Todo estaba concertado, teniendo claro que no permitiríamos la participación de terceros, sólo Miguel y yo. Imaginaba nuestra experiencia en aquel bar como una noche diferente en donde quizás me asombraría un poco al ver cosas inusuales, sin embargo, la curiosidad estaba latente. Ya estaba lista la ropa que yo llevaría puesta, la blusa negra elegida por Miguel, jean, tacones y por supuesto, ropa interior color negro también, la cual sin duda, no tendría puesta por mucho tiempo en compañía suya y aquel deseo de quitarla en frente de todo aquel que nos observara.
El vodka que pensábamos beber también estaba listo. Me imaginaba llegando al lugar de luz tenue pero de ambiente ardiente, algunos bailarines semidesnudos (hombres y mujeres), mesas ligeramente distantes con parejas o grupos dispuestos para una noche de sexo desenfrenado, Miguel y yo ocupando una mesa sin necesidad de terceros, preferiblemente en una esquina donde pudiese resguardarme un poco por ser mi primera vez en un bar swinger.
A media noche era el show, que imagino, desbordaría la lujuria y deseos reprimidos de muchos asistentes, yo en brazos de Miguel y disfrutando el vodka para entrar en calor, sintiendo sus manos acariciar mi cuerpo entre aquella blusa negra que quería quitar, desabrochando mi brassier para dejar mis senos libres y poder acariciarlos mientras mis pezones darían cuenta de mi excitación, besando mis labios entre mordiscos apasionados, bajando por mi cuello y aguantándonos las ganas de aquel sexo salvaje que queríamos hacer allí.
Entrada la noche y luego del show se desatan las pasiones de los espectadores, incluidos Miguel y yo… él mordiendo mis senos, mis nalgas, mi entrepierna… sus manos quieren arrancar mi ropa, y sus manos aprietan mis senos con ganas de tenerme encima suyo mientras yo lo rodeo con mis piernas para sentir su pene erecto entre ellas, o él estar encima de mí agarrando mi cintura para darme duro, o yo sentada en el borde de la mesa viendo cómo lleva su boca entre mis piernas a mi punto G, sin importar estar desnuda y que me vean los desconocidos del lugar, o haciéndolo en la mesa, en la silla, contra la pared, en cuatro, de todas las formas posibles.
Ya quería yo tener una noche de sexo desenfrenado bajo los efectos del vodka que compró antes de llegar de mi viaje de 11 horas y cientos de km para podernos ver…
Esa noche quería todo… embriagarme para perder la vergüenza, perder el pudor, que me mordiera, que me cogiera como a él se le antojara, que lo metiera en mi boca, por delante y por detrás, encima y debajo de mí, viniéndose dentro de mí, en mi boca, en mi pecho, que él lograra saciarme y yo a él… que los otros nos vieran disfrutando sexo toda la noche… Todo estaba en mi imaginación… Quería que Miguel me devorara…