Se llega nuevamente un fin de semana, mucho estrés por el exceso de trabajo durante los últimos días.
Me dirijo a mi casa manejando, cansado con el deseo de solo llegar y dormir hasta más no poder.
Al llegar a casa noté a mi vecina Mayra discutir con su pareja, hice caso omiso y me dispuse a estacionar mi auto en mi cochera. Escuche algunos gritos a lo cual su esposo se subió a su auto y se marchó enojado.
Me acerqué un poco y con algo de pena le pregunté si todo estaba bien.
Respondió que sí, afirmando con su cabeza y apenada por lo que noté. Le dije que no se preocupara, que más tarde se le bajaría el enojo a su esposo, y que lo mejor de todo, las reconciliaciones siempre son para bien.
Sonrió y solo respondió: “Ojalá dios te oiga” respondí solamente con una sonrisa.
Me preguntó cómo me fue en el trabajo. Respondí que tuve una semana muy agitada, exceso de papeleos y como siempre, terminando muerto con ganas de un par de tragos y dormir hasta no poder más.
Al oír mi respuesta dijo: “Mírate, quien te viera. Seguro te haz de echar tus buenos tragos”
Le respondí que no suelo tomar, pero de vez en cuando darle un poco de alcohol al cuerpo, te relaja.
Sonrió y me dijo “tengo un poco de alcohol ya empezado, si quieres compartimos un par de copas”.
“Sería una grandiosa idea vecina, pero no quiero tener problemas con tu marido” respondí.
– No te preocupes, no creo llegue en un buen rato. Cuando se molesta se va a tomar y regresa solo a dormir.
“Siendo así, creo podríamos tomar un par de copas, deja ir a ponerme algo más cómodo y regreso si gustas”
– Si sientes incomodidad en mi casa, puedo llevarla a la tuya para que estés tranquilo.
“No te preocupes, voy rápido y regreso”
– Esta bien (Sonriendo y cerrándome el ojo)
No lo tome de forma tan perversa la invitación, a lo cual fui a mi casa a dejar mis cosas de trabajo y cambiarme de ropa.
Pasaron 5 minutos quizás cuando escuche tocaron la puerta trasera de mi casa.
Acudí para saber quién tocaba a mi puerta, mire por el picaporte y era mi vecina. Me sorprendí pero no le tomé tanta importancia, abrí la puerta y dijo, “Para que no te eches para atrás, me traje la botella hasta tu casa” sonreí y le dije pasa entonces.
Le dije se pusiera cómoda, que buscara en la cocina un par de copas en lo que cambiaba de ropa.
Fui a mi cuarto que estaba no lejos de la cocina, busque un atuendo ligero para estar más cómodo. Al comenzar a desvestirme escuche un leve ruido, no hice caso y seguí vistiéndome. Al terminar de cambiarme avance a la puerta y sorprendí a mi vecina tras ella, le pregunte:
“¿Perdida?”
– No, disculpa estaba buscando el baño (Algo sonrojada)
“Está al fondo” le conteste con una sonrisa.
Fue caminando hacia él mientras yo me fui a la cocina, serví mi copa y la de ella. Al minuto llego y se sentó a lado mío.
Comenzamos a charlar y a tomar poco a poco. Me preguntaba sobre mi vida, y cosas de no tan importancia. El reloj avanzaba y la botella cada vez iba disminuyendo.
“Salud” decía entre cada platica que teníamos.
– Salud, con su sonrisa media picarona.
– Pasaré a tu baño, me dijo
Y le dije que sí, que esta vez no se equivocara de puerta (entre risa)
Riendo se levando y camino lentamente, como hombre no pude evitar mirar su cuerpo y de reojo volteo a ver y se dio cuenta que la miré.
– Levante su mirada vecino, no deje que el alcohol le haga caer en la tentación (con voz sexy y a la vez riendo)
Sólo sonreí y di un trago más.
Llegó del baño y dijo:
– ¿Le gustó lo que vio vecino?
Le respondí que a qué se refería…
– No se haga, ya sabe a lo que me refiero.
“Claro, sería un mentiroso si dijera que no vecina”
– Eres un amor… (Se acercó sutilmente y dejo un beso en la comisura de mis labios)
Me quedé inmóvil a tal acción de su parte
-Bueno, creo que ya es hora de irme a dormir, la botella se acabó y ya es un poco tarde.
“Está bien vecina, gracias por tan agradable compañía”
– Otro día podremos acabar con otra botella si gustas (Entre risa coqueta)
“Sería perfecto”
Nos paramos y le acompañaba a la puerta trasera, ella por delante y nuevamente no pude evitar verle su trasero.
– Mirada arriba vecino, que se quedará ciego…
Volteo y pregunto:
– ¿Apoco si le gustan?
“Pues se miran muy bien” (Con voz entre cortada)
– Se miran y se sienten
“Mirarlas lo sé, sentirlas no por ahora”
Inesperadamente tomo mi mano y la llevo a una de sus nalgas:
– ¿Qué tal ahora?
Apreté un poco y respondí:
“No pues, muy bien Mayra”
Se acercó y me beso nuevamente la comisura de mis labios, respondí a su boca apegándola a mí. Sentí como su mano la llevo tras mi cabeza para tenerme aún más cerca. Pude escuchar su respirar agitado y de igual forma su pecho sentirlo de la misma forma. Me besaba dulcemente y a la vez mordisqueaba mis labios, me olvide en ese momento de que era casada y que vivía justamente a lado de mi casa. Me imagino que de igual manera se olvidó de su estatus en ese momento. La apegué sobre la pared y mis manos acariciaban su espalda, lentamente una de mis manos fue sobre su pierna para elevarla a la altura de mi cadera.
Mi cuerpo, parte baja para ser exacto, fue más cerca de ella. Creo pudo sentir lo que me provocó en mi entre piernas porque entre besos, me sonrió y me beso apasionadamente.
Me movía de forma ligera entre el medio de sus piernas, el ritmo avanzaba cada vez más y nuestra respiración cada vez se agitaba un poco más.
Entre los besos que nos dábamos escuche que me dijo:
– ¿Me llevas a tu habitación?
“¿Segura?”
– Completamente, respondió.
Tomé su mano y nos fuimos a la habitación.
Cerro la puerta, frente a frente me dio un beso y me dejo caer sobre la cama. Pude ver el tamaño de sus senos al ver como se dirigía a mí en busca de mi boca. Se acomodó sobre mí, disfrutaba de sus labios nuevamente mientras su cadera se balanceaba sobre mí. Mi erección ya era más que notoria, y sus movimientos sabían lo que habían provocado.
Sus manos comenzaron a quitar mi playera, las mías de igual forma quitaban la blusa que tenía puesta, llevaba un besos doten semi trasparente, algo que enloqueció más mi zona pélvica. Sus manos recorrieron entre nuestros cuerpos buscando desabotonar mi pantalón, ayude a quitármelo. Sentí como iba en busca de mi miembro, logró encontrarlo y lo sostuvo firmemente. Supuse le agrado su forma porque lo apretó suavemente mientras le acariciaba con sus uñas. Mis manos no se quedaron atrás, y decidieron quitar el botón de su falda. Para mi sorpresa, llevaba algo muy diminuto lo que era fácilmente hacer a un lado.
Los besos suaves pasaron a ser muy apasionados, sin decir palabras solo disfrutando nuestra desnudez en mi habitación.
Sentí como bajo la piel de mi miembro y la acerco a su sexo. Un leve gemido salió de su boca cuando pude sentir como me hizo resbalar entre los labios de su sexo. Me resbalaba deliciosamente a través de su humedad y las gotas que dejaba al paso de mi recorrido. Mis manos subían por su piel, buscaba acariciar su par de bellos senos al desnudo. Los acaricie de forma suave y sus gemidos se escucharon nuevamente. Mi miembro se endureció por completo y moría de ganas por estar dentro de ella.
Imagino se dio cuenta porque bajo por completo la piel de mi miembro, elevo su cuerpo y me puso bajo su sexo. Me miró fijamente y comenzó a bajar sobre mí. Sentí como su sexo me dejaba entrar, el placer de sentir como mi miembro comenzaba a resbalar entre sus fluidos, avanzando deliciosamente sobre mí.
Dejé sus senos y llevé mis manos a su espalda, bajé sin dudar hasta sus nalgas, apretándolas haciendo que baje totalmente en mí. Su sexo pegado a mi piel, buscando su boca haciendo que mis manos muevan su cadera sobre mí.
Comenzó el vaivén de su cadera, adelante y atrás, de una forma tan exquisita que nuestros gemidos comenzaron a salir poco a poco. Mi boca recorrió su piel, le besé su mejilla, bajé a su cuello y me adueñe de él, cuidadosamente sin dejar alguna marca que le hiciera tener problemas con su marido. Mi cadera se elevaba más al sentir como sus movimientos se hacían más intensos. Sentí como su sexo humedecía mi entre pierna, sus gemidos se hicieran un poco más seguidos. La excitación fue tan grande que me empujo con fuerza, dejándome acostado totalmente. Sus movimientos se hicieron salvajes y comenzó a cabalgar mi miembro de una forma tan exquisita. Sentí como su cuerpo se estremeció teniendo su orgasmo. Me quede quieto disfrutando ese momento al mirarle sobre mí, mientras ella disfrutaba como su sexo se contraía atrapando mi miembro dentro de ella.
Se recostó sobre mi cuerpo, busco mi boca y me besó de forma dulce. Pareciera no fuese la primer vez que lo hubiéramos hecho pero así era. Yo aún seguía excitado y comencé a mover mi cadera de forma suave. Gimió al sentir como hundí mi miembro dentro de ella una y otra vez de forma suave. Mis manos tomaron su cadera encajándole las uñas y mi cadera ahora tomaba el control. Me moví de forma frenética, gimiendo de placer por lo que me provocaba. Era tan excitante el momento que no quería terminara.
Me pidió cediera mis movimientos, pensé que sería todo. Se levantó de mí, dándose la vuelta y se acomodó con su cadera empinada. Sorprendido por su iniciativa y a la vez más excitado por poder mirar su trasero totalmente disponible para mí. Sin más a esperar me acomode detrás de ella, tome mi miembro y se lo hundí en un solo golpe, escuche un jadeo exquisito y comencé a moverme más y más. Mis manos se adueñaban de sus nalgas, mis dedos se encajaban entre ellas y jalaban sobre mí. Me excitaba el momento, mirar como ese par de bellas nalgas pegaban en mí, de la misma forma escuchar los gemidos que provocaba dicho momento, era algo increíble sentirme tan dentro de ella. Nuestros movimientos se hicieron más intensos, buscábamos ese choque entre ambos, mi cuerpo se recostó sobre su espalda. No dude en besársela y darle pequeñas mordidas mientras mi cadera buscaba clavar más a fondo mi miembro.
Llevé mis manos sobre sus piernas, busque separarlas un poco más para que mis dedos fueran en busca de su vagina. Sin salirme de ella mis dedos comenzaron a recorrer sus labios y a la vez su clítoris. Presionaban y estimulaban de tal forma que sentí como se hinchó entre mis dedos, pude sentir como su humedad aumento y sus gemidos se hacían más fuertes. Rápidamente subí ambas manos a sus bellos senos, apoyándome de ellos el levante quedando sentados. Su espalda sobre mi pecho sin salirme de su sexo. Su cadera comenzó a moverse de forma tan deliciosa que me hacía gemir, mordisqueaba su hombro y a la vez subía por su oreja para dejarle oír los gemidos que provocaba con sus movimientos. Busque su mano y la obligue a cubrir su vagina, presionando para que sus dedos masajearan totalmente su clítoris. Mi miembro se hinchó dentro de su sexo, su vagina latía deliciosamente, nuestros gemidos se unieron y se intensificaron a la misma vez. Un frio recorría mi cuerpo y mi piel se erizo al sentirla totalmente mía. Su cadera no dejo de moverse hasta que no pudimos más, nuestro orgasmo llego a la par. Sentí como sus fluidos bañaban mi miembro y pude dejarle sentir como mi miembro inundaba su sexo con mis tibios fluidos. Temblábamos de placer quedándonos inmóviles. Nuestras bocas se buscaron nuevamente y un tierno beso comenzó a escucharse probando nuestros labios lentamente.
Le tomé y nos recostamos cansados, sin decir una palabra, disfrutando el momento.
Al poco instante se escuchó el auto de su marido llegar, con algo de prisa tomó su ropa y se la puso como pudo.
Me dejo un beso y le pregunté:
“¿Me volverás a invitar otro trago?”
Respondió:
– Esperemos una próxima pelea con mi marido, y veremos….
Dedicación especial para:
Mayra G
Fuente de inspiración.
Saludos.