Ana siempre había sido una chica recatada, demasiado, incluso para mi gusto. Aunque habíamos realizado todo tipo de juegos sexuales entre los dos, ella siempre se mostraba muy recatada a la hora de vestir y comportarse. Yo siempre insistía en que fuera más atrevida vistiendo, que enseñara más el escote y las piernas, pero a ella le incomodaban las miradas perturbadoras de los hombres. Ana mide alrededor de un metro y sesenta y cinco centímetros, es morena, de piel blanca, su culo es un pelín grande pero sin pasarse y con una talla 95 de pecho lo cual le acomplejó y le acompleja bastante, aunque a mí me encanta.
Siempre ha vestido ropas anchas que disimulan muy bien su figura, sin embargo, siempre hay alguno o alguna que vislumbra sus bonitas formas. Llevamos juntos cerca de cinco años y la verdad es que lo pasamos bien juntos.
No solíamos salir demasiado pero estábamos de vacaciones en casa de mis padres, que viven en otra ciudad, y habíamos salido de fiesta con mis amigos. Era verano y hacía muchísimo calor, ese calor que hace que sudes cuando acabas de salir de la ducha y que te da ganas de beber sin parar. Se había puesto un vestido veraniego que yo le había regalado, era un vestido de una pieza de tirantes que le llegaba por encima de la rodilla y le marcaba sus pechos sin pasarse, era perfecto para llevarlo sin sujetador, pero eso era demasiado para ella.
Después de una cenita de amiguetes con algunas parejas y varios litros de vino y cerveza de por medio yo empezaba a coger el puntillo guapo, ese momento en que te ríes de casi cualquier cosa y no te importa demasiado lo que te rodea salvo pasarlo bien. Nos fuimos a un local de copas donde mis amigos y yo nos juntamos cerca de la barra a seguir tomando copas, mientras las chicas se agrupaban y hablaban entre ellas. Tras una hora en el local, mis amigos José y Javier me dicen que tienen que irse pues tienen que trabajar al día siguiente, con ellos se marchan sus respectivas parejas dejando sola a Ana. Tras lamentarlo a viva voz me quedo con Antonio y Luis, que están solteros, mientras que mi chica se queda sin compañía femenina y me insinúa que ya he bebido demasiado y que deberíamos irnos. Yo hago oídos sordos ya que hace mucho tiempo que no hablo con Luis, gran amigo de toda la vida, así que le pido una copa a Ana y les digo a todos que nos sentemos en una mesa al fondo. Ana apenas aguanta el alcohol y aquella noche ya llevaba un par de copas más el vino de la cena, por lo que la notaba un poco "tocada". En ese momento llegó Pepe.
Pepe era un tipo de esos que lo ves de vez en cuando, habíamos estado juntos en el instituto y nos habíamos corrido alguna juerga juntos, pero no llegaba a ser amigo, vamos, yo nunca lo buscaría para tomarme una copa, simplemente coincidíamos en algún sitio y charlábamos un rato. Se acercó a la mesa a saludar y se presentó a Ana, yo no le hice mucho caso, pero él se sentó al lado de Ana, en el único lugar que quedaba libre, yo estaba sentado al otro lado de la mesa entre Antonio y Luis. Pepe era bastante guaperas y tenía fama de tener bastante éxito entre las mujeres. Rápidamente le dio palique a Ana, que parecía un poco aburrida mientras nosotros hablábamos de nuestras batallitas.
Nosotros seguimos charlando y bebiendo yo veía a Ana sonreír mientras Pepe le hablaba a la oreja, ya que la música del local impedía cualquier tipo de conversación normal, yo no le daba demasiada importancia ya que no imaginaba que nadie se atreviera con mi chica estando yo delante y menos un colega o medio colega. Mi nivel de alcohol era bastante alto sin embargo me levanté a por otra ronda y le traje otro Martini a Ana que aunque me decía que no quería yo siempre la incluía en las rondas. En un momento dado sentí ganas de ir al servicio y Antonio y Luis me dijeron que ellos también lo necesitaban. Dirigí una mirada a Ana y Pepe que seguían charlando, aunque Ana parecía bastante borracha, les indique que íbamos al servicio a lo que Pepe me hizo un gesto de que no me preocupara.
Llegamos a la terrible cola del baño y tras varios minutos esperando Luis me dice, "oye tío, no te da cosa dejar a tu novia sola con el tío ese", a lo que yo le respondí: "joder Luis, que va a hacer, Ana se sabe cuidar sola". Sin embargo, el aviso de mi amigo me hizo reaccionar, entre rápidamente al baño y salí aún más rápidamente dejando a mis amigos en la cola. Cuando llegué a la mesa Ana y Pepe habían desaparecido, mire hacia la barra y no los vi, registré el resto del local con la mirada pero no los encontré. Volvía a la mesa me tranquilice un poco. En ese momento aparecieron Luis y Antonio, y aparentando tranquilidad les dije que había visto a Ana bastante borracha y que había ido a pedirle un taxi y mandarla a casa y que Pepe se había ido sin más.
Pasó un rato más de charla insulsa, mi cerebro pensaba donde podía haberse metido Ana. Para mis adentros pensaba que era ella la que había pedido el taxi y marchado a casa, pero debajo de ese pensamiento latía el de que Pepe se la había llevado a algún sitio. Terminamos las copas y les dije a mis amigos que estaba muy pasado y que no podía más. Salí del local casi disparado y me alejé yo solo dejando a mis colegas un poco desconcertados. Después de dar varias vueltas por los alrededores sin rumbó fijo y con la cabeza hecha un lio decidí dirigirme a casa.
Llegue a casa de mis padres en un tiempo record. Entre a la casa y me dirigí sigilosamente hacía la habitación de invitados, donde dormíamos Ana y yo. Abrí la puerta lentamente y encendí una pequeña luz de noche. Mi corazón bajo de revoluciones cuando vi a Ana durmiendo tranquilamente en la cama. Caí redondo en la cama y todo el alcohol que había tomado volvió a mí de golpe, tuve que levantarme y dirigirme hacia el lavabo a vomitar. Después volví a la cama y me dormí del tirón.
Cuando desperté Ana estaba abrazándome completamente desnuda, seguía dormida y yo tenía un fuerte dolor de cabeza. Sin embargo, al tenerla desnuda rozándome con sus pechos y su sexo, mi pene comenzó a endurecerse. Ella parece que lo notó, porque empezó a desperezarse y a tomar conciencia de su desnudez y de mi excitación. Cuando parecía un poco más espabilada dirigió una de sus manos a mi pene y comenzó a acariciarlo por encima de los gayumbos. Yo me hice el dormido mientras ella me comenzaba a masturbar. Se inclinó un poco, me bajó los gayumbos hasta los tobillos y se metió de un golpe mi pene en la boca, mientras con sus pechos me rozaba las piernas y restregaba su sexo sobre uno de mis pies. En ese momento yo abrí los ojos y me regodeé un poco en la escena. Era un momento inoportuno pero me vino la imagen de la noche anterior, y le pregunté: "¿dónde te metiste anoche?", ella paro de chuparme el pene, me miró y se echó a llorar. Yo me quedé bastante estupefacto, con el pene duro, todavía agarrado por su mano, mientras la veía llorar en silencio, para no llamar la atención al resto de la casa.
Mi dolor de cabeza, la resaca que comenzaba a reclamarse su tarifa y el hecho de que estaba todavía medio dormido, no impidieron que comenzara a sentirme realmente incómodo. Me incorporé la sujeté por los hombros y agitándola un poco le pedí que se tranquilizara. Una vez que dejó de gimotear, le dije que se explicara, que no me iba a cabrear, que me contará que había pasado y como había llegado a casa. Ella me pidió que no me enfadara que había bebido mucho y que no era responsable, que me quería mucho y que no podría soportar que la dejara. Yo, cada vez más acojonado le dije que se dejara de tonterías y me contará todo. Y así empieza su relato.
Pepe se acercó y se presentó a todos dejando a Ana para la última. Le dio dos besos y le dijo que si le importaba que se sentara allí, ella, educadísima como siempre, le dijo que no había problema. Parece ser que él comenzó el ataque desde el primer momento, diciéndole que no comprendía como yo dejaba a una mujer tan atractiva y bella, sola y aburrida. Ella le comenzó a contar que cuando veníamos de vacaciones yo apenas le hacía caso y me dedicaba a mis viejos amigos dejándola sola. Él con la excusa del ruido se acercaba más a ella y le hablaba rozándole con los labios la oreja, lo que a ella la pone a cien. Además cuando le hablaba, él apoyaba su mano sobre su falda por debajo de la mesa. El alcohol y el ver que yo no decía nada hicieron que ella se confiara y le dejara hacer, a lo que él parece que tomó como una invitación. Así que mientras seguía hablando con ella, empezó a acariciar la pierna hasta conseguir levantar la falda un poco y meter la mano debajo, en contacto directo con la piel. Ella dio un pequeño respingo y miró hacia mí, pero la única respuesta que le di fue pedirle otra copa, que Pepe se apresuró a apremiarla a beber.
En ese momento parece ser que Pepe se dio cuenta de que yo iba muy borracho y que Ana estaba lista pues no ponía ningún impedimento a su exploración. Comenzó a acercar la mano a la entrepierna de mi novia, mientras comenzaba a decirle en la oreja que estaba muy bien y que si se dejara iba a hacer cosas que a ella le iban a encantar, a lo que ella respondía que la dejara, que no quería montar un escándalo. En ese momento él consiguió romper las defensas de Ana y tocar con sus dedos directamente sus bragas y notar que ella se había humedecido entre el alcohol, el sobeteo y las palabras. Y para redondear la faena fue el momento en el que nosotros nos levantamos para ir al servicio y Pepe me hacía un gesto de complicidad diciéndome que no me preocupara.
Parece ser que en cuanto nos levantamos, Pepe agarró a Ana de la mano y se la llevó casi en volandas del local hacia la calle. En cuanto traspusieron la puerta Pepe cogió a Ana y le dio un beso en la boca, reconociendo la victoria en ese momento. La llevó por calles oscuras hasta una pequeña furgoneta, la furgoneta donde siempre había presumido que llevaba a sus chicas para "echarles un kiki". Ella cuando se vio dentro del sitio se resistió un poco, pero el hábilmente le levantó el vestido y en un movimiento se lo sacó dejándola en sujetador y bragas. La observó un segundo mientras Ana intentaba taparse un poco torpemente. El alcohol la hacía sentirse muy rara y bastante excitada y aunque una voz dentro de ella le gritaba, era una voz muy débil. Pepe la volvió a besar mientras le tocaba el pecho suavemente y en una hábil maniobra le quitó el sujetador con una mano. Ana se veía semidesnuda delante de un desconocido que comenzó a comerle los pechos, su resistencia comenzaba a dar paso al placer con algún pequeño gemido ya que sus pezones eran muy delicados como bien yo sabía. Él la tumbó y rápidamente le bajó las bragas dejándola completamente desnuda. Antes de que pudiera reaccionar, Pepe hundió su cara en la entrepierna de Ana, que aunque ella no podía evitar, estaba completamente mojada y palpitante. El morbo de estar desnuda delante de un desconocido que le estaba haciendo una comida deliciosa, en un sitio desconocido y sin saber cómo salir de allí parece que la puso súper cachonda y se corrió silenciosamente en la boca de Pepe entre grandes espasmos. Este levantó la cabeza en señal de triunfo. Ana se relamía medio avergonzada y le decía que por favor la dejara, que ya estaba bien. Pepe le dijo que está bien, que la dejaría pero que él necesitaba desahogarse, que él la había acariciado y le había dado placer y que él se merecía un pequeño premio. Ella un poco aturdida le decía que ya estaba bien, que lo había pasado bien. En ese momento Pepe se bajó los pantalones y dejo ver un pene de grandes proporciones, que captó inmediatamente la atención de Ana. Ana y yo habíamos fantaseado alguna vez con que la follaba un tío con un pene mucho más grande que el mío y Pepe lo tenía mucho más grande que yo, por lo que parecía.
Pepe mientras con la mano derecha se acariciaba el pene completamente tieso con la mano izquierda acariciaba la pierna de Ana, acercándose a la entrepierna, hasta que acarició directa y suavemente el húmedo sexo de Ana. Entonces le dijo: "Mira Ana, si me haces una paja me doy por satisfecho y no haremos nada más". Ella no parecía del todo decidida, así que Pepe se inclinó un poco y sin apartar la mano izquierda de la entrepierna de ella, cogió una de las manos de Ana y la llevó a su pene para que esta lo tocara directamente. Ana lo comenzó a tocar primero con cuidado y poco a poco comenzó a hacerle una suave paja con una mano.
Su pequeña mano apenas abarcaba todo el diámetro del pene de Pepe así que la agarró con las dos manos y comenzó a masturbarle con más fuerza. Ella parecía un poco ida sintiendo la dureza del sexo de aquel desconocido, cuando de pronto vio que en la punta del glande salía un poco de líquido pre seminal, paro de mastúrbalo, con un dedo recogió el líquido y se lo metió en la boca. En ese momento Pepe aprovecho la oportunidad y la calentura de Ana y con la posición ganada empujó hacía la boca de Ana con su largo miembro. Ana un poco sorprendida entreabrió la boca y recibió el trozo de carne directamente con los labios. El siguiente empujón de Pepe consiguió meter gran parte de su pene en la boca de mi novia. Ana completamente desinhibida le chupaba la polla mientras Pepe le agarraba la cabeza intentado penetrar más aún su garganta. Ana pensaba que así conseguiría que Pepe se corriera rápidamente y la dejara en paz, pero Pepe en ese momento se la saco de la boca, dio la vuelta, la tumbo poniéndose a horcajadas sobre ella y le dijo, te voy a follar, lo necesito. A ella sólo le dio tiempo a decir que no débilmente, mientras ese largo pene chocaba contra su húmeda vagina. El primer golpe no rompió la barrera, pero provocó un calambre de placer en Ana que la dejó totalmente rendida. El segundo golpe entro hasta la mitad, un tercer empujón pegó sus cuerpos totalmente. Ana se volvió a correr en ese momento rodeando con sus piernas el culo de Pepe. Este comenzó un mete-saca furioso durante un par de minutos, durante el cual Ana volvió a correrse y casi perder el conocimiento. Mientras Pepe se la follaba sus lenguas compartían espacio y las manos de Pepe jugaban con los pechos de ella.
Pepe notó que se iba a correr, su primer pensamiento fue sacársela y correrse en la cara de Ana, pero no le dio tiempo y se dejó llevar dentro del sexo de Ana, que sudorosa recibió la corrida del desconocido con placer. Pepe permaneció tumbado sobre ella con el pene dentro de su vagina mientras se recuperaba del esfuerzo. Ana permanecía en un estado de semiinconsciencia que hacía que no se diera totalmente cuenta de lo que pasaba, pero el placer que sentía le hacía olvidar lo demás. Pepe fue recuperándose, en su cabeza solo rondaba una cosa: "que me la chupe y correrme en su boca".
Se levantó y antes de que Ana pudiera incorporarse o decir nada ya tenía la polla en la boca. Sin querer evitarlo comenzó a chuparla de nuevo y la polla de Pepe se lo agradeció volviendo a endurecerse.
Pepe consiguió correrse en la boca de mi chica. Pero no contento con eso se quedó con las bragas y el sujetador de Ana. Le puso el vestido, la llevó a casa, y en un estado de borrachera la dejó en la puerta de casa de mis padres con el semen reseco en la cara. Ella con la poca voluntad que le quedaba, sacó las llaves del pequeño bolso que llevaba, entró en la casa, fue al lavabo, se lavó los dientes, orinó y se fue al dormitorio, se quitó los zapatos y la única prenda que llevaba y cayó en la cama inconsciente. Parece ser que yo llegué minutos más tardes.
Cuando terminó la historia, lloraba mientras que con una mano me acariciaba el pene que estaba completamente tieso. Yo no sabía que decir, salvo que llevaba empalmado casi una hora con la historia, que tenía una resaca de tres pares, y que quería matar a alguien. Tras pensar durante unos segundos dije:
"chúpamela ahora y ya veremos lo que hacemos después".