mis hombros facilitaban la posición, la besaba, mordía su cuello, chupaba sus tetas, ella gemía, rasguñaba mi espalda, mordía mis labios y se corría.
Alrededor de 15 minutos duramos en esa posición, luego la lleve nuevamente a la cama y esta vez ella me monto y cabalgó, la tome de la cintura y la apretaba a mí en cada penetración, sus tetas rebotaban con cada brinco, su concha sacaba jugos con cada embestida, el choque de nuestros cuerpos callaba los demás sonidos de la habitación, sus gemidos salían como notas de una canción.
Una vez más se corrió, la recosté en la cama y la volví a penetrar, ella me rodeaba con sus piernas por mi cintura y hacía más profunda la penetración, sus ojos se pusieron en blanco y se corrió abundante, yo estaba punto de acabar, me sentó en el borde de la cama y tomando mi verga entre sus tetas, me hizo una rusa, hasta que me corrí, incontables chorro de semen brotaron de ella, uno de ellos fue a parar en el rostro de ella, en el ojo y la boca, los demás en su cuello, y en sus tetas, terminamos ambos agotados, pero más satisfechos que nunca.
Nos metimos a la ducha para no levantar sospechas y estando ahí, ella puso las manos en la pared, y parando el culo, me dijo "aún falta una parte en la que nadie ha estado, que tal si tú la estrenas", fue increíble aquel anal.
Una vez acabamos nuestro encuentro especial, nos vestimos y volvimos a la cocina, una vez que llegaron sus padres, ella se marchó con la promesa de que volveríamos a repetir esto incontables veces.